La solución propuesta por la Junta al problema de los bajos precios es dar más poder a las empresas de distribución

Andalucía produce más del 50% del aceite de oliva del planeta, sin embargo, los precios no cubren los gastos de explotación del olivar. Frente a esta situación la única solución que se le ocurre al gobierno de la Junta es “poner al zorro a cuidar las gallinas”.

Ante las recientes movilizaciones de las organizaciones agrarias al autodenominado “gobierno del cambio” en la Junta (PP-C’s-Vox) propone “una ampliación de la promoción internacional del consumo de aceite de oliva, como grasa vegetal saludable”, en palabras del portavoz de Ciudadanos (C’s) en Huelva y vicepresidente del Parlamento de Andalucía, Julio Díaz. Ignora de esta manera que son las grandes empresas de distribución (el zorro) las que están arruinando al campesinado andaluz (las gallinas).

Dentro de los parámetros del neoliberalismo en el que se mueven los partidos del trifachito así como el PSOE, las opciones para que el “pez chico” no sea devorado por el “pez grande” son pocas. Y por eso Julio Díaz ha tenido que tirar de planteamientos keynesianos (que seguramente serán del gusto de Unidas Podemos) cuando afirma que van a instar al Gobierno estatal a “fijar un precio justo”, eso sí “respetando el libre mercado”. Sin embargo, estas medidas poco pueden hacer ante un problema estructural que descansa sobre una situación desventajosa de partida: Andalucía -a pesar de producir la mitad del aceite de oliva del planeta- no tiene capacidad para controlar lo que sale y entra de sus fronteras

Hay que ir más allá del reclamo parcial sobre los precios. Es necesario derrotar a los causantes de esta situación los monopolios y las mafias de la comercialización, nacionalizando las grandes empresas transformadoras y comercializadoras. Asumir los procesos de producción, distribución y comercialización del producto y poniéndolos bajo la gestión y control popular. La reivindicación de unos precios justos para el olivar no se puede disociar de la reivindicación de unos jornales justos para las trabajadoras del campo. Es necesaria la secularmente postergada Reforma Agraria: las tierras ociosas en manos de bancos, fondos buitres y terratenientes se deben poner a disposición de las trabajadoras en paro de nuestros pueblos, primando la diversificación productiva y la producción ecológica por encima de la agroindustria que envenena el medio ambiente.

Y por supuesto, nada se hará sin un control de nuestra fronteras. Andalucía necesita soberanía política para establecer un control de la economía regulando la importación de aceites de terceros países, estableciendo unos precios justos del aceite de oliva, protegiendo la producción del pequeño campesinado frente a las grandes empresas y fomentando las cooperativas obreras en el sector.

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Francisco Vílchez

Andaluz de Granada (1980). Grado en Humanidades en la UGR. Pluriempleado en el sector servicios y aficionado a hablar de lo que la prensa no dice ni pío.

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