¿Por qué la Revolución mexicana se considera la precursora de la Revolución rusa?
El 20 de noviembre de 1910, México conmemora uno de los episodios más importantes de su vida política: la Revolución mexicana, considerada la primera revolución social del siglo XX. Siete años después, comenzaría otro proceso revolucionario en Rusia y la historia de la civilización mundial cambiaría para siempre.
La lucha política que inició Francisco I. Madero en los albores del siglo pasado también fue impulsada por personajes como Francisco Villa y Emiliano Zapata, este último representante de los pueblos del sur de México que luchó por la restitución de las tierras a los campesinos. El objetivo en común era uno: derrocar la dictadura de Porfirio Díaz, quien llevaba más de 30 años en el poder y tenía sumida a la población en la miseria.
El alzamiento armado obligó a Porfirio Díaz a renunciar y exiliarse en Francia, donde aún yacen sus restos, mientras que, en México, los líderes revolucionarios trataban de conciliar las diferentes luchas que representaban.
En 1911, México celebró sus primeras elecciones libres, en las que fue elegido como presidente Francisco I. Madero. Pese a las promesas de congregar las luchas de los caudillos Zapata y Villa en un solo plan de nación, esto no ocurrió y derivó en contrarrevoluciones que señalaban al nuevo presidente de México de haberlos traicionado.
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Un punto de inflexión en la Revolución mexicana fue la llamada Decena Trágica, ocurrida entre el 9 y el 19 de febrero de 1913. Se trató de un golpe de Estado orquestado por Victoriano Huerta, apoyado por el Imperio alemán y el Gobierno de Estados Unidos, para derrocar y posteriormente asesinar a Madero en 1913.
No obstante, Huerta fue derrocado por las fuerzas constitucionalistas encabezadas por Francisco Villa, Emiliano Zapata, Álvaro Obregón y Venustiano Carranza. Este último, finalmente, fue el encargado de redactar la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos en 1917.
La promulgación de la Carta Magna, aún vigente, se considera el fin de la Revolución mexicana y el inicio de una guerra civil entre las diferentes fracciones revolucionarias que culminaría a mediados de la década de los 20.
La precursora de la Revolución bolchevique
La Revolución mexicana fue la primera revolución social del siglo XX y antecedió a otras luchas históricas que, después, se desarrollarían en Rusia y Cuba, aunque surgidas en contextos políticos y sociales distintos.
Los ideales y el contexto en el que se desarrolló la Revolución Mexicana han hecho que se le considere incluso un movimiento precursor a la Revolución de Octubre, en donde los bolcheviques concretaron la conformación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), de acuerdo con el historiador Stefan Rinke, catedrático de la Universidad Libre de Berlín.
“La Revolución mexicana fue precursora global de la Revolución rusa. Pese a sus diferencias, tenían algunos objetivos comunes. La Revolución mexicana aspiraba a una distribución social equitativa de la tierra y de la riqueza. Su punto culminante: a principios de 1917, fue adoptada una Constitución con los mayores estándares de derechos sociales a nivel mundial”, declaró Rinke para la agencia alemana Deutsche Welle (DW).
El investigador sugiere que, “aunque fueron dos revoluciones, ambas a principios del siglo XX, pueden verse como una unidad, precisamente por los vínculos de los intelectuales mexicanos de izquierda que veían con esperanza lo que ocurría en la Unión Soviética, pero también provocó temores”.
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Para el historiador mexicano Enrique Krauze, cuando los revolucionarios mexicanos se enteraron de lo que sucedía en Rusia, “permanecieron tranquilos”, pues reconocieron en la Revolución rusa el mismo interés de justicia social, legislación obrera y hasta nacionalización de recursos naturales por los cuales lucharon.
“Con plena convicción y sinceridad, [los revolucionarios mexicanos] podrían presentar la Revolución mexicana como amiga y hasta precursora del movimiento bolchevique”, escribió Krauze en el artículo La revolución domesticada, publicado en el diario estadounidense The New York Times, como parte del centenario de la promulgación de la Constitución de México en 2017.
El historiador mexicano Enrique Semo, especialista en movimientos de izquierda latinoamericanos, asegura que las noticias de la Revolución rusa se filtraron en sectores importantes de la clase obrera. “Los retratos de Lenin comenzaron a adornar las paredes de salones sindicales y, posteriormente, en 1919, se formó el Partido Comunista Mexicano”, explica.
También sostiene que las bases de la izquierda mexicana nacieron de la mezcla de ambas revoluciones, sobre todo la Revolución mexicana más radical, encabezada por Zapata, Villa, los hermanos Flores Magón.
“La influencia de la Revolución rusa también se hizo sentir en los medios artísticos, principalmente en el surgimiento de una nueva corriente pictórica: el muralismo, que se basaba en el principio de que el arte está hecho para el pueblo. Entonces dejaron de hacer cuadros y se dedicaron a pintar las paredes”, apuntó Semo.
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Una Constitución liberal
Mientras en Rusia se desarrollaba la Revolución de Febrero, México promulgaba una nueva Constitución que reformaba la que había establecido en 1857, con marcos normativos muy avanzados para su época, aunque sin llegar, por ejemplo, a reconocer el sufragio femenino.
Para el exdirector del Instituto de Investigación Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Pedro Salazar Ugarte, la Carta Magna promulgada hace 105 años “es heredera y de alguna manera continuidad de las constituciones liberales del siglo XIX”, pues, entre otras cosas, fue una de las “primeras constituciones que establece ese principio importantísimo de la laicidad, que es un principio que caracteriza a cualquier Estado constitucional”.
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Otros elementos que se destacan de dicha Constitución son la reforma agraria que, en teoría, devolvía las tierras en manos de hacendados a los campesinos, la nacionalización de los recursos naturales, educación universal y el establecimiento de una jornada laboral de ocho horas, convirtiéndola en la primera Constitución del mundo en reconocer este derecho laboral que después sería retomado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) como parte de sus preceptos fundacionales, en 1919.
“Las constituciones federalistas-liberales apostaban por la descentralización del poder político y por una agenda muy robusta de libertades; en cambio las constituciones centralistas y conservadores estaban más orientadas a la centralización y concentración del poder político”, explicó Salazar Ugarte a la agencia Notimex, durante el centenario de la promulgación de la Constitución.
Fuente: sputniknews.lat
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