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Los “anticapitalistas” de Podemos, la virgen del Rosario y el monstruo de espagueti

El pasado 22 de mayo, el Pleno del Ayuntamiento presidido por el “anticapitalista” José María González “Kichi”, con los votos a favor de Podemos, aprobó entregar a una medalla a la virgen del Rosario.

Desde que llegó al gobierno municipal, Kichi ha dado mucho que hablar. Siendo el único dirigente del movimiento Anticapitalistas dentro de Podemos que tiene un cargo ejecutivo de este tenor, sus actos tienen una importancia fundamental para seguir la actuación de este grupo dentro de Podemos. Y por lo que se puede evaluar a dos años de ser haber sido elegido alcalde de Cádiz, ya tienen en su currículo varios actos vergonzosos (desde un punto de vista laico, democrático y de izquierda).

En marzo de 2016, el flamante alcalde de Cádiz participó de la procesión del Nazareno de esa ciudad, marchando como penitente, detrás del Nazareno, con su vela morada y la Cruz de Cristo. Siendo ya “hermano de la Cofradía” del “Nazareno de Cádiz”, Kichi aclaró, sin embargo, que lo hacía “a título personal”, dada la devoción que su madre tiene al Nazareno, y no como alcalde.

Pero si esto no hubiera sido suficiente, este año el alcalde de Cádiz nos sorprendió con un nuevo acto de devoción, entregando la medalla de la ciudad a la virgen del Rosario, una medida que fue aprobada en el Pleno municipal con los votos a favor de Podemos. Así, abandonando cualquier pretensión de mantener una elemental separación entre la Iglesia y el Estado, el máximo representante del gobierno de la ciudad “premia” con la medalla de honor a una figura religiosa.

Lo peor, sin embargo, ha sido la justificación insólita y vergonzante que se le ha dado a este acto, por parte no solo de Kichi, sino también por Teresa Rodríguez, coordinadora general de Podemos Andalucía y una de las principales dirigentes de “Anticapitalistas”.

En una entrevista en la radio de Cádiz, la diputada andaluza defendió la votación a favor por parte del grupo municipal de Podemos para conceder esta Medalla de Oro de la ciudad a la virgen del Rosario diciendo: “No somos diferentes al pueblo al que pretendemos representar. No somos sectarios”. Y para defender lo indefendible aseguró que la virgen “es un símbolo de la ciudad que por cierto trasciende lo religioso y que tiene que ver con nuestra propia identidad” (sic).

Con un discurso que bien se podría haber esperado de un político conservador, pero difícilmente de la líder de una formación que ostenta nada menos que el nombre de “Anticapitalistas”, Rodríguez profundizó en la cuestión, defendiendo el carácter “popular” de los símbolos religiosos: “La Semana Santa, la patrona, los símbolos, que se intenta apropiar la jerarquía eclesiástica, no son de la Iglesia ni del Estado, como dice Isidoro Moreno. Son del pueblo. Y es verdad”. De este modo, en la justificación de los “Anticapitalistas”, la religión se transforma en “identidad de todos”, porque es parte de la “tradición”.

Pero hay más. “Tiene que ver con la gente”, aseguró Rodríguez, y eso “es algo distinto a la jerarquía religiosa. Tiene que ver con la tradición, con los niños entregando nardos a la Patrona, y trasciende lo religioso. Tiene que ver con cómo la gente siente y respira. Y nosotros no somos diferentes del pueblo al que queremos representar”.

Finalmente, el argumento más utilizado por Anticapitalistas y Podemos para justificar el premio a la virgen en Cádiz es que la iniciativa contaba con “apoyo popular”, ya que había una petición firmada por 6000 personas. Una cifra ridícula, de por sí, frente a las 200.000 personas que son habitantes de Cádiz.

Para demostrar mediante un sublime uso del absurdo este increíble argumentario, en los últimos días circuló en Change.org una petición del hilarante “movimiento pastafariano” (neologismo derivado de “pasta” y “rastafarismo”) o religión del Monstruo del Espagueti Volador (Monesvol), pidiendo que el Ayuntamiento de Cádiz le otorgue la misma distinción al “Monstruo Espagueti”, para el que reclaman iguales derechos que a la virgen del rosario, en tanto ambos son seres imaginarios.

“Si de verdad existe algún ser que merezca los mayores agradecimientos y honores, éste debiera ser el único creador de la Tierra y de los grandes volcanes de cerveza, inspirando a la humanidad en el deleite gastronómico tallarinesco”, argumenta el barcelonés Felix Zacarías García Omella, impulsor de la iniciativa, y continúa: “Si desde unas instituciones públicas se favorece con honores a los símbolos o representaciones sagradas de una religión como la católica, se produciría un agravio comparativo y un acto discriminatorio hacia cualesquiera de las otras miles que existen”. Y no es para menos. El pastafarismo es un movimiento reconocido como religión oficial por algunos países, entre ellos Austria, República Checa y Holanda (aunque no en el Estado español, para mayor pena de los devotos de la Iglesia Pastafari Española, que siguen luchando contra tamaña injusticia).

Lo más increíble de todo es que la petición en Change.org ya ha cosechado casi nueve mil firmas, tres mil más que la virgen del Rosario.

La polémica no cesó de crecer estos días, a lo que los partidarios del Monstruo del espagueti le agregaron una buena cuota de humor, hay que reconocer, para cuestionar semejante sinrazón política de parte del líder de Podemos-Anticapitalistas. Ahora bien, más allá de la parodia y el ingenio, el problema no es solo que Kichi le haya entregado la medalla a la virgen -que ya en sí mismo es una concesión abismal a la reaccionaria Iglesia Católica- sino toda la justificación que se ha montado sobre el hecho. Si la relación del Estado con la Iglesia se justifica porque la religión es “popular” y porque es “parte de la tradición” y de la “identidad del pueblo” en Cádiz, entonces hay que renunciar definitivamente a la separación de la Iglesia del Estado, no solo en esa ciudad sino en todo el Estado español y en buena parte del mundo atendiendo al peso de las más diversas confesiones religiosas.

Pues no. Aún seguimos creyendo que Marx tenía razón cuando en su Contribución a la Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel, allá por 1844, sentenció que “la religión es el opio de los pueblos”, no una seña de “identidad” y de “tradición popular”. Una cosa es respetar la libertad religiosa y otra promover su enaltecimiento, y encima desde un cargo político en el Estado.

 

Como un intento de salir del atolladero, también salió a la palestra Juan Carlos Monedero, tratando de defender la medalla a de oro a la virgen con una oda al “gobernar para el pueblo, tal como el pueblo sea”. Pero no hizo más que agregar confusión al entuerto.

“Kichi seguirá escribiendo, cuando escriba de política, que hay una iglesia que nunca ha viajado a los barrios pobres”, dice Monedero, pero, mientras tanto, “Kichi, es Alcalde de Cádiz y de todos los gaditanos. Y de la misma manera que está bien que no impulse nada que nos quite la responsabilidad de nuestros actos, hace bien en escuchar al pueblo en el momento concreto en el que vive el pueblo, que es el ahora. Porque en un mundo emancipado es verdad que o no habrá ni dioses ni vírgenes o habrá miles. Pero mientras tanto, gobernamos para el pueblo que está ahí. Y gobernamos sabiendo que no es lo mismo el poderoso que el humilde, aunque coincidan en algunos sitios. Kichi no es el alcalde de mañana. Es el alcalde de hoy. Y qué bueno que lo tiene claro. Y, además, sin ayuda de la virgen, porque dios nunca abandona a un buen marxista.”

El problema es que cuando Kichi le otorga la medalla de oro a la virgen, y por esa vía a la propia Iglesia Católica, no sólo no es el “alcalde del mañana”, sino que es el de “ayer”. Y no sólo está muy lejos de ser “un buen marxista” –en el supuesto de que lo fuese–, sino incluso a años luz de ser un simple laico más o menos sensato.

El otorgamiento de la medalla a la virgen significa un nuevo retroceso ideológico y político sin precedentes para una fuerza que se reivindica “anticapitalista” y “de izquierdas” y llegó al Ayuntamiento prometiendo “cambiar las cosas”, pero lo único que ha hecho hasta ahora es adaptarse a ellas “tal como son”. En este marco, muchos nos preguntamos ¿cuál es el límite de la impostura de los “anticapitalistas” de Podemos? Sólo Dios sabe.

(Furnte: La Izquierda Diario / Autor: Diego Lotito)

Francisco Campos

Francisco Campos

Nació en Sevilla en 21 de julio de 1958. Trabaja como administrativo. Es autor del libro "La Constitución andaluza de Antequera: su importancia y actualidad" (Hojas Monfíes, 2017).

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