Cómo el general Soleimani puso en marcha el mundo multipolar

  • Un iraní sostiene una foto del mártir Qasem Soleimani, comandante de Fuerza Quds del CGRI de Irán, Teherán, Irán, 4 de enero de 2020. (Foto: Reuters)

        Por Pepe Escobar.

        El consenso entre los futuros historiadores será inevitable: la década de 2020 comenzó con un asesinato diabólico en contra del general Qasem Soleimani.

        El 3 de enero de 2020, a las 00.52 (hora local) en el Aeropuerto Internacional de Bagdad (capital iraquí), ocurre un acto de guerra: El asesinato del teniente general Qasem Soleimani, comandante de la Fuerza Quds del Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica (CGRI) de Irán, y de Abu Mahdi al-Muhandis, el subcomandante de las Unidades de Movilización Popular de Irak (Al-Hashad Al-Shabi, en árabe), en un ataque con misiles Hellfire AGM-114 guiados por láser lanzados desde dos drones MQ-9 Reaper.

        Este acto de guerra marcó la pauta para la nueva década e inspiró mi libro Raging Twenties: Great Power Politics Meets Techno-Feudalism (furiosos años veinte: la política de las grandes potencias se encuentra con el tecno-feudalismo, en español), publicado a principios de 2021.

        El ataque con aviones no tripulados, ordenado directamente por el entonces presidente de EE.UU., Donald Trump, constituyó un acto imperial marcado con una dura provocación, capaz de generar una reacción iraní que pudo haber sido contrarrestado con un ataque en “defensa propia”, pero presentado como “disuasión”.

        El bombardeo narrativo empezó; lo calificaron de “asesinato selectivo”, una operación preventiva para aplastar la supuesta planificación del general Soleimani de “ataques inminentes” contra diplomáticos y tropas estadounidenses; sin embargo, no se proporcionó evidencia alguna para respaldar el reclamo.

        Todos, no solo a lo largo del Eje de Resistencia —Teherán, Bagdad, Damasco, el Movimiento de Resistencia Islámica de El Líbano (Hezbolá)—, sino en todo el sur global, sabían cómo el general Soleimani lideró la lucha contra Daesh en Irak de 2014 a 2015 y cómo había sido fundamental su papel para retomar la ciudad de Tikrit en 2015.

        Correspondió al entonces primer ministro iraquí, Adel Abdul-Mahdi, frente al Parlamento, ofrecer el contexto definitivo: el general Soleimani, en una misión diplomática, había abordado un vuelo regular Cham Wings Airbus A320 de Damasco a Bagdad. Estuvo involucrado en complejas negociaciones entre Teherán y Riad, con el primer ministro iraquí como mediador, y todo eso a pedido de Trump.

        Entonces, el imperialismo, siguiendo la misma política de burlarse del derecho internacional, asesinó a un enviado diplomático de facto. De hecho, dos, porque Al-Muhandis exhibía las mismas cualidades de liderazgo que el general Soleimani, promoviendo activamente la sinergia entre el campo de batalla y la diplomacia, y era considerado absolutamente insustituible como un articulador político clave en Irak.

        El asesinato del general Soleimani había sido “alentado” desde 2007 por una mezcla tóxica de neoconservadores y neoliberal conservadores straussianos —totalmente ignorantes de la historia, la cultura y la política del suroeste de Asia— junto con los grupos de presión israelíes y saudíes en Washington.

        Trump, felizmente ignorante de las relaciones internacionales y los asuntos de política exterior, no podía entender el panorama general y sus terribles ramificaciones cuando solo tenía a los primeros israelíes del tipo Jared “de Arabia” Kushner susurrando en su oído.

        El rey ahora está desnudo

        Pero luego todo se fue cuesta abajo. La respuesta directa de Teherán al asesinato del general Soleimani, de hecho, bastante restringida teniendo en cuenta las circunstancias, se midió cuidadosamente para no desencadenar una “disuasión” imperial desenfrenada.

        Se registró una serie de ataques con misiles de precisión contra la base aérea Ain Al-Asad, controlada por EE.UU. en Irak. El Pentágono, de manera crucial, recibió una advertencia previa. Y fue precisamente esa respuesta mesurada la que resultó ser el cambio de juego.

        El mensaje de Teherán dejó manifiestamente claro, para que todo el sur global lo viera, que los días de impunidad imperial habían terminado. Cualquier excepcionalista con un cerebro funcional podía entender el mensaje: Podemos atacar sus activos en cualquier parte del Golfo Pérsico, y más allá, en el momento que elijamos.

        Entonces, esta fue la primera instancia en la que el general Soleimani, incluso después de perder la vida, contribuyó al nacimiento de un mundo multipolar.

        Esos ataques con misiles de precisión contra Ain Al-Asad contaron la historia de una potencia de rango medio, debilitada por décadas de sanciones y que enfrenta una crisis económica-financiera masiva, respondiendo a un ataque unilateral apuntando a los activos imperiales que son parte del ‘Imperio de Bases’, con más de 800 bases en todo el mundo.

        Supervisar el tablero de ajedrez cambiante

        Tres años después del asesinato, ahora podemos ver varios otros casos del general Soleimani allanando el camino hacia la multipolaridad. Hubo un cambio de régimen en EE.UU.: el trumpismo fue reemplazado por una camarilla neoliberal y estafadora tóxica, infiltrada por neoconservadores straussianos, control remoto de una entidad belicista senil apenas calificada para leer un teleprompter.

        La política exterior de esta Administración resultó ser supremamente paranoica, antagonizando no solo a la República Islámica sino también a la alianza estratégica Rusia-China. Estos tres actores resultan ser los tres principales autores en el proceso en curso de integración de Eurasia.

        El general Soleimani pudo haber previsto, antes que nadie, excepto el Líder de la Revolución Islámica, el ayatolá Seyed Ali Jamenei, que el acuerdo nuclear con Irán, estaba definitivamente a seis pies bajo tierra, como dejó en claro la farsa reciente de los últimos meses en Viena.

        Así que posiblemente podría haber previsto que con una nueva administración bajo el mandato del presidente Ebrahim Raisi, Teherán finalmente abandonaría cualquier esperanza de ser “aceptado” por el Occidente y abrazaría de todo corazón su destino euroasiático.

        Años antes del asesinato, el general Soleimani ya había previsto una “normalización” entre el régimen israelí y las monarquías del Golfo Pérsico. Al mismo tiempo, era muy consciente de la posición de la Liga Árabe: una “normalización” no puede ni siquiera comenzar a discutirse sin un Estado palestino independiente y viable, basado en las fronteras de 1967 con Al-Quds (Jerusalén) como capital.

        El general Soleimani vio el panorama general en toda Asia Occidental, desde El Cairo hasta Teherán y desde el Bósforo hasta Bab el-Mandeb. Ciertamente, previó la inevitable “normalización” de Siria en el mundo árabe, e incluso con Turquía, ahora un trabajo en progreso.

        Se puede decir que había grabado en su cerebro la posible línea de tiempo seguida por el ‘Imperio del Caos’ para deshacerse por completo de Afganistán, aunque ciertamente no el alcance de la humillante retirada, y cómo eso reconfiguraría todas las apuestas desde Asia Occidental hasta Asia Central.

        Lo que ciertamente no sabía era que el Imperio salió de Afganistán para concentrar toda su estrategia de apuestas caóticas en Ucrania, en una letal guerra de poder contra Rusia.

        Es fácil ver al general Soleimani previendo que Muhamad bin Zayed Al Nahyan el mentor de Muhamad bin Salman, apuesta simultáneamente por un acuerdo de libre comercio entre Israel y los Emiratos Árabes Unidos (EAU) y una distensión con Irán.

        También podría haber previsto lo que ocurrió el pasado fin de semana en Brasilia, al margen del dramático regreso de Luiz Inácio Lula da Silva a la Presidencia brasileña: funcionarios saudíes e iraníes, en territorio neutral, discutiendo su posible distensión.

        Dado que todo el tablero de ajedrez en Asia Occidental se está reconfigurando a una velocidad vertiginosa, quizás el único desarrollo que el general Soleimani no habría previsto es que el petro-yuan desplazando al petrodólar “en el espacio de tres a cinco años”, como sugirió recientemente el presidente chino, Xi Jinping.

        Tengo un sueño

        La profunda reverencia hacia el general Soleimani expresada por cada capa de la sociedad iraní, ciertamente se ha traducido en honrar el trabajo de su vida al encontrar el lugar que merece la República Islámica en la multipolaridad.

        Irán ahora se ha consolidado como uno de los nodos clave de la Nueva Ruta de la Seda en Asia Occidental. La asociación estratégica Irán-China, impulsada por la adhesión de Teherán a la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), es tan sólida desde el punto de vista geoeconómico y geopolítico como las asociaciones entrelazadas con otros dos miembros del BRICS, Rusia y La India. En 2023, Irán se convertirá en miembro de BRICS+.

        Paralelamente, la alianza Irán-Rusia-China estará profundamente involucrada en la reconstrucción de Siria, completa con proyectos que van desde el ferrocarril Irán-Irak-Siria-Mediterráneo Oriental hasta, en un futuro próximo, el oleoducto Irán-Irak-Siria, posiblemente el factor clave que provocó la guerra de poder estadounidense contra Damasco.

        Soleimani es venerado hoy en el santuario Imam Reza en Mashad, en la Mezquita Al-Aqsa en Palestina ocupada, en el deslumbrante Duomo barroco tardío en Ragusa en Sicilia, en una estupa en lo alto del Himalaya o en un mural en una calle de Caracas.

        En todo el sur global, hay una sensación en el aire: el nuevo mundo que está naciendo, con suerte, más igualitario y justo, de alguna manera fue soñado por la víctima del asesinato que produjo los Raging Twenties.

        Pepe Escobar es un autor y analista geopolítico de toda Eurasia. Su último libro es Raging Twenties.

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