El jornal del espárrago navarro: de Jódar a Mendavia


Cada año, cientos de familias jornaleras salen de Jódar, en la provincia de Jaén, con destino a Navarra. Es el viaje del jornal: de la campiña andaluza a los campos de Mendavia y Allo, donde les espera la campaña del espárrago. Un trayecto que se ha convertido en rutina para muchos, y en necesidad para la mayoría.
Jódar es un pueblo emigrante. Su gente lleva décadas sirviendo como mano de obra en campañas agrícolas por todo el Estado español y parte de Europa: Valladolid, Huesca, Francia… Pero de febrero a junio, el destino más frecuente es Navarra. Se estima que el 60 % de la población de Jódar sale cada año para ganarse el pan lejos de casa.
Trabajo duro, jornal a jornal
La campaña del espárrago no está mal pagada, cuentan los propios trabajadores, sobre todo si se compara con otras campañas agrícolas donde el abuso laboral campa a sus anchas. Aquí no hay jornal fijo: se cobra por kilos recogidos. La temporada arranca con el arreglo de tierras y la colocación de los plásticos, y termina con la recolección, cuando el espárrago ya ha roto la tierra.
Los primeros meses son de sol a sol, con jornadas extenuantes. Pero la recogida cambia el ritmo: se trabaja de tarde y de noche. Muchos empiezan a las seis de la tarde y no paran hasta el amanecer. El espárrago no espera. Si no se recoge a tiempo, pierde calidad y, con ella, precio. Y cuando baja el precio, baja el jornal.
Un año torcido por la lluvia
Este año, sin embargo, la campaña está siendo especialmente dura. Las lluvias han caído durante más de 50 días, paralizando la producción, impidiendo preparar los surcos y retrasando la puesta de plásticos. Muchas fincas que solían sostenerse con dos o tres personas han tenido que prescindir de parte del equipo, dejando a compañeros sin tajo tras recorrer más de 800 kilómetros.
«Cuando llueve tienes que parar. Te quedas esperando en el coche o bajo algún techo a que escampe… y luego vuelves a engancharte al tajo», cuentan. Eso alarga las jornadas, pero no los ingresos: el barro multiplica el peso de los carros, los rendimientos bajan y los jornales se quedan a la mitad.


Para llegar a fin de mes, algunas familias combinan tareas: espárrago, almacén, viñas… Pero no todos lo consiguen. Hay quienes han tenido que volver a Jódar con pérdidas, incluso pidiendo dinero prestado para poder costear el regreso. Meses lejos de casa, esfuerzo extremo, para volver sin beneficios.
El jornal emigrante
Lo que ocurre en Navarra no es una excepción, es la norma de una vida marcada por la incertidumbre agrícola. El jornal andaluz sigue siendo migrante, precario y dependiente del clima, de los precios del mercado y del azar de las campañas.
Esta es la otra cara del espárrago que llega a nuestras mesas: la de quienes lo arrancan de la tierra con las manos mojadas, a oscuras, en mitad del barro, y con la esperanza —cada vez más débil— de que esta campaña sí merezca la pena.
Fuente: Tu periódico andaluz.
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