El Foro de Pueblos Originarios reclama al Estado Argentino el reconocimiento del genocidio

Argentina 3

El primer Foro de Pueblos Originarios, “Genocidio y Argentinización”, convocó el pasado fin de semana en Bahía Blanca a las 36 naciones originarias a trabajar ejes en conjunto, en vías de avanzar hacia la denuncia del genocidio sistematizado perpetuado hasta el día de hoy. Representantes de estas comunidades hermanas se reunieron para articular y comprometerse a continuar en una misma lucha.

Fue como un relámpago que llenó de luminosidad la larga noche de afrentas, despojos y malos tratos que sufren los pueblos originarios que habitan desde hace siglos este territorio que se ha dado llamar Argentina. Desde los más alejados confines numerosas mujeres representantes de otras tantas naciones llegaron hasta Bahía Blanca para contar sus verdades y exponer sus reclamos de siglos en el Foro de Pueblos Originarios, Genocidio y Argentinización. Un Encuentro sacado adelante a pulmón, con mucho trabajo previo y paciencia milenaria, ya que se vino organizando  tras un recorrido pueblo por pueblo desde hace meses.

Detrás de este engranaje unitario y enriquecedor hay muchos brazos y voluntades, que al calor del empuje que como siempre desarrolla la weichafe (guerrera) mapuche Moira Millán fueron armando este escenario de denuncia y profundo (además de necesario) debate sobre una realidad que el Poder busca ocultar.

Alli se escucharon reclamos tan chocantes como que las lenguas originarias siguen postergadas a nivel oficial, por más que desde los respectivos gobiernos que han transcurrido en estas últimas décadas se mienta descaradamente que son tenidas en cuenta. Si aún se sigue hablando en mapudugún, pilagá, ava guaraní, guaraní o kechua, entre otras lenguas, es por la voluntad ancestral que los integrantes de estas naciones se autoimponen para no perder identidad y mucho menos memoria.

El otro gran tema ha sido la tierra, la bendita tierra a la que los pueblos originarios defienden, ponderan y cuidan, pero que el despojo de los conquistadores (los de antes y los de ahora) la ha ido convirtiendo en un botín de guerra de sus políticas extractivistas y de agro-negocios. Nadie habrá de amar la Naturaleza y defender el buen vivir en la misma como quienes desde siempre han estado emparentadas con lo que de ella emana.

Los habitantes de territorios surcados por la muerte a futuro que implican toneladas de soja y sus consabidos glifosatos, denunciaron que hay un plan de exterminio sostenido contra la Pacha, esa Madre tierra que junto al Tata Inti  (padre Sol) y el frescor de los ríos, representan la Vida, escrita con mayúsculas.  También no se quedaron atrás las menciones en los debates sobre la depredación que generan la deforestación, el fracking y la megamineria, arrasando flora, fauna y hasta los monumentos religiosos ancestrales de cada uno de estos pueblos.

Otro perfil importante del Foro estuvo representado por el accionar de las mujeres originarias, su práctica solidaria y sus agallas a la hora de defender su cultura frente al avance destructor de políticas que abonan aún más las prácticas genocidas del patriarcado y el capitalismo. Las voces de ancianas sabias y jóvenes que han hecho de la rebeldía un estilo de vida, resonaron fuerte en el Encuentro, no sólo porque están hartas de que las ninguneen, acosen, abusen o asesinen sino porque sienten desde sus entrañas la necesidad de dar un paso adelante y liderar las justas demandas de sus pueblos.

En Bahía Blanca, la autonomía volvió a ganar un espacio en un momento en que en todo el continente se escuchan los gritos de lucha de quienes durante más de 500 años han estado resistiendo pero también construyendo las herramientas para pasar a la ofensiva. No es casualidad que en cada una de las luchas que se vienen dando ante el avance de las derechas y las trasnacionales que las monitorea, son mujeres originarias las que están a la cabeza de las reivindicaciones. Muestran con dureza, pero sin perder jamás la ternura, que los derechos humanos no son parte de una consigna sin contenido, sino un componente de la batalla integral por ser y estar en un territorio que se les niega brutalmente y que están dispuestas a defender con uñas y dientes.

Pero en este Foro también hubo momentos únicos para consolidar la autoestima, venciendo el frío climatológico con el calor de la hermandad corporal. Por eso, estas mujeres de hierro y miel (y algunos hombres que se sumaron solidariamente)  se abrazaron, besaron, festejaron y debatieron, cargando sus alforjas de más conocimiento y prometiendo nuevas juntadas para afianzar futuras luchas.

La dinámica del encuentro

La dinámica del encuentro es consecuencia directa del mapa político que lo genera. 36 autónomas, cada una de ellas con numerosas comunidades asediadas continuamente por la persecución y violencia institucional. 28 lenguas resuenan en los diálogos, expresiones unívocas de la pluriculturalidad existente. El castellano es una segunda lengua para muchxs de los asistentes.

El recrudecimiento de la violencia hacia las naciones originarias se explica al entenderlas como el principal factor de resistencia a un modelo extractivista de recursos. Un modelo que exprime a la naturaleza en busca de extraer renta, dejándola agonizante a su paso. Las leyes que los protegen son cuantiosas, llegando hasta convenios supranacionales más poderosos que la Constitución Nacional. Leyes que, desde su concepción, el Estado argentino viola permanentemente.

La apertura con los testimonios de los representantes de las comunidades permitió definir el panorama y plantear los ejes de trabajo. La evidencia fue clara, la persecución y criminalización de la otredad es la estrategia de los aparatos estatales para amedrentar la resistencia. La convocatoria al Foro, emitida por la Marcha de Mujeres Originarias, logró que viejas diferencias sean dejadas atrás en vías de un objetivo: reclamar al Estado argentino el reconocimiento del genocidio perpetrado contra las naciones originarias. Y su inmediato final.

La construcción que describe a la población originaria como desvaneciente es falsa. Un artilugio para poder invisibilizar al otro y así dominarlo. Solo el número de argentinos que reconocen ascendencia originaria supera el millón y medio. Daniel Corach, biólogo del CONICET concluye que el 60% de la población tiene algún componente genético amerindio, de pueblos nativos. “Acá no hay descendientes” afirman referentes de las comunidades en respuesta a las acusaciones de que sus culturas fueron borradas o eliminadas. Hartos están de escuchar que no existen. La respuesta es clara y no se deja esperar: “Estamos vivos y no nos van a vencer”.

A esta campaña de invisibilización del gen originario en la construcción del Estado nacional, se suman otros factores: muchas naciones habitan por fuera de las fronteras argentinas, las comunidades se ven amedrentadas a la acción por fuerzas de poder locales y los datos duros son inexistentes. Principalmente debido al aislamiento geográfico que muchas poblaciones sufren, pero también a causa de la barrera linguistica que las instituciones no están interesadas en cruzar. Para neutralizar la lucha, el tridente de poder conformado por multinacionales extranjeras, terratenientes locales y funcionarios políticos funcionales ejerce violentas herramientas de coerción como el bloqueo de caminos, la intoxicación de recursos naturales de los cuales las comunidades dependen y la alianza con grupos de choque en connivencia con fuerzas de seguridad.

El avance en los acuerdos es también decisivo para consolidar al Foro como plataforma para la unión y articulación de las naciones. La propuesta del espacio es conformarse como instituyente para la participación de todo el pueblo argentino. Un espacio de diálogo independiente, de consenso plural. Así, las naciones originarias rompen con el discurso hegemónico de que no existen, de que están segregadas y de que los que resisten son terroristas o criminales.

El sistema se corrompe en cada arista. Desde las fuerzas de seguridad que acosan y violentan con un accionar genocida, pasando por fiscales comprados y jueces racistas, hasta entes de regulación y espacios que, lejos de garantizar los derechos, exacerban la segregación y agudizan la violencia institucional racista. El poder patriarcal, capitalista y etnocentrista pretende arrasar con todo, pero las comunidades originarias, con sus mujeres a la cabeza, saben demostrar que la marcha ha comenzado y que no piensa detenerse ante nada.

Originarias unidas

Este pasado fin de semana se realizó en Bahía Blanca el Primer Foro de Pueblos Originarios. Genocidio y Argentinización, un esfuerzo conjunto de las 36 naciones originarias de todo el país. Moira Millán, coordinadora general del movimiento Marcha de Mujeres por el Buen Vivir, explicó para La 12 las razones de estos dos días de encuentro, denuncia y puesta en común de las urgencias de nuestras naciones indígenas.

Recuperar la memoria, denunciar las violencias, unirse por la justicia reafirmando la vida en los territorios son algunas de las consignas que arenga este Primer Foro de Pueblos Originarios que está empezando hoy en Bahía Blanca y que hasta mañana promete develar la trama que hasta ahora permanecía dividida en 36 naciones que guardan la lengua, las costumbres y las tierras de sus ancestros de norte a sur del país. La importancia de dar voz y espacio de encuentro a quienes ya se vienen juntando en las Marchas de Mujeres Originarias por el Buen Vivir es de carácter urgente, y es contemporáneo al feminismo copando las calles al grito de Vivas nos queremos. Una de las que hoy dan origen al Foro es Moira Millán, referente de la comunidad mapuche, que encabezó la Marcha del 21 de abril de 2015 por los derechos fundamentales de los pueblos originarios, la interculturalidad de todos los argentinos con estos pueblos y los derechos específicos y demandas de las mujeres indígenas, quienes junto a lxs niñxs padecen más cruelmente la invisibilidad y segregación, con plena complicidad del Estado y también de la sociedad civil. “Ha sido durísimo llegar a este Primer Foro porque hay una desaprensión absoluta del Estado en todo lo que tiene que ver con Derechos Humanos y en particular con los pueblos originarios. Cualquier iniciativa nos cuesta muchísimo, sobre todo a las mujeres. Sin embargo creemos que las Marchas y la realización de este Foro son un avance fundamental, por la visibilidad de nuestras hermanas muertas, la mayoría de ellas que no son hispanoparlantes y cuando las han matado o las han violado no se han tomado las denuncias bajo la excusa de que el personal policial no entiende lo que se quiere denunciar. Argentina ha adherido al Tratado Internacional por los Derechos Lingüísticos, o sea que traductores debería haber pero no hay porque no les interesa”.

¿Cuáles son las misiones de este Foro?

Visibilizar estas muertes que han quedado invisibles, como primera medida, y que no sabemos cuántas son. Tenemos centenares de casos de mujeres asesinadas que no salen a la luz pública y queremos poner ese conocimiento en común. Los territorios tienen memoria y este genocidio es una continuidad con aquel que constituyó este Estado: que no ha puesto la premisa de Memoria, Verdad y Justicia para los pueblos originarios. Es necesario e importante que la justicia sea el resultado de asumir esta verdad y esa verdad va a emerger en la medida que se nos permita hablar desde nuestros cuerpos y territorios. De no asumir esta verdad nuestros pueblos van a volver a vivir el dolor, las masacres y los genocidios. El horror de los femicidios y todos los acontecimientos de la última dictadura militar fueron y son el resultado de un laboratorio que se ha hecho con nosotros previamente. La impunidad alimentó esas reacciones, una sociedad que aceptó como natural la masacre se va preparando para seguir naturalizando estos crímenes.

Moira lleva trabajando un año en la organización de este Foro. En 2012, la película Pupila de mujer, mirada de la tierra la hizo viajar por el país y conocer hermanas de otros pueblos. De allí nació la idea de hacer la Marcha por el Buen Vivir. “No había un centavo, nadie quería aportar, así que lo que hice fue salir a recorrer el país a dedo y tardé tres años, y después de recorrer el país y encontrarme con historias tremendas se hizo la primera Marcha en 2015. Entramos al Congreso pero ningún medio lo cubrió: era plena época electoral y estaba Félix Díaz con el acampe qom. Creemos que desde entonces hubo un cambio importante para nosotras, interno, entrar al Congreso y tomar la palabra y proponer el Buen Vivir como derecho que implica toda una plataforma estructural revolucionaria. Eso nos empoderó, encontrarnos entre nosotras, entender que el consenso es posible, porque los varones no están logrando la unidad pero nosotras si. Empezamos a levantar la cabeza, en ese momento éramos 10 mil y la mayoría eran no indígenas que acompañaban y que entendieron la dimensión de lo que planteamos. Todavía vemos la indiferencia de nuestros compañeros, no solo de los blancos, de nuestros pueblos también.

Un año después, hubo una segunda Marcha sin apoyo ni banderas. Decidieron acompañarla con la consigna “Sin nosotras no hay país”. “Somos las que limpiamos, trabajamos en los campos, somos masa laboral invisible. Eso que se vende como el progreso tiene mano de obra mujer e indígena. Creo que hay un despertar de la tierra que necesita a las mujeres accionando, esto nos trasciende como humanidad, la mapu está despertando la fuerza de la mujer, y no me sorprende el empoderamiento de nuestras voces. Estamos conectadas todas, no importa la raza, el idioma, estamos siendo llamadas a parar la locura del genocidio planetario.

(Fuente Resumen Latinoamericano / Autores: Carlos Aznárez , Nataliza Colazo, Hernán Vitenberg, Flor Monfort)

Francisco Campos

Francisco Campos

Nació en Sevilla en 21 de julio de 1958. Trabaja como administrativo. Es autor del libro "La Constitución andaluza de Antequera: su importancia y actualidad" (Hojas Monfíes, 2017).

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