El Parlamento de Andalucía vota contra el pueblo andaluz
El Parlamento andaluz ha aprobado ayer jueves una proposición no de ley presentada por el PSOE, y con el voto favorable de todos los grupos políticos a excepción del de IU, de “reivindicación del 28-F y defensa de los derechos de los andaluces”. Junto a una serie de peticiones de carácter meramente administrativo y financiero, la proposición, amparándose en la conmemoración del autonomismta 28F, incluye una reafirmación de españolismo y contra los derechos de los pueblos, incluidos, por tanto, los del propio pueblo al que dice representar, el andaluz.
Como es obvio, bajo este epígrafe de supuesta “defensa de los derechos de los andaluces”, en un ejercicio de lenguaje orweliano, lo que se proclama en realidad es exactamente lo opuesto: la negación de su derecho como pueblo a detentar y ejercer su soberanía, así como la propia negación de Andalucía como nación.
En este sentido, parapetándose en el manido pretexto de la igualdad entre territorios, la resolución aprobada afirma que la “soberanía nacional” pertenece al conjunto del pueblo español y que sólo a él puede corresponder decidir. Lógicamente, otorgarle la soberanía al conjunto es negársela a todos los pueblos, como tales, incluido el nuestro. Así mismo, hablar de “soberanía nacional” en referencia a España es reconocerla como nación e, implícitamente, negarle dicha consideración a Andalucía, así como al resto de naciones obligadas a formar parte de este Estado impuesto.
La proposición aprobada se pronuncia igualmente contra cualquier intento “de romper la unidad de España, el régimen constitucional, así como cualquier propuesta e intento de consulta o referéndum que tenga por objeto sustraer la voluntad soberana del pueblo español, actuaciones irresponsables que solo atentan contra la ley y la Constitución, sino que amenazan con fracturar la convivencia entre los españoles con consecuencias gravemente negativas para todos”. Nuevamente, tras la máscara de la defensa de derechos, lo que se hace es negarlos así como combatirlos. Apostar por impedir e imposibilitar su ejercicio.
Intervenciones clarificadoras
De las intervenciones del PP y Ciudadanos no merece la pena ni hacer referencia. Meros ejercicios de casposo patrioterismo español camuflado de “constitucionalismo”. En cuanto a la del PSOE, su portavoz, Mario Jiménez, justificó la proposición con el típico argumentario manipulador del régimen sobre el 4D y su significado, afirmando que “la historia de esta comunidad, el pueblo se echó a la calle masivamente el 4 de diciembre de 1977 para pedir, no autodeterminación o independencia, sino “autonomía, autogobierno e igualdad de trato”.
Más significativa fue la intervención de Teresa Rodríguez, en nombre de Podemos, con respecto al posicionamiento de su partido, acatando y asumiendo por completo el discurso oficial del régimen con respecto a nuestra tierra y los significados del 4D y el 28F. Si a algún bien intencionado aún le quedaba alguna duda al respecto, ella se encargó de despajarla.
En este sentido, afirmó que “los andaluces ejercimos nuestro derechos a decidir el 28F, lo dijo Rafael Escuredo en una entrevista, igual que el periódico El Socialista publicó que los andaluces decidieron la construcción de un pueblo”. Rodríguez añadió que los andaluces pidieron hace más de tres décadas no café, en referencia al “café para todos”, sino “pan, trabajo, techo y dignidad, de forma fraternal con el resto de los pueblos de España”.
Elena Cortés, portavoz adjunta de Izquierda Unida, por su parte, realizó la intervención más crítica con la propuesta y el PSOE al que le echó en cara darse “golpes de pecho en días señalados” con la autonomía y calificó la propuesta “cáscara de nuez vacía” al “plantear un modelo territorial sin modelo social”. Con respecto al propuesta les recriminó igualmente, que “ustedes retuercen la historia para defender la unidad de España cuando han convertido desde el 1984 a Andalucía en una economía dependiente de Madrid y de la UE, en un patio de recreo de Europa”.
Como vemos, fue la de IU la única voz mínimamente díscola y disonante en esa fanfarria de desbordante españolismo, aunque, como por otro lado cabía esperar, sin salirse de él. El único “no” que se pronunció ante la pantomima representada, aunque fuese por cuestiones secundarias.
Pero lo más destacable y significativo, indudablemene, ha sido tanto el silencio cómplice de las dos parlamentarias de Podemos pertenecientes a una formación que se autocalifica como “soberanista andaluza”, la CUT, como el que no votaran en contra de una proposición que le negaba su soberanía a Andalucía.
Paco Campos para La Otra Andalucía
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