Malasia convoca reunión extraordinaria de la OCI por la situación de los rohingyas en Myanmar

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El gobierno e Myanmar (antigua Birmania) calificó hoy de lamentable la convocatoria por parte de Malasia de una reunión extraordinaria de la Organización para la Cooperación Islámica (OCI) que abordó la situación en el estado de Rakhine.

Una declaración de la cancillería señala que la actuación de ese país equivale a un desprecio absoluto de los verdaderos esfuerzos realizados por el Ejecutivo de esta nación para resolver el problema. Es lamentable que Malasia, miembro de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean), sin respetar sus normas básicas, considere oportuno convocar una sesión extraordinaria de la OCI para abordar el tema de Rakhine, añade. Subraya también que nadie está más preocupado por la paz, seguridad y estabilidad en ese territorio que el gobierno y pueblo de Myanmar.

El documento relaciona acciones con ese fin como el establecimiento de una Comisión Central para los referidos propósitos y la encabezada por el ex secretario general de la ONU Kofi Annan como entidad asesora con el mismo objetivo, a lo que se suma otra para investigar los recientes incidentes allí.

Esta reacción tiene que ver con el encuentro efectuado la víspera en Kuala Lumpur para debatir sobre la situación de la comunidad rohingya (musulmana) en ese occidental estado, donde se reportan nuevos abusos contra ella, según denuncias. Las autoridades de Myanmar rechazan las acusaciones al respecto e insisten en que se trata de un asunto interno. A la reunión asistieron varios cancilleres, así como otros altos funcionarios de la OCI, integrada por 57 estados.

En su discurso, el primer ministro malasio, Najib Razak, llamó a la otra parte a cesar las acciones discriminatorias y ataques contra los rohingyas, así como a llevar a sus ejecutores ante la justicia.También anunció ayuda financiera por valor de dos millones 250 mil dólares para construir obras de infraestructura, como instalaciones escolares y médicas, que contribuirán al desarrollo y mejoría de la vida de la población.

Otro de los pronunciamientos de la cita se refiere al envío de una delegación de alto nivel de la OCI a Myanmar para evaluar la realidad de la minoría rohingya allí.

La situación en Rakhine llama nuevamente con mayor fuerza la atención de países vecinos y la opinión pública internacional desde octubre pasado, cuando varios puestos fronterizos fueron atacados, con un saldo de nueve policías muertos, sucesos a los que siguieron operaciones del Ejército para capturar a los asaltantes

Posteriormente trascendieron denuncias de abusos contra miembros de la referida minoría. Medios de prensa hablan de violaciones de mujeres e incendios de viviendas, entre otros, y desde entonces se reportan más de 80 víctimas mortales en esa región. Ante el nuevo escenario de violencia, decenas de miles de rohingyas abandonaron sus lugares de residencia y muchos de ellos huyeron a Bangladesh.

El mes pasado, la consejera de Estado de Myanmar, Aung San Suu Kyi, sostuvo un encuentro en Rangún con los otros cancilleres de la Asean para explicarles detalles de los sucesos, incluidas las acciones con vistas a una solución, para lo que recibió compromisos de apoyo. A ese bloque pertenecen también Brunéi, Cambodia, Filipinas, Indonesia, Laos, Tailandia, Singapur y Vietnam.

La reunión de la OCI en Kuala Lumpur este jueves coincidió con la visita que la Relatora Especial de la ONU para los Derechos Humanos en Myanmar, Yanghee Lee, realiza a este país hasta hoy, con un programa que incluyó recorridos por zonas de conflicto y entrevistas con autoridades gubernamentales y locales.

La mencionada comunidad no es reconocida en esta nación multiétnica y mayoritariamente budista, donde sus miembros son vistos como inmigrantes ilegales procedentes de Bangladesh, aunque muchos se establecieron en este territorio hace décadas. En el poder desde finales de marzo pasado, el gobierno de la Liga Nacional para la Democracia, liderada por Suu Kyi, estableció la paz y la reconciliación como sus máximas prioridades.

(Fuente: Prensa Latina)

Myanmar y la olvidada crisis de los rohingyas

La crisis rohingya es una fuente de profunda preocupación en Myanmar, resaltada por la prensa en el mundo tras el asesinato de un aldeano musulmán en el Rakhine, al norte del país, días después de hablar con periodistas durante una gira del Gobierno. Pero el informe sobre este asesinato no es el único sobre el tema. Otros aparecen desde 1982, cuando los rohingyas fueron declarados no ciudadanos en Myanmar.

¿Es tal situación resultado del nacionalismo fanático, el fanatismo religioso o alguna forma de conspiración global? Quizás todos esos factores tienen algún papel en uno de los conflictos más enredados de la actualidad.

En Europa, la idea de nacionalismo surgió originalmente a finales del siglo XVIII con un rostro humano, pero demostró una grotesca fachada fanática durante la primera mitad del siglo XX. En África y Asia, motivó a millones de personas a luchar contra el colonialismo, pero en el último medio siglo resultó ser una maldición para la humanidad.

El historiador británico Basil Davidson señaló en su trabajo ‘La carga del hombre negro: África y la maldición de la nación-estado’, que el estado-nación africano moderno significó duras dictaduras, pobreza masiva y abuso extremo de los derechos humanos.

En ese proceso, las minorías sufrieron más, y esto no se limitó sólo a África; muchas otras partes del mundo también se vieron afectadas negativamente. La comunidad rohingya parece ser uno de los peores ejemplos.

En una carta abierta al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, 23 líderes mundiales, entre ellos 13 galardonados con el Premio Nobel, expresaron su decepción por Aung San Suu Kyi, ahora Consejera de Estado, a su vez Premio Nobel de la Paz en 1991. Suu Kyi, a pesar de levantar consignas de paz y reconciliación nacional, no detiene la persecución de royingyas en su país.

¿Por qué no responde al llamamiento internacional sobre el tema? ¿Tiene miedo de perder apoyo entre la mayoría de la población de Myanmar, que es budista, mientras los rohingyas son musulmanes? El problema, para algunos, parece estar en el nacionalismo fanático.

Los rohingyas forman cerca de cinco por ciento de los 60 millones de habitantes de Myanmar, pero el origen de este pueblo es muy debatido. Ellos afirman que son indígenas del estado de Rakhine, conocido previamente como Arakan, en el oeste del país; otros señalan que son migrantes musulmanes originarios de Bangladesh y emigraron a Myanmar durante la ocupación británica.

Desde 1948, cuando se independizó el país, han sido víctimas de tortura, negligencia y represión. Ahora, con los drásticos cambios políticos y sociales, los ánimos de las varias comunidades que habitan el país están caldeados y volvió a emerger una ola de violencia y discriminación.

Por su parte, Suu Kyi parece estar convencida de la necesidad de defender el Estado a cualquier precio, incluso a costa de cierta legitimización de la limpieza étnica.

Aunque el budismo es generalmente conocido por un enfoque tolerante a la vida, así como por su tendencia al auto-sufrimiento, Ashin Wirathu, un monje profesional, no oculta su sentimiento anti-rohingya. Sus declaraciones, recogidas por el diario Myanmar Alin, se resumen de la siguiente manera: ‘La mayoría de los musulmanes destruyen nuestro país, nuestra gente y la religión budista’.

Wirathu lleva a cabo, de conjunto con grupos budistas radicales, operaciones para limpiar su nación de musulmanes, lo que dio lugar a numerosas crisis humanitarias durante las últimas décadas.

En 2012, dos olas de violencia, en junio y octubre, orquestadas por grupos extremistas de la mayoría budista en Rakhine provocó unos 140 muertos, cientos de casas y edificaciones musulmanas destruidas y unos 100 mil desplazados. También se acusó a las autoridades y policía local de no hacer lo suficiente para defenderlos.

Los rohingyas son acusados también de incitar la violencia. Se dijo que los eventos de 2014 se dispararon tras la violación y asesinato de una joven budista en Rakhine. Los musulmanes tampoco son inmunes a la intolerancia, indica el profesor de la Universidad Islámica de Malasia, Abdullah al-Ahsan.

En octubre de 2016, por ejemplo, las autoridades alegaron que “los insurgentes rohingyas” mataron a nueve soldados de Myanmar, lo que dio lugar a otra nueva ola de violencia contra ese grupo étnico.

Ninguna agencia independiente investiga esa alegación, pero dado el escenario mundial más amplio, definitivamente se encontraría algún tipo de participación musulmana en muchas actividades fanáticas. La idea del reclutamiento de musulmanes para actividades fanáticas despreciables lleva a una pregunta sobre teorías de la conspiración.

Hoy en día la mayoría de los países mantienen al menos una agencia de espionaje para servirles, pero desafortunadamente, la mayoría de esas entidades, en lugar de reunir información sobre las amenazas de seguridad, están más interesadas en crear incidentes que sirvan a sus ‘intereses nacionales’, considera el profesor al-Ahsan. Y por sus “intereses nacionales” no son transparentes en el manejo de la información, puntualiza. Esa falta de transparencia es quizás el principal obstáculo para la resolución de conflictos en el mundo actual.

¿Es crear un estado separado para los rohingyas, como se ha sugerido, la solución a la crisis? Para algunos, como el profesor al-Ahsan, no, porque hoy en día muchos estados-naciones están al borde del colapso total y otros ya son identificados como estados fallidos. La solución radica en el resurgimiento de los valores socráticos, sostiene el académico.

George Sarton, en su monumental Introducción a la Historia de la Ciencia, señala que ‘la civilización griega terminó en fracaso, no por la falta de inteligencia, sino por la falta de carácter, de moralidad’.

¿La crisis rohingya motivará al mundo civilizado de hoy a aprender de la historia? Sólo el futuro determinará la respuesta a esa pregunta. En tanto, Naciones Unidas describe a los rohingyas como uno de los pueblos más perseguidos del mundo, una minoría ‘sin amigos y sin tierra’.

Más de un millón de personas forman este grupo étnico, lingüístico y religioso, aunque se piensa que la represión en su contra creó una diáspora de otro millón en varias partes del mundo. Según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, la crisis del pueblo rohingya es una de las más largas del mundo y también una de las más olvidadas.

Tal como explica el corresponsal de la BBC en el sureste asiático, Jonathan Head, “Rakhine es el segundo estado más pobre de Myanmar, a su vez en la lista de los menos desarrollados en el mundo”. “La pobreza, la negligencia y la represión juegan un papel enorme en el enardecimiento de la violencia comunitaria”, añade. “Y también las amargas memorias históricas y los temores que sienten las comunidades rivales de lo que podrían perder o ganar en el nuevo e incierto ambiente político de Myanamr”.

“Los budistas de Rakhine repiten rumores de boca en boca o en sitios de internet sobre atrocidades terribles cometidas por musulmanes y ocasionalmente presentan fotografías borrosas de cuerpos mutilados” explica Head. “Pero ellos (los budistas de Rakhine) tienen una larga historia de abandono del gobierno central y se les ha hecho creer que la población musulmana crece de forma descontrolada y amenaza con abrumarlos”. “Tienen miedo de las ideas extremistas islámicas, especialmente entre los jóvenes varones rohingyas que han vivido en Arabia Saudita”, expone el corresponsal de la BBC.

Las largas décadas de aislamiento e injusticia crónica impuestas por la junta militar myanmena crearon un prejuicio y resentimiento en el estado de Rakhine. Y esto fermentó un clima ponzoñoso de desconfianza y desinformación.

Lo cierto es que también, y a pesar de los yerros y críticas a la gestión de Suu Kyi, la tarea por delante no es nada fácil, si se toma en cuenta que, además de la separación física entre musulmanes y budistas, también hay una extrema segregación mental, aún más difícil de resolver.

(Fuente: Prensa Latina / Autor: Richard Ruíz Julién)

Francisco Campos

Francisco Campos

Nació en Sevilla en 21 de julio de 1958. Trabaja como administrativo. Es autor del libro "La Constitución andaluza de Antequera: su importancia y actualidad" (Hojas Monfíes, 2017).

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