Los gritos de los silenciados en Melilla
En Ceuta y Melilla, dos ciudades subsaharianas que aún constituyen jurisdicción española, la seguridad es alta para la inmigración.
El encubrimiento mediático en España y el resto de Europa de la masacre ocurrida este viernes 24 de junio en Melilla grita a toda voz la connivencia existente entre las corporaciones de la información, el establishment político y las monarquías española y marroquí.
Aunque todos los años se anuncian crisis en la frontera de España-Marruecos, la tragedia que viven los inmigrantes africanos para intentar llegar a territorio europeo es diaria y no se transmite en canal alguno a menos que la situación rebase la cortina de humo impuesta en el espectro informativo.
En Ceuta y Melilla, dos ciudades subsaharianas que aún constituyen jurisdicción española, la seguridad es alta para la inmigración y generalmente existen atropellos por avalanchas, asfixias, golpes y empujones no solo a la población migratoria sino también a las “porteadoras” (mujeres comerciantes de telas, subpagadas y prácticamente esclavizadas) debido a la precariedad del sistema que allá se establece.
El paso fronterizo ceutí Tarajal II, abierto en 2017, por ejemplo, es considerada la séptima frontera más desigual del mundo, por encima del pasaje México-Estados Unidos, de acuerdo a un reporte de El Confidencial, y según un informe elaborado por el investigador Íñigo Moré, es uno de los puntos limítrofes donde más se vulneran los derechos humanos. Melilla también está en ese renglón en el análisis de Moré.
Para 2017, el contrabando en Ceuta, Melilla y Marruecos tuvo un valor estimado de 1 mil millón de euros al año (equivalente a la mitad de todo lo declarado en exportaciones de España con Marruecos). La gendarmería marroquí de esos puntos fronterizos ha sido descubierta como una vejatoria y la masacre en Melilla, que dejó al menos 30 muertos de acuerdo a fuentes extraoficiales, confirma esa característica.
Los gobiernos de España y Marruecos afirman que más de 500 personas asaltaron la valla que divide sus dos países, desde la ciudad africana de Nabor a Melilla. Esto produjo una irregularidad que ya se había presentado anteriormente, con las mismas consecuencias violentas, aunque en menor medida.
Los saltos de valla son comunes a pesar de su peligrosidad, por estar constituida de cuchillas. El alambrado ha logrado bajar los números de migrantes, pero “a costa de vulnerar sus derechos humanos”, denunció en 2020 el activista Rafael Lara, uno de los responsables de la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (APDHA).
De 2018 a 2019, los inmigrantes subsaharianos a España se redujeron un
50 % aproximadamente, coincidiendo con un incremento de las cifras de personas fallecidas en la ruta migratoria. Es fatal atreverse a cruzar los límites marroquíes-españoles hacia un supuesto futuro mejor en la Unión Europea (UE).
Para el año 2020, como apunta el mencionado Lara, la presión ejercida por las fuerzas policiales marroquíes al norte del país han causado dicha baja inmigrantes subsaharianos, pero al mismo tiempo da luces de por qué una gran cantidad de personas intentaron cruzar violentamente la valla de Melilla este viernes 24 de junio:
“La zona ha sido peinada y los migrantes han sido detenidos masivamente y llevados a la zona sur”, ha asegurado Lara. Eso ha provocado, asegura, el “desmantelamiento de los campamentos de inmigrantes cerca de las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla” donde los subsaharianos preparaban sus saltos a la valla de ambas ciudades.
Precisamente, en el entorno de estas ciudades, en el lado marroquí, se ha instalado hasta una triple alambrada de concertinas, según denuncia la entidad, pese a que el Ministerio Interior español hace tres meses que comenzó a retirarlas de sus fronteras terrestres.
Esta presión policial posiblemente haya causado una crisis en el seno migratorio que haya producido la avalancha que tuvo una respuesta aniquiladora, en la línea usual del comportamiento de la gendarmería local, como ha sido denunciado.
Y, según reportes de mayo, la caída inmigratoria ha venido teniendo su efecto rebote. España registró la entrada irregular de 50 mil migrantes por sus costas, Ceuta y Melilla desde mayo de 2021.
La coacción a los migrantes subsaharianos se ha traducido en cada vez mayor cantidad de saltos de valla en Melilla:
Los últimos datos de Interior sobre este tema, que corresponden a las entradas de forma ilegal en España entre el 1 de enero y el 15 de marzo de 2022, sitúan las entradas en 8.276, entre las que se encuentran el último salto a la valla de Melilla, el pasado 3 de marzo, por el que el Gobierno mostró su “preocupación”. En este suceso, fueron más de 800 los migrantes que cruzaron hasta la ciudad autónoma, una de las cifras más altas contabilizadas.
Un comunicado firmado por cinco organizaciones marroquíes califica que “el drama de este triste día es la consecuencia de una presión planificada contra los exiliados”:
Desde hace más de un año y medio, a las personas que emigran a Nador se les niega el acceso a los medicamentos, a los cuidados médicos, se les queman los campamentos y se les roban sus bienes, sus magros alimentos destruidos e incluso la poca agua potable de que disponen en los campamentos, se confisca.
Estas expediciones punitivas dieron lugar a una espiral de violencia en ambos lados. Una violencia condenable cualquiera que sea su origen, pero recordando la violencia sistémica que sufren los migrantes en Nador desde hace años por parte de las fuerzas del orden españolas y marroquíes. Prácticas que han sido reiteradamente condenadas por instancias nacionales, regionales y de las Naciones Unidas.
Los antecedentes de la masacre en Melilla son claros: se trata de una consecuencia de las políticas en materia de migración entre Marruecos y España-UE. Es un fracaso a la vista de los derechos humanos, aunque lucrativo para el contrabando europeo.
Recordemos, además, que el Estado español (país OTAN) decidió reconocer la soberanía de Marruecos sobre los territorios del Sáhara Occidental, atentando contra las luchas del Frente Polisario por la independencia y la autonomía de sus pueblos.
Testimonios recogidos por Público en Madrid, durante una protesta a favor de la legalización de los migrantes africanos en España y en rechazo a la masacre este domingo 26 de junio, dicen no verse “sorprendidos” por “esta vergüenza” mientras lamentan los hechos.
Un migrante, activista y actor, Thimbo Samb, le dijo al medio que la política migratoria de la Unión Europea (UE) es “hipócrita, sucia y sinvergüenza” porque, en su opinión, los gobiernos occidentales intentan dar “lecciones” de respeto a los derechos humanos mientras hacen “lo peor”, y sugiere que, si la UE quiere frenar la inmigración, lo que debe hacer es “dejar de saquear los recursos” de África.
Para Europea, el continente africano ha sido, desde la era colonial, una mina para abastecerse de materias primas y trabajo esclavo y semi-esclavo. A los efectos de esta masacre, y en consonancia con la historia colonial de España, el presidente del gobierno español Pedro Sánchez agradeció los esfuerzos de “la gendarmería marroquí [que] se ha empeñado a fondo en tratar de evitar este asalto violento”.
De esta manera se pretende volver a silenciar los gritos de desigualdad, precariedad y violencia de África, y por extensión, de todo el Sur Global, en un momento global donde el Norte (sea este americano u europeo) busca aplastar toda disonancia antihegemónica mientras aprovecha los recursos vía saqueo o imposición financiera.
La mano sangrienta se asume de antemano en los corredores de la muerte migratorios de un lado a otro del mundo.
Fuente: Misión Verdad
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