Bédar (Levante Almeriense) guarda un tesoro oculto: pinturas andalusíes del siglo X en una antigua alberca


Lo que durante generaciones los vecinos de Bédar conocieron como unas “pinturas raras” en una vieja balsa de riego, resultó ser, ni más ni menos, que un auténtico tesoro del arte andalusí. Unas pinturas murales únicas del siglo X, realizadas durante el esplendor del Califato de Córdoba, han sobrevivido ocultas durante más de mil años en un rincón silencioso de la sierra. Lo más asombroso es que han estado todo este tiempo a la vista, sin que nadie imaginara su verdadero origen.
Este extraordinario hallazgo tuvo lugar en 2004, cuando se realizaron labores de limpieza de la vegetación en la conocida Balsa Alta, también llamada Balsa de los Moros. En su interior, y bajo capas de tierra y maleza, aparecieron, intactos, unos trazos en rojo almagre (óxido de hierro) que representaban cenefas decorativas, caligrafía cúfica y figuras zoomorfas. Eso sí, pese a su aparente facilidad de acceso, advierten que los curiosos no intenten adentrarse solos en esta senda y buscar las pinturas califales, ya que esta balsa se encuentra en un barranco y podría resultar peligroso, ya que la vegetación a veces tapa los accesos.
Sin embargo, el descubrimiento no alcanzó toda su magnitud hasta 2020, cuando la prestigiosa arabista Carmen Barceló confirmó lo impensable en su artículo publicado en la revista científica Al-Qantara: las pinturas, fechadas en el año 355 de la hégira (966 d.C.), correspondían a una época de apogeo del Califato de Córdoba, bajo el gobierno de ʿAbd al-Raḥmān III.


Un fragmento del mundo califal en plena sierra de Bédar
El descubrimiento de estas pinturas convierte a Bédar en uno de los pocos lugares fuera de Córdoba donde se han encontrado restos pictóricos de esta época. En la capital del califato, la ciudad de Córdoba, brillaban joyas arquitectónicas como la gran Mezquita y Medina Azahara, y se producían exquisitas obras de arte en marfil, cerámica, tejidos y piedra tallada. Sin embargo, encontrar pintura mural en un rincón rural como Bédar es un fenómeno insólito y de inestimable valor.
¿Qué hace que Bédar sea un lugar tan especial para que estas pinturas hayan llegado hasta nosotros?
La respuesta está en la tradición hidráulica de la región. A pesar de su apariencia árida, Bédar ha sido desde tiempos inmemoriales un ejemplo de ingenio hidráulico. Su sistema tradicional de riego, que sigue funcionando hoy en día, es uno de los mejor conservados de la provincia, heredado probablemente de los moriscos y, originalmente, de los propios andaluces. Este sistema de nacimientos, cimbras, balsas y acequias recorre toda la sierra, convirtiéndola en un vergel inesperado.
Desde el siglo XVI, viajeros y cronistas como Rodrigo Alonso han admirado esta red de agua que transforma lo árido en fértil. En este contexto, la Balsa Alta no solo tenía un uso agrícola; algunos investigadores, como Sophie Gilotte, sugieren que esta balsa podría haber formado parte de un complejo mayor, quizás vinculado al descanso, la caza o incluso a un simbolismo espiritual relacionado con el agua, tan importante en la cultura andalusí.


Un patrimonio redescubierto gracias al esfuerzo local
Aunque no fue el primero en darse cuenta de la posible peculiaridad de dichas pinturas, Juan Antonio Soler Jódar, un médico local y apasionado investigador del patrimonio de la localidad bedarense, ha sido una de las personas que ha intentado poner en valor este hallazgo. Soler lleva años investigando la historia minera y agrícola del levante almeriense, comenzó a estudiar las pinturas en 2004. “Recogimos notas, se hicieron fotos, pero faltaba un estudio más profundo. Fue gracias al trabajo de Carmen Barceló que descubrimos lo que realmente teníamos ante nosotros: unas pinturas califales de más de mil años de antigüedad, únicas en la provincia”, explica Soler.
Su trabajo, junto con el rigor académico de Barceló, ha devuelto a la luz un patrimonio silencioso que, como muchas otras joyas rurales, permaneció en las sombras durante siglos, esperando ser escuchado. Soler no solo ha sido testigo de este descubrimiento, sino también uno de los principales defensores de su preservación y puesta en valor.
El olvido y el abandono del hallazgo
A pesar de la magnitud del descubrimiento, las pinturas no han recibido la atención y protección que merecen. Aunque se realizaron estudios preliminares y se dio a conocer el hallazgo, la Balsa Alta y sus pinturas murales siguen estando olvidadas, cubiertas nuevamente por la maleza que crece en la zona. A día de hoy, muchos de los vecinos de Bédar siguen sin saber que en ese rincón de la sierra, oculto tras las capas de historia, se encuentra una pieza única del arte califal.


El futuro del patrimonio de Bédar: un legado que necesita cuidados
El sistema de riego tradicional de Bédar —vivo, pero frágil— es un legado que merece ser preservado para las futuras generaciones. Actualmente, existe una ‘Ruta del Agua’ que permite al visitante recorrer parte de las infraestructuras históricas de la localidad, pero todavía queda mucho por hacer. La Balsa Alta, con sus pinturas califales, podría convertirse en el corazón simbólico de esta ruta, si se acometiera su restauración y puesta en valor.
Este hallazgo es mucho más que un descubrimiento arqueológico. Representa un testimonio vivo de un pueblo que ha sabido aprovechar su tierra, que ha cultivado su agua y que ha convivido con distintas culturas a lo largo de los siglos. Hoy, cuando los bedarenses miren aquella pared rojiza que siempre estuvo ahí, sabrán que están frente a una página única del arte califal, una que no solo pertenece a su historia local, sino a toda la humanidad.
Si se acomete su restauración y puesta en valor, las pinturas de la Balsa Alta podrían convertirse en un símbolo de la memoria histórica de un pueblo, un legado que conecta el pasado de Bédar con su futuro. Esta historia, aún esperando ser recuperada del olvido, es una joya escondida que aguarda ser apreciada, no solo por quienes habitan esta tierra, sino por quienes deseen conocer la rica historia de al-Ándalus y la tradición hidráulica que marcó el devenir de una región.
Fuente: Marian Ginés / La Voz de Almería.
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