Las FARC-EP se transforman en partido adoptando la rosa socialdemócrata y renunciando al marxismo y el bolivarismo (videos)

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Después de cinco días de reunión y deliberaciones se cierra el Congreso de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Ejército del Pueblo (FARC-EP), para dar paso al nuevo partido político Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (FARC).

Los días de congreso, en el Centro de Convenciones Gonzalo Jiménez de Quesada, situado en el centro de Bogotá, a menos de tres kilómetros en línea recta del Palacio de Nariño, residencia oficial del presidente y sede del gobierno de Colombia, han reflejado la intensidad de distintas culturas políticas que confluyen en el partido. Principalmente dos: la de los guerrilleros de los diferentes bloques (mediante los que la guerrilla ejercía el control territorial de parte del país) y la de los militantes del Partido Comunista Clandestino Colombiano (PC3), expresión política de las FARC en áreas urbanas.

Tres fueron los ejes principales que Iván Márquez, jefe de la delegación de paz de las FARC-EP durante los diálogos de La Habana que propiciaron el acuerdo con el Estado colombiano, colocó encima de la mesa para la discusión sobre el informe central de la dirección el primer día del congreso.

En primer lugar, la expansión hacia lo urbano, dejar de ser una organización predominantemente de ámbito rural para apostar por una creciente y expansiva proyección en los centros urbanos del país. Un partido asentado en las ciudades que apueste por una economía alternativa.

En segundo lugar, y respecto del carácter de la nueva organización política, se propone crear un partido-movimiento, superando una falsa dicotomía entre partido de cuadros y partido de masas. La definición final la dará la propia praxis del nuevo grupo político, pero el compromiso es claro por una organización que se articule, y no necesariamente lidere, con las luchas reales a lo largo y ancho de Colombia.

Finalmente, y ya con las elecciones presidenciales de mayo 2018 en el horizonte, lo expuesto en el informe central al congreso fundacional no tuvo ninguna ambigüedad. El nuevo partido de las FARC-EP promoverá una convergencia política, una gran coalición que permita desnivelar la balanza en favor de las fuerzas que apuestan por la paz.

El mensaje final de Márquez fue el de la necesidad de la unidad, un guiño a los referentes políticos de las FARC-EP, Manuel Marulanda y Jacobo Arenas, así como a Simón Bolívar: Unidos seremos fuertes y mereceremos respeto, divididos y aislados pereceremos.

La jornada final del congreso tuvo varios momentos de discusión. Uno de los puntos centrales fue la orientación ideológico-política del partido que iba a nacer. La definición final, aprobada en votación, fue la de una organización que recoge los principios y elaboraciones teóricas de las derivadas del pensamiento crítico y libertario, así como de las experiencias que a partir de ellas se han elaborado tanto a escala mundial como de América Latina, especialmente las formuladas por los fundadores de las FARC-EP Manuel Marulanda y Jacobo Arenas. Todo ello con una orientación clara, destinada a superar el orden social capitalista vigente.

Otro momento de votación importante fue para definir el nuevo nombre y logotipo del partido. En este caso, aunque se barajaba la alternativa de Nueva Colombia, se decidió por mayoría mantener el acrónimo FARC, siglas históricas, en una decisión que intenta mantener la cohesión interna de la hasta ahora organización político-militar, aunque probablemente tenga un costo negativo en la percepción urbana. Junto al nombre, un nuevo logo que simboliza una rosa moderna con una estrella roja en su interior, ya criticado en redes sociales por su semejanza con la tradicional rosa de la socialdemocracia (ver foto inferior adjunta).

Pero el momento culminante del congreso tuvo lugar cuando los mil 100 delegados votaron por la dirección del nuevo partido político. Antes ellos, la decisión de escoger a las 111 personas que deben integrar la dirección, una urna y dos tarjetones; uno rojo, con 111 nombres propuestos por el Estado Mayor Central de las FARC, y otro verde, con más de 50 nombres que se habían ido proponiendo durante los días del congreso. El resultado, más allá de la cantidad de votos a cada candidato, consolidó la dirección de 111 propuesta por el Estado Mayor Central, con los principales cuadros políticos del secretariado de las FARC-EP en los primeros lugares: Iván Márquez, Timoleón Jiménez, Pablo Catatumbo, Joaquín Gómez, Pastor Alape o Ricardo Téllez, entre otros.

El propio momento de la votación fue histórico para buena parte de los participantes en el congreso, quienes, como afirmaban con emoción, en sus décadas de vida y militancia en las FARC, era la primera vez en su historia que depositaban un voto en una urna. A partir de ahora serán muchas las veces que lo tengan que hacer en un partido que tiene asegurados por los Acuerdos de La Habana cinco senadores y cinco diputados en la Cámara de Representantes para la legislatura 2018-2022.

Una vez clausurado el congreso fundacional del nuevo partido, con la elección de su dirección y presentado la organización naciente en un acto político-cultural en la plaza Bolívar de Bogotá –nada es casualidad–, donde la intervención principal estuvo a cargo del antes comandante en jefe Timochenko, hoy Timoleón Jiménez, las FARC enfrentan una serie de desafíos que tienen que encarar en esta nueva etapa de lucha política y electoral.

El principal es consolidarse como referente político no sólo en determinadas zonas rurales del país, sino, sobre todo, en lo urbano, donde trabajan cientos de organizaciones sociales y políticas en diversos ámbitos, el de los derechos humanos, civiles o políticos; género e identidad sexual; economías alternativas, y un sinfín de luchas territoriales.

Para ello cuentan con cierta aceptación en determinados sectores de la sociedad colombiana, que una encuesta de Gallup Colombia, divulgada durante los días del congreso, coloca en 12 por ciento, dos puntos por encima del 10 de aceptación que tienen los partidos tradicionales entre la sociedad colombiana, mientras la imagen negativa en 84 por ciento es algo menor que 87 puntos porcentuales de los partidos.

Ese descrédito de los partidos políticos tradicionales es una oportunidad, pero también entraña muchos riesgos, el de la normalización política y la institucionalización, que las FARC van a tener que enfrentar en el futuro cercano, incluidos los incumplimientos del gobierno en varios puntos de los Acuerdos de La Habana y el paso de miles de guerrilleros a la vida civil, muchos de ellos sin haber podido disfrutar de su juventud debido a la guerra.

(Fuente: La Jornada / Autor: Katu Arkonada)

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Suprimen que su inspiración será “la obra y acción política de Marx y Lenin y del pensamiento emancipatorio bolivariano”

Después de una semana de debates, la mayor parte de ellos a puerta cerrada, los 1200 delegados de los guerrilleros que bajaron de las montañas de Colombia para entregar las armas a los delegados de la ONU, y un número indeterminado de miembros del llamado hasta hoy Partido Comunista Clandestino, brazo político de la insurgencia, aprobaron las siglas y los símbolos del nuevo partido, que se pone en marcha una vez disuelta la guerrilla más potente y longeva del continente americano, fundada hace 53 años por un puñado de campesinos al mando de Manuel Marulanda, Tirofijo.

Según testimonios recogidos por Público, en los debates se evidenció el enfrentamiento entre dos tendencias, una encabezada por Iván Márquez, jefe de los negociadores de la guerrilla en las Conversaciones de Paz de La Habana, y otra protagonizada por el máximo jefe, Timoleón Gómez Timochenko y por el resto del Secretariado, donde destacan Pablo Catatumbo y Carlos Antonio Lozada, importantes jefes militares en los últimos años de conflicto armado.

Venció en las votaciones sobre el nombre del partido Márquez. Mientras Timochenko prefería que se llamara Nueva Colombia, los más radicales consiguieron que se conservaran las siglas FARC con otros componentes del acrónimo, lo que podría dificultar la convergencia política que proponen los sectores más dialogantes del nuevo partido. Según declaraba el propio Iván Márquez, “para muchos (mantener las siglas FARC) representa una carga negativa, pero no queremos que el pasado se desdibuje”, señalaba el dirigente.

El texto de los estatutos del nuevo partido que se ha filtrado evidencia las diferencias entre ambos sectores de la exguerrilla. Se ha suprimido del texto inicial que la inspiración del nuevo partido será “la obra y acción política de Marx y Lenin y del pensamiento emancipatorio bolivariano”, para fijar en el artículo 5º que el nuevo partido recoge en sus principios “las elaboraciones teórico-políticas derivadas del pensamiento crítico y libertario, así como de las experiencias que a partir de ellos se han desarrollado tanto a nivel mundial como en nuestro continente americano”.

Un Consejo Político Nacional de 111 miembros sustituirá a partir de ahora al Estado Mayor Central que dirigía las operaciones guerrilleras. Este órgano dará a conocer en las próximas semanas el nombre de sus integrantes y el de las listas electorales, aunque se da por descontado que Iván Márquez será cabeza de lista al senado y Pablo Catatumbo la del Congreso. Ambos serán elegidos forzosamente junto a otros cuatro miembros en cada Cámara, ya que los Acuerdos de Paz prevén la concesión de cinco escaños sea cual sea el resultado de las elecciones legislativas que se celebrarán en unos meses. La Asamblea Nacional de los Comunes será la máxima instancia de dirección del nuevo partido y sus delegados serán elegidos en el orden local y territorial.

En la noche el viernes, Timochenko, que será el jefe máximo del nuevo partido, como lo ha sido de la guerrilla una vez abatido Alfonso Cano y desaparecido de muerte natural el fundador, Tirofijo, se dirigió a miles de seguidores en la histórica Plaza de Bolívar de Bogotá, donde se encuentran, además de la estatua del Libertador, el Ayuntamiento, el Parlamento y el Palacio de Justicia, para difundir un mensaje pacífico, anunciando que el interés del nuevo partido, aunque siga llamándose FARC, será el de lograr “una gran convergencia nacional para sacar adelante los Acuerdos de Paz” y crear “un movimiento de movimientos que agrupe a las diversas propuestas de superación de la gran crisis nacional por medios pacíficos y democráticos”. “Queremos ser Gobierno o formar parte de él”, añadió Timochenko.

Por el momento, el nuevo partido surgido de la guerrilla no ha recibido la apoyo formal de ninguna formación del espectro político colombiano, incluida la izquierda del Polo Democrático y un sector de los Verdes que consideran “tóxica” cualquier alianza con algo que sigue llamándose FARC.

Al congreso fundacional habían sido invitados todos los partidos políticos de Colombia, incluida la ultraderecha de Álvaro Uribe, contraria a los acuerdos de paz, que considera otorgan “impunidad” a la guerrilla. Ninguno asistió, ni envió representantes. Las nuevas FARC inician su camino en solitario.

(Fuente: Público / Autor: Antonio Albiñana)

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Las FARC tienden su mano a la disidencia para que retome el camino de la paz

Las FARC, que se transformaron esta semana en partido político tras dejar las armas, extendieron hoy su mano a la disidencia que abandonó sus filas para que retome el camino de la paz que abandonó cuando la ya exguerrilla firmó el acuerdo con el Gobierno.

En una rueda de prensa en la que anunciaron las conclusiones a las que llegaron en el congreso en el que decidieron la forma y objetivo que tendrá su nuevo partido, el número dos de las FARC, Luciano Marín, alias “Iván Márquez”, pidió a los jefes de esos grupos que “reflexionen”.

Tras la firma del acuerdo de paz, un número todavía no plenamente definido de guerrilleros se declaró en disidencia al acuerdo de paz y continuó operando como una banda criminal en varios departamentos sureños del país como Vichada, Guaviare y Meta.

Muchos de ellos están bajo el mando de alias “Gentil Duarte” (foto superior adjunta), un líder guerrillero con una amplia trayectoria que fue enviado por los líderes de las FARC para que constriñese a la disidencia del Frente Primero pero que acabó uniéndose a ella. “Extiendo mi mano fraternal a ‘Gentil’, es un hombre bueno que tiene mucho que aportarle a Colombia, sobre todo en el desarrollo de proyectos para que los campesino tengan una vida digna”, dijo “Márquez”.

Por otra parte, Rodrigo Granda, alias “Ricardo Téllez”, también líder de las FARC renombradas como Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común, afirmó que “en todos los procesos del mundo ha habido desertores”, pero afirmó que ellos han tenido “la menor disidencia”. “Lo digo con respeto porque en realidad son traidores. En aras de la paz no le demos la categoría de traidores, esa es la situación que decimos”, dijo “Téllez”.

Por último, Jorge Torres, alias “Pablo Catatumbo”, envío también un mensaje a “Duarte” y “a quienes lo acompañaron a tomar el camino” para que se unan a su “lucha” por “transformar a Colombia entre todos”.

Ese mensaje lo extendió a la última guerrilla activa, el Ejército de Liberación Nacional (ELN), que actualmente negocia un acuerdo de paz con el Gobierno, y al último reducto del Ejército Popular de Liberación (EPL), que se desmovilizó en su mayoría en 1991. Sin embargo, ese pequeño grupo, considerado como una banda narcotraficante por el Gobierno, continúa operando en la región del Catatumbo, fronteriza con Venezuela.

(Fuente: el diario.es)

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Los disidentes de las FARC: Cuántos son y donde actúan

Una mirada completa a los 14 grupos con cerca de 700 u 800 disidentes de las FARC, según el analista de Kyle Johnson, del ICG – Internacional Crisis Group en Colombia, que firma el siguiente artículo (otras fuentes elevan la cifra a más de mil contando recientes incorporaciones), y a los sitios donde operan. Unidos a los entre 1.500 y 2.500 miembros que se la calculan al ELN y a algunos otros varios cientos de otros pequeños grupos, se puede afirmar que aún hay, como mínimo, alrededor  de 3.000 guerrilleros en pie contra el Estado Colombiano, repartidos por territorios del centro el sur, el noreste y el noroeste.

Los grupos

Mientras las FARC acaban de entregar sus armas en las zonas veredales, prosigue la discusión nacional sobre las disidencias que no participan en el proceso de paz. Varias organizaciones e investigadores han tratado de precisar exactamente de cuántos grupos estamos hablando, cuántos miembros tienen, cuáles son sus motivaciones y cómo se financian.

La Silla Vacía estableció que existen seis grupos disidentes en el sur del país. Insight Crime y la Fundación Ideas para la Paz han brindado datos importantes al respecto. El International Crisis Group (ICG) también ha analizado el tema mediante entrevistas, observación de campo y consulta de la prensa para elaborar un informe que será publicado en septiembre. El ICG ha establecido que en la actualidad existen catorce grupos disidentes de las FARC de distinto tamaño, donde se incluyen algunos que cuentan con dieciséis o dieciocho unidades.

Es importante anotar que en esta investigación los disidentes se distinguen de los desertores, dado que estos últimos no conforman grupos armados organizados. Por ejemplo en Tibú se han producido deserciones sin que esto haya dado lugar a una disidencia; lo contrario ocurrió con el Frente 40 en Meta, cuyos miembros abandonaron un punto de preagrupamiento territorial y se mantuvieron en armas.

Para que un grupúsculo armado sea considerado como disidencia de las FARC, el ICG considera que este grupo debe tener una organización interna con la presencia de un líder que dirige al grupo. En caso de que ese líder no sea identificado, el grupo puede ser una “disidencia” si ha realizado acciones violentas como organización como combates. Por ejemplo el Frente Ché Guevara en Nariño no tiene aún un líder visible, pero ha librado combates con el ELN y ha causado varios desplazamientos colectivos.

Cabe destacar que el Frente 14 no fue incluido por ICG como una disidencia independiente, a pesar de que así se dio a conocer el grupo; pero hace poco sus miembros entraron a formar parte de la disidencia del Frente 7, a través de Euclides Mora, exjefe del Frente 62. En el casco urbano de Tumaco, se ha reportado varios nombres del líder del grupo que se ha enfrentado al de alias Hugo.

Claroscuros

Hay casos cuya información no es muy precisa, como ocurre con el Frente 48. Algunas fuentes hablan de una disidencia en San Miguel y Siberia, un corregimiento de Orito en el Bajo Putumayo, mientras que otras señalan que hay desertores del Frente 48 que operan con un grupo local llamado los Comuneros.

Adicionalmente, en el Cauca se sabe que en junio del 2017 una disidencia de la Columna Móvil Miller Perdomo se enfrentó con el Ejército Patria Libre, en Suárez, pero no está claro el posible vínculo entre la disidencia de alias Pija y la de Miller Perdomo.

En otros casos los hechos son más claros. Según información recogida en Tumaco, tras la desmovilización de alias Pollo, quién logró que 128 miembros de las milicias de las FARC abandonaran las armas, un poco más de 200 milicianos se mantuvieron como facción disidente en la zona. Estos se dividieron en dos grupos: uno liderado por alias el Mocho y otro, por alias Junior; el primero fue capturado y el segundo asesinado. Hugo tomó control del grupo que era liderado por el Mocho, y otro cuyo nombre no está claro comanda el de Junior. Estos exmilicianos de las FARC se han enfrentado a muerte en la cabecera de Tumaco, aunque información reciente indica que en algunos barrios se han unido para enfrentarse con lo que en la zona se llama “paramilitares”, liderado por alias Cusumbo.

Por su parte David, hermano de Don Y (quien era el cabecilla de una disidencia de las FARC y fue asesinado por esa guerrilla), sigue encabezando su propio grupo, un tanto reducido en cuanto a miembros y territorio (sin embargo, fuentes de las comunidades donde esta organización tiene presencia hablan de 120 miembros).

A su vez, las Guerrillas Unidas del Pacífico, comandadas por Julián Ríos, según un panfleto en el que anunciaron su presencia, se mantienen en San Pedro del Vino. El Frente 1 se ha fortalecido y ha sido receptor de grupos de los frentes 16, 44 y del Acacio Medina, y tiene presencia en todos los municipios de Guaviare, en varios lugares del Vaupés e incluso en Mapiripán (Meta).

Esta situación viene a ser confirmada por el hecho de que antiguos miembros del Frente 44 se hayan presentado como milicianos de esta disidencia en reuniones realizadas sobre el río Guaviare, más allá de Caño Jabón (o Puerto Alvira). El grupo ejerce un control estrecho sobre el río Apoporis, conocido en la región como “la ruta de la mafia”, y es liderado por Iván Mordisco. Sus principales baluartes se hallan en Barranquillita, Miraflores, en el corregimiento de La Paz, el Retorno y Puerto Zancudo en Calamar, entre otros.

Por otra parte existe una discusión pública sobre el posible vínculo entre los grupos disidentes del Frente 1 y del Frente 7, liderado por Gentil Duarte. Algunas fuentes indican que hace ya varios años estos dos frentes se dividieron el territorio de San José del Guaviare a partir de la vereda Caño Lajas y que esta división se mantiene hoy en día. Sin embargo, en terreno no hay información verídica que indique que Gentil Duarte lidere una organización única conformada por exmiembros de las FARC pertenecientes a estos dos frentes.

Al respecto hay algunas anécdotas: una libreta propagandística del Frente 1 con una foto donde quien parece ser Gentil Duarte y comentarios de comandantes en “zonas veredales”. Sin embargo ninguna persona consultada en Guaviare (autoridades locales, miembros de la comunidad internacional, líderes comunitarios y habitantes de la zona que se halla bajo control del Frente 1) creía que estos grupos hicieran parte de una sola organización, sino que siguen siendo percibidos como entidades distintas.

¿Cuántos son los disidentes?

Sobre el tamaño de las disidencias no hay acuerdo entre los investigadores. Según La Silla Vacía, entre los frentes 1 y 7 no hay más de 50 combatientes, mientras que en algunos artículos de prensa que citan fuentes militares se afirma que sus miembros son 320.  La verdad puede estar más cerca de la segunda cifra que de la primera, porque no es fácil creer que  50 personas sean suficientes  para controlar activamente un territorio tan extenso.

Saber con exactitud el número de miembros de cada disidencia es una tarea difícil, aunque hay estimaciones plausibles:

Los grupos en el casco urbano de Tumaco suman alrededor de 200 jóvenes, el grupo de alias Pija tiene entre 80 y 100 miembros, la disidencia del Frente 40 parece tener alrededor de 40 milicianos. Para los demás grupos, los cálculos varían.

En total puede haber entre 700 y 800 combatientes en las filas de las facciones disidentes de las FARC, un estimado por su puesto debatible, aunque quizá razonable.

¿La debacle del proceso de paz?

Los disidentes no significan que el proceso de dejación de armas haya sido un fracaso o que las FARC ya no tengan un control eficaz sobre sus tropas. La existencia de 700 u 800 disidentes implicaría que entre el 90 y el 95 por ciento de los miembros de la guerrilla se han acogido a la dejación de armas (teniendo en cuenta que las FARC tenian 5.765 miembros en sus filas,  según el último censo oficial de la Subcomisión de Fin del Conflicto Colombiano, en realidad los disidentes en armas supondrían entre, al menos, un 15% y un 20% del total).

Sin embargo el gobierno teme que la presencia de tantos grupos cree la sensación de que el proceso de paz va mal. En vez de eso deberían reconocerse la realidad y el riesgo que conllevan las disidencias para crear mejores estrategias para enfrentarlas, empezando por ocupar los territorios donde operan.

(Fuente: Razón Pública / Autor: Kyle Johnson)

 

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Francisco Campos

Francisco Campos

Nació en Sevilla en 21 de julio de 1958. Trabaja como administrativo. Es autor del libro "La Constitución andaluza de Antequera: su importancia y actualidad" (Hojas Monfíes, 2017).

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