Málaga: El centro sociocultural La Invisible no se rinde ante la amenaza de cierre por parte del PP y Ciudadanos en el Ayuntamiento
La Casa Invisible, La Invisible, “La Invi”, uno de los centros culturales y sociales alternativos más potentes y dinámicos del país, un espacio de colaboración y creación en pleno centro de Málaga, que ha contado y cuenta con el apoyo, entre otros, del Museo Reina Sofía, afronta estos días la amenaza del cierre. La Junta de Gobierno de la ciudad, en manos del PP, aprobó el pasado 22 de junio la recuperación y desalojo del edificio, de propiedad municipal, que fue ocupado por un grupo de personas en marzo del año 2007, hace más de 11 años. En ese tiempo, hasta hoy, con trabajo duro, La Invisible se ha convertido en un foco de cultura y en una demostración, en un emblema de que, con seriedad, se pueden hacer espacios propios, de mucha calidez y de mucha calidad humana, argumentativa y creativa, al margen de la institucionalidad.
La entrada de Ciudadanos en el Ayuntamiento de Málaga, acompañada de cierta sobreactuación de este partido en todo el país el pasado otoño a cuenta de la crisis catalana, rompió la estrategia con la que el PP de Francisco De la Torre, un alcalde sui generis en sus hechos con las causas de la izquierda, había tratado hasta entonces a La Invisible. De la Torre (PP), quien lleva 18 años en el cargo, ha intentado en la medida de lo posible de evitar la confrontación con las izquierdas en los temas sensibles, de piel, lo que le ha llevado a tomar alguna decisión inaudita en su partido, como la de exhumar, con la ayuda financiera del Gobierno Zapatero y de la Junta de Andalucía, en el año 2010, cuando casi nadie se atrevía, la fosa común del cementerio de San Rafael, que se convirtió entonces en el mayor enterramiento común de la Guerra Civil y la posguerra excavado en España.
La ocupación de La Invisible se produjo en el año 2007. Una serie de colectivos y personas se unieron para recuperar un edificio a partir de una premisa: ampliar las dotaciones para la creación local y para la juventud. Querían disponer de un lugar en el que diversos movimientos sociales y colectivos culturales y del mundo académico, de los estudios urbanos, de la sociología… pudieran trabajar, pensar, colaborar, crear en el mismo centro de Málaga, objeto de deseo de empresas, marcas y multinacionales.
Cambio de criterio del alcalde
Con La Invisible, el alcalde tomó, durante un tiempo, una estrategia parecida a la de la fosa de San Rafael, que luego cambió. En enero de 2011, cuatro años después de la ocupación, el Ayuntamiento y La Invisible firmaron un protocolo de intenciones, avalado por la Diputación de Málaga, la Junta de Andalucía, ambas instituciones gestionadas por el PSOE entonces, y el Museo Reina Sofía, por el que se comprometían a “promover la iniciativa cultural ciudadana denominada La Casa Invisible”. En el punto tercero, se especificaba que el Ayuntamiento “colaborará mediante la autorización temporal para la ocupación” del edificio de la calle Nosquera, 9-11, del que hoy les quiere desalojar.
La Invisible asumía la obligación de crear una fundación para la gestión del espacio, cosa que hicieron pocos meses después, en noviembre de 2011, con la creación de la Fundación de Los Comunes, y se comprometían a desarrollar un programa de actividades culturales y a contratar y a correr con los gastos de los servicios básicos del inmueble, agua, electricidad, licencias… Ambas partes, se comprometían a firmar, después de un año, una vez cumplidas las cláusulas de ese protocolo de intenciones, un convenio de colaboración para el desarrollo del proyecto cultural de La Invisible en el medio plazo.
Ese convenio jamás se llegó a firmar. Y el Ayuntamiento, en consecuencia, nunca aprobó la adjudicación del inmueble a La Invisible, ni proyecto alguno de gestión a medio plazo a pesar de que La Invisible cumplió, y a pesar de que a lo largo del primer semestre de 2012, los funcionarios municipales trabajaron en ello. De la Torre no se atrevió a legitimar una ocupación y fue retrasando una solución definitiva. El PP se escudó durante años para no consumar el protocolo de intenciones en un informe jurídico que, aunque sugería al Ayuntamiento “ponderar” la posibilidad de que los tribunales tumbasen el convenio si alguien lo hubiera impugnado, en realidad, no bloqueaba el cierre del acuerdo, y, en todo caso, de haber habido voluntad, los posibles defectos hubieran podido subsanarse. Las dudas del alcalde dejaron así la gestión de La Invisible en un cierto limbo jurídico durante un tiempo y generaron tirantez en las relaciones con el Ayuntamiento, que en 2015 pretendió clausurar el edificio por motivos técnicos, de seguridad.
“La situación se solucionó. Se hicieron las instancias pertinentes y se consiguió [después] que la Fundación de los Comunes fuera declarada institución de interés general municipal por el Ayuntamiento”, afirma un portavoz de La Casa Invisible a Público. En ese momento, incluso el alcalde, el 2 de octubre de 2015, hizo unas declaraciones en las que se mostraba favorable a resolver la situación y darle seguridad jurídica a La Invisible. “Siempre he mencionado el concurso como una de las posibilidades, pero ahora mismo estamos más centrados en la alternativa de la cesión directa. A ver si podemos construir un mecanismo de expediente que tenga solidez jurídica y garantizando siempre la seguridad física”, dijo De la Torre. Después, La Invisible y el Ayuntamiento mantuvieron reuniones con el objetivo de darle carta de naturaleza a un proyecto de rehabilitación del edificio, pero este nunca llegó a concretarse.
Ciudadanos y la bandera
La Invisible funcionó así de nuevo en ese cierto limbo hasta que en otoño de 2017, con los ánimos exacerbados por la crisis en Catalunya, Ciudadanos trató de sacar rendimiento. Se precipitaron los acontecimientos. Se inauguró la Exposición Guerra-Espacios Tiempos de Conflicto, de la que formaba parte una obra, que consistía en una bandera española en forma de horca. Y Ciudadanos comenzó la ofensiva. “Sin atender al contexto de la exposición, el Grupo Municipal de Ciudadanos desata una polémica de manera intencionada y oportunista para atacar a La Invisible en una campaña cuyo objetivo no es otro que el limitar o coartar la libertad de expresión artística”, afirma La Invisible en su web.
La bandera en forma de horca “no tiene nada que ver con la situación que se está viviendo en Catalunya, sino que pretende denunciar que los estado-nación como España también matan con sus políticas y oprimen al ciudadano”, dijo el comisario de la Exposición entonces al diario Sur de Málaga, y añadió que si la muestra se hubiera hecho en Francia o en Estados Unidos, el artista hubiera utilizado la enseña de esos países con la misma forma e idéntico objetivo de denunciar la guerra y los conflictos permanentes en forma de corrupción, desahucios, paro, suicidios, los fundamentalismos, la guerra contra los pobres y la desigualdad.
Ciudadanos, ciertamente, aprovechó el momento y reventó el status quo que había permitido el desarrollo de La Invisible y configurarla como un importante e innovador foco de cultura. La delegación malagueña del partido de Albert Rivera presentó -en medio de la polémica que habían contribuido a causar- una moción para liquidar el proyecto cultural y social de La Invisible, en la que se planteaba sacar a concurso, para uso cultural, el edificio, y se exigía, como requisito para gestionar el espacio, que “el ganador del proceso […] contribuya en la rehabilitación del edificio”. Eso costaría, estima La Invisible, “en torno a un millón de euros, según nuestro propio proyecto básico de rehabilitación”. “En definitiva, se aprueba la subasta de un edificio público al mejor postor”, se lee en la web de La Invisible. La moción salió adelante por 16 votos, los de PP y Ciudadanos, contra 15, los de PSOE, Ahora Málaga, IU-Málaga para la Gente, y un edil no adscrito.
Después, ya en junio pasado, se produjo el acuerdo del Gobierno municipal que ordena el desalojo del inmueble, en un plazo de 15 días. “Si el requerimiento no es atendido se realizará un nuevo requerimiento para que se proceda al desalojo en el plazo de 8 días. En caso de que este plazo no sea atendido se procederá al lanzamiento por este Ayuntamiento con sus propios medios, siendo de cuenta del ocupante los gastos del desalojo”, se lee en el acuerdo municipal. Eso se produciría, si el alcalde De la Torre decidiese ejecutar el desalojo de inmediato, a mediados de julio.
Hoy, el edificio “se encuentra en lo que en términos legales se llama cesión en precario”, según argumentó la abogada Amanda Romero, del equipo jurídico de La Invisible la semana pasada en una rueda de prensa, en la que se remitió al protocolo de 2011, según recoge Europa Press. Romero consideró que el protocolo continúa prorrogado y por tanto, La Invisible “en situación de cesión en precario”. “Esta figura legal, precisamente, es la que permite en la ciudad multitud regularizaciones de cesiones de locales municipales a entidades sociales y culturales de todo tipo”. “El desalojo anunciado por el Ayuntamiento es ilegal, ya que se basa en una normativa que solo rige para usurpaciones de inmuebles. La vía [elegida] no respeta los cauces legales ni los derechos adquiridos por el La Casa Invisible desde 2011, como tampoco los compromisos del gobierno”, agregó la abogada Romero.
Ciudad cosmopolita, abierta
“Al PP nunca le ha gustado La Invisible. De la Torre ha sabido ver hasta ahora el coste político de enfrentarse. Y es contradictorio, porque a veces parece absolutamente consciente de lo que aporta La Invisible a Málaga, y le permite hablar de ciudad cosmopolita, abierta, diferente. Pero la ciudad no está en el mismo momento. El centro sufre gentrificación. Cada vez hay menos vecinos en el centro y menos espacios comunitarios. Y hay ahí una batalla política en que La Invisible es un actor importante, que defiende otro modelo de ciudad frente al colonialismo neoliberal y extractivo del PP”, reflexiona un portavoz de La Invisible.
La situación del centro de Málaga no es diferente del de la mayoría de capitales del país, lugares en los que se va imponiendo a marchas forzadas un modelo de ciudad global y repetitivo, lo que provoca resistencias de quienes piensan y creen en otro tipo de convivencia. La propuesta de La Invisible se basa en la gestión ciudadana del espacio público y ha construido un universo de cooperación en el epicentro de la especulación y la falta de viviendas a precios asequibles y, por tanto, de más vecinos y vecinas, que están siendo relevados por turistas.
Así lo describe el portavoz de La Invisible: “Los alquileres son prohibitivos. Es una zona destinada al extractivismo económico y al turismo. Sigue siendo zona residencial, pero hay una propuesta de la patronal para que deje de ser zona residencial. También hay voces críticas. Varias asociaciones de vecinos del centro, que hacen una gran labor. Ha nacido la plataforma Málaga no se vende, de la que forma parte La Invisible, y que es crucial para defender modelos alternativos de ciudad”.
“La sensación es que esto ya no solo es un ataque a La Invisible, sino a otras formas de hacer ciudad. Esto es, digamos, la punta de lanza. Acabo con esto que es lo mas visible, que es lo que me impide desarrollar el proyecto neoliberal. Este ataque no es solo contra La Invisible. Se empieza con nosotros, pero es toda Málaga. Somos un agente más. Cuando desaparezca La Invisible, desaparecería lo demás, todo el entorno de La Invisible, las redes de economía social, todo el movimiento feminista que se ha creado”, abunda el portavoz.
“Cultura sí, pero con legalidad, dicen que queremos privatizar la Invisible, pero a día de hoy está privatizada por unos pocos… con una orden de desalojo que prohíbe las actividades de libre concurrencia, sin pagar el IBI, unos 30.000 euros hasta ahora, que pagamos todos, con un servicio de bar que hace competencia desleal al resto de negocios. Para exigir derechos, primero hay que cumplir las obligaciones”, reivindicó en la sesión del pasado otoño en la que se aprobó la moción de Ciudadanos, el portavoz de la formación, Alejandro Carballo.
La Invisible ha recibido numerosos apoyos, de dentro y fuera de la ciudad de Málaga, desde que se conoció la amenaza del cierre. Una manifestación está prevista para el próximo 19 de julio. A la anterior, en marzo, aun sin fecha de cierre aprobada por el Ayuntamiento, acudieron unas 3.000 personas. El alcalde De la Torre deberá por tanto decidir si opta por ejecutar el desalojo antes de las próximas municipales, en mayo del año que viene, o si prefiere volver a la política sui generis que le ha dado paz social y le ha permitido obtener el reconocimiento, en privado, eso sí, de sus adversarios políticos.
La Invisible lo tiene claro. Van a permanecer y van a dar la batalla social, política y jurídica para ganarla. Y quieren retomar el diálogo con el Ayuntamiento para ellos. El alcalde de Málaga es consciente de ello, como se puede ver en este vídeo, hecho público hoy. Van a trabajar con toda naturalidad y a continuar con su plan de actividades. La semana pasada Medialab Prado, entidad madrileña que recibió en 2016 el premio de la Fundación Cultural Europea a la mejor institución cultural del continente, celebró en La Invisible una actividad, Experimenta Distrito, sobre iniciativas de convivencia en distritos urbanos. Esta semana, la activista afroamericana y profesora de la Universidad de Princeton Keeanga-Tamahtta Tylor presentará su libro Black Live Matters y desarrollará un taller con distintos colectivos feministas.
Además, Manuel Borja-Villel, director del Museo Reina Sofía, se trasladará en principio el próximo día 18 a Málaga para mantener una reunión con la Fundación de los Comunes y suscribir un programa de coordinación para los dos próximos años.
(Fuente: Público / Autor: Raúl Bocanegra)
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