Yemen: Atacar Hodeidah es un acto deliberado de crueldad de la Administración Trump

La administración Trump es culpable de muchos actos de crueldad deliberada, como separar a los hijos de los padres inmigrantes en la frontera de Estados Unidos. Pero mientras el mundo observaba los preparativos de la reunión Trump-Kim Jong-un en Singapur, los EEUU pueden haber hecho algo peor al anunciar en voz baja una decisión que amenaza con matar a millones de personas de hambre o enfermedad.

La sentencia de muerte potencial se pronunció en un breve comunicado de prensa del secretario de Estado de EEUU, Mike Pompeo, dando luz verde a los Emiratos Árabes Unidos (EAU) para lanzar una ofensiva en Yemen cuyo objetivo es capturar el puerto de Hodeidah en el Mar Rojo. La ciudad portuaria es el punto de entrada del 70 por ciento de los alimentos y suministros médicos para los ocho millones que están al borde de la inanición y de los 22 millones de yemeníes que necesitan ayuda humanitaria según la ONU.

El afán de los funcionarios de Estados Unidos por evitar acusaciones de complicidad en el ataque Hodeidah es una señal de que sospechan que el resultado puede ser desastroso. Pompeo mantuvo un perfil deliberadamente bajo en su declaración de tres frase sobre Hodeidah: “He hablado con los líderes de los Emiratos y les he expresado nuestro deseo de hacer frente a sus problemas de seguridad, preservando el libre flujo de la ayuda humanitaria y las importaciones comerciales para salvar vidas”.
De este mensaje estaba ausente por primera vez la petición a Arabia Saudí y los EAU de no atacar Hodeidah, una ciudad con una población de 600.000 habitantes que ya oye las explosiones distantes. Los EEUU y los EAU han hecho todo lo posible para desplegar una cortina de humo de falsas informaciones sobre quién es responsable de lo que está sucediendo y por qué están lanzando ahora la ofensiva.

Los 25.000 combatientes yemeníes que avanzan sobre Hodeidah no son una fuerza independiente, sino que están pagados y bajo control de los EAU. “Nuestras órdenes vienen de los emiratíes, por supuesto,” declaró un comandante yemení en primera línea de fuego a Iona Craig, corresponsal de The Intercept a principios de este mes, al tiempo que pedía apoyo aéreo. Ese apoyo aéreo es proporcionado por los saudíes y los EAU gracias a los EEUU, que contribuyen con servicios esenciales como el reabastecimiento de combustible en pleno vuelo y la inteligencia para situar los objetivos. Los EEUU pueden negar que tiene un papel directo en el asalto a Hodeidh, pero no estaría sucediendo sin su consentimiento.

Los EAU han dejado claro en privado a funcionarios estadounidenses que no atacarían Hodeidah sin el permiso y apoyo de la administración Trump. La Casa Blanca ha decidido intensificar la campaña de Arabia Saudí y los EAU contra los Houthis, a los que acusa de estar aliados con Iran, aunque sin proporcionar muchas pruebas de ello. La justificación de los EAU para atacar Hodeidah es que los Houthis lo utilizan para importar misiles de fabricación iraní y otras armas. “¿Hay que permitir a los Houthis este contrabando de misiles?”, pregunta un embajador de los EAU. Sin embargo, un panel de expertos de la ONU concluyó a principios de año que no entran armas iraníes a través del puerto porque los barcos son inspeccionados al azar y deben ser autorizados por la ONU.

Un burdo intento de los EAU de pretender que no está actuando en concierto con los EEUU ha sido anunciar públicamente que su petición de imágenes de satélite, reconocimiento y desminado había sido rechazada. Dado que los países normalmente no anuncian este tipo de información, se trata claramente de un nuevo intento de minimizar el papel de Estados Unidos.

¿Por qué actúan así los EEUU? Trump está más cerca de Arabia Saudí y EAU que cualquier otro presidente de Estados Unidos y ambos han hecho un gran esfuerzo para ganar su apoyo. La Casa Blanca considera Yemen un frente en una campaña más amplia para presionar a Irán. Pero el motivo más importante para la escalada de Arabia Saudí, los Emiratos Árabes Unidos y sus aliados extranjeros, como los EEUU, Gran Bretaña y Francia es que el curso de la guerra no les ha sido favorable.

Cuando el Príncipe heredero Mohammed bin Salman comenzó la guerra aérea saudí contra los Houthis en marzo de 2015 la llamó, en un exceso de confianza, “Operación Tormenta decisiva”. Resultó ser todo menos decisiva y continúa tres años después. Los Houthis, una secta minoritaria chií, controlan la capital Sanaa, junto con casi todo el norte densamente poblado de Yemen y siguen siendo capaces de disparar un misil de vez en cuando contra Arabia Saudí.

Los EEUU anima a los EAU y sus aliados a tomar Hodeidah para romper el punto muerto y apretar el cerco a los Houthis. Pero esto está muy lejos de tomar Sanaa y obligar a los Houthis a rendirse.

Lo que la operación Hodeidah puede provocar es una catástrofe humanitaria en lo que la ONU ya califica de la peor crisis humanitaria del mundo. Tres cuartas partes de los 27 millones de yemeníes necesitan ya ayuda para sobrevivir y esta puede quedar bloqueada en los próximos días, cuando los combates se acerquen a Hodeidah y cierren el puerto.

Los saudíes y los EAU están tratando de calmar las preocupaciones internacionales, particularmente en el Congreso de Estados Unidos, sobre el peligro de una hambruna inminente asegurando que están preparados y a la espera de enviar suministros una vez que hayan tomado Hodeidah. Eso suena bien, pero el año pasado Arabia Saudí prohibió hasta el envío de pastillas de cloro a Yemen, a pesar de la epidemia de cólera en el sur que, según la Organización Mundial de la Salud, afectó a 500.000 personas y mató a 2.000 niños. La epidemia comenzó porque la coalición liderada por Arabia Saudí bombardeó la estación principal de energía eléctrica y no llegaba suficiente combustible para mantener funcionando las plantas de aguas residuales y de purificación de agua.

Incluso si Hodeidah cae, las fuerzas yemeníes respaldadas por los emiratís no serán capaces de continuar su ofensiva en las escarpadas tierras altas de Yemen, donde el terreno favorece la defensa.

La pretendida preocupación de índole humanitaria por Yemen de Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia es pura hipocresía, derramando copiosas lágrimas por las víctimas de la guerra mientras suministran armas y asesores para la guerra. Los misiles disparados por los Houthis contra Riyadh son en gran medida ineficaces, lo que no evita que sean furiosamente denunciados al tiempo que apenas se oyen protestas por el bombardeo incesante de Sanaa y los otros núcleos de población en el país. Los EEUU y Gran Bretaña se han opuesto a una petición de Suecia en el Consejo de Seguridad de la ONU el jueves pasado para que Arabia Saudí y los EAU declarasen un alto el fuego inmediato. Algunos cínicos sospechan que la ofensiva de Arabia Saudí y los EAU está planeada para hundir los esfuerzos de paz del enviado especial de la ONU Martin Griffiths, que ha propuesto que los Houthis se retiren de Hodeidah y la ONU se haga cargo de la ciudad portuaria.

Pedir una solución política, como Gran Bretaña ha hecho, suena mejor que exigir más guerra, pero el resultado será el mismo mientras Arabia Saudí y los EAU tratan de ganar diplomáticamente lo que han podido conseguir en el campo de batalla los últimos tres años. Si los Houthis no se retiran, es probable que la coalición liderada por Arabia Saudí se abra paso bombardeando hasta los cimientos Hodeidah. La ciudad acabará como Raqqa, Mosul oeste o el este de Alepo, en las que las tropas de tierra actuaron después para limpiar la ultima resistencia de los escombros en los que acabaron convertidas por los bombardeos aéreos. El final de la guerra solo será posible cuando los EEUU, Gran Bretaña y Francia comiencen a exigir un precio político a Arabia Saudí y los EAU por continuar su desastrosa aventura en Yemen.

Patrick Cockburn.

Fuente: www.sinpermiso.info

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Carlos Ríos

Vine al mundo en Granada en 1977. Soy licenciado en Geografía y trabajador en el sector de la enseñanza. Escribí "La identidad andaluza en el Flamenco" (Atrapasueños, 2009) y "La memoria desmontable, tres olvidados de la cultura andaluza" (El Bandolero, 2011) a dos manos. He hecho aportaciones a las obras colectivas "Desde Andalucía a América: 525 años de conquista y explotación de los pueblos" (Hojas Monfíes, 2017) y "Blas Infante: revolucionario andaluz" (Hojas Monfíes, 2019).

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