La guerra entre Rusia y Ucrania saca a la luz la hipocresía de Europa sobre Palestina

Es sorprendente ver la inmediata respuesta europea, su capacidad de movilización y su elogio de la resistencia cuando esta es “blanca, rubia y de ojos azules”.

Antes de la invasión rusa de Ucrania, responsables políticos de la UE me preguntaban en el curso de algunos encuentros qué podían hacer los europeos para hacer frente a la injusticia en Palestina. Pero al sugerirles algunas intervenciones adecuadas la respuesta que obtenía eran sonrisas falsas, ojos como platos o comentarios acerca de que son reivindicaciones poco realistas.

Por ejemplo, cuando sugería que los europeos deberían apoyar la campaña de Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS) la respuesta era: “No, no, eso pertenece a otra época”. Cuando recomendaba que Europa debía dar una respuesta rápida y unificada a las atrocidades israelíes, me decían: “Eso no existe; estamos fragmentados y somos muy diferentes, y el proceso para el establecimiento de un consenso es inviable”. O sobre la resistencia: “No es una palabra que nos guste escuchar en nuestros ámbitos políticos. Es inherentemente agresiva, y muy probablemente violenta”. Y si pedía solidaridad, decían: “Bueno, preferimos la diplomacia. Es más moderna y menos activista”. “¿Y sobre la liberación?”– “Eso es inalcanzable. ¿No os vale con el autogobierno?”.

Leamos lo anterior pensando en Palestina. Leámoslo de nuevo pensando en Ucrania: bienvenidos a la hipocresía europea.

Me pregunto muchas veces si una vez acabada la guerra contra Ucrania sugeriría las mismas medidas ahora que el listón se ha puedo más alto y que sabemos lo que verdaderamente puede llegar a hacer Europa cuando hay voluntad política.

Un momento de reflexión

Es horrible comparar tragedias sobretodo cuando hay víctimas civiles y personas refugiadas de por medio. Como refugiado que soy sé muy bien lo que implica esa condición. Pero los momentos y los procesos de las tragedias son también, tristemente, tiempo para la reflexión y para reconsiderar los hechos. Son momentos que sacan a la luz las complicidades de los actores, dejan ver la hipocresía y desenmascaran la realidad. Lo hemos visto en los últimos cien años en Palestina y en las últimas dos semanas en Ucrania.

Ha sido asombroso ser testigo de la inmediata respuesta europea, de la avalancha de declaraciones de condena a la agresión rusa, de la acogida incondicional de las personas refugiadas europeas, de la imposición de sanciones, de la capacidad de movilizarse rápida y colectivamente cuando existe voluntad política, de los elogios a la resistencia cuando es “blanca, rubia y de ojos azules”, y podríamos seguir…

No envidio que mis iguales refugiados ucranianos reciban todo el apoyo que necesitan. Pero a la luz del “momento Ucrania” que vive el mundo, no puedo sino preguntar a los europeos –individuos e instituciones– si a partir de ahora van a reconsiderar su hipócrita actitud y su habitual doble moral.

La verdad es que el orden mundial necesita una buena sacudida. Las instituciones de gobernanza internacionales, incluido el Consejo de Seguridad de la ONU, requieren una renovación total, al igual que se tienen que abordar las injusticias en todas partes. Pero ni las guerras ni la hipocresía son las vías para conseguirlo.

Abordar los desequilibrios de poder y reinventar las instituciones internacionales son requisitos fundamentales para resolver viejos conflictos e injusticias pero no será posible si no hay igualdad, responsabilidad y honestidad.

Oportunidad estratégica

Así pues, el “momento Ucrania” con todas las tragedias que conlleva y las preciosas vidas perdidas, ofrece a la comunidad internacional –y a los europeos en particular– una oportunidad para reflexionar e iniciar un proceso que conlleve el establecimiento de medidas correctoras en defensa de los principios y valores europeos en todas partes.

Como siempre nos recuerdan los responsables políticos europeos, toda crisis trae consigo una oportunidad. Es hora pues de explorar las oportunidades que podrían derivarse de la crisis de Ucrania. Puede sonar ingenuo, insensible, oportunista y hasta ofensivo para la ciudadanía ucraniana que está siendo atacada, pero es esencial para garantizar que la justicia, los derechos y la libertad sean para todas las personas y no sólo para algunas.

Por lo tanto, por muy doloroso que pueda parecer, el “momento Ucrania” brinda a palestinos y palestinas una oportunidad estratégica para dejar las cosas claras en lo que respecta a la resistencia, a las personas refugiadas, a la libertad, a la liberación, a los derechos políticos y al BDS. Estamos ante una oportunidad estratégica para hacer que los actores europeos rindan cuentas no sólo por los daños y agravios que han causado en el pasado sino también por los daños presentes y futuros que cause negar a los y las palestinas sus derechos.

El pueblo palestino debe intensificar sus reclamaciones de BDS contra el apartheid y la colonización de asentamiento de Israel defendiendo el simple principio de que los palestinos y palestinas tienen los mismos derechos que el resto de la humanidad. Es una forma eficaz de garantizar la rendición de cuentas que tiene cierto eco en algunos círculos políticos europeos.

El relato sobre la resistencia

Al mismo tiempo, las y los palestinos debemos intensificar las acciones en defensa del derecho internacional e insistir en la rendición de cuentas a través del Tribunal Penal Internacional. Deberíamos recordar cada día al mundo que el traslado forzoso de población palestina y el asentamiento de nacionales de la potencia ocupante [colonos israelíes] constituyen una grave violación del derecho internacional humanitario y un crimen de guerra. No deberíamos rehuir el discurso y la práctica de la resistencia, y deberíamos presionar en contra de su criminalización; no sólo porque es una forma eficaz para cambiar la dinámica del poder y conseguir derechos sino también porque la resistencia está justificada y es necesaria para hacer frente a la ocupación militar y la opresión.

No se trata de aprovechar o instrumentalizar el dolor de los demás para obtener nuestros propios beneficios políticos. Pero si queremos construir un orden mundial diferente tenemos que establecer las bases en primer lugar.

Europa: ahora sabemos lo que eres capaz de hacer cuando quieres. Y sabemos mejor cómo pedirte cuentas. Mantengamos la atención en el “momento Ucrania” pero mañana utilicémoslo para reparar otras injusticias en todo el mundo.

A partir de ahora ya no es aceptable que cuando pidamos a los responsables políticos europeos que traten a Palestina como a Ucrania, nos digan que “es distinto”. Las ideas y opiniones expresadas en este artículo son las de los autores y no reflejan necesariamente el punto de vista de Al Mayadeen

Alaa Tartir/Asesor de programas de Al Shabaka, investigador asociado en el Centro de Conflictos, Desarrollo y Consolidación de la Paz.

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