La falsa izquierda y la sutil estrategia de poder en Cuba: Un análisis del caso “La Joven Cuba” y su “Sobremesa”


En el complejo tablero geopolítico que rodea a Cuba, emerge una estrategia que merece un análisis crítico: la instrumentalización de una “falsa izquierda” como herramienta de influencia y penetración ideológica.
A través de programas aparentemente progresistas, se despliega una agenda sutil, pero efectiva, que busca socavar los cimientos de la Revolución y resignificar su legado bajo una perspectiva liberal, importada desde los centros de pensamiento de los Estados Unidos. Y no solo en su territorio, sino diseminados en no menos de cien universidades, cátedras y centros de investigaciones en todo el mundo, que tributan con celeridad y “credibilidad científica” a los fundamentales medios de prensa plana, emisiones y escenarios digitales.
Dicha estructura busca disolver verdades concretas y presentarnos una realidad virtual, cuyas esencias debemos defender a ultranza. De otro modo, no podríamos explicar que, ante un creador, la entrevistadora quiera prosperar un abordaje crítico a la política e instituciones que les dio lugar. En este sentido, queda subyacente e invisible el hecho de que las instituciones que reconocen LJC, avalan el saqueo a las naciones. Y en ese programa se realzaron los llamados Puentes de Amor, cuyo líder estuvo involucrado personalmente en una contienda en Irak que, tras barrer culturalmente esa nación milenaria, pretendía saquearla materialmente..
El sitio “La Joven Cuba”, con su programa “La Sobremesa”, se ha convertido en un caso paradigmático de esta dinámica de guerra cultural (no siempre ha mermado).
Autodenominándose como un espacio de debate y reflexión crítica, ha sido señalado como una “cuña de penetración neoliberal” hacia las instituciones cubanas, bajo el embate de una guerra económica atroz, que no se menciona solo nominalmente. LJC, lejos de proponer un diálogo constructivo, articula una narrativa que, bajo el disfraz de la modernidad y la inclusión, promueve una agenda que vacía de contenido los principios fundacionales de la Revolución.
Esta “falsa izquierda” se caracteriza por la adopción selectiva de ciertos postulados del progresismo occidental, especialmente vinculados a los temas de género, diversidad sexual, racial, etc, descontextualizándolos de la realidad cubana, de la lucha de clases y utilizándolos como gancho para cuestionar los valores históricos, culturales y la soberanía nacional. En LJC se promueve un individualismo exacerbado y la propiedad privada, una crítica al papel del Estado y, a la vez, una relativización de la lucha contra el imperialismo, elementos que convergen en un proyecto de desmantelamiento ideológico.
La estrategia se basa en una “inteligencia gris”, un poder sutil que opera a través de canales aparentemente legítimos, aprovechando las contradicciones y desafíos de la sociedad cubana.
LJC busca crear una disonancia cognitiva, una sensación de descontento y desilusión que facilite la aceptación de modelos alternativos, presentados como la única vía para la modernización y el progreso. Esto, de hecho, es una profunda contradicción con nuestras raíces culturales; cristalizada como nación en un grito de guerra y un himno que nos llama al combate, hecho establecido como Día de la Cultura Cubana. Increíble.
Esta agenda, financiada y promovida desde ciertos centros llamados “Tanques Pensantes”, se articula a través de la difusión de contenidos en redes sociales, la promoción de “líderes de opinión” afines, y la creación de espacios de debate que, en realidad, operan como plataformas de propaganda.
Se trata de una estrategia de “poder suave”, que intenta influir en la opinión pública y en la intelectualidad, erosionando la legitimidad del proyecto revolucionario desde adentro.
Es crucial que la sociedad cubana, sus instituciones y sus intelectuales, desarrollen una mirada crítica y una conciencia aguda ante estas estrategias de “falsa izquierda”. Es necesario fortalecer el debate interno, promover la participación y defender los valores de la Revolución -como siempre- desde una perspectiva creativa y adaptada a los nuevos tiempos, sin caer en simplificaciones ni ceder ante las presiones externas.
La defensa de la soberanía ideológica es una tarea fundamental en el contexto actual, donde las estrategias de poder se han vuelto cada vez más sofisticadas y sutiles.
La Revolución cubana seguirá desde su propia autenticidad, sin dejarse seducir por cantos de sirena que, bajo la apariencia de la modernidad, esconden una agenda de dominación.
No obstante, desde nuestra plataforma reconocemos el interés y esfuerzo del invitado.
Seguimos.
Fuente: Europa por Cuba.
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