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Apropiaciones indebidas

flamenco madrid 1

A la hora de perpetuar el carácter periférico de Andalucía, el nacionalismo del Estado español, desde el siglo XIX, momento de su consolidación como formación social, ha adoptado la llamativa, y nada inocente estrategia, de apropiarse (igual que ha hecho con el castellano en la vertiente lingüística) de la singularidad cultural andaluza, vaciándola de contenido para negarla, caracterizándola como genéricamente ‘española’ (Moreno Navarro, 2013: 53-54), en tanto convierte valores de uso cultural en valores de cambio mercantil. El pueblo andaluz, en su mayoría, asume con orgullo la apropiación de acuerdo con el discurso del esclavo feliz que representa a su amo internacionalmente.

Tal negacionismo viene siendo diseñado y difundido por las diversas instituciones de la Administración colonial desde su primera época (Hijano del Río y Ruiz Morales, 2003: 15, 16-18):

<< Para el consejero de Educación [en 1984] Manuel Gracia, en esta misma línea, la cultura andaluza adquiere toda su dimensión y sentido dentro de la “española”, que contribuye a conformar: “Con claridad decimos que el Gobierno andaluz, en estos momentos presentes, no es en absoluto partidario de una concepción de la cultura andaluza que nos desvincule o nos enfrente al conjunto de la cultura española”; la identidad andaluza “no desvincula, no rompe, sino que justamente integra, coopera, en la conformación de un conjunto armónico que, para nosotros, es la cultura española” (DS [Diario de Sesiones del Parlamento de Andalucía] 26-6-84: 2880). […]

Durante la IV Legislatura […] En realidad, se profundiza en la identificación plena de Andalucía y España […]. La identificación entre el enfrentamiento y la conciencia y política de carácter etnonacionalista se muestra como un recurso eficaz, con el que de continuo se martillea a la opinión pública andaluza, para prevenir de tal conciencia y fomentar, por el contrario, un nacionalismo español “sereno”, solidario, cívico y constitucional. […] Incluso se exalta el “españolismo” de los andaluces. Así, citando al historiador A. Domínguez Ortiz, el portavoz del PSOE indica: “La adhesión de los andaluces a la idea autonómica en nada atañe a su medular españolismo” (DS 17-6-97: 2635). >>

Esta vampirización se produce siempre desde un esquema conceptual impositivo. De acuerdo con Ortiz Estévez (2004: 280):

<< El nacionalismo español inconsciente no es unitario, sino impositivo. Sería unitario si su concepto de «lo español» reuniera en plano de igualdad las diversas culturas que coexisten dentro de los límites de España. Si tan español fuera lo de Madrid como lo de Barcelona, lo de Bilbao o lo de Vigo. Si tan español fuera el castellano como el catalán, el gallego, el vasco, la fabla aragonesa o la llingua asturiana. Pero no. Según los usos y costumbres del nacionalismo español inconsciente, la guitarra es «españolísima», pero no lo son, desde luego, ni la tenora, ni el txistu, ni la gaita. ¿Qué es la «canción española», en el lenguaje del nacionalismo español? La copla andaluza. Todo el mundo parece de acuerdo en decir que Lola Flores era «muy española», pero no creo que a ningún español espontáneamente entusiasta se le ocurriera calificar a Nuria Espert o a Bernardo Atxaga de «españolísimos». >>

En efecto, según Gil de San Vicente (2015: 3), el objetivo ha sido la frankensteiniana tarea de construir una idea de supuesta ‘nación’ elaborando un pastiche cultural a base de la yuxtaposición de retales (desvirtuados) de idiosincrasias procedentes de las tradiciones de algunas de las respectivas naciones (reales) circunscritas dentro de las fronteras del Estado:

<< la recuperación del nacionalismo imperialista español no afecta solo, por su agresividad, a Hego [Sur] Euskal Herria, sino a todas las restantes naciones y culturas oprimidas, y también a la propia cultura e identidad castellana, desvirtuada y tergiversada hasta el extremo para poder así, sobre su irrealidad, más con los añadidos no menos falsos de una imagen folclórica andaluza de pandereta y castañuelas, crear los dos pilares básicos del mito de «España». Habrá otros pilares, como el de la resistencia aragonesa a la invasión naopoeónica hasta terminar en la «España» no de los íberos, como hasta ahora, sino en la de los «españoles» desenterrados en las excavaciones arqueológicas de Atapuerca. Se quiera admitirlo o no, vivimos bajo este nacionalismo imperialista que se sustenta en una explícita negación acientífica de la historia. >>

Al respecto del protagonismo de la cultura andaluza en esta utilización adulterada por parte del españolismo, se pregunta retóricamente Arana (1994: 125):

<< ¿Cómo ha sido posible que Andalucía, verdadera colonia de Castilla en su origen, se haya situado en condiciones de poner su sello en la cultura oficial del Estado, eclipsando incluso a lo castellano? Sencillamente porque la clase dirigente castellana en esa colonia, a la par que se desculturizaba seducida por el sur, también se nutría más que en ninguna otra parte, logrando crecer vigorosamente en el pobre contexto de las burguesías agrarias del Estado, dirigiéndolo hasta la etapa franquista, salvo en los mínimos períodos democráticos que se han dado. Nada más coherente entonces, bajo la aparente paradoja, que Andalucía, o más bien una visión superficial, parcial e interesada de ella, se haya convertido en la imagen del Estado. Y en concreto al pueblo andaluz se le enajena al haber convertido su cultura expropiada en un producto trivial para exhibición de señoritos. >>

Esta cíclica apropiación del patrimonio biológico y cultural andaluz por parte de España va desde el gazpacho, pasando por la siesta o el flamenco (siempre desde el momento en que estos empiezan a pasar de ser objeto de minusvaloración a gozar de prestigio social) hasta, por ejemplo, el conocido internacionalmente como Andalusian horse1, pero rebautizado “oficialmente Pura Raza Española (PRE), porque se considera que el andaluz es el caballo español por antonomasia, a pesar de que existen muchas otras razas equinas” dentro de los límites del Estado. “Sin embargo, en la mayoría de países recibe el nombre de caballo andaluz2. Tal género de vampirizaciones se ha hecho visible hasta la saciedad en el plano mediático; una de sus relativamente recientes y más patentes muestras fue el uso de imágenes y fondos musicales aflamencados en los spots de la frustrada candidatura madrileña a las Olimpiadas3, donde no por casualidad se prescindió de tradiciones musicales propias de la ciudad protagonista del anuncio (caso del chotis), más autóctonas pero no tan conocidas a nivel mundial como lo es la del citado flamenco. El epítome más obvio de esta conversión del valor de uso cultural en valor de uso mercantil fue el empleo de iconos visuales (abanicos, trajes de flamenca) y sonoros (palmas y castañuelas) andaluces en el spot de larga duración de un banco, el Hispano Americano, bajo el lema “Lo hispano marcha”, a finales de los años ochenta y principios de los noventa del siglo pasado; huelga decir que no hubo anuncios televisivos que denotaran el carácter ‘hispano’ con muñeiras, aurresku, jota o sardanas.

Fue durante la etapa de la Segunda República, durante los años 30, cuando el cine español comenzó a favorecer la transmisión de la imagen de una Andalucía como esencia ‘española’, pero, eso sí, atrasada con respecto al resto del Estado; durante el franquismo se consolidarían estos clichés relacionados con el país. El medio cinematográfico, a través de productoras radicadas fuera de Andalucía, contribuyó decisivamente a la fijación de unos estereotipos de lo andaluz vinculados con la novela de los viajeros románticos (Ruiz y Sánchez, 2008).

Como hemos indicado, uno de los elementos culturales vampirizados por la ideología españolista es el flamenco. El 13/IV/2012, varios de los rotativos del grupo Joly (Diario de Sevilla, Diario de Cádiz…) incluyeron en la contraportada de sus ejemplares una entrevista a Francisco Hidalgo, “Escritor, flamencólogo y ex diputado andaluz en el ‘Parlament’” de Cataluña. La pieza acaparó toda la página a cinco columnas, tres de las cuales fueron ocupadas en la mayor parte de su espacio por la foto del entrevistado, bajo la cual se dispuso un emotivo polisíndeton en el que se explicaba que Hidalgo “nunca prestó demasiada atención al flamenco mientras vivía en Andalucía. Tuvo que aterrizar en Cornellá para comprender el poder integrador y el efecto piña que esas artes generaban entre sus paisanos inmigrantes. Decidió admirarlo y estudiarlo, interpretarlo y escribirlo, y acabó siendo una institución, no tanto un cabal como un flamencólogo, un tipo que ha auspiciado peñas y promovido el mestizaje […]”. ¿Cuál es el titular elegido por el autor de la información, relacionada con una expresión cultural netamente andaluza? Aquí nos encontramos con una de estas apropiaciones indebidas: “Saboreando España”.

Efectivamente, aunque luego aluda a “la fusión de las distintas culturas que coincidieron en la Andalucía de la época” (en referencia al siglo XVIII), el artículo de Wikipedia correspondiente a la entrada “Flamenco” comienza definiéndolo, de entrada, como “un estilo de música y danza propio de Andalucía, Extremadura y Murcia”4, localización geográfica que disfraza su origen andaluz diluyéndolo en el ámbito ‘español’. Ríos (2009: 3) señala cómo ante la pregunta de cuál es la música más típicamente española, nos encontramos con que para la gran mayoría de encuestadas/os es el flamenco, respuesta constante desde las visitas de los viajeros románticos a la Península en el siglo XIX. No obstante, si la pregunta formulada es cuál representa mejor su identidad cultural, los resultados son bien distintos: para la gente de Cataluña, la sardana; para la de Aragón, la jota; para la de Euskal Herria, la de bertsolaris y dantzaris o el irrintzi; para la de Galicia, la muñeira; y por último, solo la de Andalucía señalaría de forma unánime el flamenco. Molina (cit. en ibíd.: 43) establece que “geográfica y genéticamente hablando, el cante es un fenómeno estrictamente andaluz”5. Otra cosa es que, como otras manifestaciones culturales de relevancia, haya trascendido su ámbito de nacimiento. A nadie se le ocurriría negar, a pesar de su expansión global, el origen estadounidense del jazz describiéndolo, si parafraseáramos la mencionada entrada de la Wikipedia relativa al flamenco, como “música propia de Estados Unidos, Alemania, Suecia, Finlandia, Francia…” a pesar de que en estos últimos países haya festivales y artistas que cultivan ese género. Si la llamada enciclopedia libre incluye a Murcia en su definición inicial de este arte, no conviene perder de vista que cuando las cuencas almerienses (receptoras de población en la segunda mitad del siglo XIX), como antes las de Linares, comenzaron a agotarse, los mineros emprendieron nuevos caminos migratorios que les llevaron a los recién redescubiertos yacimientos de la Sierra de Cartagena, con lo que la ola migratoria fue tan importante que pronto la población originaria de esta zona extractiva quedaría sumergida por la población almeriense, en una proporción de 1 a 8, impacto que dejaría una impronta profunda tanto en el habla como en el folklore de la comarca, donde pronto se fundirían los Cantes de las Minas almerienses y murcianos, lo que dio lugar a una tradición flamenca murciana que se mantiene hasta hoy (ibíd.: 50). Si también existe otro foco en el sur de Extremadura que, fuera de los territorios andaluces, ha aportado mucho al flamenco (aun teniendo en cuenta que antes de la actual provincialización, que data de 1833, varios de sus municipios pertenecían a Andalucía como integrantes del antiguo reino de Sevilla), haciendo surgir formas autóctonas de cantes como los jaleos de Badajoz o los tangos extremeños, dicha localización y la parte más occidental de Andalucía han gozado históricamente de una gran influencia mutua a raíz del el trasiego económico y poblacional de Extremadura con las comarcas andaluzas limítrofes (ibíd.: 51). De la misma manera, no es de extrañar que la emigración a Barcelona y su cinturón industrial durante los años 60 y 70, que ha hecho que en Cataluña vivan hoy casi 800.000 andaluzas/ces, haya hecho florecer allí el flamenco, generando formas propias de grado menor como la rumba catalana, o dando a luz a determinadas figuras del cante, caso de Miguel Poveda (ibíd.: 50). Por tanto, el titular “Saboreando España” de los diarios del grupo Joly que hemos observado no deja de constituir una sinécdoque o sustitución de la parte, Andalucía (nación), por un todo, “España” (Estado al que a día de hoy pertenece), en el que se trata de diluir la primera. De la misma manera que la Wikipedia no define al flamenco como “estilo de música y danza propio de Andalucía, Extremadura, Murcia y Japón” a pesar de que el país nipón “cuenta con 50.000 estudiantes y unas 80.000 personas vinculadas al mundo del flamenco” y de que “el nivel del flamenco en Japón es muy alto”, con la presencia de bailaoras y guitarristas consagrados y de que en 2015 se celebrara “la segunda edición de la Cumbre Flamenca de Japón”, según el relato de la propia Marca España, que se apropia del flamenco por motivos mercantiles citando en su web la academia de Tokio como la “escuela de flamenco y baile español con más estudiantes del mundo” (cursivas nuestras)6.

Volviendo a Hijano del Río y Ruiz Morales (op. cit.), para la Administración colonial en materia educativa, “Así, por ejemplo, el flamenco es «un lenguaje musical que es universal» antes que andaluz (consejera de Cultura, DS 6-3-97: 1868) o, según un portavoz del PSOE, un «fenómeno mundial» (ídem). El «universalismo» es otro buen recurso preventivo frente a la conciencia de disponer de cultura e identidad específicas”.

En ocasiones, la alternativa al relato directo del flamenco español para ocultar la realidad del flamenco andaluz es la opción del flamenco sureño. La misma jugada léxica con que el régimen del virreinato español diluyó la identidad andaluza bautizando a su televisión como “Canal Sur” fue la elegida a la hora de poner nombre a uno de sus programas culturales: “Flamenco Viene del Sur es una iniciativa de la Consejería de Cultura que surge en 1996 con el objetivo de situar el espectáculo flamenco a nivel de cualquier otra manifestación de las artes escénicas y con la intención de incidir en la profesionalización del sector desde un punto de vista artístico, mediante el apoyo a la creación y con la consolidación del tejido profesional del flamenco”7. El caso es que el flamenco no venga de Andalucía sino del “Sur” (de España y de Europa, se entiende). En efecto (VV.AA.: 2017),

<< Este devenir Andalucía en Sur […] hace encajar a mi nación dentro y con respecto a un estado opresor. El mismo estado que colonizó y coloniza nuestra cultura y nuestros recursos, sean simbólicos o materiales. El mismo que se apropia del flamenco y del traje de gitana para hacerlos símbolos de un Estado inventado que no se creen ni ellos. El mismo estado que nos toma como fuente de recursos naturales y mano de obra barata.

Al decir Sur, estamos diciendo Sur de España. Es decir, nos estamos definiendo con respecto al opresor. Estamos, además, enorgulleciéndonos de ser parte de él. Cuando decimos Sur, hablamos del Sur del subcontinente europeo, nos situamos en el occidente colonizador y obviamos nuestra conexión con nuestra verdadera macro-matria: el Mediterráneo. […]

Al decir Sur, estamos mirando precisamente al Norte, en lugar de estar mirando más al sur, que es lo que deberíamos hacer. Es como cuando la clase media mira a la clase alta en lugar de mirar a las clases más bajas y hermanarse con ellas. No hay nada más peligroso que el concepto clase media. Así como el concepto Sur aplicado a la vertiente norte del mediterráneo: Todo eso que no es África, pero casi.

¿Por qué el sur es el Sur y el norte es el Norte? ¿Quién decide cuál es cuál? Al reconocernos en el Sur estamos reconociendo un eje de coordenadas establecido por la geopolítica hegemónica.

Son muchos siglos intentando borrar de nuestras cabezas nuestra memoria histórica, de limpieza étnica, de hacernos creer que hablamos mal o en el mejor de los casos que hablamos español meridional, de culpabilizarnos de una situación económica miserable impuesta desde fuera, siglos y siglos de machaque como para que ahora también nos hagan olvidar su nombre. Desde los feminismos sabemos muy bien que lo que no se menciona no existe, así que por favor, llamemos al pan, pan y al vino, vino. >>

El cantante ubetense Joaquín Sabina, premiado con la Medalla de Hijo Predilecto de Andalucía por Susana Díaz en 2016, incluyó en su discurso de agradecimiento en verso, estrictamente circunscrito a los vectores fundamentales del discurso político articulado por la presidenta de la Junta, referencias a Andalucía como “el sur luminoso que prefiero” o “un paraíso hospitalario
al sur del sur”. Este no es más que la reedición del enunciado acuñado en varias ocasiones por José Rodríguez de la Borbolla, segundo presidente de la Junta autonómica, quien declarara que “Andalucía es el sur más atractivo del sur hacia el que Europa retorna” o que “Desde el sur del sur […] se va a acceder al centro y norte de Europa por vías rápidas de comunicación” (Hijano del Río y Ruiz Morales, op. cit.: 25); sur al cuadrado, ‘europeo’ y ‘español’. Borbolla fue el mismo que años más tarde afirmaría que “Andalucía es una región, y no una nacionalidad histórica, diga lo que diga el Estatuto de Autonomía” (Diario de Sevilla, 18/I/20148).

Otra muestra mediática en torno al flamenco de ese extractivismo epistémico, que destruye culturas y en el proceso se apropia de sus aportaciones sin dejar ningún rastro en la memoria acerca de su sentido, contexto de nacimiento y producción, parte del robo culturicida global occidentalocéntrico (siguiendo a Grosfoguel, 2016: 140-142), fue la cobertura que ese Canal “Sur” ofreció al denominado Record Flamenco Madrid el domingo 14 de mayo de 2017 en el informativo de mediodía. La pieza periodística contribuye a la exaltación de la capital como elemento mítico de su nacionalismo de Estado (Rodrigo Mora, 2010; González Pulido, 2016; Gil de San Vicente, op. cit.). Del mismo modo que la Dama de Baza o los documentos sevillanos de Alfonso X (Vergara Varela, 2010), también el patrimonio inmaterial andaluz puede ser objeto del expolio español. El evento fue presentado en el informativo Noticias 1 de ese mismo día9 por la habitual pareja de presentadora y presentador, Silvia Sanz y Juan Carlos Roldán, quienes daban paso a la pieza informativa exhibiendo un entusiasmo tan intenso como el que mostraba el bailaor Antonio Canales ante el micro y la cámara de Canal Sur cuando explicaba cómo la capital del Estado, ajena a toda producción relacionada con esa manifestación artística, se erige, haciendo gala del acostumbrado centralismo radial, en plataforma ineludible a la hora de alcanzar repercusión de amplio alcance, incluso cuando se trata de una tradición artística no madrileña ni castellana. También se recogió el testimonio de la cantaora Caridad Vega.

<< SILVIA SANZ: La Plaza de Colón de Madrid ha sido el escenario de un récord.

JUAN CARLOS ROLDÁN: Del mayor número de personas bailando flamenco durante cinco minutos. [Imágenes del acto.] Estrellas del baile como Antonio Canales o Jesús Carmona han impartido una clase magistral que se ha podido seguir desde una pantalla gigante y conseguir así una coreografía con todo el público. Una cita con el flamenco a la que han acudido cientos de personas de todas las edades y con la que se da la salida al Festival Flamenco de Madrid.

ANTONIO CANALES: Es que viene ya a Madrid. Claro que están esos lugares como Triana, Sevilla, Cádiz, Jerez… Pero Madrid es donde se cuece la madre del cotarro, que luego explota para todos los demás lugares.

CARIDAD VEGA: A mí Madrid me ha dado mucho y me alegro [de] que haya tanta gente pues haciendo flamenco, ¿no?, en esta gran fiesta. >>

Así aprendemos gracias a Canal Sur, y debemos asumir, pues, que, como en tantos aspectos, “Madrid es donde se cuece la madre del cotarro”. Cerremos este repaso a las vampirizaciones de lo andaluz en aras de la fabricación de una supuesta (y artificial) identidad española con el fragmento de una conferencia en la que el escritor y periodista chiclanero Tomás Gutier (2010)10 ironiza en torno a este robo cultural selectivo y oportunista:

<< ¿Que el gazpacho es una comida simple, de pobres, de gañanes? El gazpacho es andaluz. ¿Que lo ponen en su carta los restaurantes de Europa y resulta que los expertos lo definen como un plato rico, sano y nutritivo? Bueno, el gazpacho es español. ¿La siesta? Eso es algo de flojos, de haraganes, de gente que tiene que echarse a dormir constantemente: la siesta es andaluza. Llegan los médicos y dicen: «La siesta es algo inteligente: romper el día a la mitad para poder descansar y…». ¡Hombre, entonces la siesta es española! ¿Que el flamenco es un cante de taberna, de borrachos y todo lo demás? El flamenco es andaluz. ¿Que el flamenco triunfa en París, en Nueva York y todos los expertos dicen que es el cante, el ritmo étnico de Europa? ¡Ja!: el flamenco es español. ¿Que salen buenos pintores, Velázquez o Picasso, o grandes literatos, como Lorca o Machado? Por supuesto, son españoles. ¿El Risitas, el Po-zí, los graciosos que saca La Nuestra [Canal Sur]? Andaluces son todos”. >>

REFERENCIAS

ARANA, Alberto (1994): El problema español. Hondarribia: Hiru.

GIL DE SAN VICENTE, Iñaki (2015): “Crítica abertzale del paradigma de la izquierda española. Límites teórico-políticos de las izquierdas nacionalistas españolas”. http://www.matxingunea.org/media/pdf/g_020621_critica_abertzale_del_paradigma_de_la_izquierda_espanola.pdf

GONZÁLEZ PULIDO, Javier (2016): “Andalucía – Evolución sociológica de la conciencia de identidad nacional”, http://ghescuela.blogspot.com.es/2015/12/andalucia-evolucion-sociologica-de-la.html

GROSFOGUEL, Ramón (2016): “Del «extractivismo económico» al «extractivismo epistémico» y al «extractivismo ontológico»: una forma destructiva de conocer, ser y estar en el mundo”, Tabula Rasa, 24: 123-143, enero-junio 2016. http://www.scielo.org.co/pdf/tara/n24/n24a06.pdf

GUTIER, Tomás (2010): Presentación del libro “En defensa de la lengua andaluza. Charla en el Ateneo Cultural Andaluz (Jerez). 25/II/2010. https://www.youtube.com/watch?v=6_bMXACFpYA

HIJANO DEL RÍO, Manuel y RUIZ MORALES, Fernando Carlos (2003): Etnicidad andaluza: su modelo de identidad en el discurso político-educativo de Andalucía. Sevilla: Fundación Centro de Estudios Andaluces. https://www.centrodeestudiosandaluces.es/biblio/imagendoc/00000501_00001000/00000615/00000615_090h0201.PDF

MORENO NAVARRO, Isidoro (2013): Introducción a la identidad histórica, cultural y política de Andalucía. En MORENO NAVARRO, Isidoro y DELGADO CABEZA, Manuel: Andalucía: una cultura y una economía para la vida. Sevilla: Atrapasueños.

ORTIZ ESTÉVEZ, Javier (2004): España mira a Euskadi. Diagnóstico: miopía, astigmatismo y vista cansada. En VV.AA., Miradas sobre Euskadi. Irún: Alberdania.

RÍOS, Carlos (2009): La identidad andaluza en el flamenco. Sevilla: Atrapasueños. (También en http://www.juntadeandalucia.es/educacion/webportal/abaco-portlet/content/944ac101-708b-41d8-bb7d-b65ee39509f4%3Fa%3Dtrue&sa=U&ved=0ahUKEwiH2NiOq5DSAhXsJsAKHSQBBN0QFggUMAA&usg=AFQjCNGM8dBuSYO8jvY1jwZemxC0quZxGQ.)

RODRIGO MORA, Félix (2010): Seis estudios. Sobre política, historia, tecnología, universidad, ética y pedagogía. Madrid: Brulot.

RUIZ, María Jesús y SÁNCHEZ, Inmaculada (2008): La imagen de la mujer andaluza en el cine español. Sevilla: Centro de Estudios Andaluces.

VERGARA VARELA, Jesús (2010): Guía histórica de la Sevilla andalucista. Sevilla: Atrapasueños.

VV.AA. (2017): “¿Por qué lo llaman Sur cuando quieren decir Andalucía?”, https://bloqueandaluzrevsex.wordpress.com/2017/05/14/por-que-lo-llaman-sur-cuando-quieren-decir-andalucia/

5Referencia a MOLINA, Ricardo (1985): Misterios del arte flamenco. Sevilla: Editoriales Andaluzas Unidas.

Carlos Ríos

Carlos Ríos

Vine al mundo en Granada en 1977. Soy licenciado en Geografía y trabajador en la enseñanza. Escribí "La identidad andaluza en el Flamenco" (2009) y "La memoria desmontable, tres olvidados de la cultura andaluza" (2011) a dos manos. He escrito en los libros colectivos "Desde Andalucía a América: 525 años de conquista y explotación de los pueblos" (2017), "Blas Infante: revolucionario andaluz" (2019) y "Andalucía con Palestina" (2024).

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