John Catalinotto: En EE.UU. “asistimos a la mayor lucha de masas desde la guerra civil”
El 2019 fue el año de los “gilets jaunes” (chalecos amarillos), un movimiento social sin precedentes en Francia desde mayo del 68 y reprimido sin ninguna vergüenza por un gobierno cada vez más liberal. Ahora estamos en el 2020, siendo testigos y quizás también actores de una nueva oleada de protestas sociales en los Estados Unidos y que comienza a exportarse más allá de sus fronteras. La muerte ignominiosa de George Floyd a manos de un policía de Minneapolis ha levantado una “reacción social catalítica”, un levantamiento de las masas oprimidas, discriminadas y víctimas de las desigualdades socio-económicas en los Estados Unidos. Hemos entrevistado a John Catalinotto, militante de este movimiento, periodista comunista, anti imperialista y antirracista, para tratar de comprender más acerca de las características de este movimiento y su amplitud real.
El asesinato de George Floyd ha desencadenado una ola masiva de protestas. Esta no es, desgraciadamente, la primera vez que un afroamericano es asesinado por un policía. ¿Cómo puede explicar lo que está ocurriendo?
¿Lo que está pasando? Pues es sencillamente la mayor rebelión nacional de los Estados Unidos, la mayor lucha masiva desde la guerra civil. El acontecimiento que más se le parece y que yo he vivido es la reacción que desencadenó el asesinato del Dr Martin Luther King en abril 1968. Pero existen bastantes diferencias: la comunidad negra de aquella época estaba bastante aislada y los otros sectores de la sociedad no la apoyaban. Aquellos manifestantes podían ser reprimidos por las fuerzas militares sin problemas– como de hecho, así hacían- sin suscitar ninguna respuesta en el resto de la clase obrera. La situación actual es distinta puesto que hay un gran número de jóvenes latinoamericanos, asiáticos, autóctonos y blancos que están en pie de lucha.
La policía está aislada y los jefes militares quieren evitar hacer uso de las fuerzas armadas puesto que les preocupa cómo puede reaccionar la población. Aunque sí que utilizan la fuerza por supuesto. Miles de personas han sido detenidas y cientos de ellas heridas. Pero más que asustar a la población, los han encolerizado más.
Cuando las organizaciones lanzan peticiones para recaudar fondos para sacar a alguien de la cárcel, el dinero llega inmediatamente. Los atletas y celebridades dan donaciones y dan la cara. Incluso las grandes empresas –hipócritamente por supuesto- declaran que “black lives matter”.
¿Por qué un movimiento de protesta tan extremo ha estallado ahora? ¿El asesinato de George Floyd ha sido la gota que colmó el vaso?
Podríamos también preguntarnos por qué, en las jornadas internacionales de la mujer en 1917 en Rusia, hubo una huelga de 200 000 obreras que se transformó en una revolución que puso fin a siglos de dominación de la aristocracia rusa. Esto sorprendió a todo el mundo, incluyendo a algunos organizadores y políticos tan astuciosos como Lenin. Ni que decir del Zar que le cogió desprevenido.
Nuestra situación era distinta, teníamos diferentes situaciones: la pandemia del Covid-19, una gran agitación entre los llamados “trabajadores esenciales”, el confinamiento, una reapertura amenazando de matar a mucha gente para beneficio de unos pocos. Sin olvidar todo el dinero del tesoro público que ha ido a parar a las grandes empresas y millonarios. O los 40 millones de trabajadores que se fueron al paro en solo dos meses. En definitiva, teníamos una administración nacional incompetente y abiertamente racista. Nuestra situación era realmente explosiva.
El problema del racismo no es nuevo en los Estados Unidos. ¿En qué sentido la presidencia de Donald Trump ha supuesto un cambio, comparándola con las anteriores presidencias democráticas?
También hubo revueltas con los anteriores presidentes demócratas. Seguramente Obama habría gestionado esta crisis de una forma distinta, aunque quizás solo por encima. Seguramente, los demócratas habrían adoptado más ayudas para los parados. Pero el problema de fondo no lo habrían resuelto. No es culpa solamente de Trump. Aunque es bastante difícil imaginarse a un líder más incompetente que él para la gestión de esta crisis. Solo su núcleo duro – que desgraciadamente todavía cree en él – le toma en serio. La clase dirigente quiere a Trump porque les cede una parte muy importante de las riquezas producidas por la clase obrera. Pero en esta ocasión, la clase dirigente tiene miedo de perderlo todo.
Existe una creencia bastante difundida entre los seguidores de Trump, que dice que estas revueltas habrían sido utilizadas para desestabilizar al presidente justo antes de las elecciones. La creencia dice que Trump es en realidad un antisistema y el sistema estaría buscando la manera de tomar el control, sembrando el caos y dividiendo a la población ¿qué piensa usted?
Pienso que la derecha intenta presentar a Trump como un “anti-establishment”, pero en realidad esto no es cierto. A día de hoy, la práctica totalidad del establishment adora a Trump, porque les ha dado a ellos las riquezas de la sociedad y les ha cedido gran parte de las tierras nacionales para que puedan explotarlas a su gusto. Un vasto plan de reactivación económica de varios miles de millones dólares fue otorgado a las grandes empresas en un 90%, mientras muy poco dinero se destinaba a la población víctima de la crisis y a los millones de neo-parados despedidos de sus empresas o a los pequeños trabajadores independientes que han visto quebrar sus empresas (40 millones de parados entre marzo y abril). Y lo poco que la población ha recibido, ha sido nada más porque los demócratas se han peleado para que así sea. Pero hay una parte del establishment que tiene miedo de la manera en la que Trump se está comportando. Con el resurgimiento de las masas y de los pueblos oprimidos que están en lucha, las declaraciones del presidente y su actitud no van a ayudarlo mucho frente a la opinión pública.
El Estado profundo, también conocido como el Estado dentro del Estado, no es ninguna conspiración. En realidad, esa es la manera en que funciona el capitalismo. Los imperialistas no necesitan ir a un “lugar secreto” porque se encuentran en su mismo centro. Tienen al pentágono y al departamento de Estado. El problema es que Trump no puede ni siquiera mantener a su propia administración. Cierto es que las personas de su administración toleran sus delirios, pero desde hace ya algún tiempo que no les gusta esta forma de actuar. Piensan que lo que hace es demasiado estúpido y pone en peligro los intereses de la clase dirigente estadounidense.
Trump amenazó con desplegar al ejército. ¿Por qué una parte de su administración se opuso?
Mark Esper, el secretario de Defensa rompió con Trump por la cuestión del envío de militares a los barrios. En efecto, los militares US podrían reaccionar mal si esta decisión se tomase. El almirante Mullen, jubilado, declaró que no hacía falta recurrir al ejército. El general James Dempsey, igualmente jubilado, también advirtió de que no se debía hacer semejante cosa. Sabemos además que algunos altos mandos del ejército no quieren hacer uso del ejército. En realidad, tienen miedo. Aproximadamente el 40% de los militares americanos son negros o latinoamericanos. Es decir, forman parte de las nacionalidades oprimidas. Y los generales tienen miedo de que, si utilizan las tropas en las ciudades, pueda ocurrir que el ejército se disuelva y se destruya. Un poco como lo que pasó en la guerra de Vietnam. Por eso estos generales han advertido a Trump de que se olvide del ejército y por ahora, Trump los ha tenido en cuenta.
En un contexto de crisis sanitaria y económica, las desigualdades sociales, tan típicas de EEUU, se han hecho más profundas. Cualquier chispa podría hacer estallar esta bomba de relojería. Aquí más que chispa parece que hay un barreno de dinamita. ¿Piensa que la violencia de los manifestantes podría ensombrecer la imagen del movimiento?
Debemos aclarar que la violencia siempre la utilizan contra los trabajadores y los oprimidos. En los Estados Unidos, el Estado capitalista es un estado imperialista. Tiene un monopolio casi completo de la violencia. Como revolucionarios, debemos luchar contra esta situación. Las masas tienen el derecho de recurrir a la violencia para defenderse contra ese Estado. Es lo que nos enseñaron Frantz Fanon, el Che Guevara, Lenin o Malcom X. Cuando la tercera comisaría de Minneapolis ardió en llamas, la clase dirigente tembló de miedo. Pero las clases oprimidas y sus aliados vieron justicia –incluidos los que temen a la violencia. Las masas tienen además el derecho de confiscarles sus bienes a los ricos. Puesto que los que de verdad confiscan son las grandes empresas que durante marzo y abril suprimieron millones de empleos y se aprovecharon de las “ayudas” de recuperación económica.
Denunciar los saqueos es el típico arma utilizado por los políticos burgueses y los medios de comunicación institucionales para tratar de debilitar el gran apoyo social que tienen estas revueltas. Así intentan dividir a la opinión pública. Sobre todo, a la clase media de los sectores más favorecidos que simpatizan con los manifestantes pero que también simpatizan con los pequeños comerciantes, víctimas de los saqueos. Quieren dividir el movimiento utilizando estos argumentos de saqueos y violencia.
¿Cómo se podría luchar eficazmente contra el racismo y la violencia policial en Estados Unidos para que este tipo de dramas no vuelvan a producirse? ¿Qué acciones se deberían poner en marcha?
Antes hablaba de Rusia en el año 1917. En aquella época, a diferencia de ahora, había partidos obreros y masas de campesinos, incluidos los bolcheviques de Lenin, que tenían fuerza para reivindicar lo que sea. También había reformistas o revolucionarios. Así que alguien podía guiar y liderar la revuelta – o los acontecimientos- por lo que toda la energía de las masas iba en la misma dirección. Pero hoy en día, en Estados Unidos no hay reformistas significativos, y menos aún partidos revolucionarios. Esta lucha es el resultado de la espontaneidad. Es decir, hay muchas organizaciones locales muy capaces, sobre todo las mujeres que habían estado en el movimiento Black Lives Matter durante siete años. Pero carecían de organización central.
Existen algunas peticiones y demandas que pueden venirnos a la cabeza y que podrían contribuir a la unidad de este vasto movimiento a medida que se va desarrollando. Particularmente entre las comunidades oprimidas y la clase obrera que se ha comprometido con esta lucha.
- Defender a las personas detenidas y ayudarlas a salir de la cárcel.
- Detener y llevar a juicio a los policías culpables de este tipo de violencia
- Apoyar y aumentar el tamaño de los sindicatos más progresistas como el Transport Worker unión en Nueva York, que pide la solidaridad del AFL-CI (federación americana del trabajo –Congreso de las organizaciones industriales. Syndicat) con el movimiento “Black Lives Matter” con el fin de que el movimiento sindical se ponga completamente del lado de los oprimidos y contra el racismo.
- Movilizar a la mayor cantidad de gente posible para evitar la imposición de la ley marcial, la utilización de la guardia nacional o el ejército contra el pueblo (insurrection act). Con respecto al ejército, deberíamos animar a los soldados de que no se dejen emplear contra su pueblo. La palabra “Defund the pólice” se ha convertido en importante. Habrá que definir su significado. Si quiere decir reformar a la policía o cambiar el carácter de la policía.
Con respecto a las acciones que deben tomarse, vendrán de las personas concernidas y de sus dirigentes, mientras van tomando forma. Naturalmente, los miembros de los partidos burgueses, particularmente los demócratas, intentarán tomar el control de movimiento y limitarlo. Mientras tanto, los revolucionarios deberíamos intentar seguir organizándonos, reclutando militantes y buscando estrategias que nos ayudaran a ganar la batalla.
¿Este movimiento podría evolucionar aumentar su influencia y porque no, lanzar una dinámica de cambio estructural profundo?
Efectivamente, esta es una gran pregunta si queremos lograr hacer una revolución. Este movimiento acaba de empezar, y no tiene ninguna organización ni estructura así que será necesario estructurarlo. Hay muchas personas entre la población afroamericana que hablan en nombre del movimiento. A veces son intelectuales que lucharon toda su vida por mejorar la situación de los afroamericanos. Pero ahora estamos en un movimiento sin una organización verdadera. Acerca del movimiento antifa, tampoco hay organización. El FBI declaró que no había ninguna organización de este grupo en Washington. Trump los utiliza como chivo expiatorio. De hecho, cuando alguien es progresista y antirracista, también es en cierta manera un poco antifa.
¿Entonces, lo que falta actualmente sería una auténtica estructura, una persona, una figura que pueda liderar y guiar el movimiento?
Efectivamente. Hay personas como Al Sharpton. Él no es realmente un representante de la comunidad afroamericana, pero tiene una cierta autoridad por haber sido constantemente atacado por la policía y que además ha liderado manifestaciones contra la policía durante décadas. Esta es la razón por la que tuvo la palabra durante el funeral de George Floyd. Ha hecho un llamamiento para hacer una manifestación en Washington en agosto. Una manifestación nacional. Esto podría ocurrir y convertirse en una manifestación multitudinaria. ¿Quién sabe lo que podría pasar?
No hay ningún líder en este momento, lo que significa que tampoco hay nadie sobre quien la clase dirigente pueda agarrarse para intentar controlarlo. No hay nadie a quien puedan tomar como objetivo, como sí los había en los años 60 con Malcom X y Martin Luther King. El movimiento está muy disperso. Tiene seguramente el apoyo de la totalidad de la comunidad afroamericana, incluso de algunas personas del estado o del ejército. También tiene seguramente mucho apoyo de los latinoamericanos y demás gentes de otros orígenes. Todas las personas no-blancas son discriminadas en los EEUU. Tienen quizás temor del color que este movimiento pueda tomar, y miedo de la violencia que pueda desencadenar. Pero no hay que olvidar que este movimiento tiene mucho apoyo.
Hay mucho racismo en los EEUU, pero también hay muchas personas blancas que apoyan este movimiento. Y no solamente los jóvenes, sino todo tipo de gente ¿Por qué? Porque todos han visto como mataban a George Floyd en un vídeo. Aquel policía no estaba en peligro, ni atemorizado, ni defendiéndose. Floyd estaba ya bajo control, en el suelo. El policía lo ha matado, asesinado, y la gente lo ha visto. Han visto su suplicio, lo que ha provocado que se apoye mucho más a este movimiento.
John Catalinotto nació en 1940 en Nueva York, Estados Unidos. Es matemático e informático, profesor en la City University y militante comunista, anti imperialista y antirracista. También es, desde 1982, redactor jefe de la publicación semanal “Workers World”. También es autor del libro: “Turn the guns around : mutinies, soldiers revolts and revolution” en el que aborda y contextualiza las diferentes revueltas de soldados, desde Rusia en 1917 hasta Vietnam. También está muy implicado en la política estadounidense desde la crisis de los misiles en Cuba de 1962.
Fuente: Investigaction (Traducido al castellano por Enrique Cebrián)
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