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Andalucía, hay que pisar barro

Las palabras y frases son saetas. Cuando se rompe la relación entre significante y significado se pueden convertir en grilletes. La semántica queda esparcida por el lodo, bien porque se ha robado el significado a las palabras, o bien porque se ha cambiado su envoltorio significante.

En la historia de los oprimidos y oprimidas esto ha ocurrido reiteradamente, en razón a que suelen ser otras intenciones las que se apropian de las palabras, frases y recuerdos escribiendo su memoria, no llamando a las cosas por su nombre y exactamente con el mismo.

Las frases se tienen que desenvolver hasta su final. Cortar una frase por la mitad tiene el peligro de cambiarle el significado e incluso de darle la vuelta en dirección contraria.

Gabi Lima, mi añorado amigo y compañero, nunca habló conmigo de entrar en el barro y ensuciarte porque sí. Si te metes en el barro te llenas de mierda. El llenarte de mierda en principio no tiene ningún mérito. Al contrario, si te revuelcas en el barro puede llegar a ser algo un poco sucio.

Lo que Gabi afirmaba, en nuestra conversación, de una forma literal es que: “Hay que pisar más barro y menos moqueta, ya que en el barro se deja huella”. ¿A qué se refería? Desde luego no se puede saber su significado si no se extirpa la moqueta y se hace desaparecer el barro y la huella.

Lo que Gabi hacía es una analogía del pisar barro con la lucha de calle, de barrio, de centro de trabajo, de instituto, en definitiva, en la lucha del movimiento popular y trabajador, y de la militancia anónima. Gabi era conocedor de que el árbol más fuerte y frondoso vive de lo que tiene debajo, de esa militancia, de esas luchas. Un árbol necesita un anclaje firme en el suelo si quiere mantenerse en pie frente a los vientos y las tormentas. Aunque las raíces sean la parte menos visible del árbol, dado que están en el interior del suelo, forman una red tanto o más frondosa que la estructura de las ramas en el exterior. De hecho, en muchos árboles, las raíces presentan a menudo mayor extensión que la copa de los mismos.

Galeano en su mar de fueguitos ya decía que hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tanta pasión que no pueden mirarlos sin parpadear, y quien se acerca se enciende. Y es que no se puede confundir la grandeza con lo “grandote”. Porque hay multitud de fuerzas de cambio que no ocupan los primeros planos de los medios de comunicación, pero que están haciendo mucho, muchísimo, para que el mundo cambie. Eso es precisamente la huella a la que se refería Gabi. La dejada en el barro por el pueblo trabajador andaluz.

Gabi también hacía analogía de la moqueta. Evidentemente se refería a las instituciones burguesas. A los grandes políticos, académicos que se creen saber todo y en realidad no saben demasiado, porque si no ya hubieran aprendido.

Gabi Lima también pasó a veces por ese lugar, por las instituciones, dejando la huella del barro en alfombras y moquetas. Algo muy diferente a que desde las moquetas se eche mierda contra la gente que está en el barro. Y la única marca dejada sea la de las porras en cuerpos jóvenes y no tan jóvenes sin corromper por partidismos, estrategias electorales, o estructuras gregarias de poder y de autoridad que aplastan voluntades y que coaccionan la imaginación mediante el corporativismo malsano, la jerarquización de la opinión (porque lo dijo Pérez, que estuvo en Mallorca, eso es lo que debe ser, aunque sea una auténtica incoherencia o macro-chorrada), o con el intento de sumisión de concepciones colectivas intentando reducir todo a una masa opaca y gris. Pasiva y dependiente.

O liberas o anulas.

Estar en las profundidades del pueblo trabajador andaluz más castigado y marginal, el principio de una línea política ascendente sin la cual jamás ganaremos el corazón de este pueblo para algo que merezca la pena es estar en el barro para dejar huella. Por eso hemos de ser las primeras en la defensa de las personas desahuciadas, los inmigrantes y emigrantes, la juventud sin empleo, las mujeres andaluzas, los personas LGTBI y todas personas desheredadas por el sistema capitalista. Los movimientos sociales no son una tarta con porciones, sectores y secretarios generales sino un grupo diverso de compañeros y compañeras que llegan a consensos y acciones.

Replegarse es encerrarse en la mentira, buscar justificaciones donde no las hay, enredar. Ese es el fuego bobo, que no alumbra ni quema. Ocupar pisos vacíos, dar forma a los movimientos alternativos, crear centros de poder popular, crear vida de barrio, no es delito ni va en contra de absolutamente nada que no sea la ignorancia, la burocracia y el interés capitalista. Atacar el movimiento consciente de los andaluces y andaluzas es tarea de todos aquellos a los que les encanta pisar moqueta sin dejar huella en el barro.

Lo que arde la vida con tanta pasión que no se puede mirar sin parpadear, y quien se acerca se enciende es la autoorganización del pueblo trabajador andaluz. En el barro queda marcado todo acto de desobediencia popular. No debemos replegarnos en nuestro rincón particular, hay que pisar el barro. Lo que Gabi hizo en vida, luchando con amor por Andalucía.

José S. Vico

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Carlos Ríos

Vine al mundo en Granada en 1977. Soy licenciado en Geografía y trabajador en el sector de la enseñanza. Escribí "La identidad andaluza en el Flamenco" (Atrapasueños, 2009) y "La memoria desmontable, tres olvidados de la cultura andaluza" (El Bandolero, 2011) a dos manos. He hecho aportaciones a las obras colectivas "Desde Andalucía a América: 525 años de conquista y explotación de los pueblos" (Hojas Monfíes, 2017) y "Blas Infante: revolucionario andaluz" (Hojas Monfíes, 2019).

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