Los saharauis son víctima de la intransigencia marroquí y la traición de España


Marruecos lleva más de cuatro décadas violando el Derecho Internacional Humanitario y con la complicidad de los gobiernos europeos. La traición al Sahara es nuestra mayor vergüenza.

Tras la mediación del ex emisario de Naciones Unidas Horst Köhler el 21 y 22 de marzo del año pasado, el Frente Polisario y Marruecos se han sentado a dialogar para buscar una resolución al conflicto que lleva décadas enquistado por la intransigencia marroquí.

Estas negociaciones, en las que también han participado Mauritania y Argelia son la continuación de las conversaciones de diciembre de 2018 que, aunque inútiles en la práctica, rompieron con 6 años de relaciones congeladas.


La ONU sigue pidiendo la aplicación de la resolución 690 del 29 de abril de 1991, que exige la realización de un referéndum por la autodeterminación del Sahara Occidental; actualmente ocupado por Marruecos que lo denomina “las provincias del sur” y se niega a que los saharauis voten por su futuro e independencia.

En un intento de legitimarse frente al exterior, Marruecos pretende equiparar la independencia del Sahara Occidental con los movimientos independentistas catalán y vasco en España. Esto, además de una completa distorsión de la realidad es una forma de eliminar la historia y el contexto a partir del cual surge el conflicto con el Sahara y que no tiene nada que ver con los secesionismos dentro del territorio español.

La descolonización del Sáhara

El Sahara Occidental es una colonia según las propias Naciones Unidas, y la cuestión de su independencia –o más bien descolonización– se remonta a los años 60.

La resolución 2354 del 19 de diciembre de 1967 de la ONU pedía acelerar el proceso de descolonización del Sahara conforme a la resolución 1514 de la Asamblea de Naciones Unidas. Esta resolución de cuando el Sahara era una región española, la apoyó Marruecos, que hoy hace alarde de su hipocresía negando ese mismo derecho a esos mismos saharauis. Resulta entre gracioso y triste ver cómo los auto-proclamados ‘demócratas’ evitan a toda costa la aplicación de un derecho de los saharauis que incluso el dictador Francisco Franco aceptó y planteaba hacer realizable en 1974 con un estatuto de autonomía de cara a un futuro referéndum de independencia.

Marruecos insiste en que no habrá referéndum si no pueden votar sus colonosen “las provincias del sur”, y obstruye el proceso con apelaciones que la ONU rechaza constantemente.


El Sahara Occidental es un territorio que Marruecos ocupó con la complicidad y cobardía de España. Mientras re-escriben la historia hablando de la Marcha Verde por la que Marruecos tomó el territorio administrado desde Madrid, los documentos de la CIA cuentan una historia completamente distinta.

Cuando Franco ya estaba terminal en sus últimos días y en un momento de convulsión política, Juan Carlos I pactó en un gesto de debilidad con Hassan II la retirada de las tropas españolas para coordinar la Marcha Verde el 6 y 9 de noviembre.

El movimiento era una maniobra política para ocultar la invasión que Marruecos había iniciado con sus regimientos blindados el 30 de octubre de 1975. Los Acuerdos Tripartitos no fueron más que la estocada final para hacer oficial la mayor traición de España al Sahara.

 La traición española desembocó en una guerra, una ola de desapariciones, expolio y represión que todavía hoy perdura.

Mientras la ‘izquierda pedigree’ hace alarde de su activismo e internacionalismo hablando de pueblos indígenas perdidos en el amazonas, la farsa de Rojava o cualquier movimiento que suene a ‘cool’, a pocos kilómetros de nuestra frontera ignoran cómo Marruecos viola el Derecho Internacional Humanitario a diario. Mientras se dan golpes de pecho alarmados por el muro que Donald Trump dice querer levantar, se sienten muy cómodos con los 2.720 kilómetros de búnkeres y minas que dividen al pueblo saharaui. El mayor campo de minas anti-persona en una de las fronteras más blindadas del mundo.

Europa, a merced de Marruecos

Pero seamos honestos, Marruecos opera con total impunidad porque puede. Porque puede y porque la Unión Europea lo facilita. Marruecos es vital en la defensa de las fronteras europeas de la inmigración masiva y el terrorismo, por lo que sabe jugar muy bien sus cartas teniendo a todo el mundo a su merced.

El 27 de febrero de 2018 el Tribunal de Justicia de la Unión Europea confirmó que no se puede realizar ningún acuerdo de pesca entra la UE y Marruecos que involucre aguas del Sahara Occidental ya que es un territorio pendiente de descolonización. La resolución no ha servido para absolutamente nada.

¿Cuál es el precio de la ‘justicia’ en Europa? 52 millones de euros. Ese es el precio que ha pagado la UE para poder cerrar un acuerdo de pesca con Marruecos que incluye las aguas del Sahara Occidental.

Ignorando tanto la última resolución del TJUE como las diferentes resoluciones de la ONU, el 11 de febrero del año pasado el Parlamento Europeo (PE) aprobó un nuevo acuerdo de pesca con Marruecos que permite faenar a 128 barcos europeos en aguas saharauis.

El PE se justificó en que lo habían hablado con el Frente Polisario, pero tanto éste como otros organismos saharauis negaron en un comunicado cualquier negociación con autoridades europeas al respecto.

“La Europa de los valores” es una Europa que no respeta ni su propio derecho ni el Derecho Internacional Humanitario. Es una Europa sin valores, que mientras en 2009 denunciaba las constantes violaciones contra los Derechos Humanos de Marruecos en el Sahara Occidental, sigue protegiendo al país y sus políticas contra los saharauis.

Desde 1975 más de 1.000 saharauis han desaparecido. Ni siquiera tras encontrar la primera fosa común en 2013 llena de desaparecidos ejecutados de forma extrajudicial ha habido consecuencias ni responsables por cometer tales crímenes. Aunque las desapariciones forzosas han disminuido, las detenciones arbitrarias continúan y todavía se desconoce qué pasó con al menos 400 personas.

El expolio también es constante. Lo 150.000 kilómetros cuadros de banco pesquero que pertenece al Sahara Occidental son vitales para la subsistencia económica de Marruecos; el mayor país pesquero de África con unas exportaciones que suponen el 58% de todos los alimentos que exportan. Probablemente el pulpo marroquí que compres en la pescadería sea saharaui.

También se expolian los recursos petrolerosdel Sahara Occidental. Aunque el gigante francés Total S.A. decidiese cesar su actividad en 2015 con Kosmos Energy y Glencore dos años después, todavía hay empresas robando recursos como New Age o LongreachOil.

Los colonos marroquíes se han hecho con el control de la agricultura de Dajla exportando el producto hacia Europa mediante empresas francesas.

Una de las mayores minas de fosfato del mundo, la de Bou Craa, se encuentra en el territorio ocupado administrado por Marruecos.

El conflicto del Sahara es un conflicto enquistado, de larga duración y olvidado. Bajo una densa sábana de intereses en economía, migración y anti-terrorismo, Europa oculta sus vergüenzas y protege a la monarquía marroquí. Y quienes realmente pueden hacer algo, sencillamente no tienen interés en presionar para que en el Sahara se aplique ni más ni menos que un derecho reconocido por Naciones Unidas y por el propio Marruecos cuando hablábamos de territorio español.

Sahara no interesa, porque parece que no tiene ‘el pedigree’ del activismo. Sahara se ha olvidado, aunque el sufrimiento continúe cada día.

Por RT / Alberto Rodríguez García

Fuente: ecsaharaui.com/

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