El submarino nuclear HMS Ambush tiene que abandonar Gibraltar para poder ser reparado

El submarino de propulsión nuclear británico HMS Ambush, que se encontraba en el puerto de Gibraltar tras haber chocado el 20 de julio contra un buque cisterna en aguas de la Bahía de Algeciras, zarpó el viernes hacia Gran Bretaña.

El Ministerio de Asuntos Exteriores afirma que esta decisión se ha tomado atendiendo a sus solicitudes de reiteradas  “explicaciones urgentes” a las  autoridades británicas acerca del “alcance de la avería sufrida”. Pero la Embajada en Madrid ha declarado que esta decisión se ha tomado tras “la evaluación llevada a cabo tras el accidente sufrido por el HMS Ambush”. O sea, que ha sido una decisión técnica en la que en nada han influido las inexistentes presiones españolas ni la tenue oposición mostrada por la “izquierda” y los ecologistas del régimen.

Aunque la nota emitida insiste en que  “en el incidente no se vio afectado el reactor” del submarino, y que éste “sólo resultó con daños externos menores”,  así como de que la Royal Navy informase anteriormente de que el HMS Ambush partiría de Gibraltar después de  quedaran completadas las labores de reparación, lo cierto es que los daños deben de ser de tal envergadura que requieren ser reparados en un astillero especializado y no puede serlo en Gibraltar, lo que contradice la versión oficial de británicos y españoles en torno a que los daños carecían de importancia.

Otra prueba de la importancia de los daños sufridos realmente lo constituye el hecho de que para sl viaje de regreso a su base haya tenido que ser desarmado y varios buques de la Royal Navy hayan tenido que darle escolta, puesto que es incapaz de sumergirse y parece que, además, los daños “menores” incluyen incluso a sus élites según algunas fuentes. En la foto adjunta a la noticia el Ambush teniendo que ser remolcado al puerto de Gibraltar tras el incidente “carente de importancia”.

El Consejo de Seguridad Nuclear español, dependiente del gobierno estatal, se apresuró a informar, al día siguiente mismo del accidente,  que no había detectado niveles de contaminación radioactiva “extraña”, “anómala” o “por encima de lo normal” en ninguna estación de medición fija situadas en la zona del Estrecho de Gibraltar. Pero como por la boca muere el pez, Fuentes del CSN informaron que ningún equipo específico se había desplazado a medir de forma especial los niveles de radiación en la Bahía de Algeciras con motivo del accidente.

Estas mismas fuentes añadieron a los medios que desde el Grupo Operativo de Vigilancia Radiológica (GOVRA) de la Armada Española, no se había recibido petición alguna para que actuase en la Bahía de Algeciras. Pero, a continuación, intentó tranquilizar manifestando que estos niveles se miden “en toda España” y de manera “sistemática” a través de la Red de Estaciones de Muestreo y de la Red de Vigilancia Radiológica Ambiental.

Estos puntos de la red de estaciones automáticas tiene estaciones de medición en localizaciones representativas del litoral, sobre todo puertos, cabos o playas sometidas a corrientes marinas, o bien situadas en desembocaduras. Loa más cercanos a lugar del accidente son los de Isla Cristina (Huelva), el puerto de Cádiz y el Estrecho de Gibraltar (Tarifa), donde los datos se recopilan “todo el año a todas horas”.

Fuera aparte la “credibilidad” que pudiesen tener organismos oficiales al servicio del Estado impuesto, lo cierto es que un submarino nuclear, cagado de armamento, ha chocado con un buque cisterna, con miles de litros de fuel, en la Bahía de Algeciras, a escasa distancia de varias poblaciones habitantes por decenas de millares ciudadanos. Nunca sus habitantes han estado tan cerca de una catástrofe humana y ambiental como los estuvieron tras dicha colisión, que podría incluso haber poseído características de desastre nuclear.

Y en una situación como esta hay que subrayar la actitud de unas autoridades “andaluzas” que se han limitado a restar importancia, como los alcaldes de la zona, cuando no a callar, como en caso de la Junta. De unos medios de “comunicación que han informado del suceso como si de un mero accidentes de tráfico marítimo se tratase.

Resulta especialmente reseñable la falta de actuación y “moderación” en sus demandadas de los grupos políticos de “izquierda” y ecologistas que si hace años la simple presencia de un sumergible nuclear en Gibraltar para su reparación, el HSM Tireless, les pareció razón más que suficiente para organizar una campaña exigiendo su partida, que incluía manifestaciones, ahora, que ya no sólo se trataba de una reparación de un submarino nuclear sino, además, de su colisión con un navío cargado de gasolina, les ha perecido suficiente  con realizar declaraciones verbales de rechazo y amenazar de posibles denuncias.

Si realmente querían solventar, de una vez por todas, la problemática del arribe de submarinos y navíos con propulsión y armamento nuclear en la Bahía de Algeciras nunca lo han tenido más claro y facil, cara a la opinión pública. El hecho de la colisión del Ambush ha poseído tal grado de peligro, y no potencial sino real, que convenientemente propagadas habrían podido movilizar a la población incluso con más efectividad que con el Tireless. ¿Entonces, por qué han desaprovechado la oportunidad?  La pregunta sigue en aire.

Paco Campos para La Otra Andalucía

Francisco Campos

Francisco Campos

Nació en Sevilla en 21 de julio de 1958. Trabaja como administrativo. Es autor del libro "La Constitución andaluza de Antequera: su importancia y actualidad" (Hojas Monfíes, 2017).

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