Italia: El fracaso del M5S y el retorno del centro-izquierda

Al explicar el fin del gobierno amarillo-verde (Coalición Liga-M5S) es usual centrarse en los aspectos tácticos, es decir, sobre las decisiones coyunturales de cada uno de los partidos en vez de las cuestiones estratégicas, el contexto, que nos parecen más importantes.

Es cierto que el resultado de las elecciones europeas y las encuestas que la han situado como primer partido italiano han hecho que la Liga anhelará unas elecciones, y a la inversa que el M5s las rechazara como la peste. Sin embargo, la situación actual está determinada principalmente por el contexto: la entrada de Italia en la OTAN y la alianza con los EE.UU., la inclusión en la UE y en el euro y, finalmente, por último pero no menos importante por la aparición de la crisis mundial, que certifica un crecimiento del PIB que se mantiene en 0%.

Cualquier gobierno tendría dificultades para hacer frente a la crisis en un contexto europeo de austeridad. Esto ha sido especialmente cierto para el gobierno amarillo-verde (Liga+M5S), como ha sido evidente durante más de un año, siendo incapaz de hacer convivir los programas del M5S y de la Liga. En la decisión de Salvini de retirar el enchufe del gobierno pesó la sensación de verse obligados, dentro de las restricciones europeas, a unas maniobras financieras duras. Eso habría significado renunciar a puntos importantes de su programa como el impuesto de tasa única. Por no hablar de la incapacidad de lograr, dada la oposición del M5S, la autonomía regional exigida por sus gobernadores en Lombardía y Véneto, es decir, su base electoral y social principal.

Sobre todo, no es necesario decirlo, el gobierno amarillo-verde siempre ha estado bajo la tutela del Presidente de la República Mattarella, que ha jugado desde el inicio el papel de garante de los compromisos internacionales de Italia, sobre todo en la OTAN y en la UE. Este papel ha sido evidente en el rechazo de Savona como ministro de economía hasta la crisis del actual gobierno. De hecho, Mattarella ha sido decisivo a la hora de tomar la decisión de no convocar nuevas elecciones, que habrían supuesto el reforzamiento de dos partidos (la Liga y los Hermanos de Italia) euroescépticos y de continuar la legislatura con un segundo mandato al primer ministro Conte.

En particular Mattarella, junto con la posición adoptada por Renzi a favor de una alianza con el M5S, ha pesado mucho en la decisión de dar un paso atrás de Zingaretti, que había dado por sentado el retorno a las urnas. La declaración de Zingaretti sin duda pesó a su vez en la decisión de Salvini, que a su vez determinó la disponibilidad del Partido Democrático para entrar en una coalición de gobierno con el M5S.

Hay que decir, sin embargo, que el cambio de posición política del M5S que representa la convergencia con el Partido Democrático ya había tenido lugar precisamente en Europa. Mientras que la Liga había votado contra el nuevo presidente de la Comisión, Ursula von der Leyen, el M5S, en un giro de 180 ° en relación con su euroescépticismo histórico, había votado con el Partido Democrático a favor de la candidata alemana. No es casualidad que hace algún tiempo, en los momentos iniciales de la crisis de gobierno, el propio Prodi, convencido europeista y artífice de dos coaliciones de centro-izquierda, fue el primero en hablar de una coalición “Ursula”, es decir, un gobierno M5s-Pd.

El gobierno Conde bis se presenta así como pro-UE y pro-Atlántico, como demuestra el respaldo recibido en la última cumbre del G-7 en Biarritz por Trump, Macron y Merkel. Aún más notable es que, de hecho, sea presentado como un renacimiento del centro-izquierda de nuevo en una óptica bipartidista, que el M5S habían ayudado a eliminar, mediante la introducción de un tercer polo en la política italiana. Por último, es desconcertante ver a Grillo invocar un gobierno tecnocrático, formado por ministros y técnicos pero no políticos, olvidando sus fuertes críticas a lo que ha sido por excelencia un gobierno tecnocrático, el de Mario Monti.

Por las razones anteriores el gobierno Conte bis demuestra el fracaso del M5S en relación con su principal objetivo: cambiar la situación política italiana y enviar a casa a los viejos políticos. De hecho, el M5S va a gobernar con los que había atacado con dureza hasta ayer y que han representado y representan las exigencias de esas élites a las que el M5S en su populismo siempre había declarado sus adversarios. Un fracaso que habíamos profetizado sin grandes dificultades, porque surge de las limitaciones del M5S, principalmente de su ambigüedad política e ideológica. Las debilidades inherentes del M5S continúan todas ahí y hacen prever que el movimiento, después de haberse sometido a Salvini lo hará también al Partido Democrático, con la posibilidad real de que este gobierno no tenga una vida muy larga.

Frente a la posible pérdida adicional de consenso en el M5S, ya evidente en en las elecciones europeas, se abriría la posibilidad de que la izquierda clasista y los comunistas recuperasen posiciones. Sin embargo, esto no será posible si no se escapa a la tentación del nuevo bosque de centro-izquierda, tal vez revisado y actualizado con la motivación de levantar un dique contra el nuevo fascismo en forma de la Liga. Sin querer minimizar la naturaleza xenófoba y derechista de Salvini y la Liga, como hemos dicho muchas veces, el problema hoy no es el resurgimiento del fascismo sin más. La democracia representativa ha sido y está siendo erosionada mediante el traspaso de algunas funciones esenciales del estado a la UE, a través de los tratados europeos y la arquitectura del euro, lo que representa un impedimento para llevar a cabo políticas económicas y sociales expansivas y de izquierda. Sin embargo, la reedición de una alianza de centro-izquierda del M5S con el Partido Democrático solo fortalecerá a la larga a la Liga. La única manera de contrarrestar a Salvini y la Liga es construir una posición clara sobre los puntos más importantes, a partir del nudo de la Unión Europa, que mientras no se corte hace imposible ninguna solución económica o política.

Domenico Moro, Fabio Nobile.

Fuente: www.sinpermiso.info

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Carlos Ríos

Vine al mundo en Granada en 1977. Soy licenciado en Geografía y trabajador en el sector de la enseñanza. Escribí "La identidad andaluza en el Flamenco" (Atrapasueños, 2009) y "La memoria desmontable, tres olvidados de la cultura andaluza" (El Bandolero, 2011) a dos manos. He hecho aportaciones a las obras colectivas "Desde Andalucía a América: 525 años de conquista y explotación de los pueblos" (Hojas Monfíes, 2017) y "Blas Infante: revolucionario andaluz" (Hojas Monfíes, 2019).

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