Bachir, hijo de Ben barka: “la decisión política primera de organizar su desaparición proviene del nivel más alto del Estado marroquí”

El 29 de octubre se cumplieron 51 años del asesinato del líder socialista del Estado marroquí Mehdi Ben Barka en un complot organizado por agentes franceses y marroquíes al servicio de la corona alauita.

A finales de la década de 1960 la mal llamada Guerra Fría estaba en su apogeo. Como telón de fondo, las guerras de liberación nacional en Vietnam y Mozambique, la resistencia al apartheid en Sudáfrica, el golpe de Estado en Brasil y después en Indonesia… Para invertir la tendencia favorable al orden neocolonial tres grandes dirigentes, Che Guevara, Mehdi Ben Barka y Amilcar Cabral, idearon una convergencia de luchas a escala “tricontinental”. Movimientos, partidos políticos o incluso guerrillas debían intercambiar sus experiencias y estrategias de resistencia frente al imperialismo.

Uno tras otro, estos tres revolucionarios, pensadores y hombres de acción pagaron con sus vidas el haber luchado junto a los “condenados de la tierra”. Sin embargo, medio siglo después de su desaparición sus ideas en favor de un mundo menos desigual tienen todavía más actualidad que nunca. Para comprender mejor cuál era la lucha de su padre, hemos entrevistado a Bachir Ben Barka (foto adjunta) que trabaja para esclarecer todas las responsabilidades en este caso.

Señor Ben Barka, 51 años después, ¿qué se sabe exactamente del secuestro de su padre, Medhi Ben Barka, el 29 de octubre de 1965 en París?

Poco. Se sabe que dos policías le interpelaron delante del bar Lipp, en el bulevar de Saint-Germain de París, que subió en un coche de servicio, que dentro de este coche había un agente de los servicios franceses y un mafioso que acompañaban a los dos policías. Lo llevaron a una villa a las afueras de París, hacia Orly, en Fontenay-le-Vicomte, que pertenece a un conocido gánster y hay desaparece su rastro, no se sabe qué le pasó.

Se han contado muchas historias y se han formulado muchas hipótesis, pero para nosotros desapareció el 29 de octubre de 1965 delante del bar Lipp a las doce y media. Por supuesto, no se puede dudar de su muerte, de su asesinato, pero hay preguntas que siguen sin respuesta después de 50 años. ¿Cómo fue asesinado? ¿Quiénes son los asesinos? ¿Dónde está su cuerpo?

No tenemos un lugar al que ir para recogernos. Y también hay una cuestión que nos interesa y que nos concierne como ciudadanos: ¿Se han aclarado todas las responsabilidades? Algunas sí. Pero todas las responsabilidades penales, e incluso políticas, está lejos de haberse establecido. Al cabo de 51 años el objetivo de nuestras investigaciones, de mi familia con su abogado, el señor Butin, sigue siendo conocer la verdad sobre la muerte de mi padre.

¿A quién le interesaba hacer callar al militante internacionalista revolucionario que era?

Su pregunta contiene la respuesta. Como era militante internacionalista, molestaba a determinados intereses. Lo que sabemos es que la decisión política primera de organizar su desaparición proviene del nivel más alto del Estado marroquí. La ejecución de este trabajo se confió al ministro del Interior Oufkir, al jefe de la seguridad nacional Dlimi y a sus agentes.

Se solicitaron unas complicidades que aclaran la convergencia de intereses de quienes querían hacer desaparecer a Mehdi Ben Barka. Los servicios secretos franceses, los servicios secretos israelíes y, sin lugar a dudas, también los servicios secretos de Estados Unidos contribuyeron de un modo u otro a organizar la trampa en la que cayó mi padre y que provocó su secuestro y desaparición.

Al comentar el secuestro de Ben Barka, el general de Gaulle afirmó: “Nada, absolutamente nada indica que el contraespionaje y la policía, como tales y en su conjunto, hayan conocido la operación, a fortiori que la hayan encubierto”. ¿Se trata de mala fe por parte del general?

En estas palabras hay mucha mala fe, mucha comedia pero, sobre todo, la voluntad de proteger al Estado. El general se dio cuenta de la magnitud del escándalo, de la magnitud de las disfunciones que gangrenaban a los servicios secretos y a determinados engranajes del Estado francés que permitieron a unos servicios secretos extranjeros, en este caso marroquíes, cometer un crimen en territorio francés.

Estas mismas disfunciones favorecieron la protección y huida de los criminales. Estamos seguros de que de Gaulle se encontró ante un hecho consumado. Estaba previsto que aquel fin de semana de finales de octubre de 1965 tuviera lugar un encuentro entre mi padre y personas cercanas a Gaulle, si no el propio general, al que le interesaba esta Tricontinental que se estaba estableciendo en aquel momento, a él que quería tener una cierta autonomía respecto a Estados Unidos.

Por consiguiente, se encontró ante un hecho consumado y el secuestro de mi padre mostró la magnitud de los problemas con los que él mismo se encontraba en el seno de su régimen, tanto dentro de sus servicios secretos como de la policía e incluso de sus colaboradores políticos. En un momento dado se afirmó que el ministro del Interior francés de la época, Roger Frey, estaba al corriente de los preparativos de la desaparición de mi padre. Era muy cercano al general Oufkir con el que pasaba sus vacaciones familiares en Marruecos.

Pero todas las investigaciones y búsquedas que se hicieron después, tanto las investigaciones periodísticas como las de los historiadores, e incluso la investigación judicial, demostraron que este caso era todo excepto “vulgar y subalterno”. Contrariamente a lo que quiso hacer creer el General de Gaulle, las implicaciones y responsabilidades tanto francesas como marroquíes, israelíes o estadounidenses eran de alto nivel. Por desgracia, desde esta fase la losa de la razón de Estado se impuso sobre el caso judicial.

Hoy, 50 años después, la instrucción continúa abierta en Francia y el expediente del “caso Ben Barka” es el expediente más antiguo instruido en el Tribunal Supremo de París: es el décimo juez de instrucción que trabaja este expediente. La imposibilidad de establecer la verdad proviene esencialmente de la razón de Estado. “Razones”, habría que decir, ya que son las razones del Estado marroquí, las del Estado francés, las del Estado estadounidense y las del Estado israelí las que impiden que la justicia llegue hasta el final.

Existen elementos materiales para conocer la verdad sobre la desaparición de mi padre, unos testigos que viven. Cuando digo testigos es por decirlo suavemente porque son autores, esencialmente agentes marroquíes cuya identidad es conocida y que estaban presentes en París. Algunos fueron condenados por un tribunal francés por secuestro. Ellos conocen gran parte de la verdad.

Existen los expedientes de los servicios secretos, pero aún están protegidos por el “secreto de defensa”. Esto concierne a los documentos de los servicios secretos tanto franceses, como israelíes y estadounidenses.

También se habla del lugar en el que puede que esté enterrada al menos una parte del cuerpo de mi padre, a las afueras de Rabat, a unas decenas de metros de la nueva embajada de Estados Unidos. Lo que sucede es que las autoridades marroquíes se niegan a excavar y buscar en ese lugar. Por lo tanto, existen elementos para llegar a la verdad, ya sean materiales o en forma de documentos y, por lo tanto, es posible saber qué pasó. Pero cincuenta años después de los hechos todavía se tiene miedo a la verdad. Ninguno de estos Estados quiere asumir sus responsabilidades ni asumir los excesos de sus servicios secretos en este asesinato que es un crimen de Estado.

Antes ha dicho que el procedimientos judicial continuaba abierto, pero, ¿continúa activamente o es un procedimiento puramente formal?

Depende de los jueces y de los periodos. Hay jueces que son más activos que otros, que verdaderamente hacen que progrese la instrucción, y otros que no han hecho nada. El actual juez se afana, pero se enfrenta al bloqueo debido a la mala voluntad de los Estados. Por ejemplo, cuando el juez francés envía una comisión rogatoria a Marruecos para interrogar a los testigos marroquíes, se le responde que las autoridades no conocían la dirección del jefe de la gendarmería marroquí … Cuando el juez solicita que se registre determinado lugar, las autoridades marroquíes responden que no conocen ese lugar, aunque ha sido filmado. A raíz de ello se sube dos metros el muro que rodeaba ese lugar para que no se pueda filmar otra vez, pero las imágenes del satélite están todavía ahí … Este lugar sigue estando tal como se dejó hace 10, 20 o 30 años. Era un centro de detención secreto llamado PF3 (Punto Fijo 3) donde se secuestró a opositores al régimen e incluso se asesinó a algunos de ellos, según testigos oculares. Las autoridades marroquíes se niegan a ir ahí a hacer un registro.

Todavía hoy el Ministerio de Defensa francés se niega a levantar el secreto de sumario de las decenas de documentos concernientes a mi padre y al caso. Por consiguiente, a pesar de la buena voluntad de los jueces, en un momento dado hay un bloqueo material que se debe a decisiones políticas o, más bien, a una falta de valor para tomar la decisión de desbloquear el caso. Y nosotros nos preguntamos qué da todavía miedo en este caso para que se siga ocultando la verdad.

Ha mencionado la investigación mediática. ¿Cree usted que la prensa ha contribuido realmente a hacer avanzar la búsqueda de la verdad en este caso?

Sí y no. Sí, porque sigue habiendo interés por el caso, por el misterio de un caso no resuelto desde hace 50 años, el misterio de un crimen sin cadáver. Cada vez que aparece un elemento nuevo, la prensa lo infla y trata de ir más lejos.

Pero al mismo tiempo a menudo la prensa ha sido un medio de distracción. El primer ejemplo que se me ocurre es del gran titular en la primera página del semanario l’Express en 1966 que afirmaba en grandes caracteres “Yo vi matar a Ben Barka, habla un testigo”. Y, de hecho, al leer el artículo uno se da cuenta de que el supuesto testigo que ha hablado no es el entrevistado y que la persona que se supone ha visto algo no podía haber estado donde ocurrieron los hechos. Este famoso testigo era Georges Figon, uno de los mafiosos implicados en el secuestro de mi padre, que fue encontrado “suicidado”, según la versión oficial, justo cuando la policía iba a detenerle tres meses después de los hechos.

Ahora se sabe que ese titular que en absoluto se correspondían con el contenido se lo había inventado el entonces responsable de l’Expres, Jean-Jacques Servan-Schreiber, lo que disparó sus ventas. Y, desgraciadamente, en esta tesis desarrollada sobre la supuesta entrevista fue en lo que se basaron muchas hipótesis sobre la desaparición de mi padre.

Por eso digo que la prensa nos ha ayudado mucho, porque gracias a la prensa no se ha enterrado el caso y regularmente se vuelve a hablar de él, pero en ocasiones también se ha utilizado a la prensa. No diría que se la haya manipulado, sino instrumentalizado para colar pistas falsas.

El otro ejemplo que recuerdo son las declaraciones de un ex agente marroquí, Boukhari que hace unos quince años también hizo unas sonadas declaraciones al diario Le Monde y a un semanario marroquí, Le Journal de Casablanca, donde contaba que el cadáver de mi padre se repatrió a Marruecos y fue disuelto en un depósito de ácido. Hacía totalmente responsable de ello a Oufkir y Dlimi olvidando completamente a quien lo había ordenado, es decir, el rey de Marruecos.

También en este caso estas famosas “revelaciones” de Boukhari, a raíz de las cuales se demostró que él mismo había sido instrumentalizado y que siempre se ha negado a ir a dar testimonio ante un juez francés, contribuyeron a orientar al público hacia pistas falsas. Las conclusiones que se pretende que se saquen tanto del testimonio de Figon como del de Boukhari son, en primer lugar, que los responsables de la muerte de mi padre son Oufkir y Dlimi, y a continuación que el cuerpo ha desaparecido, lo que quiere decir que no hay nada más que buscar.

Oufkir y Dlimi murieron en unas circunstancias muy inquietantes, el primero con dos balas en la espalda tras el intento de golpe de Estado contra Hassan II [de Marruecos] y el segundo en un accidente de coche contra un camión militar justo después de salir del palacio real. Una vez desaparecidos los dos personajes clave de la seguridad marroquí, no queda sino cerrar el caso…

Es evidente que usted contribuye muy activamente a buscar la verdad sobre lo que le ocurrió a su padre. ¿Qué ha heredado de Mehdi Ben Barka en el aspecto personal? ¿Tiene usted la sensación de proseguir su lucha política?

Creo que nadie actualmente tiene la talla para proseguir su lucha política. Lo que yo trato de hacer es luchar por su memoria, para que no desaparezca con él. Se le ha hecho desaparecer físicamente y durante muchos años se ha tratado incluso de hacer desaparecer su nombre de la memoria colectiva marroquí, pero en vano. Su nombre sigue presente. Sus ideas siguen presentes incluso en el caso de la juventud marroquí que no lo conoció. Todo lo que él pudo o quiso proponer para Marruecos y otros lugares sigue siendo de actualidad.

Por supuesto, han pasado 50 años, hay ideas que se deben actualizar, pero todas las personas que han leído sus escritos sobre el periodo de la década de 1960, el periodo de la descolonización, la reconstrucción de los países recién independizados, los riesgos y peligros del neocolonialismo, la lucha por la fraternidad internacional, la edificación de sociedades nuevas, la democracia de base, etc., todas ellas señalan que sus propuestas siguen siendo unas pistas para la juventud de hoy, que se refiere mucho a él. Si logro perpetuar esta memoria y hacer que esté a disposición de las nuevas generaciones, sería ya un gran trabajo para defender esta memoria y lograr que otras personas retomen sus ideas.

Volviendo brevemente al contexto geopolítico de la época, recordemos que en octubre de 1963 el rey Hassan II había desencadenado la “Guerra de las Arenas” contra Argelia. Se decía que Mehdi Ben Barka apoyaba a Argelia en contra de su país, Marruecos. ¿Es cierto que hasta hoy en día algunas personas todavía identifican este acto con la traición?

Permítame que haga una corrección: usted ha dicho que había apoyado a Argelia en contra de su país. Ahora bien, lo que hizo fue condenar la guerra. Estaba en contra de esta guerra, que él calificó de agresión contra la joven Revolución argelina, la cual se había convertido en una referencia para los movimientos de liberación africanos y latinoamericanos. Es cierto que era un apoyo a Argelia y una condena, no de su país, sino del régimen que llevaba a cabo esta agresión para debilitar Argelia.

Es cierto que todavía hoy muchas personas no han entendido esta postura, pero para él iba en el sentido de toda su lucha. Una lucha que iba más allá de las fronteras. Y es que muy pronto tuvo la suerte de ampliar su visión política. Había hecho estudios universitarios en Argelia, una licenciatura en matemáticas en la universidad de Argel entre 1940 y 1942. Cuando tendría que haber ido a Francia para hacer sus estudios universitarios Francia estaba ocupada, por lo que estudió en Argel. A continuación, en 1943, volvió a Marruecos para proseguir en territorio marroquí su lucha por la independencia de Marruecos.

Durante su estancia en Argelia pudo contactar con los futuros dirigentes magrebíes (tunecinos y argelinos), pero también participar en los debates que se generaban en Argel, sobre todo en torno a la lucha antifascista. En un momento dado esta cuestión había suscitado un debate entre los pueblos colonizados por Francia: ¿había que apoyar a la Alemania nazi, que luchaba contra Francia, o había que luchar contra el nazismo?

Para la mayoría de los intelectuales y militantes políticos de entonces en Argel la lucha contra el fascismo y el nazismo era prioritaria. No se trataba de decir que los enemigos de nuestros enemigos eran nuestros amigos… La lógica política y militante no es exactamente la lógica matemática. Participó en este debate que concluyó que se trataba de luchar contra el fascismo pero sin olvidar, por supuesto, la lucha por la independencia de los tres pueblos del Magreb.

Los vínculos que estableció mi padre en los años 1942 y 1943 se desarrollaron después entre los dirigentes del Frente Nacional de Liberación en Argelia y del Néo-Destour en Túnez, y el Istiqlal en Marruecos. Más adelante esta visión internacionalista guió siembre su visión política. Por supuesto, cada pueblo tiene su especificidad, cada país tiene que llevar a cabo su propia evolución, pero gracias a la solidaridad entre ellos los pueblos van a poder progresar juntos. Y mi padre nunca abandonó la idea de hacer efectiva una solidaridad tanto a escala del Magreb como a escala de África y, mucho más tarde, de la Tricontinental.

Los reyes se han sucedido desde la independencia de Marruecos. Todos se han caracterizado por una “apertura cerrada” o un “cierre abierto” del reino, como se ha dicho. ¿El asesinato de Mehdi   Ben Barka selló la suerte de la apertura democrática de Marruecos?

Creo que el espíritu de apertura estaba enterrado desde mucho antes. Es cierto que tras la independencia, con la euforia que esta generó, había una dinámica alimentada por esta joven generación de militantes que eran Mehdi Ben B arka, Bouabid, Basri, la cual había surgido de las clases populares y había militado en el seno del partido Istiqlal y a veces también en la resistencia armada contra Francia…

Después de la independencia esta generación había querido construir un Marruecos nuevo con la reivindicación de la Asamblea Constituyente, con la movilización de las energías populares y tratando al mismo tiempo de no caer en la trampa del neocolonialismo. Esta generación emprendió esa lucha para que la independencia tuviera un contenido social y progresista.

Precisamente, ¿cómo ha evolucionado la relación de fuerza?

En el momento de la independencia la relación de fuerza hacia que fuera posible llegar a un compromiso con el Palacio Real y llegar a imponer una serie de reformas y acciones en el sentido de la construcción de esta nueva sociedad. Pero poco a poco la relación de fuerza se invirtió y a finales de la década de 1950 se debilitó esta nueva fuerza emergente y Palacio retomó totalmente las riendas gracias a las alianzas políticas y estratégicas entre el feudalismo marroquí y los intereses neocoloniales e imperialistas, más particularmente franceses.

El debilitamiento del movimiento popular fue posible gracias a la represión, pero también a determinados problemas internos y la falta de organización que hicieron que desde finales de la década de 1950 y principalmente desde el reinado de Hassan II en 1961 se asista a una ruptura total entre el Palacio Real y las fuerzas políticas progresistas. Y, más que a una ruptura, se asistió a una lucha encarnizada para eliminar a estas fuerzas progresistas por todos los medios y esencialmente por la represión.

Los años de plomo en Marruecos no empezaron en 1970, sino en la década de 1960. En aquel momento desapareció la esperanza de una Asamblea Constituyente. Mohamed V se había comprometido a establecer una Constituyente para elaborar la constitución de una monarquía constitucional y democrática, pero en 1962 [su sucesor] Hassan II impuso una constitución a su medida y que no iba en absoluto en ese sentido.

Los años de plomo empezaron verdaderamente a partir ese momento, con oleadas de represión, secuestros, juicios políticos y eliminaciones. Por supuesto, el asesinato de mi padre es el ejemplo más simbólico de ello, el más sintomático.

¿Ha utilizado los instrumentos internacionales en relación con la desaparición?

Todavía no porque en Francia continúa el proceso de instrucción del caso. Con frecuencia se nos ha animado a recurrir al Tribunal Europeo de Derechos Humanos, pero aún estamos a la espera. Como el caso sigue abierto en Francia, eso quiere decir que aún no hemos agotado todos los recursos judiciales franceses. En cambio, estamos considerando recurrir al grupo de personas desaparecidas de la ONU [Grupo de Trabajo sobre Desapariciones Forzadas o Involuntarias], que está muy cualificado para abordar estos problemas. Con motivo del 50 aniversario se creó un nuevo Comité por la Verdad en 2015, tras el primer Comité que se había creado en 1965. Está presidido por Louis Joinet, un jurista que también es redactor de la Carta del Grupo de trabajo sobre Desapariciones Forzadas.

En su opinión, ¿qué habría pensado su padre de lo que está ocurriendo actualmente en el Magreb y en Oriente Próximo?

El contexto no es el mismo. En 1954-55 hubo esperanza y duró hasta 1958 gracias a la famosa Conferencia de Tánger que reunía a los tres partidos líderes del Magreb, el Néo-Destour, el FLN y el Istiqlal, los cuales tenían una visión magrebí, actuaban en esa perspectiva, eran conscientes del problema del neocolonialismo y estaban en una perspectiva de construcción de un Magreb de los pueblos.

Esta perspectiva ya no está a la orden del día. Desde finales de la década de 1960 lo que se impone es el Magreb de los Estados, el Magreb de las policías con una serie de operaciones en las que había mucha más solidaridad policial y de seguridad entre los tres, cuatro o cinco Estados del Magreb que voluntad política de liberación y de progreso.

Por eso hoy en día es muy delicado establecer un paralelismo. El problema que existe hoy no es el mismo que el que existía en la década de 1960. Se admitía que todas las diferencias se resolvieran sobre la base de una cooperación política y económica entre los países del Magreb. Es problema es totalmente diferente por lo que resulta muy difícil decir qué habría pensado hoy [mi padre].

Lo que es indudable es que hoy, cincuenta años después, el estado del Magreb, de Oriente Próximo y de África habría sido diferente si personalidades como Mehdi Ben Barka, Lumumba, Amilcar Cabral y Che Guevara todavía vivieran. Estos asesinatos no han sido fruto del azar. No estoy sugiriendo un “complot”, pero es indudable que varios asesinatos selectivos tuvieron por objetivo aquellas figuras que eran catalizadoras de la acción de sus pueblos y de sus regiones.

Con esas desapariciones varios proyectos no se completaron. Por ejemplo, la perspectiva de la Tricontinental era una gran esperanza para los pueblos de los tres continentes. Es indudable que debido a la desaparición de Mehdi Ben Barka, al aislamiento de Che Guevara en África y al golpe de Estado que derrocó a Ahmed Ben Bella en Argelia las perspectivas de esa Tricontinental cambiaron completamente y no se pudo realizar totalmente lo que se había previsto.

Sin olvidar el golpe de Estado en Indonesia y sus seis millones de muertos. Se eliminó a una serie de líderes en un momento en el que era posible que la relación de fuerza se invirtiera en favor de las fuerzas progresistas.

Parece que entre los muchos y variados orígenes de los miembros de Daesh también hay no pocos marroquíes. ¿Qué le parece esta constatación?

La situación en Marruecos es particular, es una situación de deriva de la seguridad pública. Uno de los efectos de esta presencia de la seguridad es que impide que la información salga. Se desconoce todo lo que ocurre en Marruecos: los movimientos de derechos humanos se hacen eco de una serie de violaciones cada vez más importantes y graves que afectan al medio de la información, pero también al mundo de los abogados, al movimiento social.

No es un secreto que los movimientos sociales están oprimidos, pero no se habla de ello. Por parte de determinada prensa occidental existe cierta complacencia respecto al régimen marroquí, lo que explica por qué no circula la información. Y en la actual relación de fuerza puede que el régimen marroquí desempeñe un papel clave en esta estrategia contra el desarrollo de fuerzas islamistas en la zona, en relación con lo que ocurre en Europa.

Pero creo que, como en el caso de otros Estados mediterráneos, Marruecos está recorrido por tentaciones”criminalo-islamistas” (la palabra yihadista no es exacta). Y, por desgracia, la juventud en Marruecos no se libra de esta realidad. Hay que establecer un paralelismo entre el estado al ha llegado la situación económica y democrática en Marruecos, y el estado de desarrollo de una ideología retrógrada, reaccionaria, obscurantista…

Existe un paralelismo y Marruecos no se libra de él. Como indican incluso las estadísticas oficiales, 60 después de su independencia Marruecos todavía tiene que crear un sistema sanitario, un sistema educativo y de seguridad social dignos de tal nombre. Marruecos se encuentra en los últimos puestos de la lista de países según el índice de desarrollo humano. Y creo que esta situación también explica que Marruecos no se haya librado del desarrollo de movimientos integristas.

¿Podría hablarnos de las actividades que lleva a cabo el Instituto Mehdi Ben Barka?

Hace quince años fundamos este Instituo Mehdi Ben Barka – Memoria viva , que en Francia tiene un estatuto de asociación 1901 y cuyo objetivo es, precisamente, dar a conocer por todos los medios el pensamiento de mi padre: actividades culturales, ediciones, conferencias… Lo primero que hizo el Instituto fue reeditar sus libros agrupando todos aquellos que habían sido editados de manera dispersa: una parte en 1966 por François Maspero, otros en árabe…

Así que lo hemos reunido todo en un volumen publicado por la editorial Syllepse, Ecrits de Mehdi Ben Barka [Escritos de Mehdi Ben Barka ]. El Instituto sigue trabajando en esta óptica de trabajar la memoria, pero también de hacer un trabajo de historia y de investigación por medio de la organización de coloquios y conferencias, y de la participación en ellos.

Por ejemplo, en 2005 hubo un coloquio en París sobre la transición entre la tricontinental y el altermundialismo, el fruto del cual se publicó en la editorial Syllepse con el título Mehdi Ben Barka en héritage – De la Tricontinentale à l’altermondialisme [ Herencia de Mehdi Ben Barka- De la Tricontinental al altermundialismo] . A continuación en la colección “Pensée d’hier pour demain” [Pensamiento de ayer para mañana] publicada por el CETIM (Centre Europe-Tiers Monde) se dedicó un libro a Mehdi Ben Barka. Por último, la editorial Les petits matins ha publicado en la colección “Sortir du colonialisme” [Salir del colonialismo] una obra titulada Mehdi Ben Barka, cinquante ans après [Mehdi Ben Barka cincuenta años después].

Pero defender la memoria de Mehdi Ben Barka no reside únicamente en la publicación de sus escritos. También se han organizado manifestaciones de orden cultural: en 2007, con ocasión del 40 aniversario de su desaparición, tuvieron lugar sendas grandes exposiciones en Francia y Marruecos. En París con 41 artistas de diferentes nacionalidades que contribuyeron cada uno con una obra y a continuación en Rabat artistas marroquíes, españoles, palestinos y franceses participaron en otra exposición homenaje que duró casi un mes.

El Instituto también colabora con otras estructuras en manifestaciones en torno al pensamiento y la acción de Mehdi Ben Barka, como hicimos durante la semana consagrada a la Tricontinental en Ginebra.

En su opinión, ¿qué habría que preservar de su pensamiento para comprender los acontecimientos actuales, cincuenta años después?

Por lo que se refiere al desarrollo de Marruecos, mi padre había tratado de movilizar las potencialidades populares que existían en el país. En varias ocasiones demostró que era posible organizar y hacer acciones importantes en el marco local, regional marroquí.

Y esa era también la tarea que se asignó en el marco de su acción internacional: cuando habla de solidaridad, esta solo puede hacerse poniendo en común unas potencialidades populares de cada país, sobre todo en la perspectiva de dispersar las fuerzas del adversario: cuando Che Guevara escribía “hay que crear dos, tres Vietnam” era con esa idea.

Crear una organización de solidaridad de los tres continentes quiere decir organizar en todas partes luchas para debilitar al adversario principal. Lo que él hizo fue movilizar a la juventud pero, al mismo tiempo, poner en común las potencialidades de cada país para modificar a su favor la relación de fuerzas.

(Fuente: Investig’Action – Rebelión / Autores: Alex Anfruns y Philippe Stroot / Traductora: Beatriz Morales Bastos)

Francisco Campos

Francisco Campos

Nació en Sevilla en 21 de julio de 1958. Trabaja como administrativo. Es autor del libro "La Constitución andaluza de Antequera: su importancia y actualidad" (Hojas Monfíes, 2017).

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