China, el nuevo enemigo del terrorismo takfiri. Prodría intervenir en Siria y piensa abrir una base naval en Yibuti

El yihadismo takfiri podría haberse ganado un nuevo y temible enemigo. La ejecución del ciudadano chino Fan Jinghui a manos del Estado Islámico puede ser el detonante de la participación militar china en la lucha que otras naciones como Francia, Rusia o Estados Unidos llevan a cabo contra este grupo que, según afirman desde el Ejecutivo chino, “supone una amenaza global”.

“Los chinos llegarán en las próximas semanas”, declaró estos días un general del ejército sirio al diario libanés ‘Al Masdar Al Arabi’. De ser cierto, daría sentido a las informaciones -todavía no confirmadas- que apuntan a un traslado de equipamiento chino a las zonas en conflicto, como el portaaviones ‘Liaoning’ CV-16 (foto adjunta), que estaría atracado en el puerto sirio de Tartus junto con otros navíos de guerra del país asiático.

Desde Pekín, por el momento, guardan silencio respecto a las medidas que el país tomará y no confirman que vayan a llevar a cabo acciones concretas más allá de la inteligencia y el apoyo en materia de entrenamiento que hasta ahora han realizado, una postura acorde con la política exterior de la nación asiática, que ha abogado por no involucrarse de manera directa en este conflicto.

Sin embargo, el asesinato de Fan junto al noruego Ole Johan Grimsgaard-Ofstad, unido a la muerte de tres empresarios chinos en el asalto a un hotel en la capital de Mali, Bamako, por un grupo afín a Al Qaeda, podría llevar a un cambio de postura del Ejecutivo chino. “China debe dar una respuesta firme y clara cuando existe una amenaza a su seguridad, sea esta dentro o fuera de sus fronteras. No se puede asegurar que China vaya a entrar, como han hecho Rusia o Francia, de una forma directa en la lucha contra el terrorismo internacional, pero sí que tomaremos un papel más activo para garantizar la seguridad de nuestros nacionales en todo el mundo”, asegura a El Confidencial un alto mando del Ejército Popular de Liberación de China.

Estas palabras van en línea con las pronunciadas por el presidente del país, Xi Jinping, durante la pasada cumbre de la APEC celebrada en Manila. Tras confirmarse la ejecución del rehén chino, el mandatario del país aseguró que el terrorismo “es un enemigo común de la humanidad y el Gobierno chino se opone a toda clase de terrorismo, por lo que lucharemos sin descanso para erradicar todo tipo de actividades violentas”.

En todo caso, la forma en que China entraría en un conflicto como el que se libra contra el Estado Islámico no está clara. “Lo lógico sería establecer una comunicación fluida con Rusia y coordinarse con las fuerzas aliadas para ver qué puede aportar China al combate, no solo en el aspecto puramente militar, sino también en materia de asesoramiento y logística”, afirma Zen Hou, experto en relaciones internacionales y temas castrenses de la Universidad de Pekín.

China, ciertamente, podría ir de la mano de Rusia en la lucha contra el yihadismo en Siria (y probablemente, como en el caso ruso, contra toda la oposición armada al régimen, que en la prensa oficial china es calificada regularmente de “terrorista”). En los últimos meses, Pekín se ha alineado con Moscú en apoyo del presidente sirio, Bashar al Assad, vetando varias propuestas que podrían llevar al líder sirio ante la Corte Penal Internacional.

Además, desde los medios rusos aseguran que esta especie de alianza ya habría dado sus primeros pasos. En palabras de Igor Morozov, miembro del Comité para las Relaciones Exteriores de la Federación rusa, “China se ha unido a nuestra operación militar en Siria”, informaciones que, por el momento, no confirman ni desmienten desde el gigante asiático.

El Estado Islámico, abanderado de la causa uigur

“Hace poco se llevó a cabo una operación antiterrorista en Xinjiang, y es que, además de mirar a Siria e Irak, tenemos que seguir trabajando para evitar tener el problema en casa”, declaran desde el EPL. La operación a la que se refieren es la anunciada por las autoridades chinas el pasado viernes: según los medios oficiales chinos, 28 presuntos terroristas uigures habrían muerto en lo que sería el desenlace de una operación contra un grupo que el pasado 18 de septiembre habría atacado una mina de carbón en la frontera con Kirguistán dejando un saldo de 15 muertos.

Xinjiang, una provincia situada en el noroeste de China, habitada mayoritariamente por musulmanes de etnia uigur, ha sido escenario de tensiones y enfrentamientos desde que la región pasara a manos chinas en 1949. La represión del Ejecutivo chino contra la cultura y religión de los uigures en la década de los ochenta no hizo sino agravar el problema en una zona donde, según Pekín, actúa ahora el Movimiento del Turkestán Oriental, una organización terrorista e independentista que busca terminar con el control chino en esta zona de Asia.

“Sin duda existe un problema latente en Xinjiang. Buena muestra de ello fueron los incidentes de 2009, cuando murieron 200 personas, o lo que ocurrió en Kunming el año pasado, cuando varios hombres armados mataron a 30 personas en una estación de tren. Esto nos tiene que hacer ver que las cosas no están bien o que existe un elemento desestabilizador que, ¿por qué no?, podrían ser grupos asociados al EI aprovechándose del descontento de la población uigur para sus propios intereses”, comenta Zen.

Más allá de las conjeturas, China ha sido amenazada, directamente, al menos en dos ocasiones por parte del grupo terrorista Estado Islámico. A comienzos de 2014, el autoproclamado califa de todos los musulmanes y cabeza visible de Daesh, Abu Bakr al Bagdadi, declaró que China “pagaría por haber oprimido a la minoría musulmana uigur en Xinjiang” y, ya en 2015, el país ha sido incluido en la lista de naciones en las que el grupo terrorista quería “actuar” antes de 2020.

“Sí, creo que el EI puede cometer atentados en China, porque los puede cometer en cualquier lugar del mundo, pero, dicho esto, considero que nuestro país, a este respecto, es uno de los más seguros a nivel global. Ahora mismo se está trabajando para mejorar nuestros mecanismos de información, de control y de comunicación con otras naciones”, comentan desde el EPL. “Si debemos dar un paso al frente, nadie debe dudar de que lo haremos”.

China piensa abrir una base militar en el este de África, en Yibuti, junto al Mar Rojo

A finales de noviembre, China anunció la futura construcción de una base naval en Yibuti, en África oriental, la primera fuera de las fronteras del país asiático. A pesar de que desde Pekín aseguran que la medida tiene fines meramente logísticos y de mantenimiento de la seguridad en la zona, lo cierto es que la construcción de este complejo rompe con décadas de política de no intervención en otros países, algo que, según los expertos, podría ser un paso más en el camino de China hacia su conversión en una potencia marítima a nivel global.

“Es cierto que esto supone una ruptura con la política de no intervención que China ha venido practicando en las últimas décadas, pero ahora mismo nuestro país tiene intereses crecientes en África y hay cada vez más nacionales y empresas de nuestro país allí. Yibuti supondrá un lugar de reabastecimiento para nuestros barcos y un lugar desde donde coordinar la seguridad en el área, pero en ningún caso será algo parecido a lo que hacen Estados Unidos o Francia en ese continente”, asegura a El Confidencial un alto mando del Ejército Popular de Liberación de China.

Tradicionalmente, la presencia militar de China en el continente africano, además de su participación en las misiones de paz de la ONU, ha llegado en forma de suministros de armamento y entrenamiento de las fuerzas africanas en las guerras de independencia contra los poderes coloniales. Durante el mandato de Mao Zedong, en la década de los sesenta, China se puso del lado de las milicias locales en países como Angola, Mozambique, Zimbabue o Argelia. El apoyo de China a África en los años posteriores al desastroso ‘gran salto adelante’ del país asiático tuvo un fuerte componente ideológico. Sin embargo, en la actualidad, las motivaciones de Pekín parecen apuntar en otra dirección.

“No hay duda de que ahora el principal motivo es económico. Aunque es cierto que pueden existir otros factores que apoyen la presencia china en la región, caso del objetivo mencionado en el último libro blanco de Defensa, que apuntaba a la transformación de la capacidad naval de China hasta convertir al país en una potencia global a nivel marítimo”, comenta a este diario Zen Hou, experto en relaciones internacionales y temas castrenses de la Universidad de Pekín.

De los dos motivos expuestos por Zen, desde el Ejecutivo chino apuntan al primero, el económico, como la razón detrás de este cambio de estrategia. En los últimos años, China ha realizado inversiones multimillonarias en Yibuti, entre las que destacan la ampliación y modernización de su puerto o la línea de ferrocarril que conecta la capital de Etiopía, Adís Abeba, con la capital yibutiana. Proyectos ambos que parecen mirar mucho más allá de la pequeña nación africana, cuya población no llega al millón de habitantes.

“No es una segunda colonización”

La posición privilegiada del país permitirá a China proteger las importaciones de crudo que viajan desde Oriente Medio hacia el este de Asia por el Océano Índico. Además, esta salida al mar, unida a la red de infraestructuras que China está empezando a desarrollar en varias naciones de África, supondrá una excelente vía de comunicación para mantener la llegada de empresas y trabajadores chinos al continente y la salida de recursos desde el mismo.

“Mucha gente ve en esto una segunda colonización. Sin embargo, lo que China está haciendo en África no tiene nada que ver con lo que ocurrió con Europa en el siglo XIX y con el reparto de la Conferencia de Berlín. Por supuesto que se busca un beneficio, pero eso no significa hacerlo pasando por encima de los africanos. Ellos necesitan una tecnología que China puede ofrecer y lo que se está llevando a cabo allí son solo negocios”, apunta Zen.

Durante la última Conferencia sobre Cooperación China-África, celebrada a principios de mes en Johannesburgo, el país asiático anunció una inversión de 5.500 millones de euros en tres años para el continente africano, la cual no solo persigue el desarrollo de proyectos de cooperación y construcción de infraestructuras sino también, como asegura Zen, “vincular el desarrollo de la economía africana a la seguridad de las inversiones chinas para, de esta manera, hacer que cualquier amenaza contra los intereses chinos allí suponga también un riesgo para las economías de las naciones”.

China necesita los recursos y la energía que África puede suministrar para mantener su ritmo de desarrollo, y buena muestra de ello han sido las actuaciones que, en momentos de conflicto, Pekín ha llevado a cabo. En 2011, en pleno estallido de la guerra civil en Libia, por ejemplo, China evacuó a 36.000 chinos utilizando aviones militares.

“Lo ocurrido en Libia nos hizo ver que hay países que, en determinadas circunstancias, no pueden garantizar la seguridad de las empresas y los trabajadores chinos que allí se encuentran. Es por esto que debemos actuar allí donde las fuerzas de seguridad locales no lleguen, y estar sobre el terreno facilitará mucho esta tarea”, comentan desde el EPL.

Mayor presencia militar en el extranjero

Según la agencia estatal Xinhua, China tiene en la actualidad proyectos en curso en más de 20 naciones africanas. Entre ellos, destacan las explotaciones mineras en Zambia, Zimbabue y Sudáfrica o la construcción de infraestructuras en Ghana, Nigeria y Camerún. Inversiones multimillonarias que, desde el Ejecutivo chino, califican como “claves” para la transformación en el modelo de desarrollo de la economía de la nación asiática.

A pesar de la defensa que desde China se hace de su presencia militar en África amparándose en la protección de sus intereses económicos, muchas voces apuntan a que, en realidad, China está virando su estrategia militar para tener una mayor presencia en el extranjero. Esto, según aseguran, respondería a la necesidad de mostrar músculo ante las continuas tensiones con Japón y los conflictos territoriales existentes en el Mar Meridional de China, algo que desde el país asiático rechazan.

“Estados Unidos ha estado expandiendo su presencia militar para proteger sus intereses en todo el mundo en los últimos 150 años. Esto es lo que China quiere hacer ahora”, aseguró al diario ‘The New York Times’ Shen Dingli, profesor de relaciones internacionales en la Universidad Fudan de Shanghái, quien añadió que, si alguien, “el ISIS, los piratas o Estados Unidos, quisiera cortar el paso por el Estrecho de Al-Mandeb, China tendría que ser capaz de reabrirlo”.

Esta es la posición que desde Pekín, por el momento, mantienen, y aunque no se han desvelado datos sobre la capacidad de la instalación, se espera que esta haga sombra a la base estadounidense de Camp Lemonnier, que se encuentra en expansión, y a las bases que Francia y Japón tienen también en suelo yibutiano, la primera con cerca de 2.000 efectivos y la segunda, enfocada a la lucha internacional contra la piratería, con unos 200.

Yibuti albergará la primera base militar china en el extranjero, y muchos se preguntan si esta política de expansión continuará. Desde el EPL ni lo confirman ni lo desmienten, y dejan la puerta abierta a nuevos asentamientos en el futuro. “China es un país pacífico que busca mantener la paz y la seguridad internacional mientras protege a sus nacionales en el extranjero. El construir o no más bases en otras naciones depende de muchos factores, y estos serán analizados cuando llegue el momento. En todo caso, ya vimos en el pasado cómo no se deben hacer las cosas en África y, si se toma la decisión de seguir adelante, será atendiendo a lo que la Historia nos ha enseñado”.

(Fuente: El Confidencial / Autor:Javier Ibáñez)

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