La Unión Europa y Canadá firman el CETA, el hermano pequeño del TTIP

Tras ocho años de negociación alejados de los focos y con dos días de retraso, este domingo la Unión Europea y Canadá firman en Bruselas el polémico Acuerdo Económico y Comercial Global, más conocido como CETA (acrónimo de Comprehensive Economic and Trade Agreement), el mayor acuerdo comercial bilateral suscrito hasta ahora por la Unión Europea.

La firma CETA debería haberse celebrado el viernes pasado en Luxemburgo durante el Consejo de ministros de Comercio, pero la negativa de la región belga de Valonia, presidida por el socialista Paul Magnette, puso en riesgo todo el proceso –al ser un Estado federal, Bélgica no podía aceptar el acuerdo sin que todas sus regiones dieran luz verde- y pospuso la firma dos días.

En un primer momento los socialistas valones tacharon al CETA de “caballo de Troya” y el propio Magnette recordó que estaba en juego “el mundo en el que queremos vivir” y se negó a aprobar el CETA por los riesgos que entraña para el sector ganadero y agrícola de la región, pero tras dos días de presiones y diálogo, cambió de postura. “El CETA corregido y mejorado ofrece más garantías y por ello lo defenderé”, explicó Magnette. Al mismo tiempo Charles Michel, primer ministro de Bélgica, declaró que “el tratado en sí mismo no ha sido modificado, no se ha tocado ni una coma”.

A pesar de sus 1.600 páginas, el CETA es una versión desconocida y de menor envergadura que el TTIP, no por sus características, muy similares en ambos casos, sino porque Canadá, una de las partes firmantes, tiene una economía doce veces más pequeña que la de Estados Unidos, país con el que la Unión Euopea negocia en secreto la firma del controvertido Tratado Transatlántico para el Comercio y la Inversión más conocido como TTIP (Transatlantic Trade and Investment Partnership, por sus siglas en inglés).

Los defensores del CETA e incluso Televisión Española dan por hecho que el acuerdo incrementará en un 20% el comercio de bienes y servicios entre Europa y Canadá, aunque olvidan recordar que se trata de una estimación. Argumentan también que generará empleo y crecimiento económico.

Al igual que el TTIP, el CETA suprime los aranceles y las diferencias normativas en materia alimentaria y sanitaria –la legislación canadiense es más laxa que la europea-, y establece la creación de tribunales supranacionales al servicio de las multinacionales. Además, abre la vereda para que las multinacionales de ambas regiones entren a competir en los sectores más protegidos y regulados de cualquier nación soberana, entre otros el sector financiero, el energético y el de las telecomunicaciones.

A ojos de sus detractores, tanto el CETA como el TTIP llevan implícito lo peor de la globalización, dejando en posición de desventaja a los pequeños negocios y productores, y dando más poder a las multinacionales para rebajar los estándares medioambientales, sociales y de salud pública. Más de 3,2 millones de personas ya han firmado la petición de la plataforma Stop TTIP contra el CETA y su par estadounidense.

 

El acuerdo que rubrican este domingo la Unión Europea y Canadá entrará en vigor de inmediato pero con carácter provisional, puesto que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea tendrá que pronunciarse sobre la legalidad de los tribunales de arbitraje, oficialmente conocidos como tribunales de inversiones, que permitirán a las multinacionales denunciar a los Estados sin pasar por el sistema de justicia ordinaria e independiente de cada país.

Además, todos los países de la Unión Europea tendrán que ratificarlo, y ya hay países miembro mostrando reticencias, principalmente Rumanía y Bulgaria. No obstante, varios oficiales comunitarios dejaron claro ante los medios que independientemente de lo que decidan los tribunales europeos, el pacto del CETA seguirá siendo el mismo.

Ekaitz Cancela, autor de El TTIP y sus efectos colaterales (Planeta de libros), responde desde Bruselas a La Marea acerca del tratado de libre comercio que firman este domingo la Unión Europea y Canadá:

¿Quién o quienes se van a beneficiar más del CETA?

La falta de estudios de impacto sobre el CETA a nivel nacional pone de relieve el incoherente enfoque para evaluar quién ganará con estos acuerdos, pero es evidente que quienes se beneficiarán serán las grandes empresas, con una base exportadora más amplia, no las PyME (ni siquiera hay un capítulo especifico para ellas en el CETA). Y más cuando los privilegios de estos acuerdos sirven principalmente a los intereses de las primeras.

¿Qué aspectos positivos y negativos destacas de este acuerdo?

El CETA es un pack completo. Si bien es cierto que el comercio y la inversión con un país con intereses similares a los nuestros puede ser positivo, los tribunales de arbitraje que plantea así como las listas negativas que se incluyen, contienen peligros potencialmente devastadores.

¿Influyen de alguna forma los vaivenes en la negociación del CETA en la negociación del TTIP?

Nadie pensaba que el CETA fuera a generar este bloqueo. A pesar de que al final, los 28 firmarán su aplicación provisional en el Consejo, queda de manifiesto la dificultad para llegar a acuerdos que entren en conflicto con las competencias nacionales en el futuro.

¿Cuándo empezarán los europeos a “sentir” los efectos del CETA?

Los efectos colaterales de acuerdos de comercio de estas características no se sienten a corto plazo. Las políticas sociales y ambientales que se ponen en entredicho se refieren a proyectos de sociedad. El TTIP y el CETA condicionan el modelo de sociedad europea del futuro.

¿Crees que el CETA contribuirá a aumentar los desajustes sociales que provoca el liberalismo económico?

La total apertura de los mercados y la reducción de las barreras arancelarias al comercio en los 80 y 90 generó desigualdades. En lugar de atender a estos problemas, el planteamiento de los nuevos tratados acrecienta las brechas de Occidente porque no corrige las negligencias del pasado. Es más, doblan la apuesta.

¿Cómo funcionará en la práctica la Cooperación Reguladora?

El modelo de la cooperación reguladora en el CETA está sujeto a una base voluntaria. Trata de garantizar un diálogo bilateral entre los reguladores, pero esto no significa que no se puedan bajar los estándares en el largo plazo. Los intereses de Canadá y sus empresas en el marco de una directiva europea de control de combustibles fue uno de los motivos por los que se abrió la entrada en Europa a las arenas bituminosas [arenas de alquitrán o de petróleo]. Es un ejemplo de que darle más capacidad de influencia a las grandes empresas en estos procesos conlleva riesgos.

¿Es factible realizar cambios en el acuerdo después de la firma del mismo? ¿Qué respuestas contempla el CETA en caso de que un gobierno europeo se niegue a respetarlo o decida abandonarlo?

Sólo hay una manera de realizar cambios en el texto: abrirlo a la negociación. Lo contrario es lo que se ha hecho con Valonia: una declaración conjunta para calmar los miedos. Este no es el medio para hacerlo porque puede ser interpretada de forma ambigua y de forma menos estricta. No es posible abandonar un tratado como el CETA o el TTIP, ni marcharse de la UE supondrá dejar de sentir sus efectos porque todos los países europeos comparten un mercado único. Además, es un tratado internacional, sus cláusulas deben de ser respetadas.

(Fuente: La Marea / Autor: José Bautista)

Francisco Campos

Francisco Campos

Nació en Sevilla en 21 de julio de 1958. Trabaja como administrativo. Es autor del libro "La Constitución andaluza de Antequera: su importancia y actualidad" (Hojas Monfíes, 2017).

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