El partido ultra francés Agrupación Nacional (RN), en proceso de ingresar en la OTAN


Se cae la máscara y el partido de ultraderecha francés RN aparece como lo que es: un partido europeísta y atlantista digerido por la Unión Europea. Estamos lejos del partido antisistema que sedujo a parte de las clases trabajadoras del Estado francés.
La Agrupación Nacional (RN), frecuentemente etiquetada como de extrema derecha) anhela respetabilidad. Y apenas lo esconde. Sueña con parecer aceptable ante los actuales dirigentes del sistema político, sistema que, sin embargo, sigue denunciando en su discurso.
Esto no es del todo nuevo. Hace ya unos años, este partido dejó de cuestionar el euro, aunque anteriormente había luchado, al menos de palabra, contra el principio de la moneda única. Los estrategas de Marine Le Pen estimaron posteriormente que esta oposición había contribuido a su derrota en las elecciones presidenciales de 2017.
Esta renuncia siguió al alineamiento del RN (que entonces se llamaba Frente Nacional) con la ideología dominante relativa a la membresía de Francia en la UE. En realidad, el “Frexit” nunca había formado parte del programa oficial del partido. Pero, cultivando la ambigüedad, sus líderes intentaron seducir a los votantes resueltamente opuestos a la integración europea. Es sólo un viejo recuerdo…
Sobre todo porque la evolución de la RN se ha acelerado muy recientemente. Sobre todo desde la secuencia en la que, a principios de verano, el joven presidente del partido, Jordan Bardella, creía poder convertirse en primer ministro tras la primera vuelta de las elecciones sorpresa, antes de desilusionarse tras la segunda: todos los partidos establecidos. Luego acordó “bloquear” a RN, lo que mantuvo a este último en la oposición, aunque ahora constituye el grupo más grande en la Asamblea Nacional.
Sus diputados ahora reciben instrucciones de parecer competentes y responsables, incluso si eso significa echar mucha agua en el vino cuando se trata de demandas populares que antes decían apoyar. Al mismo tiempo, se han multiplicado abiertamente los contactos con los círculos empresariales.
Tradicionalmente, los principales medios de comunicación acusaban a la RN de ser prorrusa, incluso proPutin.
Hay un ámbito donde esta evolución es más discreta, pero también más espectacular: la política internacional. Tradicionalmente, los principales medios de comunicación y los partidos políticos tradicionales acusaban a la RN de ser prorrusa, incluso proPutin. En particular, defendió la anexión, en 2014, de Crimea a la Federación Rusa. Tres años más tarde, el presidente ruso recibió en Moscú a Marine Le Pen, que entonces hacía campaña para ser elegida diputada al Elíseo.
Asimismo, tras la entrada de tropas rusas en Ucrania en 2022, el partido se proclamó frecuentemente opuesto a las sanciones europeas adoptadas contra Rusia. Y condenó la ayuda de la OTAN a Ucrania al enfatizar la responsabilidad de la Alianza Atlántica en el conflicto. Es precisamente esta posición la que está cambiando, sobre todo en un contexto en el que Jordan Bardella está consolidando su dominio en el partido, mientras Marine Le Pen se centra en su futura batalla por el Elíseo (en principio prevista para 2027).
El joven presidente de RN publicó recientemente un libro (titulado Lo que busco) para reivindicar su identidad política. Implícitamente asume una ruptura con la anterior línea del partido sobre Ucrania, creyendo que las viejas opciones habían lastrado la batalla electoral de 2022. “Muchos compatriotas temían, en caso de victoria en las elecciones presidenciales, una debilidad de nuestro bando frente a del expansionismo de Putin”, escribe Bardella. Y continúa: “a partir de 2014, desde la anexión de Crimea y la desestabilización de Donbass, fueron perceptibles las señales de una agenda geopolítica rusa desinhibida y del retorno a una política imperialista”.
Sólo queda entonces un paso para sumarse, casi palabra por palabra, al discurso oficial de la OTAN: “Ucrania, el Dniéper y el Donbass parecen lejanos. Sin embargo, es allí, en este inmenso flanco que se extiende desde el Ártico hasta el Mar Negro, donde está en juego la seguridad de Europa”. El autor concluye que en caso de una victoria rusa, “nadie puede descartar que (el presidente Putin) prepare nuevas agresiones”.
Un discurso así tiene algo que atraer a las castas políticas francesa y europea. Y por si fuera poco, Bardella confió este expediente a uno de sus amigos más cercanos, el eurodiputado Pierre-Romain Thionnet, y lo envió a formar parte de la Comisión de Asuntos Exteriores del Europarlamento. Este último defiende, en particular, el aumento de poder de la presencia militar francesa en Europa del Este (en particular, en Rumanía) en el marco del apoyo de la OTAN a Kiev. Y elogia regularmente al ejército ucraniano, en cuyo favor aboga por la continuidad de la ayuda occidental.
Son los mecanismos institucionales de la UE los que “digieren” a los partidos
Por supuesto, no todo el partido está comprometido con este “aggiornamento”. Pero este último está a punto de imponerse, a riesgo de alimentar conflictos internos. Queda una pregunta: ¿son estos movimientos hacia la ideología dominante, en todos los niveles, puramente oportunismo, o reflejan acontecimientos fundamentales?
Es probable que la motivación inicial fuera la preocupación de “no asustar” a ciertas categorías de votantes. Pero esta elección táctica se transformó gradualmente en convicción, a través de la repetición y la justificación.
Probablemente un factor fue decisivo a este respecto: la asistencia frecuente, y en una escala cada vez más amplia y estructural, a las instituciones europeas, en particular al Europarlamento. No es insignificante que Jordan Bardella, eurodiputado en 2019 a los 24 años, compagine desde hace varios meses la presidencia del RN con la del grupo ultra Patriotas por Europa en el seno de la Asamblea de Estrasburgo.
Puede resultar útil trazar un paralelo con la “mutación” autoinfligida del Partido Comunista Francés en los años 1990. Esta profunda transformación respondió a determinantes complejos y múltiples, pero hay un punto en común con las actuales renuncias al Partido Comunista. RN: El deseo de sentarse asiduamente en Estrasburgo y de sumergirse en los mecanismos comunitarios se ha justificado en nombre de la necesidad de “cambiar Europa desde dentro”.
Excepto que está sucediendo lo contrario: son los mecanismos institucionales de la UE los que “digieren” a los partidos. Estos mecanismos son extremadamente eficaces para desencadenar y nutrir conversiones fundamentales, a través de reuniones, estructuras, mecanismos comunitarios que integran –literalmente– mentes y acciones; y que así logran aniquilar la crítica radical. Todo esto para promover mejor la ilusión de “cambiar” el progreso de la Unión Europea… mientras en realidad refuerza su supuesta legitimidad. Y esto, en particular gracias a la “cultura del compromiso” tan elogiada en Bruselas y Estrasburgo.
Sin duda, no es casualidad que los reveses se produzcan de la manera más espectacular en el ámbito de la política internacional. En 1999, el PCF se proclamó “euroconstructivo” a través de su lista para las elecciones europeas denominada “Move Europe”, que incluía entonces a partidarios de la guerra contra Yugoslavia. Un cuarto de siglo después, el RN se está acercando progresivamente a las tesis atlantistas y espera así ser aceptable para llegar al poder en Francia.
La consecuencia para el PCF fue la virtual desaparición de cualquier papel significativo en la escena política. El RN no está en esa situación actualmente. Pero se podría activar el mismo proceso: si logra hacerse aceptable a los ojos del sistema, una gran parte de su electorado podría, a largo plazo, sentirse traicionado.
Fuente: Ruptures.
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