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Toma 2019: Notas para un balance político

Este año 2019 la Toma y la Anti Toma han sido –si cabe- icónicamente más claras que nunca: un escenario de enfrentamiento frontal e irreconciliable entre Andalucía y España, como modelos, proyectos y referencias.

De una parte, numerosísimas banderas españolas -regaladas por el PP- apoyando la Conquista de 1492 -y todo lo que conllevó después- y sosteniendo la sumisión y disolución actual de Andalucía en España y de otra y enfrente, una oposición -minoritaria pero vigorosa- que rechaza la Toma como resumen de lo que significa España, con la bandera independentista andaluza como símbolo representativo.

Eso es lo que se vio en la Plaza del Carmen.

Por supuesto, hay otros elementos políticos e ideológicos enfrentados (porque el Acto y toda su liturgia conexa los lleva consigo y dan para mucho) pero en última instancia, así terminan condensados y visualizados. Esto es lo que explica que del lado españolista se pasará reiteradamente sin problemas y sin solución de continuidad del grito “¡los genocidios sí se celebran!” -para llevarle la contra a los soberanistas- al de “¡Viva España!”.

De hecho, lo que se vio en la Plaza del Carmen del lado españolista fue un bloque sociológico e ideológico rancio y reaccionario que abarca del PP a Hogar Social pasando por Vox, Ciudadanos y los orientalistas –fundidos en una españolidad rabiosa- apoyado desde el Ayuntamiento por un PSOE que de hecho comparte, ampara, difunde y protege lo esencial del modelo español del bloque ultra; por mucho que se pretenda distinto y que haya utilizado y parasitado las instituciones autonómicas andaluzas desde su mismo origen.

No hay mejor resumen para lo que el PSOE significa para Andalucía que su actitud de este año ante la Toma. Antes del acto, anunciar que reprimirá a los “radicales” que pretendan “fastidiar” su fiesta y luego concretarlo en impedir sólo a los nacionalistas andaluces que colocaran cualquier símbolo andaluz en las vallas que permitieran su mejor visualización mientras que se toleraba sin problema que las banderas españolas ocuparan metros y metros de valla o que se enarbolara alguna bandera neonazi. Y tras criticar a degüello a los “minoritarios” que se oponen a la Toma, quejarse de que el PP “politice” el acto repartiendo banderas españolas (aunque no se le ha leído ninguna referencia critica –por cierto- al hecho de que dirigentes de Vox posen rodeados de legionarios de uniforme y de servicio).

No obstante, antes de continuar con la Toma 2019 –y para situar responsabilidades políticas históricas- procede recordar queel núcleo del actual ritual de la Toma es consecuencia de su exhaustiva regulación y promoción bajo la responsabilidad del concejal del PCE, José Miguel Castillo Higueras, durante el primer ayuntamiento de la Transición. Luego, el PCE/IU sostuvo al PSOE en la alcaldía entre 1991 y 1995 (y se mantuvo la Toma). Y nuevamente y en tiempos más recientes -entre 1999 y 2003- y cuando ya había acumulada una larga trayectoria de protestas contra la Toma, hubo todo un gobierno municipal de coalición entre PSOE, IU y Partido Andalucista (que tenía la concejalía de cultura, para más inri) que se prolongó durante cuatro años y que también mantuvo la Toma. Es decir, la preservación de la Toma como acto de exaltación española de su dominación sobre Andalucía no es cosa sólo de la ultraderecha españolista y del PSOE, es transversal a todo el españolismo y no es explicable sin la complicidad del resto del españolismo (el de “izquierda” -“internacionalista”/ “cosmopolita”- y el regionalista, destacadamente incluidos). La connivencia de la marca blanca de Podemos con la Toma es sólo el último eslabón de una larga cadena. A cada uno lo suyo.

Luces y sombras de la Anti-Toma 2019

La Toma 2019 ha vuelto a confirmar –por enésima vez y sin lugar a dudas- que el escenario de conflicto político, social y simbólico en esta circunstancia concreta es la calle y concretamente la Plaza del Carmen.

Es evidente que si la Plataforma contra el 2 de Enero no hubiera trabajado previamente y convocado a manifestarse allí, la imagen resultante de Granada y de Andalucía hubiera sido la de una unanimidad españolista espeluznante sin ningún contrapunto opositor.

Es obvio que si no se hubiera estado allí -dando testimonio público de oposición y de alternativa- ejerciendo una perspectiva política militante al arrostrar todos los riesgos implícitos en una acción de estas características no habría habido tampoco ocasión para que quedara evidenciado que para el Poder español –de darse la ocasión y la circunstancia- los símbolos andaluces –incluso aquellos reconocidos institucionalmente- están de más y son susceptibles de persecución. En otras palabras, sin la acción de la Plataforma la orden de prohibición del uso y ostentación de la bandera andaluza no hubiera sido necesaria para España y no se hubiera producido (con todo lo que ello encierra). Y sin una presencia militante organizada no se hubiera ni recogido documentalmente ni difundido masivamente, para general conocimiento y consecuente reflexión. Y todos los que –sin haber estado allí ni apoyado la acción de protesta- luego han saltado en cascada emitiendo comunicados de repulsa o preguntas parlamentarias (IzAnd, AndalucíaXSí, “Adelante Andalucía”, etc.) no hubieran tenido caso al que apuntarse.

Llegados a este punto, procede constatar, reconocer y reseñar públicamente que, sin la decisión e implicación política y organizativa a nivel nacional de Nación Andaluza como organización política, la acción de la Plataforma contra el 2 de Enero no hubiera sido posible. Algo perfectamente perceptible en la composición del sector opositor. Y que no es contradictorio -sino más bien al contrario- con la presencia en el de representaciones significativas de los Centros Andaluces del Pueblo, del SU y también de personas de Jaleo o de las uniones locales de Granada del SAT. O que –aparte de demócratas, antifascistas y nacionalistas independientes o personas sin adscripción- también estuvieran presentes allí a título personal activistas reconocidos de las Marchas por la Dignidad, adscritos a Anticapitalistas y aún al PCE.

Entre las sombras del 2 de Enero, dos cuestiones negativas de diferente dimensión.

Primera. La realización a la misma hora y el mismo día en que se convocaba la protesta en Plaza del Carmen de un acto alternativo -y por tanto conscientemente competitivo- convocado por Granada Abierta (donde se integran IU y Podemos, entre otros colectivos y asociaciones) en un local cerrado y a distancia de dónde se desarrollan los hechos del 2 de Enero. Un acto con sentido en cualquier otro día y hora… pero que por su diseño y ubicación manifiesta un triste empecinamiento en huir de la realidad y no querer asumir lo que es y significa el 2 de Enero y los medios para utilizarlo y combatirlo en provecho de la emancipación de Andalucía.

Ciertamente, es legitima la reflexión y la discusión sobre la necesidad o utilidad de la convocatoria de acciones de oposición en la calle que se presuman de antemano como minoritarias por lo que evidencian de cuál es la correlación social y política del momento… pero –en mi opinión- si en algún momento se concluyera que no son positivas sería pueril engañarse creyendo que pueden ser sustituidas por un acto de reclusión autorreferencial para los ya convencidos (por muy ilustres y esclarecidos que pudieran ser alguno de sus invitados). O, dicho de otra manera, más clara: el 2 de Enero -contra la Toma- o se está en la calle o se reconoce la debilidad… y se queda uno en casa.

Segunda (y mucho más grave). Aunque la asistencia al sector de la Plataforma este año ha sido sensiblemente más nutrida que en ocasiones precedentes, no se ha conseguido convertirlo en un acto de afirmación nacional y de resistencia popular y democrática al nivel que objetivamente demandaba el escenario político abierto con las elecciones del 2 de Diciembre, como de forma reiterada algunos nos esforzamos por conseguir. Ha faltado gente e implicación política y organizativa para convertir la imagen simbólica de 1/6 de la plaza identificada con Andalucía en -al menos- la mitad. Una tercera parte de lo que fue el reciente 6D en Granada hubiera bastado para conseguirlo (y que conste que hubiera habido ocasión para que los van siempre en pos de la foto hubieran conseguido para sí instantáneas de inapreciable valor político). De haberlo hecho, hoy nuestra situación como Nación y como movimiento nacionalista sería bien distinta. O no entendieron las circunstancias políticas del momento o no pudieron o no quisieron o no se atrevieron o no les motivó lo suficiente una acción que no se podía capitalizar por unas siglas… o una combinación de todas estas circunstancias. Sea como fuere, organizaciones sociopolíticas como el SAT y otras se significaron por su ausencia y no hicieron nada para actuar con la debida dimensión y responsabilidad nacional.

Como en las recientes elecciones, sólo Nación Andaluza –a pesar de su modestia y sus limitaciones de todo tipo- estuvo políticamente a la altura. Y yo, que no soy militante de esa organización, así lo constato públicamente, como dato a retener para lo que viene por delante.

(Fuente: Revista de Pensamiento Andaluz / Autor: Javier Pulido)

Francisco Campos

Francisco Campos

Nació en Sevilla en 21 de julio de 1958. Trabaja como administrativo. Es autor del libro "La Constitución andaluza de Antequera: su importancia y actualidad" (Hojas Monfíes, 2017).

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