Cuba, un maratón mediático por la verdad y contra el bloqueo

El esfuerzo tiene el objetivo principal de solidarizarse con la isla y se realizará durante 24 horas ininterrumpidas de transmisiones de radio, televisión, prensa escrita y las redes sociales en diversos países del mundo.

Pero, el tema Cuba es tabú para la mayoría de los grandes medios occidentales, tanto que en la década de los 80 grupos de solidaridad con la isla tuvieron que pagar miles de dólares para poder comprar una página en algún diario estadounidense, como The New York Times, para hablar de la política de la Casa Blanca contra el pueblo cubano.  Eso no me lo contaron, lo viví de cerca cuando me desempeñé como corresponsal en Naciones Unidas.

Pero, en años, es escaso el material que incluye a Cuba en los medios corporativos,  rara vez eso pasa, y fundamentalmente ocurre para servir de vocero a campañas de descredito empujadas por sectores cubanoamericanos enquistados en las políticas más conservadoras de Washington.

Ahora viene como “anillo al dedo” un material que publica el sitio digital https://www.zerohedge.com que retrata en cierta medida como históricamente la prensa estadounidense sirvió de instrumento a las políticas más retrógradas de Estados Unidos contra Cuba.

Suscrito por  Simon Black, como es más conocido James Hickman, fundador de Sovereign Man, inversor internacional, empresario y un hombre libre. Su boletín electrónico diario, Notes from the Field, se basa en sus experiencias vitales, empresariales y de viajes para ayudar a los lectores a conseguir más libertad, más oportunidades y más prosperidad.

El también graduado en  la Academia Militar de Estados Unidos en West Point y oficial de inteligencia durante la Operación Libertad Duradera y la Operación Libertad Iraquí hace una descripción  sobre como los medios de comunicación son la causa número uno de las guerras desde 1898, en especial en Estados Unidos.

Relata cómo en 1895, un empresario de 32 años en la ciudad de Nueva York compró un periódico en decadencia e ideó un audaz plan para darle la vuelta. El joven empresario que no era otro que William Randolph Hearst, devenido en zar de los medios estadounidenses, tenía una idea: emocionar a los lectores con historias de muerte, destrucción y brutalidad en la Guerra de la Independencia de Cuba contra España.

Cuba era entonces una colonia española, pero las fuerzas revolucionarias llevaban varios años luchando por la independencia. En Estados Unidos, poca gente se preocupaba por Cuba. Pero el nuevo editor prometió hacer que les importara y en el New York Morning Journal, constantemente le ponía a la isla en la cara a sus lectores.

Sus historias eran un sensacionalismo en toda regla. A principios de 1898, el Hearst’s Journal estaba publicando auténticas invenciones sobre las atrocidades cometidas por las tropas españolas en Cuba, en un esfuerzo por estimular el apoyo público para que Estados Unidos se uniera a la guerra, precisó Black.

El gobierno le siguió el juego. Aunque todavía no existían los “crímenes de guerra”, el presidente estadounidense William McKinley intensificó las tensiones acusando a España de atrocidades, diciendo en un discurso que “se ha despreciado el código civilizado de la guerra”, algo parecido a lo que hacen ahora esos medios contra Rusia en Ucrania.

Cita como parte de su narrativa la explosión del buque estadounidense conocido como el Maine lo que fue usado por Hearst (junto con muchos otros periódicos) para publicar historias afirmando fue hundido por un torpedo español, y siguieron agitando para que Estados Unidos se uniera a la guerra.

Gracias a la eficaz propaganda de los medios de comunicación, la mayoría de los estadounidenses estaban a favor de la guerra. Los periódicos habían presentado a España como el agresor malvado, y su general al mando, Valeriano Weyler, era llamado habitualmente “carnicero”, algo que no se apartaba mucho de la realidad,   indicó Black.

Algo parecido ocurre ahora, los medios dicen a  los estadounidenses que acabar con la Revolución Cubana  es una cuestión de justicia moral, una cruzada del bien contra el mal.

El nivel de confianza en los medios estadounidenses ya es ridículamente bajo.  Incluso el Times escribió mentiras descaradas en el engaño de la colusión con Rusia, por lo que recibió “estimado” Premio Pulitzer.

Casualmente,  señala Black, el Pulitzer lleva el nombre de Joseph Pulitzer, un editor de periódicos que también fabricó mentiras a finales de 1800 y agitó la guerra contra España.

El experto señalo que estos son los mismos medios que han empujado rutinariamente a Estados Unidos a la guerra. No fue sólo España en 1898. Durante los años de Revolución Cubana esa fue una práctica constante.

Estados Unidos se unió a la guerra de Vietnam basándose en una escaramuza en el Golfo de Tonkín con los norvietnamitas que en realidad nunca ocurrió. Pero la administración Johnson y las fuentes de inteligencia dijeron que había ocurrido, así que los medios de comunicación lo reportaron como un hecho, agregó.

Después, las supuestas Armas de Destrucción Masiva en Irak, de las que los medios de comunicación informaron diligentemente sin cuestionarlas, contribuyeron a empujar a Estados Unidos a la guerra en 2003.

Hoy en día, muchos medios de comunicación están pidiendo una escalada contra Rusia. Quieren una zona de exclusión aérea. Aplauden la política exterior demencial del presidente y le alaban por sus comentarios improvisados que no hacen más que aumentar las tensiones.

“Olvídate de la economía, del aumento de los precios y de la disfunción de la cadena de suministro… y olvídate del conflicto en cualquier otra parte del mundo. Sólo se nos permite preocuparnos por Ucrania y por Putin”, se mofa el experto al hablar de la libertad de los medios de su país.

Históricamente hablando, no es descabellado pensar que los medios de comunicación podrían ayudar a empujar al mundo a una gran guerra… y una con potenciales ramificaciones nucleares, subrayó.

En el caso de Cuba pudiera agregarse que los medios durante más de 60 años son cómplices en ocultar la verdad y nada les importa del sufrimiento que el bloqueo causa a los cubanos.

Con el maratón mediático cabría preguntarse cuántos medios de Estados Unidos y grandes cadenas del mundo se harán eco del problema pese a que los pueblos quieren saber.

Fuente: almayadeen.net

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