Túnez: El sindicato UGTT paraliza el país con una huelga general contra la pérdida de poder adquisitivo de los sectores populares

Transportes, escuelas y administraciones estaban paralizadas este jueves en Túnez por una huelga general masiva en los servicios públicos, en un contexto político tenso al inicio de un año electoral. “Fuera, gobierno del FMI”, o “Chahed, cobarde, el pueblo tunecino no acepta la humillación”, gritaban los manifestantes, que reprochan al primer ministro, Youssef Chahed, ceder a las directivas del Fondo Monetario Internacional (FMI).

En todo el país, escuelas y universidades permanecieron cerradas, los transportes comunes no funcionaban y el aeropuerto de la capital estaba casi paralizado, a pesar de un decreto gubernamental publicado in extremis el miércoles exigiendo un servicio mínimo. Numerosos vuelos fueron anulados o desviados a otros aeropuertos del país, como Monastir (este) y Djerba (sureste) notamment.

La Unión General de Trabajadores Tunecinos (UGTT), el sindicato que agrupa a 800.000 trabajadores tunecinos,  convocó una huelga de 24 horas entre los 677.000 funcionarios y 350.000 trabajadores de empresas públicas, lo que representa cerca de un cuarto de la población activa del país.

El sindicato reclama aumentos salariales más importantes que los 130 a 180 dinares (40 a 55 euros, 42 a 60 dólares) en dos años propuestos por el gobierno, para contrarrestar la caída del poder adquisitivo debido a la inflación, que alcanzará 7,5% en 2018. El salario bruto medio de un funcionario es de 1.580 dinares (500 euros, 520 dólares), según el último informe oficial para 2016.

Estas movilizaciones tienen lugar en medio de un ambiente político crispado en estos últimos meses, cuando se acercan las elecciones legislativas y presidenciales, previstas a finales de 2019. Túnez, muy endeudado, obtuvo en 2016 del FMI un nuevo préstamo de 2.400 millones de euros en cuatro años, y prometió aplicar grandes reformas y reducir el peso de la función pública en el PIB, después de que los gobiernos que sucedieron a la revolución contrataran de forma masiva para calmar la indignación social.

Por la mañana, varios miles de sindicalistas se concentraron ante la sede de la UGTT, situada en el centro de la capital (foto adjunta). Allí, su secretario general, Nureddin Tabubi, les dirigió una arenga en la que cargó duramente contra el Gobierno, al que acusó de “echar a perder los logros sociales conseguidos por el pueblo”. En la raíz del conflicto, el porcentaje de la subida salarial de los funcionarios para los próximos dos años. “No pedimos un aumento de sueldo, ¡sino recuperar el poder adquisitivo perdido!”, proclamó Tabubi entre los aplausos y vítores de los asistentes, que llenaban a rebosar la plaza Mohamed Ali.

“Desde el 2012, cada año hemos ido perdiendo poder adquisitivo. Las subidas de nuestros sueldos han sido irrisorias, siempre muy por debajo de la inflación”, se queja Emna, una profesora universitaria de 45 años. “Antes, con un sueldo de maestra se podía vivir dignamente. Ahora ya no”, tercia Meriem, que ejerce en una escuela de primaria de la capital. El sueldo de un maestro oscila entre los 900 y los 1.300 dinares (entre 265 y 380 euros). Desde 2016, una escalada progresiva de la inflación, proporcional a la devaluación del dinar tunecino, ha situado la tasa anual cerca del 8%.

La noche anterior, el primer ministro, Yousef Chahed, se dirigió a la nación en un discurso televisado para explicar la posición del Gobierno. “Si los aumentos no van acompañados de un crecimiento económico no tendrán un impacto real sobre los ciudadanos, sino que traerán más inflación y un mayor endeudamiento”, argumentó el premier. El conflicto laboral llega en un contexto de crisis social y política, después de que en las últimas semanas se registraran protestas por parte de jóvenes desempleados en las regiones más pobres del país, que apenas han visto mejoras en su situación tras la caída de la dictadura de Ben Alí.

El margen de maniobra de Chahed es muy limitado. Después de ignorar varias veces el incumplimiento de los objetivos anuales de déficit público, el FMI ha endurecido sus exigencias para 2019. Según el Fondo, que otorgó a Túnez un préstamo por casi 2.500 millones de euros en 2016, el país debe reducir la carga que supone la masa salarial del funcionariado, una de las más elevadas del mundo en términos relativos. No en vano, casi una cuarta parte de la mano de obra empleada está a sueldo del Estado.

De los discursos de los líderes sindicales y los cánticos de los militantes emana una retórica nacionalista que acusa al Gobierno de “vender la soberanía nacional”. “Dimisión, dimisión del gobierno de los agentes [del extranjero]!”, fue uno de los eslóganes más repetidos por parte de los manifestantes, que recorrieron la céntrica Avenida Bourguiba en dirección hacia el Ministerio del Interior. En varios carteles, fotografías de Christine Lagarde, la directora del FMI, marcadas con una cruz roja.

Aunque la UGTT se pasó meses pidiendo la dimisión en bloque del Gobierno, sus responsables dicen conformarse ahora con un cambio de rumbo en la política económica. “La gente está harta de unas políticas que perjudican a las clases populares, ha perdido la confianza no solo en este Gobierno, sino en toda la clase política”, sostiene Samir Shaafi, vicesecretario general, en plena manifestación.

“Por eso, estamos estudiando participar de alguna manera en las próximas elecciones, ya sea con listas propias o pidiendo el voto para alguna lista concreta. Todas las opciones están sobre la mesa”, asegura, abriendo la puerta a una decisión que sería histórica. Si bien la UGTT ha aunado el papel político y el sindical desde su fundación, en plena lucha por la independencia, nunca hasta ahora ha participado en una contienda electoral.

Según fuentes de la UGTT, la huelga fue un éxito y registró un seguimiento del 90%. La satisfacción se reflejaba en los rostros de sus dirigentes, conscientes de que disponen de buenas cartas en el órdago lanzado al Gobierno. El próximo sábado la dirección del sindicato se reunirá para decidir qué medidas “de escalada” adoptar.

(Fuentes: AFP / AP / El País)

Francisco Campos

Francisco Campos

Nació en Sevilla en 21 de julio de 1958. Trabaja como administrativo. Es autor del libro "La Constitución andaluza de Antequera: su importancia y actualidad" (Hojas Monfíes, 2017).

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