Aina Tella (CUP): “Tenemos que recuperar lo que la CUP siempre ha sido, que es un espacio político de crítica social”
Resumen Latinoamericano viajó días atrás a Catalunya, para palpar in situ la situación política en la cual la izquierda independentista catalana enfrenta una coyuntura grave por la próxima sentencia del juicio contra autoridades y militantes a los que se les acusa de pedir el voto de la población en el Referéndum del 1 de octubre de 2017. Circunstancia en la que el imperio español apeló a la represión indiscriminada contra quienes se atrevieron a ganar las calles masivamente para defender su derecho a que Catalunya sea una República y avanzar hacia la independencia.
En base a la idea de informar contrahegemónicamente participamos en la Diada (Día de Catalunya) en una manifestación independentista de 750 mil personas y entrevistamos a diversos dirigentes de partidos y organizaciones populares. Nos dimos cuenta también de que hay mucha militancia dispuesta a participar en la pelea por la libertad de presas y presos políticos, por la vuelta de los exiliados, y retiro de causas a los cientos de judicializados.
En ese marco es que mantuvimos una entrevista con Aina Tella, la responsable de relaciones internacionales de Candidatura d’ Unitat Popular (CUP), a la que pedimos nos dé un cuadro de situación de cómo ve la CUP la difícil situación que atraviesa Catalunya hoy, en la cual hay muchas reivindicaciones que están todavía pendientes, y por donde va a seguir la lucha por la República y la independencia.
A.T.: Intentaré resumirlo porque han sido tres o cuatro años muy intensos y con muchos cambios. Para entenderlo mejor tenemos que recordar de donde venimos, de ese 1 de octubre, con los meses anteriores y posteriores, con una movilización en la calle muy fuerte, con un entendimiento muy bueno entre la desobediencia civil en las calles y la desobediencia institucional. El resultado fue el 1/O, pero el problema fue qué había más allá de esa fecha. Hemos pasado dos años y medio tratando de analizar conjuntamente qué pasó, por qué no funcionó el día después y cuáles fueron los elementos que nos hicieron avanzar y cuáles los que no nos permitieron seguir con un proyecto conjunto. Ni las organizaciones políticas, ni las organizaciones civiles, hemos sido capaces de hacer este análisis conjunto, ya sea por intereses partidistas, políticos, por divergencia absoluta de proyectos, y eso es un problema, que no es un desastre sino simplemente encontrar como solucionarlo. Lo que pasa que está costando mucho encontrar esa solución, en parte porque la dinámica de organización en las calles, de desobediencia civil e institucional, se paró con unas convocatorias electorales, primero la del 21 de diciembre del 2017 impuesta por el Estado español que desencadenó en otras convocatorias, ya sea en el Estado o que coincidió también con unas municipales y las elecciones europeas, que paralizaron un poco esa dinámica más combativa en las calles, de que la calle avanza y las instituciones siguen. Allí también, no solo la institución sino la movilización popular justo cuando cambiaba de cultura participativa y política hizo dos pasos atrás porque se imponía de nuevo el modelo de democracia liberal, institucional, etc.
-Tú dices que las elecciones diluyeron la participación en las calles, pero está claro que también el fascismo español lanzó oleadas represivas.
A.T.: Así es. Esos dos años hemos tenido convocatorias electorales, muchas manifestaciones y concentraciones en la calle, pero sobre todo mucha represión de alta y baja intensidad. De alta intensidad con el juicio a los principales líderes políticos y civiles, que aún estamos esperando la sentencia, y que se prevé será dura por mucho que la rebajen de lo que inicialmente estaba previsto, pero para nosotros un solo día más en la cárcel (ya llevan casi dos años de preventiva) va a ser un horror porque no hay delito alguno. Pero, además se dio una represión continua en las calles, aplicando una Ley mordaza al extremo, una represión que no solo se lleva a cabo en Catalunya sino en el resto del Estado, y sobre todo que tiene resultados económicos, materiales, que juega a la represión económica para evitar que la gente se continué movilizando, saliendo a las calles. Si toleramos esta represión aquí, qué más vamos a tolerar en todo el Estado. Allí se ve como el Estado y todos los instrumentos represivos están jugando para ver hasta dónde pueden llegar. De allí la intención de trabajarlo juntamente con los compañeros en Andalucía, Euskal Herria, Galicia, Castilla, en todas las partes del Estado español, incluso en toda Europa. Es necesaría entender que lo que se está llevando a cabo aquí, y en procesos judiciales en Euskal Herria o con los compañeros del SAT (Sindicato Andalúz de Trabajadores del Campo) en Andalucía, es tolerar un control político sobre la disidencia en las calles, sobre la divergencia de opinión política, que no puede ser, que no se puede llevar a cabo y menos en esa Europa que se supone de los Derechos civiles, que cada día vemos que es menos así.
-La CUP no tiene presos por ahora, y esperemos que no los tenga, pero sí tiene exiliados.
A.T.: Tenemos a nuestra compañera Anna Gabriel en el exilio, tenemos compañeros militantes en el marco de una represión de baja intensidad a quienes les piden dos años de cárcel, que al final no llega a ser cárcel pero está fichado y tienes tu expediente, multas económicas, tenemos compañeros que no son militantes de la CUP, pero sí de los CDR (Comités de Defensa de la República), por tanto del independentismo más popular, también en el exilio, como Adri que está en Bruselas. Lo cierto es que el independentismo catalán de izquierda siempre ha sido perseguido. Las compañeras Marina y Lola, una fue liberada hace poco y otra sigue en la cárcel acusada de terrorismo vasco, de connivencia y de participación. Para nosotras no importa si no son presos de la CUP, son presos de la disidencia política, y en este caso también los presos políticos catalanes del actual proceso judicial para nosotros son nuestros presos.
-Hablando de las recientes elecciones, ¿qué balance hacen de cómo les fue a nivel de los resultados? Porque visto desde afuera parecía que habían obtenido no muchos votos, pero después nos dimos cuenta que no son pocos los ayuntamientos donde ganaron.
A.T.: Partiendo del 21 de diciembre del 2017, cuando las elecciones impuestas, que pasamos de 10 diputados a 4, hay muchos elementos que analizar. Primero, el uso del argumento antirepresivo y los presos políticos como discurso electoral, que eso lo han hecho mucho los otros dos partidos independentistas, el discurso de la lagrimita como decimos, para poder captar más votos. También eso de todos los presos políticos como cabeza de lista electoral para ganar más votos y usar la represión como elemento electoral y no de organización en la calle o de embate contra el Estado. Como no hay presos políticos propiamente de la CUP, y ellos utilizaban ese discurso, nos perjudicó a nivel electoral.
Después del 1 de octubre la sociedad y el contexto cambiaban y nosotros no supimos salir con un discurso diferente, entender, leer el nuevo movimiento que había surgido. Porque más allá del independentismo había un movimiento muy evidente para la autodeterminación, pero profundizando mucho en un sistema democrático, y allí nos quedamos no solo la CUP, sino las otras organizaciones, en un discurso propiamente independentista. Una primer autocrítica es que tuvimos que haber superado ese discurso, teniendo la autodeterminación en el centro porque el conflicto nace de allí y es nuestro objetivo, pero sabiendo llegar a un sector de la población que no se siente atraída por el independentismo, pero sí por el 1 de octubre, por lo que representaba, por el 3 de octubre, que aún fue mayor en términos de movilización y de jornada de lucha. Allí hubo un vacío que no supimos llenar, y un poco el debate estratégico que tuvimos después de las elecciones municipales, que se dio como esa continuidad de unos resultados electorales que no fueron lo que nos hubiese gustado, esa autocrítica la profundizamos un poco. También nuestra actitud dentro del Parlamento, que decidimos en su momento hacer un bloqueo pero que no se materializó de forma muy contundente porque tenemos cuatro diputados que no son imprescindibles, y aparte el Parlamento está bloqueado directamente y no hace falta la CUP para hacerlo. Vimos que no cooptamos un espacio político propio y nos era muy difícil ubicarnos. Allí está el debate estratégico que tuvimos el 14 de julio, leyendo los resultados electorales y también la calle, qué papel debíamos tener y la autocrítica, pero luego que nos acompañaba una propuesta política propia.
-¿Cuál es el papel que piensan que deberían tener de aquí en más frente a la actual coyuntura?
A.T.: Hemos visto que tenemos que recuperar lo que la CUP siempre ha sido, que es un espacio político de crítica social, de crítica hacia una corrupción que persiste no solo en el Estado sino también en Catalunya, que es muy profunda, de una falta de democratización de la sociedad muy fuerte, de una necesidad de recuperar Derechos civiles y políticos, y de las condiciones materiales de vida que permitan a esta población avanzar política y socialmente, y hacerlo no solo desde las instituciones, sino acompañar a todos los movimientos desde las calles. Allí, hemos definido como cinco ejes de actuación prioritaria que parecen muy evidentes:
El ecologismo, porque además hemos hecho una lectura a nivel más internacional, global, y es un tema que está en la agenda política y tiene que estar.
El feminismo, que es algo que ya llevamos muchos años trabajando de forma muy intensa, no solo discursivamente, sino a la interna de la organización y con nuestra praxis política en las instituciones y las calles.
La autodeterminación, no solo a nivel nacional, sino social, de recuperación de Derechos sociales, como avanzar en la redistribución. Ni siquiera hablamos de propuestas comunistas, sino de propuestas muy socialdemócratas, pero o la CUP las pone encima de la mesa o nadie más las va a poner. Allí nos proponemos trabajar con los sindicatos, sectores sociales en favor de los Derechos de la educación, sanidad, etc. Tenemos también una campaña desplegada contra la Ley Aragonés.
El eje antirepresivo, entender este proceso judicial contra la autodeterminación en Catalunya como algo que va más allá de aquí y del Estado español. Entender la represión como una forma de parar políticamente cualquier disidencia al proyecto impuesto que es el neoliberalismo, la unidad de España, que es el de la Unión Europea al fin y al cabo.
Estos ejes son los prioritarios para nosotros y la acción política desde la calle, los municipios y la acción parlamentaria que se pueda llevar a cabo por parte de la CUP.
–Otro tema, que me parece importante tratarlo porque se está jugando en estos días, es la investidura del Gobierno español que sigue paralizado, Pedro Sanchéz, el “socialista” tratando de hacer alianzas, de convencer a Podemos, de hablar con el PNV y con Esquerra Republicana. En el aire está flotando la posibilidad de la abstención de ERC y del PNV para facilitar esa investidura ¿cómo lo ven ustedes?
A. T.: Ahora mismo analizar lo que está sucediendo con los pactos de investidura en el Estado es muy complejo porque hay muchos argumentos encima de la mesa. Pero, ya solo con el argumento del discurso de la oposición pública, que tienen respecto al derecho de autodeterminación del pueblo catalán, al ejercicio democrático que hubo aquí y la represión posterior, son bastante de peso como para no apoyar un Gobierno que es incapaz de hacer autocrítica con la respuesta del Estado y con las propuestas, que son inexistentes, para resolver este conflicto políticamente y no judicialmente. Entonces, somos muy críticos con esa abstención.
Lo que pasa es que luego hay veces que dicen por qué no se presentan y hacen algo, es que precisamente la reflexión que hicimos dentro de la CUP, muchos de los motivos por los que no nos presentamos, era que actualmente lo que es necesario en el Estado es un momento de crisis, de inestabilidad, porque en esos momentos es cuando desde la calle y la organización popular se puede presionar más para resolver conflictos políticamente. Cuando el “deep state”, los pilares del Estado se movilizan y les das tiempo a que lo hagan, llegamos a su estabilidad que es nuestra inestabilidad, nuestro empobrecimiento y el empeoramiento de las clases populares. Eso es lo que está sucediendo en el Estado, están alargando el tiempo, movilizando todos los pilares, para bloquear el proceso de autodeterminación aquí en Catalunya. Por eso, está habiendo diálogo, visitas a los presos, por parte de poder fácticos como la Iglesia y el mismo poder bancario y financiero, se está hablando de indultos. Ese es el peor escenario en el que nos podríamos encontrar, que se pidieran indultos, que se pidieran por favor disculpas a un Estado y que nos perdonasen por algo que no tenemos que pedir perdón, que es el ejercicio de los Derechos más básicos. Pues ahí, el Estado con el tema de la autodeterminación del pueblo catalán, está movilizando para que eso se bloquee. Es evidente que está habiendo diálogo entre muchas partes, entre la derecha, la extremaderecha y el centro, que cada vez es más de derecha, para garantizar la unidad de España, y que el capitalismo siga siendo la estabilidad del establishment.
Ahí leemos nosotros lo que está pasando en los pactos. Le interesa a Pedro Sánchez volver a hacer elecciones porque las estadísticas predicen que van a tener más votos, le interesa quizás al PP porque Ciudadanos está rebajando sus expectativas o se está desquebrajando un poco con todas las dimisiones que han habido de sus fundadores. Ahí el bipartidismo se refuerza y de nuevo gracias a los partidos nacionalistas vascos y catalanes. Hay que ver como juega Esquerra Republicana con el discurso de que si se pacta con Podemos ellos están de acuerdo. Si hay un gobierno supuestamente de izquierdas en el Estado entonces se tolera, aquí hay un problema, que ni siquiera podemos estar siendo claros, mal nos pese, porque coincidimos en muchas cosas con los compañeros de Podemos. Pero, es ese sentido hay que ser claros, si no hay una solución política al conflicto democrático en Catalunya, incluso si no hay una solución para los presos políticos vascos, hay más represión para los sindicalista andaluces, de Castilla o Galicia, no puede haber un pacto político que garantice unos presupuestos que continúen mermando la vida social, material, de las clases populares.
Ahí no hay cabida, hay que seguir queriendo esa inestabilidad porque es cuando más organización hay, y una muestra es lo que pasó en Catalunya: cuando más inestabilidad política había en el diálogo entre Catalunya y el Estado español, o incluso no había agua clara dentro del Parlamento ni en el Gobierno catalán, hubo una organización popular que desbordó a todo el mundo. Eso nadie se lo imaginaba. Es necesario confiar en toda la tradición política del Estado español que es mucha, muy rica, y que puede resurgir. Evidentemente falta acompañar mucho y falta mucha cultura y educación política, como en todas partes, pero no se puede ser una muleta del establishment. Si juegas a eso y públicamente entras y es tu opción, y te va a votar la gente que se sienta cómoda, o juega a ser un elemento desestabilizador para construir algo diferente, nuevo, y de la mano de la calle, porque de lo contrario no se va a cambiar nada.
–Es el típico recurso de siempre, asegurar la gobernabilidad de los otros que te pegan todo el tiempo y no ganar absolutamente nada, salvo prebendas y todo tipo de componentes.
Hablabas de un eje feminista dentro de la CUP, ¿cuáles son las líneas más importantes? En Catalunya también están habiendo abusos sexuales muy fuertes, hay injusticia, grupos de violadores contra una sola mujer, hay acciones de protesta, también aquí, como en todo el capitalismo occidental, la mujer tiene un salario 35% menor. Luego, también están las disidencias sexuales, que en su informe también trabajan con el LGBTI y todo eso.
A.T.: Nosotros siempre trabajamos desde una perspectiva de calle y de institución. En el ámbito de calle ver cómo trabajar con un discurso público pedagógico o que pueda calar entre las clases populares y cómo trabajar conjuntamente con aquellas organizaciones que ya se movilizan y luchan. Y cómo hacer ese vínculo de llevar esas demandas a la institución, si la institución es útil para algo, es un elemento comunicativo, un altavoz, y no puede permitir elaborar leyes que faciliten la vida de colectivos oprimidos o que mejoren las condiciones materiales por muy poco que sea.
Luego, el objetivo final es construir nuestras propias instituciones y ahí el feminismo es un eje transversal. Para analizar lo que tenemos ahora, por ejemplo el debate de presupuestos, lo hacemos desde una perspectiva totalmente feminista hablando de salarios, de ayudas a mujeres maltratadas, de oficinas de atención a las mujeres y oficinas LGBTI, observatorios de Derechos de las mujeres, las migradas, incluso mujeres racializadas que también tienen sus dificultades diarias. También, trabajamos con colectivos para hacer como un discurso público y un análisis desde esa perspectiva. Y luego, fortalecer esos grupos que ya existen y trabajar conjuntamente.
Aparte de esas organizaciones, concentraciones, manifestaciones, nos preocupa infinitamente lo de las violaciones, masivas o no, que haya esa violencia machista contra las mujeres que cada vez se visualiza más. En ese sentido, formación política feminista también para los compañeros y compañeras, fortalecer los espacios de autodefensa feminista y crear espacios seguros. En todos los espacios de fiestas populares o colectivos aquí, como en Euskal Herria, hay una tradición muy fuerte y una praxis muy importante de crear espacios seguros y sensibilizar a todos los colectivos, sean o no de la izquierda independentista, que puedan simpatizar más con posiciones de centroderecha o derecha, pero que se sienten sensibilizados con el tema de las organizaciones de mujeres.
También hay siempre el Punto Lila, una atención directa a las mujeres y compañeros LGBT que sienten maltrato, persecución o lo que fuera. Trabajamos mucho en el plano político, desde los municipios sobre todo, no solo de hacer mociones que sensibilicen o que tengan esa perspectiva, sino en cómo trabajar para la formación en los técnicos y también en ese ámbito, tener siempre técnicos de igualdad, de feminismo, en los ayuntamientos donde la CUP tiene influencia o gobierna. Eso para nosotros es el pequeño grano de arena que vamos a aportar en ese sentido, pero sobre todo los colectivos feministas y LGBT llevan la voz cantante y trabajamos conjuntamente.
-¿En el debate que hicieron como organización en julio pasado, ¿qué rol le dieron al internacionalismo?
A.T.: Por una parte, un rol evidente es la internacionalización del conflicto. Ahí también tenemos que tejer una estrategia propia aunque nuestra capacidad de tener influencia a nivel internacional es muy menor porque a una organización de izquierda rupturista, radical, le es difícil encontrar aliados que tengan capacidad de influencia en sus sociedades. También, relaciones con socialdemocracias, en Europa sobre todo, para dar a conocer el conflicto desde la perspectiva de democratización, de autodeterminación entendida no solo a nivel nacional sino social. Hacer ese discurso también de denuncia de la represión y vulneración de Derechos civiles y políticos a nivel de Naciones Unidas junto con nuestra compañera Anna Gabriel que está en Ginebra no casualmente. No escogimos la ciudad más cara de Europa por capricho porque no se puede costear, sino porque ahí Anna juega un rol muy discreto y necesario de internacionalización.
Pero por otro lado, reflexiones políticas sobre la situación en Latinoamérica, el Mediterráneo, África, Asia, el mundo a nivel global, sobre todo nos fijamos con mucha preocupación en Europa, el Mediterráneo y Latinoamérica.
En Europa porque, como hemos dicho antes, el tolerar la vulneración de Derechos sociales y políticos en un Estado dentro de la Unión Europea tiene muchas implicaciones en toda la UE, y es necesario tejer alianzas con otros movimientos que sufran represión, aunque también tengan sus contradicciones como los gilets jaunes en el Estado francés, como otros movimientos feministas en Alemania, Italia, encontraron esa sinergia, esa voluntad, de trabajar conjuntamente.
En el Mediterráneo nos preocupan esas muertes constantes, ese cementerio de vidas humanas que hay en nuestro mar, y es necesario la colaboración entre organizaciones de ambas orillas. Precisamente los Països Catalans y el Estado español tiene una situación geográfica como muy responsable para tratar esos temas conjuntamente con Marruecos, Túnez, con compañeros del Sahara y de Palestina, con compañeros que sufren esos conflictos que luego desencadenan esas rutas mortíferas por el Mediterráneo. Incluso también con los del norte, compañeros en Grecia, Italia, que trabajan muy fuertemente.
Luego nos preocupa inmensamente la situación en América Latina, nos hemos posicionado muy claramente en favor de la unidad popular y de la Revolución Bolivariana en Venezuela sabiendo que el gobierno de Maduro tiene sus más y menos, pero teniendo muy en cuenta que es muy importante defender la Revolución, que es algo que no solo se lleva a cabo en instituciones sino también en la Comunas, en la organización popular, y eso hay que defenderlo. Vemos que los ataques que se están llevando a cabo desde Estados Unidos, pero también desde Europa y otras potencias, nos preocupan, y desde la misma América Latina que cada vez tienen menos capacidad las fuerzas, aunque sean progresistas de izquierda, para armar gobiernos y para mantenerlos. La situación en Argentina nos tiene también en vilo porque pareció una victoria la baja de votos de Macri, pero hay que ver cuál es la propuesta desde el kirchnerismo. Cuál es la propuesta para superar ese neoliberalismo voraz que se come la agricultura, la capacidad y la soberanía económica en América Latina. Nos preocupa también Bolivia de cómo va a situarse en ese mes de octubre, que va a ser muy importante en toda América Latina. Cómo va a avanzar la situación en Venezuela. Qué está pasando en Nicaragua porque ya no se habla. Son elementos que nos preocupan y seguramente vamos a hablar con ustedes.
-¿Qué opinión tienes de la vuelta a la lucha armada de las FARC?
A.T.: Es complejo analizarlo, sobre todo porque ya fue compleja la decisión de las FARC de dejar las armas y dentro de las FARC hay muchos movimientos. No me atrevería a decir una opinión contundente, primero respeto ante cualquier decisión soberana que se tome desde el movimiento popular en Colombia, sabiendo además las dificultades enormes que están teniendo todos los compañeros excombatientes de las FARC, pero también todos los compañeros que no estaban en ellas y que luchan por los Derechos sociales en Colombia. Lo que sucede ahí es una atrocidad y aquí en Catalunya hablamos bastante de eso entre los movimientos de izquierdas porque son horribles las matanzas que están ocurriendo. Podemos entender que una parte de las FARC haya decidido volver a armarse porque hay que autodefenderse, pero es una decisión muy compleja porque además no se ha dado mucho tiempo para que ese movimiento dejara las armas y se organizasace de otra forma.
Es que realmente la realidad en Colombia, sobre todo para las mujeres excombatientes, las afrodescendientes, creo que la mujer en toda América Latina y el mundo es quien más sufre. En situaciones de conflicto, aquellas que se organizan y que han hecho frente a las opresiones son las que más están sufriendo. Allí no podemos hacer nada más que apoyar los movimientos que avancen, ya no decimos en la resolución, en la supervivencia de la izquierda y de la autoorganización popular en cualquier parte de América Latina.
(Fuente: Resumen Latinoamericano / Autor: Carlos Aznares)
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