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El españolismo sonriente: humoristas al servicio de la colonización (IV)

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En los dos artículos precedentes de esta serie hemos realizado una reseña en torno a la reproducción de estereotipos negativos sobre lo andaluz en el binomio formado por las películas Ocho apellidos vascos y la secuela de esta, Ocho apellidos catalanes. Continuaremos aquí el análisis sobre la proyección de dichos clichés en el imaginario colectivo del Estado, y también de nuestro propio pueblo, dejando ya ambos títulos cinematográficos pero no así las interpretaciones de su protagonista, el malagueño Dani Rovira, en las que este refuerza dichos arquetipos. Tomaremos como muestra, esta vez, una de sus apariciones en el show televisivo El club de la comedia.

El monólogo en cuestión se titula “Traumas de la infancia” y una de sus reemisiones fue emitida por el canal Neox el lunes 8 de agosto de 20161. Los fragmentos del discurso de Rovira a los que dedicaremos nuestro análisis comienzan en el minuto 4:44, pero antes de reproducirlos debemos contextualizar uno de los contenidos que nos va a ofrecer, relacionado con la exaltación de la capital del Estado como uno de los puntales de la ideología españolista, convertido por esta doctrina en epítome del cosmopolitismo frente al presunto ‘paletismo’ de “las provincias”, y que ha servido como vía de aumento de la explotación de las naciones oprimidas en el interior de dicho Estado.

En efecto, uno de los engranajes simbólicos de la maquinaria estatal que “destaca por encima de todo” es “el simbolismo que acompaña a la capital, derivado entre otras cosas de su condición de representatividad, de recinto que acoge lo más granado de esos lugares de memoria, tanto en su dimensión patriótica-socializadora como en lo que hace a la presencia de los poderes” financieros y culturales”2. Así, “en Madrid actuará […] la despersonalización megapólica propia de la ‘aldea manchega‘ engrandecida”, de manera que “la ideología burocrática” que había venido germinando en la etapa precapitalista “se acompañará de un falso universalismo. […] Madrid ‘superará‘ los nacionalismos pretendidamente provincianos y vacuos. Madrid, ‘abierta al mundo‘, se sonreirá con aire de superioridad frente a la tozudez de las ‘provincias‘ […] por seguir siendo ellas mismas y “podrá permitirse el lujo primero de prostituir lo andaluz, después de considerarse autónoma, vinculada directamente al mundo moderno. […] Ciudad artificial, hará de esta artificiosidad bandera. Madrid, inevitablemente, será reducto objetivo del patriotismo español”3.

Es dentro de estos parámetros conceptuales, y ya que mencionábamos a los poderes culturales y financieros, el marco en el que, recientemente, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, ha declarado que “los madrileños están pagando 3.000 millones para que los andaluces tengan sanidad y educación”4. Claro está, “a la hora de contabilizar lo aportado y lo recibido por cada cual se olvidan, por ejemplo, las ingentes inversiones del gobierno central en Madrid, la capital, como se olvidan, también, los salarios percibidos por los funcionarios que trabajan para aquél. Unas y otros no benefician por igual, con toda evidencia, a las diferentes comunidades autónomas”. Otro factor a considerar, también a menudo objeto de amnesia selectiva, es “un esquema radial de comunicaciones cuyo principal beneficiario histórico ha sido, de nuevo, Madrid en detrimento de la periferia peninsular”5. En las últimas décadas, “la burguesía española multiplicaba su nacionalismo imperialista contra catalanes, gallegos, vascos, andaluces, asturianos, aragoneses, castellanos, etc., parando en seco la anterior descentralización administrativa –oficialmente denominado «Estado de las Autonomías»– e intensificando la recentralización madrileña. Entre 1991 y el 2002, la concentración de sedes fiscales de grandes empresas en Madrid ascendió del 82,4% al 90,2%, respectivamente”6.

Pues bien, dentro de esa glorificación mítica de la capital, en la que se supone que se desarrolla y graba el espectáculo de Dani Rovira cuya transcripción parcial ofrecemos en el siguiente párrafo.

“El inglés no se me da bien, pero desde el principio. Yo me acuerdo de que hace siete u ocho años, que fue cuando subí por primera vez a Madrid, para grabar en la tele. Vine con mi hermano. Imagínate, tío. Dos chavales de Málaga que veníamos aquí a la gran capital. Claro, íbamos por la calle impresionados. «¡Mira, mira, mira…!» Allí faltaba la hipotenusa porque los dos catetos ya estaban. Mira, y se nos acercan dos guiris rubias como las candelas (whites like the candel). Las rubias, vamos, estaban más perdidas que Chiqui la de Gran hermano en los trigales de Gladiator. Iban con un mapa de Madrid. […] Y se nos acercan las guiris y me dicen: «Excuse me». Y yo: «Yeah». «Excuse me. The center of Madrid?» «Yeah. The center of Madrid is Guti, Raúl y Zidane». Pero bueno, lo mismo me pasaba con la lectura, ¿eh? Yo aprendí a leer bastante tarde y luego, hasta los veintitrés o veinticuatro años yo leía con el dedito puesto; esto que cuando eres chiquitito te dicen: «Ay, qué tierno». ¿Tierno? ¡Los cojones! Eso nada más que me ha traído problemas. Por ejemplo, yo al cine suelo ir mucho a las películas de versión original subtituladas: me daba unas panzadas de andar en plan… [Simula que va corriendo de un lado a otro de la pantalla siguiendo los subtítulos con el dedo para poder leerlos.] Y la gente: «¿Qué haces?» Y yo: «Nada, que soy tonto». Pero bueno, al fin y al cabo, todas estas cosas, toda esta lentitud que tengo yo en la vida a mí me importa poco.”

Bien. Para empezar, la primera oración del extracto refuerza el tópico, ya visto en nuestros artículos anteriores7, del hablar mal de las/os andaluzas/ces8: “El inglés no se me da bien, pero desde el principio”; problemas lingüísticos de nacimiento, innatos.

Acto seguido incluye una referencia geográfica: “cuando subí por primera vez a Madrid”. No dice “fui al Norte”, sino que utiliza el verbo ‘subir’. Esta elección léxica no es casual, igual que no lo es, por ejemplo, la del título de la serie televisiva de Antena 3 Allí abajo (referencia espacial a Andalucía)9. La Psicología ha aportado evidencias de que la mayoría de las personas piensan que el norte se asocia con sentirse bien o dinámica/o, mientras que el sur evoca la sensación de decaimiento. Inconscientemente procesamos palabras positivas como si estuviesen más arriba en el espacio que las negativas. Diversos experimentos han validado esta tesis: al mostrar mapas de una hipotética ciudad y preguntar a las/os sujetas/os experimentales dónde les gustaría vivir, las personas se inclinan claramente por elegir la zona norte de la ciudad, y cuando se les pregunta dónde habitarían personas imaginarias de distintos estratos sociales, ubicaron a las más ricas en el norte y a las pobres en el sur10.

El caso es que los dos chavales están “impresionados” por los atractivos de “la gran capital”, en sus propias palabras. Ciñéndose a lo que el público del Estado espera del arquetipo andaluz, Rovira se define, a él mismo y a su hermano, como “los dos catetos”. Aunque ya de por si es clasista la estigmatización del mundo rural frente al urbano, resulta cuanto más curioso que se cuelgue tal sambenito por ser originario de una ciudad de cerca de 600.000 habitantes cuya área metropolitana supera el millón, fundada en el siglo VIII antes de nuestra era (una de las más antiguas del subcontinente europeo), primer núcleo industrial del Estado durante el siglo XIX e importante centro económico (aun con el desmantelamiento industrial sufrido por Andalucía en general por mor de la división internacional del trabajo establecida en la UE), cultural y de comunicaciones11. Sin embargo, hay que darle al público lo que espera oír para provocar su hilaridad; no es otra cosa que la imagen del andaluz “cateto” e ignorante: cuando dos turistas le preguntan por el centro de Madrid, el protagonista, en su confusión, entiende por tal nombre propio no la capital del Estado sino uno de sus equipos de fútbol.

Lo que resta del extracto elegido es el reforzamiento del rasgo de la incapacidad lingüística e incluso cognitiva, de manera general: aprende a leer muy tarde y no sabe hacerlo sin seguir el texto con el dedo “hasta los veintitres o veinticuatro años”. Por si hubiera alguna duda sobre sus atributos de andaluz gracioso, lo afirma de manera explícita y literal: “«Nada, que soy tonto»”. Lo que nos recuerda a aquello de “Si gano, soy estadounidense; no un estadounidense negro. Pero si hiciera algo malo entonces dirían que soy un ‘negro’”, afirmó Tommie Smith, uno de los dos medallistas olímpicos que protagonizó el famoso episodio de protesta en el podio de la olimpiada de México en 196812. Si hago algo importante, seré español/a, pero si llevo a gala la estupidez y la ignorancia, quedaré como andaluz/a; no vayamos a romperle a la audiencia los esquemas.

Manuel Rodríguez Illana

2 TAIBO, Carlos (2015): Sobre el nacionalismo español. P. 101.

3 GONZÁLEZ PULIDO, Javier (2005): “La ‘Catalanofobia’, expresión ideológica de masas del españolismo”, https://nacionandaluza.files.wordpress.com/2015/12/lacatalanofobiaexpresiondelespac3b1olismo_j_g_pulido.pdf. P. 9.

5 Taibo, ibíd. P. 91.

6 GIL DE SAN VICENTE, Iñaki (2015): “Crítica abertzale del paradigma de la izquierda española. Límites teórico-políticos de las izquierdas nacionalistas españolas”. http://www.matxingunea.org/media/pdf/g_020621_critica_abertzale_del_paradigma_de_la_izquierda_espanola.pdf. P. 6.

7 RODRÍGUEZ ILLANA, Manuel (2016a): “El españolismo sonriente: humoristas al servicio de la colonización (I)” https://laotraandalucia.org/?opinion=el-espanolismo-sonriente-humoristas-al-servicio-de-la-colonizacion-i

– (2016b): “El españolismo sonriente: humoristas al servicio de la colonización (II)” https://laotraandalucia.org/?opinion=el-espanolismo-sonriente-humoristas-al-servicio-de-la-colonizacion-ii

– (2016c): “El españolismo sonriente: humoristas al servicio de la colonización (III)” https://laotraandalucia.org/?opinion=el-espanolismo-sonriente-humoristas-al-servicio-de-la-colonizacion-iii#sdfootnote2sym

8 MUÑOZ NAVARRETE, Manuel (2009): “El supremacismo lingüístico”. Pp. 19-21. http://www.rebelion.org/docs/87719.pdf

Carlos Ríos

Carlos Ríos

Vine al mundo en Granada en 1977. Soy licenciado en Geografía y trabajador en la enseñanza. Escribí "La identidad andaluza en el Flamenco" (2009) y "La memoria desmontable, tres olvidados de la cultura andaluza" (2011) a dos manos. He escrito en los libros colectivos "Desde Andalucía a América: 525 años de conquista y explotación de los pueblos" (2017), "Blas Infante: revolucionario andaluz" (2019) y "Andalucía con Palestina" (2024).

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