1 de mayo: Comunicado del Sindicato Unitario de Andalucía

Hay dos clases de comunistas. La de aquellos que aspiran, mediante el esfuerzo propio, a engrandecer su vida para darla toda a la comunidad: y la de aquellos que esperan en que una colectividad formalmente comunista, venga a satisfacer las exigencias de su propia vida individual, dispensándoles y redimiéndoles del dolor que partea el esfuerzo creador.
Comunistas del resultado del esfuerzo propio y comunistas del resultado del esfuerzo ajeno. Comunistas que aspiran a dar y comunistas que aspiran a recibir.
Somos o aspiramos a ser comunistas de la primera especie. Y decimos, aspiramos a ser, porque nuestra modestia se resiste a conferirnos el máximo honor de poder calificarnos con este nombre de comunistas, expresión cuyo concepto verdadero es la esencia de una pura y excelsa santidad.

Así comienza la Dictadura Pedagógica, escrita por Blas Infante en 1921. Un Blas Infante al que el parlamento andaluz por unanimidad tituló padre de la patria andaluza en el 14 de abril 1983. Imaginarse a 66 escaños del PSOE, Alianza Popular con 17 escaños, UCD con 15, el PCA-PCE5 8 y el PSA-PA con 3 escaños. Seguro que no se leyeron a Infante antes de otorgarle tan honorífico título.


Camaradas:


Detrás de cada uno de los derechos que disfrutamos, hay una lucha de obreros y obreras. Detrás de cada beneficio colectivo arrancado a los explotadores, a los capitalistas, se esconden los sacrificios individuales de estos obreros y obreras. Así, tras las huelgas iniciadas el 1 de mayo de 1886, en Chicago, en reivindicación de la jornada de ocho horas y tras su represión violenta por las fuerzas del orden, los cabecillas de las luchas fueron detenidos, condenados y ejecutados bajo falsas acusaciones de terrorismo. En 1914 ciento cuarenta mujeres, hombres y niños trabajadores de una fábrica, murieron quemadas vivas. Realizaban una jornada laboral de sesenta horas a la semana bajo una férrea disciplina y se les cerraban todas las puertas de la fábrica para que no pudieran salir ni un segundo durante su jornada laboral. Sus propietarios fueron absueltos del proceso penal. Recientemente, tras el golpe de Estado en Ucrania en febrero de 2014, se ilegalizó al partido comunista y el 2 de mayo fueron quemados vivos cuarenta y seis sindicalistas en el edificio sindical de Odessa.


Cientos de miles de sucesos similares protagonizados por la clase obrera, las clases sometidas, los pueblos oprimidos, las víctimas del sistema… son los que hacen que los 1 de mayo, el Sindicato Unitario de Andalucía, junto a cientos de miles de sindicatos alrededor de todo el planeta, elevemos nuestro grito al viento en honor de quienes aportando sus propias vidas, sus propios sacrificios individuales, permitieron y permiten la evolución humana. Que permitieron y permiten el largo camino evolutivo que nos va alejando paso a paso de una primera condición de bestialismo, para alcanzar la condición de ser humano. Sabemos que queda un largo camino, pero también sabemos que siempre contaremos con esos y esas que llamamos comunistas a la manera de Infante, de los que aspiran a trabajar para la comunidad, se llamen a sí mismos comunistas o se llamen como se quieran llamar. Lo importante siempre es el contenido, nunca el envoltorio. Llegamos a conocer a comunistas de la primera especie cuando son ejecutados o cuando alcanzan la victoria. Pero hay cientos de miles de esos comunistas, anónimos, que nunca llegaremos a conocer, pero que la aportación que hacen a la revolución con la entrega anónima de sus vidas, aseguran el hecho de que mientras exista opresión habrá rebelión, que mientras exista la explotación humana, habrá revolución. Hoy es el día en el que la clase obrera de todo el planeta, eleva su grito de esperanza al viento, al cielo, a fundirse con todos los gritos de esperanza, de libertad, de igualdad, de solidaridad, de cooperación, de democracia. Gritos que van marcando el camino hacia la toma del cielo por asalto.

El sistema capitalista tiene un cielo y un infierno. En el cielo capitalista viven los ricos y las ricas capitalistas, las grandes fortunas constituidas en grandes familias. Ellos nacen sin pecado original, cuentan desde sus nacimientos con todos los medios de vida materiales y espirituales. El sentido de la vida para esta gente que, desde que nacen, las propias leyes humanas los colocan en el cielo, es, según el propio Aristóteles, disfrutar de lo que otros producen. Y luego está el infierno capitalista, el lugar reservado para quienes nacemos con el pecado original de no poseer los medios de vida materiales y espirituales necesarios. Los desposeídos, los nada, los nadie, los parias. Los marcados desde el mismo nacimiento como futura fuerza de trabajo, como mercancía humana: los recursos humanos. Los que producimos lo que otros disfrutan. Los creadores de toda la riqueza que las propias leyes humanas aseguran que son propiedad de los que viven en el cielo capitalista.


En la producción conviven dos capitales: los medios de producción que aportan los capitalistas; y nuestros cuerpos que ponemos a disposición de la producción durante nuestra jornada laboral a cambio de un precio, a cambio de un salario. Y todavía hay quienes dicen que la vida humana no tiene precio, pero la vida de los obreros y las obreras, al ser introducidos en sistema productivo capitalista son convertidos en mercancía, en fuerza de trabajo, en piezas de robots y sí que tenemos precio. En eso consiste la negociación colectiva, en acordar el salario que recibirán quienes entran en el infierno capitalista.


Lasciate ogni speranza, voi ch’entrate. Significa “abandona toda esperanza, tu que entras”. Es la inscripción que Dante Alighieri encuentra en la puerta del infierno al iniciar su viaje, que le llevará desde allí al purgatorio y al cielo, como narró en La Divina Comedia, obra que enlaza la edad media con la moderna. Quienes nos convertimos en fuerza de trabajo lo hacemos en el infierno capitalista, ocultado ante el mundo, invisibilizado incluso a la vista de los propios trabajadores y trabajadoras. Porque ¿Quiénes de los presentes tiene en cuenta la sangre, el sufrimiento del trabajo esclavo o en condiciones de semiesclavitud, derramado en las minas del litio con el que fabrican las baterías de nuestros teléfonos móviles? ¿Quiénes de nosotros somos conscientes que tras el cacao que tomamos en desayunos, meriendas o antes de acostarnos, se esconde la vida de los niños que en condiciones de esclavitud, han recolectado el cacao? Nuestra vida cuando la dedicamos como fuerza de trabajo de la producción capitalista, se escapa, se desgasta, la transmitimos a los objetos que producimos. Igual que las herramientas o maquinaria que compra el capitalista que tienen una vida útil y a lo largo de ella se van desgastando en la producción de mercancías, así igualmente la fuerza de trabajo a lo largo de su vida útil, laboral, se va desgastando, transfiriendo a la producción de mercancías, de productos. Es el paso de ser Sujeto a ser Objeto que descubriera Carlos Marx y que sabemos que ocurre en realidad.


Una vez me contó un compañero que durante una campaña de recogida de fresa en la que trabajó, se llevó tres días tirando toda la fruta recogida al objeto de que subieran los precios para poder rentabilizar la producción. Me decía que no sólo le parecía un crimen que mientras hubiera población hambrienta, estuviéramos tirando alimentos, sino que sentía cómo parte de él mismo terminaba en aquel barranco. Otro me dijo que cuando pasa junto a la fábrica en la que trabajó en una obra de ampliación, que cada vez que ve las torres, las tuberías, los cables… de esa fábrica, siente como si parte de él formara parte de esas estructuras.Así, cuando a través del trabajo asalariado y las cadenas de la explotación entramos en el infierno capitalista, es decir, somos convertidos en fuerza de trabajo, nuestras vidas pasan a ser consumidas y aniquiladas para el enriquecimiento y disfrute de una minoría propietaria del capital, nuestras vidas pasan a ser el combustible de las calderas de ese infierno capitalista, por eso no hay dignidad en el trabajo asalariado y no hay ningún empleo ni salario dignos.


Fijarse si se va nuestra vida en nuestro trabajo, que vemos normal que quien invierte dinero, gane dinero. Pero cuando lo que nos vemos obligados a invertir son nuestras vidas, la cosa cambia. Porque quien invierte capital, si le va mal lo podría perder. Pero a la clase obrera, cuando le sale mal la inversión en la producción, de nuestro propio capital, nuestra propia vida, cuando sale mal nuestra inversión podemos encontrarnos con la muerter. En Andalucía se produce un accidente cada once horas y cada semana aportamos dos cadáveres de obreros y obreras andaluzas a la producción. Pero no son sólo datos los que aportamos desde Andalucía la clase obrera. Andalucía no exporta, en Andalucía son los capitales extranjeros quienes nos extraen nuestros jugos vitales. Producimos productos agrícolas y las materias primas que se convierten en productos terminados fuera de nuestras fronteras. Características, entre otras, que determinan una economía colonial y que se refleja en las condiciones de vida de las familias trabajadoras andaluzas sobre explotadas. Con ejemplos como el que son inferiores nuestras pensiones y nuestros salarios, que la media de las pensiones o salarios españoles e incluso nuestra menor esperanza de vida, dos años menos que la media española.


Esta sobre explotación a la que nos vemos sometidos la clase obrera andaluza, adquiere tintes perversos si a la condición de andaluza le unes la condición de mujer y más aún si la unes la condición de inmigrante ilegal. Camaradas, los salarios son una forma de describir el precio de nuestra vida, y como precios que son, están afectados por la ley de la oferta y la demanda. Nuestra fuerza de trabajo, nuestra mercancía por la que percibimos el salario, si es escasa en una determinada rama de la producción, se obtienen salarios más elevados. Pues bien, en el capitalismo andaluz se importa mano de obra fundamentalmente para la agricultura, al objeto de inundar el mercado laboral con mano de obra y así bajar el precio de nuestra mercancía, nuestra fuerza de trabajo. Y para ello, no sólo se utilizan mecanismos legalizados como la contratación en origen, sino que también mecanismos ilegales como el tráfico de seres humanos con el que se nutren mafias y el capitalismo en Andalucía. En Andalucía no hay extranjeros decía Infante, en Andalucía, todas las personas que somos explotadas, somos clase obrera andaluza, decimos también nosotros. Y en el Sindicato Unitario de Andalucía aspiramos a ser herramienta útil de liberación de la explotación capitalista para la clase obrera andaluza. El desarrollo peculiar de la economía andaluza requiere modos de actuación peculiares, distintos a los necesarios en otros lugares con desarrollos económicos diferentes. Aspiramos, soñamos con ser herramienta de liberación útil, actuando como si lo fuéramos. Esta sería como una primera determinación para la lucha anticapitalista en y desde Andalucía. Porque la única opción posible contraria sería la de pensar que no es posible salir del infierno capitalista, que no es posible tomar el cielo por asalto. Y aunque muchas veces decimos que es imposible porque no nos creemos la fuerza que tenemos, quienes así piensan, lo que está diciendo es que no quieren salir del mismo. Pero tenemos más poder del que nos creemos.


Sin la acción del movimiento obrero hubiera sido imposible acabar con el franquismo. Pero es que también, sin la acción de movimiento obrero no hubiera sido posible la instauración del Régimen del 78 vigente, al menos en apariencia. Luego, también es imposible pasar de este Régimen ya caduco, inservible, que nos ha endeudado hasta la médula, que se ha preocupado sólo por las grandes fortunas, sin nuestra participación. Un Régimen que en el transcurso del tiempo, reforma laboral tras reforma laboral, tanto de las reformas laborales protestadas como por las reformas laborales pactadas, hemos perdido todos y cada uno de los derechos que le arrancamos al régimen franquista. Hoy ni los sindicatos tenemos capacidad de vetar un descuelgue del convenio o un ERTE, ni la Inspección de Trabajo tampoco la tiene. Hoy toda empresa se puede descolgar del convenio de aplicación, hacer ERTEs a la carta y además se sigue abaratando el despido. Y si han aumentado el salario mínimo interprofesional o han equiparado la subida de las pensiones al IPC, lo han hecho por recomendaciones del propio Fondo Monetario Internacional que desde hace años está advirtiendo que el desarrollo de la crisis puede producir revueltas y desordenes públicos importantes. El intento de mantener el poder adquisitivo a los más pobres es para evitar que estos terminen asaltando supermercados o tomando fábricas abandonadas por sus patrones. Pero el resto podemos seguir empobreciéndonos sin peligro de asaltos alguno. Para el resto de trabajadores no existe ley que obligue a la subida de los salarios conforme al IPC, de forma que todo lo que sea firmar un convenio por debajo de este IPC, lo que es en realidad es una bajada salarial. Los números, la nómina, pueden verse aumentados, pero la cesta de la compra muy disminuida. Lo llaman pérdida de poder adquisitivo, pero es una bajada salarial.

Nosotros, la clase obrera que fuimos determinantes para acabar con el régimen franquista, también somos determinantes para cambiar esta situación. Desde nuestros centros de trabajo, desde los comités de empresa en los que estemos, desde donde exista organización de la afiliación del SUA, desde nuestra militancia, desde la calle, desde las instituciones… somos determinantes para salir del infierno capitalista, y tomar el cielo por asalto, acabando con la esclavitud y el robo del trabajo asalariado. No tomar el cielo de los ricos, sino tomar nuestro propio cielo, construyendo un reino donde todos tengamos asumido en nuestro más profundo ser, que toda explotación humana y de la naturaleza es ilegal e inmoral. En el que el capital tenga la misma consideración que el trabajo pues, como decía nuestro Blas Infante, el capital no es más que trabajo acumulado. Una Andalucía cuya economía sea planificada democráticamente por el capital andaluz y el trabajo andaluz, al servicio de la comunidad entera y no del enriquecimiento de las grandes fortunas.


También seremos determinantes para la construcción de un mundo de Paz. Si luchamos por nuestra liberación como clase y como pueblo, no podemos consentir que nuestro territorio esté sembrado de bases militares que son usadas para agredir y robar a otros pueblos, a nuestros hermanos y hermanas de clase y de raza humana. Por eso también, el Sindicato Unitario de Andalucía convoca este año, junto con otras organizaciones hermanas, la Marcha a Rota el próximo 8 de mayo. Para reforzar el grito de paz de todos los pueblos oprimidos y explotados de ¡OTAN NO, bases fuera!


Camaradas
VIVA EL 1º DE MAYO
VIVA LA CLASE OBRERA LIBRE
VIVA ANDALUCÍA LIBRE


Secretaría Federal Colegiada

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