Libia: Manifestaciones populares en Trípoli ante la precariedad de las condiciones de vida de la población. Haftar amenaza a Argelia (vídeo)

Este pasado domingo ciudadanos de Trípoli organizaron una manifestación en la ciudad para protestar en relación con las precarias condiciones de vida en el país norafricano (foto adjunta).

Según testigos presenciales, “los manifestantes insistieron en que seguirían protestando hasta que se produjera la dimisión del jefe del Consejo Presidencial del Gobierno de Acuerdo Nacional, Fayez Al-Sarraj”. También gritaron consignas como “Márchate, jefe del Consejo Presidencial. El pueblo libio está sufriendo”.

Los manifestantes expresaron su rechazo ante las deterioradas condiciones de vida en Trípoli y la incapacidad del Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA) de lograr una cierta estabilidad. Los numerosos casos de robos y secuestros, así como los cortes de electricidad también fueron citados entre los motivos de la protesta.

Según algunos analistas, las protestas podrían transformarse en un levantamiento popular contra las míseras condiciones de vida y contra la presencia de milicias armadas en las calles de la capital.

Las ciudades del oeste de Libia, y la ciudad de Trípoli en particular, sufren una crisis de suministro eléctrico y un aumento de la inseguridad ciudadana. Estos problemas se han agudizado después de los recientes enfrentamientos entre milicias armadas, que se cobraron numerosas víctimas en la capital y que llevaron al GNA a declarar el estado de emergencia.

En teoría el GNA, que cuenta con el respaldo de la ONU, mantiene Trípoli bajo su control, a pesar de que la mayor parte del territorio libio se halla ocupado por diversas milicias. La violencia estalló cuando un grupo armado procedente del sur atacó los distritos sureños de la capital, enfrentándose con una milicia que respalda al GNA.

El GNA denunció los combates como “un intento de obstaculizar una transición política pacífica” en el país, añadiendo que “las autoridades no pueden permanecer en silencio ante los ataques contra Trípoli y sus suburbios, los cuales violan la seguridad de la capital y de sus ciudadanos”.

El General Haftar amenaza con llevar la guerra a Argelia

Khalifa Haftar, el militar retirado y hombre fuerte en todo el este de Libia, ha amenazado a su vecino occidental, Argelia, del peligro de entrar en guerra en el caso de que ésta intente “explotar la delicada situación de seguridad en Libia” y de que sus fuerzas militares atraviesen la frontera del país.

Un fragmento de vídeo emitido ayer por la cadena Al-Jazeera mostraba a Haftar rodeado por un grupo de sus partidarios efectuando estas amenazadoras declaraciones contra Argelia y su aseveración de que la guerra podría ser transferida en cuestión de segundos a la frontera argelina.

También agregaba que las autoridades argelinas se habían disculpado por el comportamiento “a nivel individual” de algunos de sus soldados, y habían prometido poner fin a esta crisis en un plazo no superior a una semana.

De acuerdo a informaciones publicadas por la página web argelina “Argelia 1” las declaraciones Hafter suponen “un desafío a los esfuerzos de mediación llevados a cabo por Argelia entre los bandos enfrentados en la prolongada crisis de Libia en su intención de colaborar en resolverla, esfuerzos que también han llevado a Argelia a recibir delegaciones libias de todos esos bandos para entablar diversos procesos de diálogo”.

Los comentarios de Hafter no son una novedad: el militar retirado libio había ya acusado en 2014 a Argelia y a algunos países árabes de ser “enemigos que intentan controlar las riquezas de Libia”.

(Fuente: Monitor de Oriente)

¿Por cuánto tiempo puede librarse de la destrucción la capital libia?

El 27 de agosto estalló una nueva ola de violencia  entre milicias nominalmente aliadas al Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA) y la 7ª Brigada, que afirma formar parte de las Fuerzas Armadas libias, en el sur de la capital libia, Trípoli. Sin embargo, no está claro si la brigada forma parte de las fuerzas que dominan el este de Libia y lideradas por el mariscal  Khalifa Haftar, quien, hasta el momento, ha derrotado a todos sus oponentes.

Los mediadores locales estacionados a las afueras de Trípoli, incluidas fuerzas leales al GNA, lograron negociar tres alto el fuego entre las partes enfrentadas, pero todos colapsaron tan rápido como se acordaron. Tras una semana de violencia, cientos de ciudadanos desplazados, docenas de casas dañadas, más de 30 víctimas civiles y casi el doble de heridos, la Misión de Apoyo de la ONU en Libia (UNSMIL), dirigida por Ghassan Salame, se involucró. Con la ayuda de autoridades locales representantes de todos los bandos, USMIL consiguió que las partes enfrentadas acordaran una cuarta tregua que parecía mantenerse, aparte de tiroteos ocasionales.

Todavía no está claro qué es exactamente la 7ª Brigada ni cuán grave es la amenaza que representa para la paz relativa que Trípoli parece llevar disfrutando los últimos dos meses. Existe poca información disponible sobre el grupo y sus líderes, mucho menos sobre su ideología política y a quién es leal. Como muchas de las pequeñas guerras que ha sufrido Libia durante los últimos siete años, es complicado dibujar una línea clara entre los involucrados y sus razones para enfrentarse.

Básicamente la 7ª Brigada fue establecida el año pasado por el GNA como parte del nuevo ejército que intentaba construir, pero, por razones desconocidas, se disolvió en abril, aunque parece que sólo en el papel. El personal y la estructura de mando siguen en pie; de lo contrario, no habría podido atacar por sorpresa la capital

En la segunda reunión de mediación, celebrada el pasado domingo, parecía que los mediadores consiguieron consolidar la el alto el fuego y, finalmente, que las facciones enfrentadas aceptaran la tregua en la capital, posponiendo un tiempo las demandas de la brigada. Es difícil reunirse con esta última, ya que evacúan todas las milicias de la capital y encargan la seguridad de edificios importantes a una fuerza más regular de la policía.

Era la manera de ganar tiempo de Salame, como ya ha hecho como enviado de la ONU. Sabe que no hay una solución factible y que la capital no puede salvarse siempre, ya que las raíces del problema permanecen allí. El conflicto gira en torno al dinero, la influencia y las ganancias territoriales, y Trípoli es considerada como el núcleo de todo, con las milicias dominantes dirigiendo el GNA entre bastidores.

El lunes 10 de septiembre, la sede de la Corporación Nacional de Petróleo (NOC), en el centro de Trípoli, fue atacada por terroristas, que entraron en el edificio emblemático alrededor de las 9 de la mañana y empezaron a disparar. Al menos 11 personas resultaron heridas, dos de forma crítica, una persona fue asesinada y el edificio sufrió grandes daños. Aunque el ataque acabó rápido, demostró que las divisiones y disputas siempre supondrán una oportunidad perfecta para que los grupos terroristas ataquen a su antojo.

Como era de esperar, Daesh se atribuyó la responsabilidad del atentado y prometió que vendrían más. Un testigo ocular contó a Monitor de Oriente como cuatro o cinco terroristas armados irrumpieron en el edificio por una puerta lateral utilizada a menudo por la gente. No encontraron apenas resistencia por parte de los guardias de seguridad, normalmente armados. “En cuanto entraron empezaron a gritar ¡Allahu Akbar!” y dispararon a todo lo que encontraron,” explicó Haj Hassan, un bibliotecario que se escondió bajo su escritorio y después huyó. Añadió que los guardias “no hicieron nada” para detenerlos.

Este es el primer ataque de este tipo en Trípoli, lo que demuestra que, sean los que sean las medidas de seguridad tomadas para proteger edificios importantes, no son profesionales ni suficientes para un país inundado de armas.

NOC es una institución tremendamente importante para Libia, ya que la compañía es responsable de producir y vender el petróleo de Libia y, por lo tanto, de mantener al país a flote y que no sea clasificado como un Estado completamente fallido. Se acredita a Mustafa Sanalla, director de NOC, el ser capaz de negociar con las muchas milicias de la ciudad mientras mantiene en funcionamiento la industria petrolífera. Durante su mandato, las producciones en crudo de Libia han aumentado a un millón de barriles al día, un nivel que el país llevaba sin alcanzar desde 2012.

El día antes del atentado, me reuní con Sanalla en su oficina. Se le veía esperanzado y desafiante, dispuesto a hacer todo lo posible por mantener a NOC como una institución políticamente neutral y a concentrar sus esfuerzos en lo único que comprende a la perfección, bombear petróleo y “ayudar al país y a su gente”.

Ghassan Salame, de la ONU, sigue hablando de celebrar elecciones en Libia el 10 de diciembre, como acordaron las facciones en su reunión en París en mayo. Pero prece cada vez más improbable que la situación permita la celebración de unas elecciones en el futuro previsible.

En su informe para el Consejo de Seguridad de la ONU de la semana pasada, UNSMIL reconoció oficialmente que el país es un caos y que podemos esperar más conflictos. El atentado terrorista en la sede de NOC lo demuestra. Repitió esta advertencia sobre la corrupción desenfrenada y cómo las milicias que dominan el GNA están lucrándose a expensas del país. Salame también criticó al parlamento nominal, establecido en el este de Libia, por no cumplir con la legislación requerida para la celebración de las elecciones.

Quizá de forma más temeraria, Salame también habló de cómo varios grupos extranjeros de Chad y Sudán, los vecinos del sur de Libia, están tomando el control de partes del sur y brindando ayuda militar a las facciones locales que puedan pagarla.

Puede que esta vez Trípoli se haya salvado, pero, ¿por cuánto tiempo puede evitar la destrucción? No pasará mucho tiempo antes de que estalle otro episodio de violencia, provocando más destrucción y miseria para los ciudadanos, que llevan sufriendo guerras desde que la OTAN intervino y expulsó al fallecido Muammar Gaddafi en 2011.

(Fuente: Monitor de Oriente / Autor: Dr. Mustafa Fetour)

Vídeo:

 

Francisco Campos

Francisco Campos

Nació en Sevilla en 21 de julio de 1958. Trabaja como administrativo. Es autor del libro "La Constitución andaluza de Antequera: su importancia y actualidad" (Hojas Monfíes, 2017).

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