El Estado sionista institucionaliza el racismo y el apartehid aprobando una ley que declara a Israel “el estado-nación del pueblo judío”

Israel ha aprobado una polémica ley que declara los territorios palestinos ocupados como “estado judío”, impulsando así la colonización de Palestina. Con 62 votos a favor, 55 en contra y dos abstenciones, el parlamento del régimen sionista, La Knéset, tras meses de discusiones, ha adoptado la madrugada de este jueves el llamado proyecto de ley “estado-nación”, promovido por el primer ministro, Benjamín Netanyahu.

“Este es un momento decisivo en los anales del sionismo y la historia del estado de Israel”, manifestó el premier del régimen de Tel Aviv, Benjamin Netanyahu, tras la votación, según recoge la agencia británica Reuters.

La ley estipula que solo los judíos tienen “derecho exclusivo a la autodeterminación nacional” en los territorios palestinos ocupados por Israel y elimina el árabe de las instituciones y escuelas, reconociendo en su lugar el hebreo como idioma oficial. También declara la ciudad de Al-Quds (Jerusalén) como la capital del régimen de Tel Aviv y apoya la construcción y ampliación de los asentamientos habitados por judíos.

Los palestinos que viven dentro del Estado sionista han repudiado la ley por racista y dicen que esta confirma su antigua denuncia de que son tratados como ciudadanos de segunda clase. Además, la iniciativa ha sido rechazada por miles de israelíes, que tomaron el sábado las calles de Tel Aviv para pedir su anulación.

En un comunicado emitido tras la manifestación, los israelíes lamentaron que la ley ‘estado-nación’ convierta el racismo en una parte ineludible de sus vidas. “Esta ley traerá exclusión y daño a las minorías a niveles terroríficos que nunca antes hemos visto. Nuestra postura es clara: todos los ciudadanos, todos, somos iguales”, reza la nota.

La propuesta ha levantado críticas también de la Unión Europea (UE), que la tachó de “racista” y, por discriminar, en particular, a la población palestina en los territorios ocupados por Israel.

7.000 personas salieron a las calles de Tel Aviv para manifestarse en contra

Unas 7.000 personas salieron el sábado pasado a las calles de Tel Aviv para manifestarse contra un polémico proyecto de ley que declara a Israel “el estado-nación del pueblo judío”. Entre los participantes se contaron varios políticos, diputados, activistas y demás figuras públicas, que se unieron a la manifestación para condenar el carácter discriminatorio del proyecto de ley.

El proyecto de ley otorga prioridad a los valores judíos sobre los valores democráticos, declara a Jerusalén la capital de Israel, abre la puerta a la creación de comunidades sólo para judíos e instituye el hebreo como la única lengua oficial de Israel (mientras que el árabe quedaría relegado a lengua “con estatus especial”).

“La ley del estado-nación convertirá el racismo, la discriminación y la segregación en parte ineludible de nuestras vidas,” señalaron, en un comunicado conjunto, las organizaciones que participaron en la manifestación.

El diputado israelí Ayman Odeh, que preside el grupo parlamentario predominantemente árabe de la Lista Conjunta, denunció que el borrador pretende “meterle el dedo en el ojo a una quinta parte de la población israelí, desencadenar una disputa y polarizar [a los ciudadanos] con el fin de obtener rédito político para la tiranía de Netanyahu”.

El primer ministro israelí ha señalado en repetidas ocasiones que la aprobación del proyecto de ley es una de sus principales prioridades. Netanyahu espera que la ley sea refrendada antes del receso veraniego del parlamento, que comienza el 22 de julio.

“La ley del estado-nación no nos hará desaparecer, pero causará un daño irreparable a la democracia,” añadió Odeh. “Esta gran manifestación es un paso importante en la lucha contra el fascismo”. Bajo un régimen israelí que “ha perdido cualquier vergüenza y que le tiene miedo a su propia sombra,” continuó el diputado, “la mayoría pisotea a la minoría, la legislación se vuelve racista y el ámbito democrático se ve bajo una amenaza constante”.

Por su parte, la parlamentaria Tamar Zandberg, que dirige el partido Meretz, acusó al gobierno israelí de estar presionando para aprobar la ley con el fin de distraer a la población de la acuciante situación en la Franja de Gaza.

El rabino Gilad Kariv, presidente del Movimiento Reformista, calificó el proyecto de ley de “despreciable”. “Con quien tenemos que saldar cuentas es con aquellos elegidos por la población [miembros de la Knesset], que en el fondo saben hasta qué punto la ley del estado-nación va a manchar la legislación israelí, y aun así permanecen en silencio,” afirmó.

(Fuentes: Hispan TV / Monitor de Oriente)

La ley del Estado-nación lo deja claro. Israel es solo para judíos, escrito negro sobre blanco. Es más fácil de esta manera para todos

La Knesset está a punto de emitir una de sus leyes más importantes y la más acorde con la realidad. La ley del Estado-nación pondrá fin al vago nacionalismo de Israel y presentará al sionismo tal como es. La ley también pondrá fin a la farsa de que Israel es “judío y democrático”, una combinación que nunca existió y que nunca podría existir debido a la contradicción inherente entre los dos valores que no pueden conciliarse, excepto por el engaño.

Si el Estado es judío no puede ser democrático debido a la falta de igualdad, si es democrático no puede ser judío porque una democracia no otorga privilegios basados en la etnia. Así que ahora la Knesset ha decidido: Israel es judío. Israel está declarando que es el Estado-nación del pueblo judío, no un Estado de sus ciudadanos, no es un Estado de los dos pueblos que viven dentro de él y por lo tanto ha dejado de ser una democracia igualitaria, no solo en la práctica, sino también en teoría. Es por eso que esta ley es tan importante. Es una ley acerca de la verdad.

El alboroto alrededor del proyecto de ley fue pensado principalmente como un esfuerzo para continuar con la política de ambigüedad nacional. El presidente y el fiscal general, ostensibles guardianes de la decencia, protestaron y recibieron elogios del campo liberal. El presidente gritó que la ley sería “un arma en manos de los enemigos de Israel” y el fiscal general advirtió de las “repercusiones internacionales”.

Ante la posibilidad de que el velo de Israel fuera eliminado antes de que el mundo los impulsara a actuar, Reuven Rivlin -debe decirse- gritó con gran vigor y valentía contra la cláusula que permitía a los comités de aceptación de la comunidad evaluar a los residentes y sus implicaciones para el régimen, pero la mayoría de los liberales simplemente se horrorizaron al leer la realidad cuando estaba redactada como ley.

Mordechai Kremnitzer, en el Haaretz del martes, también gritó en vano cuando dijo que el proyecto de ley “acarrearía una revolución, nada menos”. Significará el fin de Israel como un Estado judío y democrático…”. Agregó que el proyecto de ley convertiría a Israel en “un líder entre países nacionalistas como Polonia y Hungría”, como si no lo fuera y no lo hubiera sido desde hace mucho tiempo. En Polonia y Hungría no hay tiranía sobre otra gente carente de derechos, situación que se ha convertido en una realidad permanente y en una parte inseparable de cómo operan este Estado y su régimen, sin un final a la vista.

Todos esos años de hipocresía fueron agradables. Fue agradable decir que el apartheid solo estaba en Sudáfrica porque todo estaba enraizado en las leyes raciales y nosotros no teníamos tales leyes. Para decir que Hebrón no es apartheid, que el Valle del Jordán no es apartheid y que la ocupación realmente no es parte del régimen. Decir que éramos la única democracia en la región, incluso ocupación mediante.

Fue agradable afirmar que, dado que los árabes israelíes pueden votar, somos una democracia igualitaria. Señalar que hay un partido árabe, aunque esté excluido de cualquier toma de decisión. Señalar que los árabes pueden ser admitidos en los hospitales de los judíos, que pueden estudiar en las universidades judías y vivir en cualquier lugar que elijan (usted elija).

Qué ilustrados somos que nuestro Tribunal Supremo dictaminó en el caso Kaadan que una familia árabe podía comprar una casa en Katzir después de años de litigios y evasivas sin fin. Qué tolerantes, ya que los árabes pueden hablar árabe, un idioma oficial. Esto último en realidad es una ficción, el árabe nunca se ha aceptado ni remotamente como un idioma oficial, a diferencia de lo que ocurre con el sueco en Finlandia donde la minoría sueca es mucho más pequeña que la minoría árabe de aquí.

Resultaba cómodo ignorar que las tierras propiedad del Fondo Nacional Judío, que incluyen la mayoría de las tierras del Estado, eran sólo para judíos, con el apoyo del progresista Tribunal Supremo en esa postura y afirmar que somos una democracia. Era mucho más agradable pensar en nosotros mismos como igualitarios.

Ahora habrá una ley que dice la verdad, Israel es solo para los judíos, escrita en los libros. Estado-nación del pueblo judío, no de sus residentes. Los árabes son ciudadanos de segunda clase y los súbditos palestinos no existen. Su destino se determina en Jerusalén, pero no son parte del Estado. Es más fácil de esta manera para todos.

Sigue habiendo un pequeño problema con el resto del mundo y con la imagen de Israel que esta ley empañará, en cierta medida. No es gran cosa. Los nuevos amigos de Israel estarán orgullosos de esta ley. Para ellos será una luz para las naciones. Y las personas de conciencia de todo el mundo ya conocen la verdad y desde hace mucho tiempo luchan contra ella. ¿Un arma para el movimiento BDS? Ciertamente. Israel se lo ha ganado, y ahora lo legislará.

(Fuente: Rebelión / Autor: Gideon Levy)

Francisco Campos

Francisco Campos

Nació en Sevilla en 21 de julio de 1958. Trabaja como administrativo. Es autor del libro "La Constitución andaluza de Antequera: su importancia y actualidad" (Hojas Monfíes, 2017).

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