Carles Riera(CUP): “Si el estado actúa con violencia(el 21-D), hace falta desobediencia civil y movilización multitudinaria”

Entrevista al diputado de la CUP Carles Riera sobre el 21-D y la estrategia de movilizaciones de los meses próximos · Desgrana los cuatro pasos de la vía gandhiana y reivindica la unilateralidad.

A las puertas del 21-D y del juicio contra el 1-O, la CUP afina la estrategia de movilizaciones permanentes para romper la normalidad y la parálisis que dice que hay a las instituciones catalanas. Ayer mismo, presentaba la campaña “Levantémonos” en un gran acto al Teatro Poliorama. Sin dar detalles de las movilizaciones y acciones que preparan, Carles Riera nos desgrana la estrategia de la CUP para tumbar el régimen del 78. La vía gandhiana emerge entre el debate tóxico de la vía eslovena y la reivindicación de la vía escocesa, una vez demostrado nuevamente que el gobierno español no pactará ningún referéndum.

El diputado de la CUP sostiene que el 21-D es una oportunidad para disputar la hegemonía al estado español, pero que hay que actuar con inteligencia y evitar que sea una trampa para el independentismo. Defiende que se retome la vía unilateral, asume que habrá más represión y deja claro que la única violencia lo ejercerá el estado español y sus fuerzas policíacas. También reivindica el espacio del 3 de octubre y la defensa de los derechos civiles, políticos, sociales y democráticos como la clave de vuelta que permita que una amplia mayoría social rompa con el estado español.

¿El 21-D es una trampa?

El 21-D es una agresión y una provocación del gobierno español. Es un desafío para nosotros que no acontezca una trampa. Si se le gira en contra, en el estado, ningún problema. Pero tenemos que evitar que se convierta en una trampa. Tenemos que actuar con mucha determinación e inteligencia. Es un acto de prepotencia injustificado e innecesario. Es totalmente lógico y natural que despierte una gran respuesta social.

Varias voces, como Jordi Sànchez, han pedido que la gente no se manifieste con la cara tapada.

Por un lado, tenemos que posar encima la tabla que quién va con la cara tapada habitualmente es la policía. Esto no tenemos que olvidarlo. Por otra banda, tenemos que tener en cuenta que se aplica la ley mordaza, también en Cataluña. Los Mossos lo aplican con un exceso de celo. En este sentido, respetamos las estrategias de autodefensa de las personas que se movilizan porqué se encuentran en un contexto de vulnerabilidad motivado por esta criminalización de la protesta. Hay que tener claro que el movimiento independentista y el movimiento antifascista van de cara.

¿Cómo os imagináis este viernes? ¿Teméis que haya cargas de los Mossos o de la policía española, o que quieran provocar la violencia?

Quién quiere provocar violencia son el estado español, sus cloacas y la extrema derecha. Probablemente, hay cuerpos policíacos o sectores que tienen complicidad con esta estrategia, de manera transversal. La segunda cosa que hay que remarcar es que, en este momento, a quien conviene e interesa la estrategia de la violencia está en el estado español, sus cloacas y a la caverna mediática española. Tenemos que tener claro quién provoca la violencia y a quien interesa este relato. Es lógico, democrático y deseable que ante una provocación como la reunión del consejo de ministros haya una respuesta social en masa, que sea una movilización multitudinaria durante el día y que haga evidente que este consejo de ministros es una agresión que el conjunto de este país no acepta. Y que si se hace, no se haga en un contexto de normalidad política, porque somos en un contexto de excepcionalidad. La estrategia ganadora es no caer en el relato de la violencia y, por lo tanto, nos arreciamos en la desobediencia civil activa y no violenta. Cómo hemos hecho siempre. Se tiene que mostrar de manera contundente, multitudinaria y eficaz. Tenemos que demostrar en el estado que el movimiento independentista tiene capacidad y fuerza para disputarle la hegemonía. Y tenemos que evitar caer en el relato de la criminalización.

Hay una amenaza real de ilegalizaciones, empezando por la CUP y otras organizaciones de la izquierda independentista. La derecha española ya lo ha empezado a verbalizar.

Es una continuación de la acción represiva. Tenemos que contestar también contra este relato. La protesta es legítima, necesaria y saludable democráticamente. No podemos criminalizar la protesta desde el independentismo. Nosotros vamos desarmados. Son el estado español y la extrema derecha que tienen las armas. El estado español crea un contexto de represión excepcional en el marco europeo, con exiliados, presos políticos y más de un millar de investigados a raíz del 1-O. Es un estado violento que se siente frágil por las crisis que sufre, entre las cuales, la territorial. La respuesta es impotencia política y potencia represiva. Criminalizar el movimiento independentista forma parte de la estrategia represiva. Y es muy importante que los medios de comunicación no caigan. Quién es violento es el estado.

¿El discurso del gobierno de la Generalitat contribuye a criminalizar la protesta?

Evidentemente. Cuando el gobierno de la Generalitat protege el derecho de manifestación y la libertad de expresión de la extrema derecha y de grupos ultra, nazis y xenófobos, y reprime violentamente el movimiento antifascista… En primer lugar, continúa como se ha hecho desde los años ochenta en este país: todos los 12 de octubre, la extrema derecha ha disfrutado de libertad de expresión y los antifascistas han recibido varapalos de la policía, fueran del cuerpo que fueran. En segundo lugar, se da espacio y oxígeno porque la extrema derecha se exprese y se limita la protesta antifascista. Esto es un error muy grave, extendido y generalizado en las democracias liberales. Da legitimidad a la extrema derecha. Y la historia europea demuestra que cuando haces esto acabas pagando un precio altísimo. En nuestro concepto de democracia, la extrema derecha, el fascismo y los nazis no tienen lugar. Por desarrollo social y humano, son planteamientos que tenemos que dejar atrás. Si no, te pasan delante. Hay que ser muy contundentes. Pensamos que este tipo de manifestaciones no se pueden autorizar, o se tienen que encapsular. No puede ser que ocupen espacios simbólicos, como una plaza Primero de octubre, y que los Mossos, además, actúen violentamente contra los antifascistas y vulneren todos los protocolos. Por eso hemos pedido la destitución del consejero Buch y de la cúpula de Interior, y un nuevo modelo de seguridad. No puede ser que la Generalitat aplique el modelo de ley mordaza del estado español. Es cómo si la carencia de poder que demuestran ante el estado, la quisieran compensar ejerciendo el orden público con exceso de celo. Es muy lamentable.

El Departamento de Interior y los Mossos han dicho que a Girona hubo actitudes violentas y que se rompió el cordón policíaco.

Hay que analizar el problema desde el punto de vista de las causas. Si permiten que la extrema derecha y los nazis se manifiesten en la plaza Primero de octubre y despliegan un dispositivo, generan tensión. Cuando tu política de orden público no es de contención, sino de ataque selectivo contra los antifascistas, provocas un conflicto. Estos hechos no son sino una consecuencia derivada del conflicto que genera el Departamento de Interior. Si no, no sucederían.

La CUP presenta hoy una campaña de movilizaciones permanentes a partir del primer día del juicio del Supremo contra el independentismo y el 1-O. ¿Qué nos podéis decir?

Es una campaña de la izquierda independentista a la cual invitamos a sumarse todos los actores políticos y sociales del país porque desde el primer día de juicio, desde el momento cero, el país se pare, que se acabe la normalidad. Mientras duren los juicios a la democracia y la autodeterminación y se escriban las sentencias, ante esta situación excepcionalmente represiva, haya una respuesta proporcionalmente excepcional. No puede haber normalidad política, social, económica ni institucional en el país. Arreciamos que la movilización y la desobediencia son los mejores aperos para luchar contra la represión y el autoritarismo. Levantémonos y parémoslo todo desde el primer momento. Es fundamental reactivar, reforzar y hacer crecer el espacio del 3 de octubre. La lucha contra el régimen del 78 y la autodeterminación genera un consenso más amplio. Y ahora todo ello va también de derechos civiles, políticos y democráticos. Es todo esto que va en regresión. Esto nos permite de empezar a reconstruir este espacio, tanto de cara al 21-D como de cara al juicio. Nos parece que este espacio amplio de defensa de derechos es la clave, y el 21-D tiene que ser el prólogo de este ciclo de movilizaciones que nos tiene que permitir de pararlo todo.

¿Cuándo se hagan públicas las condenas, qué tiene que hacer el movimiento independentista?

No tenemos que esperar a las condenas. Tenemos que actuar políticamente desde mucho antes, y con firmeza. Por eso necesitamos las movilizaciones. La respuesta hay que situarla en el contexto político del fracaso de la vía bilateral, del diálogo con el estado español. El escenario de esperanza que se abrió a partir de las investiduras de Tuesta y Sánchez, el carril de negociación con el estado para resolver el conflicto, se ha acabado. La Moncloa ha dejado claro que mantiene la política represiva, que hace provocaciones y agresiones como el 21-D y que no hablará de nada fuera del marco constitucional y estatutario. Por lo tanto, esta vía se ha acabado.

Volvemos a la vía unilateral.

Efectivamente. La vía de pactar un referéndum a la escocesa con el gobierno del PSOE es muerta. Se tiene que volver a la vía unilateral. Es la única que nos permitirá de ejercer la autodeterminación. Ante la parálisis del gobierno de la Generalitat y de los partidos que le apoyan, hay que reactivar el espacio del 1-O y del 3-O, la movilización y la desobediencia civil. Esto permitirá que nos podamos autodeterminar.

¿Cómo?

Es prematuro decirlo. Nos podamos autodeterminar con una declaración unilateral de independencia. Con un referéndum forzado y con un determinado nivel de apoyo internacional. Pero es precipitado decirlo. La resolución del conflicto político a través de la cual nos podamos autodeterminar y empezar la construcción real y efectiva de la República vendrá por el proceso de lucha y de movilización. Será un modelo u otro, pero esto solo lo haremos con una ruptura con el régimen del 78, por desbordamiento de las instituciones a partir de la movilización popular. El 21-D el estado español nos da una oportunidad que no podemos desaprovechar, pero los juicios también son un momento. La única manera de llegar a un escenario de reversión de la represión es por la vía unilateral, la desobediencia y la autodeterminación. Si no es por esta vía, es imposible de revertir el escenario represivo. Cualquier disidencia será reprimida.

Retomar la vía unilateral también puede comportar un aumento de la represión. Más presos políticos, más manifestantes perseguidos.

Evidentemente. Viendo que el estado español no quiere negociar ni pactar nada, dado que la única vía para autodeterminar-*nos es la unilateral, esto implica asumir más represión. Es verdad. Pero también sabemos que todos los conflictos que hemos conocido en el mundo y que han llegado a buen puerto, en términos de derribar una dictadura, de instaurar una democracia donde no estaba, de conseguir derechos sociales en un proceso de autodeterminación o descolonización, siempre han implicado una represión importante. Esto lo tenemos que asumir. También hemos aprendido que el relato de la ley a la ley y de una transición sin crisis avalada por la Unión Europea se rompió el año pasado. El 6 y 7 de septiembre, el parlamento hizo un acto de soberanía que dio pie al 1-O, el acto más democrático de las últimas décadas. Pero sin una crisis, sin una ruptura con el estado, esta idea fracasa. Se aplica el 155 y se acata. Necesitamos una ruptura que nos permita de ejercer la autodeterminación destituyendo el régimen. Y esto implica una situación de crisis.

Probablemente, esto hará que el estado español envíe la policía, la Guardia Civil y, incluso, el ejército a reprimirlo.

No es la situación que deseamos, pero lo tenemos que prever. La estrategia gandhiana de desobediencia civil no violenta no solamente se ha demostrado eficaz, sino que es plenamente vigente. Gandhi habla de un primer momento de protesta, de denuncia. Después, un segundo momento de no colaboración con el régimen opresor. El tercero, desobedecer. Y el cuarto, el boicot. Boicotar la actuación del estado opresor a tu territorio. Dentro de la estrategia gandhiana tenemos un recorrido muy largo porque el estado español no pueda ejercer el poder y, en este vacío, podamos construir un estado republicano y democrático. Seguramente, nos dirigimos hacia una situación en que tendremos que combinar estos cuatro elementos: protesta, no-colaboración, desobediencia y boicot.

¿El independentismo tiene que asumir que el estado pueda provocar violencia?

Nos gustaría que fuera un conflicto no violento y que se pudiera resolver sin violencia, de manera democrática. Tenemos que dejar muy claro que somos junto a la no-violencia. Y vamos desarmados. Es el estado español que va armado y que amenaza con violencia. Si el estado actúa con violencia, tendremos que responder con nuestra actitud de desobediencia civil y de movilización en masa para neutralizar su violencia.

¿Hasta donde se puede resistir si España amenaza con muertes?

Nosotros no somos partidarios del “cuanto más mal, mejor”. Cuanta menos represión y daños tengamos que sufrir, mejor. Pero no podemos descartar que el estado español actúe con mucha violencia. Solo podremos superar este escenario de violencia del estado español si vamos adelante. Si vamos atrás o nos quedamos estancados, la aplicación de la violencia será continuada.

Se convierte en un chantaje porque el independentismo no vaya más allá del octubre pasado.

Está claro. Para salir de una situación de violencia, tenemos que atravesarla, superarla, ir más allá hasta una situación democrática en que el estado ya no tenga capacidad de influir ni de ejercer la violencia. Tenemos que apartar el estado del territorio con firmeza, determinación e inteligencia. Por otro lado, sabemos que la movilización en clave no violenta tiene muchos registros y recursos. Permite una fuerte incidencia, lo hemos visto en otros países donde se ha ganado la libertad y la democracia dando la vuelta a la violencia del estado y expulsándolo. Las movilizaciones y huelgas obreras y el movimiento de los chalecos amarillos al estado francés son ejemplos de cómo conseguirlo.

Esto solo es posible si las instituciones y los Mossos se alinean con esta estrategia.

Evidentemente. No podemos animar a la movilización y a la vez reprimirla con los criterios de seguridad del estado español y la ley mordaza, como hace el gobierno. Esto es una contradicción enorme. Para dar a este nuevo ciclo político de más democracia, autodeterminación y de garantía de los derechos civiles y políticos, tenemos que cambiar el modelo de seguridad porque no reprima la protesta ni la disidencia. Son la clave para llegar a una situación más democrática.

¿Más allá de la actuación del estado español, os preocupa que una parte de la sociedad catalana se sienta muy alejada de estas propuestas y esta manera de actuar?

¿Si se actúa cómo?

Esta hipótesis de unilateralidad, de movilizaciones… Pienso en cortes de carreteras, por ejemplo. De toda la confrontación con el estado. ¿Os preocupa que todo esto tense más la sociedad catalana?

Para crear un nueve estado, instituir una república y sostenerla internacionalmente y que funcione, hace falta la movilización continuada. Hacen falta determinados actas de soberanía de nuestras instituciones. Tendremos que crear instituciones paralelas y alternativas que sean fuente constituyente de la nueva República. Nos habrá que poder sostener el nueve estado con una mayoría social suficiente.

La pregunta es si se puede establecer un nueve estado con una parte importante de la población que no lo legitime y esté en contra.

Necesitamos una mayoría social suficiente que legitime el nueve estado. Además del que he comentado antes. Porque esto sea posible, dado que no se puede negociar ni acordar una solución con el estado, la única manera de llegar a esta situación es rompiendo el régimen. Y la ruptura tiene que llegar porque más de dos millones de personas quieren romper el régimen y ejercer la autodeterminación. Es la lucha, la movilización y la desobediencia de esta gente que tiene que crear las condiciones para superar el actual momento institucional y conducirnos al momento de ruptura y de autodeterminación. Necesitaremos todas estas condiciones y una mayoría social que nos permita de sostener el nueve estado. Tenemos que saber explicar que todo el mundo, independentistas y no independentistas, sin excluir nadie por su identidad, lengua ni orígenes, tendrán más derechos sociales, políticos y democráticos. Sin un pacto con el estado, solo podemos llegar con una rotura unilateral. Y en este momento esto quiere decir estar en la calle.

Tenemos que insistir que, en el marco de la constitución española y del estatuto, hay una severa restricción de los derechos sociales, civiles y democráticos para todo el mundo. Y que en un contexto republicano, estos derechos mejoran para todo el mundo. Para vivir y convivir en igualdad de derechos en una República Catalana independiente no hay que dejar de sentirse español.

La CUP ha decidido de no presentarse a las elecciones europeas. ¿Haréis un llamamiento a la abstención?

De momento solo hemos decidido que no nos presentaremos. Ya nos ha costado bastante tomar la decisión! [Rie]

¿Ha influido el pacto de ERC con Bildu y el BNG?

No, no. Hemos discutido con los argumentos a favor y en contra. Ahora, continuaremos haciendo trabajo internacional como hasta ahora y la reforzaremos con política antirepresiva. Continuaremos tejiendo alianzas con todo tipo de actores sociales, políticos y sindicales de toda Europa.

Tampoco participaréis en el Consejo por la República. ¿Este posicionamiento se podría repensar en un futuro?

Los debates son siempre abiertos y las hipótesis son en discusión permanente. La razón más importante para no participar en el Consejo por la República es porque nos tenemos que centrar en el embate principal por la autodeterminación, que es aquí. Romper con el régimen del 78 en Cataluña. Si se hacen políticas autonomistas, no se desobedece ni un milímetro y se aplica un orden público basado en la ley mordaza y se desplaza la acción republicana al exterior, esto es un simbolismo. Venimos de una larga época de simbolismos, ejercida por el presidente Tuesta, pero el gobierno solo hace práctica autonomista. No queremos abonar esto.

Pueblo Libre sí que avala el Consejo por la República.

La izquierda independentista es plural y amplia, y la CUP, muy diversa. Dentro de la CUP, hay una voz que defiende esta oposición, pero la mayoría de la CUP ha optado por esta actitud de prudencia.

“Wait and see” (Espera y verás).

Nosotros nos propondremos otras hipótesis si aquí abordamos la ruptura. En el momento que rompemos el régimen, nos podemos proponer otras instancias. No emblanqueceremos el autonomismo dejando entender que la República o la independencia se hacen desde fuera. Tenemos que ganar aquí. Se tiene que disputar el territorio en el estado, y es aquí donde tenemos que ganar los derechos sociales, civiles y políticos. No puede ser que aquí no se avance y se continúe alimentando el simbolismo. La acción exterior o internacional ya la basura en Ginebra y en Bruselas. Ahora, un órgano al exilio depende si aquí abordas la batalla principal. Si creas una institucionalidad republicana alternativa y constituyente real aquí, entonces sí que tiene sentido que tengamos órganos al exilio. No solamente por el trabajo internacional, que ya en basura, sino como contrapoder en el estado al exterior. Nos ocuparemos del Consejo por la República si aquí hacemos el trabajo que toca.

El presidente Puigdemont ha insistido que volverá a Cataluña si el parlamento lo inviste. ¿La investidura de Puigdemont es una batalla que hay que retomar?

El 30 de enero, la CUP estaba en el parlamento con cuatro votos a favor de Puigdemont. Si Puigdemont no es hoy presidente, es porque JxCat y ERC no quisieron hacerlo presidente. No es por la CUP. Lo hacíamos presidente tanto sí como no. Ahora la prioridad es levantarnos, tumbar el régimen y ejercer la autodeterminación. El resto se tiene que derivar de esto.

¿Cómo son las relaciones con JxCat y ERC?

En cuanto a la autonomía y las instituciones, absolutamente contrapuestas. Somos en extremos diferentes. Nosotros impugnamos y cuestionamos su agenda política social y económica. No aportan nada de nuevo y continúan las políticas de siempre que generan desigualdades. No se proponen de ejercer la soberanía ni la disputan en el estado español ni en las empresas de la Íbex 35. discrepamos radicalmente. Pero somos en unas conversaciones multilaterales con los partidos, entidades y otros colectivos para ejercer la autodeterminación y construir una estrategia antirepressiva. hemos empezado a hablar.

¿Se hace más política a los Almeces que en el parlamento?

No sé si se hace mucha política a los Almeces. En el parlamento, se hace muy poca. Hacer política en el contexto autonómico no da para casi nada.

Os tengo que preguntar también por la huelga de hambre. ¿Conocéis de hace muchos años Jordi Sànchez, lo habéis podido visitar?

Tengo previsto de verlo la próxima semana. Nosotros respetamos todos los presos y exiliados, no hacemos distinciones. Apoyamos a todo el mundo y respetamos las opciones de todo el mundo. No valoraremos nunca declaraciones ante un juez o la policía. Tenemos nuestra línea, que es la que defienden Anna Gabriel i Mireia Boya. Y debatiremos cuando haga falta con las declaraciones políticas de los presos políticos y exiliados cuando haga falta. Respetamos y apoyamos a la huelga de hambre. Hemos participado en varios actos, como la Caputxinada, y en ayunos en el ámbito territorial. No entramos a los objetivos ni las motivaciones de la huelga de hambre, es estrictamente solidaridad antirepresiva.

(Fuente: Vilaweb /Autores: Roger Graells Font y Albert Salamé)

Francisco Campos

Francisco Campos

Nació en Sevilla en 21 de julio de 1958. Trabaja como administrativo. Es autor del libro "La Constitución andaluza de Antequera: su importancia y actualidad" (Hojas Monfíes, 2017).

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