Sevilla: Un yihadista detenido. ¿Minority Report u otra operación “Comando Dixan” orquestada por las cloacas del Estado?
En enero de 2003, en un momento en el que el Ejecutivo de José María Aznar necesitaba un revulsivo interno para justificar la participación española en la guerra de Iraq, lanzó la denominada “Operación Lago”. El operativo, en cuyo marco se detuvo hasta a 23 personas en varios puntos de Barcelona y Girona, cumplía un objetivo político concreto: hacer presente la amenaza yihadista y, por tanto, justificar la invasión de Iraq.
Pronto se supo que las “sustancias químicas” intervenidas a los supuestos peligrosos jihadistas y mostradas como pruebas, no eran más que procutos de jardinería y limpieza, era jabón, por lo que el nombre de la operación fue rebautizando por la sátira popular con el de un conocido detergente: el “Comando Dixan”. Ante la falta de pruebas las autoridades se vieron obligadas a poner a los acusados en libertad y el caso fue archivado por la justicia. Todo quedó en nada, pero sólo aparentemente. Si el objetivo real era un montaje destinado a la reavivación de la islamofóbia y la justificación de medidas represivas y agresiones al mundo árabe, fue todo un éxito.
Ahora, en el contexto de unas festividades religiosas que congregan en la calle a cientos de miles de personas, con los consiguientes riesgos que ello conlleva, la policía informó este miércoles de la detención de un supuesto yihasista del Daesh, en una operación coordinada por el Juzgado Central de Instrucción número 4 y la Fiscalía de la Audiencia Nacional, el cual planeaba cometer una masacre en Sevilla. Según fuentes policiales se estaría preparado para atentar contra las procesiones de la ciudad, inmolándose al paso de alguna de ellas.
El supuesto yihadista sería Zouhair el Bouhdidi, de 23 años, un estudiante de la Universidad de Sevilla que vive en una popular barriada de la ciudad desde su infancia, tras el traslado de su familia a la misma desde Marruecos hace nueve años. Zouhair habría sido arrestado en Marruecos en una operación conjunta con la policía de Rabat, durante una visita a familiares, y gracias a la información facilitada desde Madrid.
El detenido, siempre según las fuentes policiales, pretendía provocar una matanza con un explosivo de fabricación casera, el TATP o triperóxido de triacetona, también conocido como la “madre de Satán”. Se trata del material más utilizado por el Estado Islámico en sus atentados, sobre todo en Europa, por su facilidad para elaborarlo mezclando productos de fácil y libre adquisición en tiendas.
Las pesquisas, en las que también habría participado el Centro Nacional de Inteligencia (CNI), apuntaban a que el yihadista tenía previsto realizar el atentado en las procesiones de Sevilla de este mismo miércoles, a solo 11 días de las elecciones generales, de ahí la detención, aunque no se descartaba que finalmente hubiera optado por otra fecha.
Las fuentes afirman que los expertos policiales en la lucha contra el terrorismo yihadista llevaban semanas siguiendo sus pasos y subrayan la peligrosidad del joven y su firme determinación de llevar a cabo el ataque. El propio detenido habría admitido ya a las autoridades marroquíes su intención de cometer un atentado suicida tras su detención.
Ni una prueba. Ni una sola actividad yihadista concreta
El operativo se ha centrado en el análisis de sus relaciones personales para tratar de confirmar si había recibido el apoyo de otras estructuras o contaba con colaboradores, sin obstener resultado alguno, tan siquiera de contactos personales con Daesh a acepción de su navegación por algunas web yihadistas o simpatizantes.
Informan que se ha registrado la casa familiar sin encontrar armas, productos químicos o tan siquiera propaganda del grupo. Sólo algunos libros en árabe que la familia afirma que corresponde a sus estudios universitarios. Igualmente han negado que se procediera a la requisa de ningún material informático, pues en la casa no se utilizan ordenadores, solo los teléfonos móviles, que les han permitido conservar.
Aseguran que se está investigando la vinculación del terrorista con un vídeo que ha circulado en los últimos días en varios grupos yihadistas de Telegram y en el que se anima a lanzar ataques contra las diferentes celebraciones de la Semana Santa en España. Las imágenes, de un minuto de duración y producidas por un órgano de propaganda del Estado Islámico, autodenominado Fundación Muntasir Media, incluyen secuencias de los atentados de Barcelona de agosto de 2017 y, también, de las procesiones que recorren estos días las calles de Valencia y Málaga.
Se afirma que entró a principios de este año en contacto con un líder del Estado Islámico en Siria a través de la aplicación Telegram, la favorita entre los distintos movimientos yihadistas, pero tampoco se ha facilitado la más mínima prueba al respecto. De hecho afirman que se han llevado su ordenador, evidentemente para verificar la existencia de materiales y contactos, pero como y dijimos anteriormente, la familia niega la existencia de ordenadores en el domicilio familar, donde residía y tenía sus pertenencias Zouhair.
Informan que se preciaba en las redes de su intención de atentar, y que ante el riesgo de que pudiera llevar a cabo lo que contaba en internet, se aprovechó que había viajado a Marruecos y allí se pidió la colaboración policial del reino vecino para que procediera a su arresto, evitando así que regresara a la Península para llevar a cabo sus planes. Pero lo cierto es que no se han encontrado pruebas de que tuviera programado ese ataque inminente.
Contradictoriamente, por otro lado hablan de que sus planes se encontraban en estado embrionario. Aún no había concretizado nada ni había llevado actividad alguna al respeto. El supuesto proyecto de atentado, de existir, no pasaba de la mera intencionalidad teórica. También se afirma que tras entrar en contacto con Daesh, se le recomendó que esperase y previamente formase una célula y una infraestructura, razón por la que quizás hubiese decidido retrasar el atentado previsto. Labores que tampoco habría llevado a cabo aún.
En definitiva, ninguna información coherente y ni una sola prueba se ha mostrado acerca de las afirmaciones realizadas. Ni con respecto al atentado o el proyecto del mismo, ni acerca de los contactos del joven con el Daesh, tan siquiera en torno a sus ideas yihadistas. Ninguna más allá de las propias afirmaciones policiales; basadas en meras sospechas, suposiciones, indicios más que discutibles y, eso sí, la confesión obtenida por los servicios contraterroristas marroquíes, una vez detenido. Unas fuerzas policiales conocidas por utilizar los métodos más brutales para obtenerlas.
¿Minority report o camando dixan?
La preguntas que cualquier neófito puede hacerse son obvias y múltiples. ¿Por qué tanta precipitación para detener a una persona ya conocida y controlada, por tanto arrestable en cualquier momento antes de cualquier intento de actuación? ¿Por qué no esperar a la obtención de pruebas sólidas y concluyentes? ¿Si el atentado era inminente como es que no hay compra de productos químicos, guías para elaborar el artefacto, chaleco bomba montado, etc.? ¿Si sí existen esas pruebas contundentes porque no se exponen? ¿Si en cambio el proyecto se encontraba en estado tan embrionario para qué asustar con respecto a lo que sólo era mera elucubración en la mente del joven? ¿Si se había pospuesto a la espera de contar con más miembros e infraestructuras, por qué no se mantuvo la vigilancia y el seguimiento a la espera de que hubiese algo concreto que evitar y detectar así, además, el resto de posibles yihadistas, sus contactos, medios, infraestructuras, etc.?, y así un extenso etcétera de dudas e interrogantes con respecto a esta supuesta exitosa operación antiterrorista.
En el mejor de los casos nos encontraríamos no ante un mero éxito policial, sino ante la puesta en práctica de métodos tan adelantados y novedosos como los expuestos en la película Minórity Report, en la que las fuerzas policiales eran capaces de detener a los delincuentes y detectar el delito antes de llevase a cabo, gracias a poderse adelantar en el espacio-tiempo y ver los acontecimientos antes de que existiesen o tan siquiera se los planteasen los acusados.
En el peor, obviamente la más realista y probable hipótesis de trabajo, ante un nuevo caso de “Comando Dixan”. La ficticia construcción de un supuesto caso de yihadismo con el objetivo de infundir miedo, aumentar la islamofobia y justificar futuras actuaciones. Algo que, como en el caso del “Comando Dixan”, estaría impulsado por las cloacas del Estado con desconocidas pero evidentemente oscuras intenciones.
Entre ambas solo cabría otra posibilidad, la de que nos encontraríamos ante la más risible de las chapuzas, el mayor de los descontroles y el más incompresible de los apresuramientos, más propios de agentes de la TIA que de unos supuestos profesionales especialistas en materia antiterrorista. Algo tampoco del todo desdeñable si tenemos en cuenta algunos antecedentes.
La madre del joven ha confirmado que desde Marruecos, donde se hallaba su hijo cuando habló con él por última vez el pasado 9 de abril, no se les han confirmado a los familiares los motivos del arresto. “No puede ser lo que están diciendo”, asegura tajantemente, negando además haber detectado anomalías en la actitud de su hijo o conocerle contacto alguno con radicales. Igualmente ha instado a los medios de comunicación a preguntar para corroborarlo a sus vecinos, profesores o compañeros de la Universidad de Sevilla, donde el joven estudia filología árabe, para constatar la “vida normal” de su hijo, que “juega al fútbol, estudia, saca buenas notas y busca trabajo”.
Pero por el contrario, en lugar de investigar, una vez más han asumido de forma acrítica las informaciones oficiales, transmitiendo como plenamente verificada la existencia de un peligroso terrorista de carácter islámico en Sevilla. Porque es eso, su carácter islámico, aquello que se subraya especialmente. Como muestra de ello la insistencia machacona, por ejemplo, acerca de que el presunto terrorista es hijo del Iman de la Mezquita del barrio. Han llegado a publicar incluso la dirección completa de la vivienda familiar, fotos incluidas de la misma. También de la mezquita. ¿Mera irresponsabilidad o pretensión de incitar actos racistas?
La ultraderecha sí que ha tenido claro desde un principio la utilidad de la información para verter ideología xenófoba, y le ha faltado tiempo para usarla como instrumento para azuzar el miedo y la intolerancia contra los musulmanes y el mundo árabe. El presidente de Vox, Santiago Abascal, se ha preguntado en las redes sociales “¿qué enseñan las mezquitas de Sevilla para que el hijo del imán pretenda causar una masacre en la Semana Santa?”. En un comentario publicado en su perfil de Twitter, Abascal asegura que le sorprende que la amenaza islamista, a su juicio, “no preocupe a los demás partidos”, a los que afea que “su única medida suele ser cantar ‘imagine’ después de cada carnicería en nombre de la Yihad”.
Paco Campos para La Otra Andalucía
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