Dani Cornellà (CUP): “La investidura de Illa es la muerte del procés, no de la lucha por la independencia”
Entrevista con Dani Cornellà, diputado de la CUP en el Parlament.
— Una consecuencia de la investidura de Illa es el regreso prometido de Puigdemont. ¿Sabéis cómo lo piensa hacer y qué espera del resto del independentismo?
—Lo veremos estos días. En cualquier caso, es el presidente –si viene como presidente– o el candidato de Junts quien tendrá que dar las explicaciones pertinentes. Como siempre hemos hecho, estamos junto a las personas represaliadas, el presidente, los demás exiliados y los miles de represaliados que ha habido durante todos estos años. Tienen todo nuestro apoyo y estaremos a su lado si ocurre cualquier cosa.
— ¿ Harán un llamamiento a participar en las movilizaciones que se convoquen?
—Iremos, y si es necesario, haremos una convocatoria. Evidentemente, estaremos a su lado.
— ¿Qué puede ocurrir si lo encarcelan?
—A corto plazo, si lo detienen se suspenderá el pleno y entraremos en la incertidumbre sobre cuándo habrá uno nuevo. Tenemos hasta el 26 de agosto, pero deberemos esperar a que se resuelva. Estaremos a su lado hasta conseguir que sea amnistiado y que salga en libertad. Más allá de eso, hacer hipótesis de lo que puede ocurrir es muy difícil. No creo que el pacto que han hecho PSC, ERC y Comuns varíe.
— ¿Y en el conjunto del independentismo? Puede tener un efecto dominó que derribe a Pedro Sánchez, si Junts le retira el apoyo.
—Junts ya se ha desmarcado en las últimas votaciones en el congreso. Es muy complicado de desestabilizar, ya lo vimos nosotros también. Una vez llegas a un acuerdo y hay un presidente, es muy difícil desestabilizarlo. El control lo tiene quien gobierna, no quien queda fuera del gobierno. Habrá que ver qué pasa. Evidentemente, es diferente una movilización en masa en las calles de una movilización que no lo sea, y deberemos ver qué posible efecto tiene. Pero creo que a los tres partidos que han pactado una detención no les va a mover el terreno de juego en ningún momento. Quizás hace unos años hubiera sido otra cosa, pero ahora mismo…
— El acuerdo entre el PSC y ERC tiene una retórica sorprendente, con el PSC hablando de Catalunya como nación y un traspaso de la recaudación y gestión de impuestos que se asemeja mucho a la propuesta inicial de ERC. Lo difícil es que se cumpla.
—Es un pacto de Illa, no de Maragall. E Illa representa al sector más españolista y más de derechas del PSC de estas últimas décadas. El gran problema del acuerdo es que es muy ambiguo y que no se decide su despliegue en Catalunya, sino en Madrid. Más allá de la desconfianza que despierta el PSC-PSOE por los incumplimientos constantes desde el nuevo estatuto, que ya preveía una serie de mejoras de la financiación que no se llevaron a cabo. Tenemos una desconfianza muy clara hacia ese acuerdo. Lo hemos vivido en la propia piel: hacer cumplir los acuerdos entre dos partes, cuando una gobierna y otra no, es muy complicado.
— Para ERC, ¿sería más fácil apretar al PSC si entrara en el gobierno?
—Cuando se firma un acuerdo, debería ser para llevarlo a cabo. Pero en las últimas décadas hemos visto muchos acuerdos que no han llegado a cumplirse ni al 100% ni con un tanto por ciento que pueda ser satisfactorio. Independientemente de si están dentro o fuera del gobierno, difícilmente podrán hacer cumplir un acuerdo que no se decide aquí. Al final, es Pedro Sánchez y una mayoría en el congreso quien tendrá que decidir esa financiación singular. Estar dentro o fuera del gobierno de la Generalidad no condiciona el cumplimiento del programa. Hemos visto cómo Junts o Esquerra llegaban a pactos por la presidencia del gobierno español a cambio de una amnistía que no se aplica a todo el mundo. O nos decían que cobraban por adelantado mientras el catalán en Europa es inexistente y va por largo.
— ¿Puede que ERC lo vea como una oportunidad para replicar con la financiación la frustración postestatuto para volver a hacer crecer el independentismo? Una propuesta federalizante y de sentido común que choca con los límites del Estado.
—El escenario actual no es éste. En cualquier caso, si esta es su estrategia, es una apuesta muy arriesgada que no compartimos. Hemos visto que negociando con el Estado y con la idea de “de la ley a la ley” no hay nada que hacer. Debemos volver al Primero de Octubre y al 3 de octubre: sumar fuerzas, toda la ciudadanía que crea en este proyecto, y volver a hacer un embate con España para ganarlo.
— ¿Cómo se llega a un Primero de Octubre y un 3 de octubre, partiendo de dónde estamos ahora?
—Volviendo a empezar desde la calle, volviendo a ilusionar a estos miles de personas que han dejado de votar el independentismo porque se han desengañado y frustrado. Dejando de engañar a la ciudadanía y volviendo a tender puentes con la sociedad civil y entre los partidos políticos. Unos mínimos que compartimos para volver a acrecentar este movimiento. Evidentemente, para nosotros, un movimiento cuanto más a la izquierda mejor para sumar al máximo de ciudadanos.
— En los últimos meses se había vuelto a hablar de la unidad estratégica, pero ahora mismo es quizás más rota que nunca.
—Costará mucho recuperar la confianza con Esquerra Republicana o Junts per Catalunya viendo esta estrategia pactista con España. Una estrategia que, en lugar de buscar confrontación, quiere pacificar y restablecer la normalidad entre Cataluña y España. Realmente será muy complicado, pero debe haber un punto de inflexión entre todo el independentismo que marque estos mínimos denominadores comunes. Puede ser la lengua, el derecho de autodeterminación, la independencia u otros. Como partido hace más de un año que ya vimos que esto no iba a ninguna parte, que se había agotado el proceso y que era necesaria una refundación o un nuevo marco. Nosotros empezamos a trabajar con esta refundación para transformar la CUP en una herramienta útil para la actualidad que vivimos, no la de hace unos años. Ahora tendrán que hacerlo el resto de los partidos, que ya vemos que empiezan a hacerlo. La realidad es otra, debemos adaptarnos y volver a empezar con todo este trabajo que ya se ha hecho, que no debemos renunciar a él.
— Laia Estrada decía este fin de semana que la investidura de Illa es la muerte del procés. ¿Lo compartís?
—Es la muerte del procés, no entendido como el fin de la lucha por la independencia. Es evidente que la lucha por la independencia, al menos por parte de la CUP y otras entidades o partidos, no ha terminado. Continuará hasta alcanzar la independencia, pero es verdad que el proceso ha llegado a un punto final con esta investidura de un partido independentista a un presidente españolista y de derechas. Debemos reconocerlo y decirlo. Reconocer todos los errores que se han hecho, que no se han explicado bien y que algunos han hecho independentismo mágico con esta retórica. Ya no estamos en el 2017, ni en el 2018, ni en el 2019. Han pasado muchas cosas, la sociedad ha cambiado y el movimiento independentista también. Por eso hay que hacer esto que hacemos nosotros con el proceso Garbí: reorganizarnos, volver a crear una dinámica positiva, recuperar a toda esta gente que se ha quedado por el camino desilusionada, desgastada o enfadada y volver a tender puentes con todo el mundo.
— El proceso Garbí es un mecanismo para reforzar su proyecto particular, no una propuesta para todo el independentismo.
—Primero debemos situarnos después de unos malos resultados para el independentismo y para las izquierdas. Por eso hace un año decidimos que debíamos repensarnos como organización, tanto en el terreno estratégico como en el organizativo. Podemos valorarlo como un éxito, han participado más de 2.000 personas, y un 40% no son militantes de la organización, sino personas del entorno. Nos abre un nuevo camino. Si queremos avanzar con el resto de entidades y de partidos independentistas, primero debemos situarnos nosotros mismos para ser un proyecto que busca la hegemonía dentro del independentismo de izquierdas. Necesitamos volver a ser una herramienta útil y fuerte, lo más amplia posible, y que recoja a toda esta gente huérfana de partidos o que ya no participa en las elecciones.
— En Twitter habla de hacer “una izquierda nacional fuerte”. ¿Qué significa? ¿Quiere sustituir a Esquerra Republicana por ser el partido de referencia de izquierdas e independentista?
—Como Candidatura de Unitat Popular, nuestra aspiración siempre ha sido construir este espacio amplio de izquierdas e independentistas donde todos tengan cabida y, evidentemente, ser un partido grande. No nos presentamos para ir a la oposición, nos presentamos para optar al máximo apoyo y algún día poder gobernar. No miremos qué hace Esquerra Republicana ni los demás partidos. Nos miramos a nosotros, y cuando los resultados no nos van bien miramos qué ha pasado y con toda esa gente externa reconstruimos el movimiento para que aspire a tener una hegemonía política en el país en la izquierda independentista.
— ¿Por qué cuando ERC pierde trece diputados vosotros no sólo no crecéis, sino que perdéis cinco?
—Porque estamos en un contexto de retroceso del independentismo y de las izquierdas. Después de un proceso largo cuyas expectativas no se han cumplido, mucha gente ha optado por quedarse en casa. Elección tras elección, menos gente vota independentismo e izquierdas, pero esa gente está ahí. Este cambio de votos de un partido a otro no es fruto del agotamiento del proceso y de todo lo que le acompaña. Al final, en estos últimos tiempos se ha preferido ir pactando y normalizando al Partido Socialista. Vimos cómo lo hizo Junts en la Diputación de Barcelona la pasada legislatura, y ahora lo ha hecho Esquerra. Se ha ido normalizando la relación con el 155, llegando incluso a un futuro presidente.
— Hay que decir que con el PSC han pactado con todos, también con vosotros. En Badalona, Figueres y Sant Cugat del Vallès, por ejemplo.
—Sí, pero la dinámica municipal nada tiene que ver con las dinámicas supramunicipales o la Generalitat. En los municipios existen unas dinámicas locales muy concretas, mucha gente que va con cualquiera de los partidos es independiente y tan sólo se presenta en estos partidos para trabajar por el municipio. Al final, a veces se hacen coaliciones para romper dinámicas que llevan décadas gobernando, pero eso poco tiene que ver con la ideología concreta del partido. En cambio, es innegable que en la Diputación de Barcelona o en el Parlament de Catalunya sí tienen mucho que ver las siglas del partido.
— El PSC llegó al punto más bajo en la última década y ahora, de confirmarse la investidura, los socialistas tendrán prácticamente todo el control institucional: Generalitat, la Diputación de Barcelona, el Ayuntamiento de Barcelona y más municipios importantes, y gobierno español .
—Nos queda el Ayuntamiento de Girona, gobernado por Guanyem y con Esquerra i Junts. Deberemos seguir el ejemplo de Girona y de más municipios que han sido capaces de generar contextos favorables.
— ¿ El modelo de Guanyem Girona se puede reproducir en toda Cataluña?
—Cada municipio es muy diferente, pero es importante coger el ejemplo de saber abrir y ampliar, de rasgar un poco las costuras propias del partido para incorporar a gente de izquierdas e independentistas que no son propiamente militantes de la CUP. Hacer un movimiento más amplio y plural. Éste sí que es un ejemplo a seguir.
— ¿Será lo que veremos en la CUP después de la asamblea nacional de septiembre?
—Eso decidirá la militancia el 21 de septiembre.
— ¿ Te gustaría?
—Lo que me guste lo expresaré participando activamente en la asamblea. Pero la CUP quiere volver a ser una herramienta útil y que aglutine a mucha más gente, un proceso de apertura.
— El alcalde de Girona, Lluc Salellas, proponía este fin de semana que los ayuntamientos gobernados por independentistas hicieran de contrapoder a la Generalitat. ¿Cómo se concreta?
—Aún hay municipios, pero pocos, como Girona, donde el independentismo tiene una mayoría muy clara. Éste debe ser el camino a seguir, para reanudar este embate democrático y conseguir la independencia de nuestro país. El municipalismo tiene un papel muy importante en el independentismo. En momentos de confrontación es importantísimo tener el control de los ayuntamientos, como vimos en el 2017 y el 2019. Donde el independentismo tenía el control, las cosas fueron muy bien.
— ¿ Dónde va el independentismo ahora?
—Esta futura investidura condiciona mucho el poco entendimiento que ya existía entre Junts y Esquerra. Hace años que vemos constantemente que luchan entre ellos por ser el partido hegemónico del independentismo, pero no por hacer crecer el movimiento independentista. Esta lucha entre ambos partidos debilita al movimiento independentista. Hay que detener esta confrontación y volver a empezar. Este septiembre la CUP decide hacia dónde empezamos a andar, cómo lo haremos, cómo nos organizaremos y qué objetivos nos ponemos; y el resto de partidos también lo tendrán que ir haciendo. Esquerra Republicana debe elegir los nuevos liderazgos y también puede pasar con Junts per Catalunya en caso de que el presidente Puigdemont pliegue si no es investido, como dijo que haría . El independentismo empezará un cambio, y deberemos ir encontrándonos, reconstruyendo y construyendo los puentes necesarios para que el independentismo vuelva a ser mayoritario y pueda cuestionar el régimen.
Fuente: Vilaweb.
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