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Lenin y el marxismo anticolonial: El Congreso de los Pueblos del Este de 1920

Según los autores llamados a sí mismos “decoloniales”, el marxismo es una teoría occidental que difícilmente podría colaborar a la emancipación de los pueblos atrasados o colonizados. Walter Mignolo, el más importante de este corpus teórico, afirma necesidad de una “nueva teoría de la periferia”. Sin embargo, tal afirmación es un error histórico, una incomprensión de la obra marxista. Una negación de la historia.

Marx anticipa la idea del “desarrollo del subdesarrollo” y el capítulo XXIV de El Capital será central para el surgimiento de la teoría de la dependencia, la teoría del sistema mundo, del pensamiento antillano marxista de la escuela capital esclavitud y del propio pensamiento decolonial. Su capítulo de la acumulación originaria explica la construcción periférica de los pueblos no occidentales (*).

Luego de la Revolución de 1917, una revolución no occidental por cierto, la Internacional Comunista dedicó sus esfuerzos en conocer la lucha anticolonialista de los pueblos no occidentales y convocó a la reunión para ello. Para Lenin era central conquistar una alianza con los pueblos coloniales. En 1920 tuvo como sede en Baku, Azerbaijan el Congreso de los Pueblos del Este.

Lenin está alejado de representar un marxismo de hipótesis eurocéntrica. Lenin sostuvo que era más pronta la revolución en un país no “occidental” y rompió con el esquematismo teórico de su tiempo que consideraba que la desarrollada Alemania sería la cuna de la revolución social.

Bakú, Azerbaijan: los bolcheviques y el Islam

Uno de los principales observadores de la reunión fue el francés Alfred Rosmer. Visitante en Rusia durante la época de Lenin, Rosmer señaló en su Moscú bajo Lenin que la revolución había conquistado, desde 1905, repercusiones profundas en los pueblos no “occidentales” como Turquía, Persia, India, Kurdistán, Palestina y en especial China.

De ahí que en el II Congreso de la III Internacional Comunista los bolcheviques llamaran a una vasta conferencia para representantes de todos los pueblos no occidentales y eligieron Bakú, en Azerbaijan, en la intersección de Europa con Asia. Zinoviev, Radek y Béla Kun fueron los representantes de la III Internacional en esta conferencia que los llevó a atravesar toda Europa en un viaje insólito.

Para Rosmer: “Implicaba un riesgo en atravesar todo el país, en el curso del viaje nos podíamos tropezar con alguna banda. Empleamos cinco días en llegar a Bakú habiéndonos detenido un día en Rostov y luego en numerosas aldeas del Cáucaso: convenía utilizar al máximo ese desplazamiento excepcional”.

El viaje se realizó en medio de la Guerra Civil: “El viaje (…) nos permitió ver de primera mano la gran cantidad de daños causados por la guerra civil. La mayoría de las estaciones habían sido destruidas, y en todas partes los apartaderos estaban llenos de naufragios medio quemados. Cuando los blancos habían sido derrotados, destruyeron todo lo que pudieron al retirarse. Una de las estaciones más importantes de Ucrania, Lozovaia, había sido atacada recientemente por una banda de blancos, y teníamos ante nuestros ojos el daño causado por tales ataques, que seguían siendo frecuentes en estas regiones”.

A este evento anticolonial asistió el periodista John Reed. Fue en este viaje que contrajo malaria y volvió enfermo a Rusia. Nunca terminó por curarse del todo de aquella enfermedad. Según la revista electrónica Contretemps, en su artículo “Hadj-Ali Abdelkader : un musulman communiste dans les années 1920”, publicado en 2012, la conferencia agrupó a delegados de Medio Oriente: 100 armenios, 235 turcos, 129 persas, 14 hindúes y 8 chinos. La traducción fue simultánea.

¿Qué se discutió en Bakú?

En esas sesiones se discutieron las posiciones de los marxistas frente al Corán, el sionismo, la situación de la mujer en la religión árabe y el Islam, la cuestión nacional y la colonialidad.

Lo que cuenta Rosmer es que un vapor que llevó a los delegados iraníes fue atacado por un avión británico, dos delegados fueron asesinados y en el ataque varios fueron heridos. Buques de guerra británicos también trataron de impedir la llegada de los delegados turcos desde el otro lado del Mar Negro. Dos iraníes fueron asesinados por la frontera de Azerbaiyán por la policía de Iran.

Este Congreso de Bakú se desarrolló mientras en Italia y en Bohemia había ocupaciones de fábrica un 1 de septiembre de 1920, luego de la derrota de la revolución en Alemania y del asesinato de Rosa Luxemburgo. Llamaba a los pueblos de Oriente a luchar por su liberación mientras el Ejército Rojo “se pondrá en una lucha anticonial contra el imperialismo francés, inglés, americano”, según Pierre Broué en su Histoire de l’Internationale communiste, 1919-1943.

El encuentro fue organizado por los militantes comunistas de Azerbaidjan Nariman Narimanov, Md. Gousseinov y Said Gabiev del Daghestán, el comunista turco Mustafa Subhi y los miembros del Comité Central del partido bolchevique de Rusia Serge Ordjonikidze y Elena Stassova.

Fue, a decir de Broué, “de lejos el más grande agrupamiento jamás organizado por la Internacional Comunista: 2850 delegados incluyendo por primera ocasión a 8 militantes kurdos”. En el viaje dos militantes iraníes perdieron la vida. Llegó una delegación de Palestina.

Los delegados de la India habían atravesado Turquistán y el desierto de la India pasando desapercibidos por el ejército británico. Ahmed Sultanzadeh ayudó, junto a los demás nombrados a organizar el evento político de la Comitern. Este curioso evento trajo primeras discusiones para el marxismo y la cuestión colonial. Los bolcheviques llegaban primero al mundo árabe musulman que al congreso de América Latina de 1926.

Las dicusiones allí fueron apasionantes aunque no se tienen las mesas, aportaciones o debates. Se sabe fundamentalmente de lo discutido ahí por las memorias de Rosmer y la documentada investigación de P. Broué. Muchos debates internos dieron al inicio de la reflexión marxista sobre temas coloniales: del Yihad, el velo, la guerra, el Corán, la ocupación sionista, del árabe, de Mahoma, de la fe, de la opresión imperialista en la región.

Para Zinoviev, por ejemplo, era correcto usar la Yihad en la guerra contra los infieles no musulmanes, en una cruzada contra el colonialismo. El evento más complicado fue la supuesta presencia del dirigente nacionalista Enver Pachá. Pachá era un oficial turco dirigente de la Revolución de 1908 y luego convertido en miembro del gobierno del imperio otomano.

Broué desarrolla algunos de las discusiones en Histoire de l’Internationale communiste, 1919-1943, la más documentada historia de la III Internacional. Señala que Nabourtabekov, militante comunista turco, desarrolló que el proletariado debía combatir dos frentes “el nacionalismo europeo y los mollahs (señores) reaccionarios (…) este evento, debemos reconocer, fue el inicio de un desarrollo, en una historia de Oriente en particular, de un movimiento de nacionalismo árabe que apoyaba al mismo tiempo la revolución en Rusia”.

El marxismo árabe y asiático: las primeras organizaciones comunistas

A su regreso a Moscú, Rosmer detalla que dos miembros más fueron asesinados: los delegados del Partido Comunista Griego, Orion Alexakis y Demosthenes Ligdopoulos.

Para un grupo de militantes turcos el Segundo Congreso de la III Internacional en su sesión del Congreso de Bakú fue su última actividad política. El caso de Mustafá Subhi y Ismail Hakki que al volver a su país fueron detectados por la policía y ejecutados y echados al mar de Mármara, según narra Broué.

Rosmer detalló que al volver a Rusia un atentado del Ejército blanco dinamitó las vías de tren al volver para romper los lazos de comunicación de los líderes nativos y los bolcheviques.

El trabajo político de la III Internacional se realizó por medio de buróes y en 1921 se organizó el Primer Buró Central de las Organizaciones Comunistas de Oriente a cargo de Mikhail Pavlovithv y Vladimir Vilensky Sibiriakov, miembros del recién creado Secretariado de la Internacional Comunista para Extremo Oriente y más pronto un Buró Colonial bajo la dirección de M. N. Roy. “Los primeros Partidos Comunistas en el mundo no “occidental” se fundaron desde 1920”.

En ese año, 1920, Mustafa Subhi fundó en Turquía el primer Partido Comunista árabe, el cual terminó trágicamente tras el asesinato de Subhi en el mar de Trebizonde. Este primer partido fue decapitado y destruido por la represión en lo inmediato. Por medio del grupo Espartaco, en Alemania, y por la participación de Seyfik Husnu y Ethen Nejat desde Berlín, se organizaron grupos clandestinos junto a la Asociación Obrera de Turquía.

En Irán tomaron el modelo del Partido Socialista (Adalat) y fundaron en 1916 un primer partido en la total clandestinidad. Su dirigente fue Ahmed Sultan Zadeh (Sultanzade) que es la base de la fundación del Partido Comunista en 1920 con la presencia de Larissa Reisner.

En Palestina el bolchevismo comenzó su militancia por Wolf Auerbukh, Yehel Kossoi, Yosef Barzilay, Iakov Tepper, que rompieron con el Partido Poalei Zion al fundar el Partido Comunista de Palestina.

En Egipto, en 1919, un verdadero movimiento nacionalista estalló en las calles y fue reprimido por las tropas británicas. En 1920, en Alejandría, surge el PC con 150 militantes. Con la mediación de Sen Katayama, japonés que también había vivido en México, su dirigente fue Mahmoud Hosny el Arabi.

En Mesopotamia, en marzo de 1920, surgió una poderosa insurrección campesina y ese año se organizó un primer núcleo marxista. En Bagdad en 1924 un movimiento juvenil estudiantil entusiasmado por la Revolución alemana fundó un primer grupo de estudios marxistas bajo la dirección de Husein Ar Rahhal y Yousouf Zeinal.

En China, los profesores Chen Duxiu y Li Dazhao comenzaron el movimiento 4 de mayo de 1919 contra la intervención militar de Japón. En 1920, se fundó el Partido Comunista de China. En este periodo el personaje central para el bolchevismo fue Manabrendra Nath Roy, de 31 años, quien viajó de América Latina a la India, pasando por Turquía y Estados Unidos.

En Japón Sen Katayama de 57 años fue el primer organizador sindical a finales del Siglo XIX “más un agitador social que un teórico”, apunta Broué. Junto a Eizo Kondo son los primeros difusores de la Revolución de 1917 en el Japón.

¿Quién se atrevería a decir que el marxismo de Lenin era occidentalista o eurocéntrico? Es más fácil borrar la historia que comprenderla.

(*) Karl Marx: el capítulo XXIV de El Capital y el “descubrimiento” de América

Marx anticipa la idea del “desarrollo del subdesarrollo” y el capítulo XXIV de “El Capital” será central para el surgimiento de la teoría de la dependencia, la teoría del sistema mundo, del pensamiento antillano marxista de la escuela capital esclavitud y del propio pensamiento decolonial.

En muchas ocasiones, en especial en algunos nichos académicos, se ha dicho que Karl Marx fue un pensador eurocéntrico. En especial la escuela “poscolonial” (como Chakravorty Spivak o Walter Mignolo) ha sugerido que el autor del Manifiesto comunista replicó los lugares comunes sobre el nuevo mundo. Pero ¿qué pensaba realmente Karl Marx sobre el descubrimiento de América?

En esta compilación de Arico se puede leer el texto de Karl Marx sobre Simón Bolivar, en el que se estima negativamente al líder independentista que venció en Ayacucho a los realistas. También Arico indaga en el desatinado documento de Marx sobre la invasión de 1847 de Estados Unidos a México y Horacio Crespo sugiere “si hay documentos de Marx que sugieren un europeísmo y en otro del mismo año no, podemos buscar en la política su dilucidación”.

Entonces las apreciaciones más exactas de Marx sobre América Latina y el “Nuevo Mundo” debían estar en otro lugar, no sólo en sus textos periodísticos. Un ejemplo basta. Además del texto de 1847 Marx escribió un texto sobre la invasión francesa de 1861, que Arico no conoció, en el que el autor del El Capital expresa su más firme rechazo, considerándola “una de las más monstruosas empresas jamás registradas en los anales de la historia internacional.”

En este caso Marx estaba bastante más enterado de la Guerra de Reforma y de la ejecución del Maximiliano en el Cerro de las Campanas en 1867, que tanto impactó a Victor Hugo. Este último, escritor de Los miserables, escribió a Juárez implorando que no asesinara a Maximiliano, esposo de Carlota y príncipe de Austria. A diferencia de sus contemporáneos occidentalistas y europeizantes como Federico Hegel, que consideró el “nuevo mundo” como la “niñez perdurable de la ecumene” en su Lecciones de filosofía de la historia, Marx se pronunció en contra de la ocupación europea sobre México.

La importancia del capítulo XXIV

Karl Marx escribió en El Capital una reflexión trascendente sobre el descubrimiento y conquista de América: el capítulo XXIV es central para la historia de América Latina. Marx es enfático y explica que el “descubrimiento” es un acto de barbarie.

Un 12 de octubre de 1492, Cristobal Colón “descubrió” América. El viajero genovés intentaba encontrar nuevas rutas comerciales de la península ibérica para llegar a Asia. El “descubrimiento” permitió a Europa salir de la crisis de la Edad Media y el despojo del viejo mundo a los pueblos indios de América generó el parto del sistema mundial capitalista.

La conquista de América convirtió al mundo en una “nueva sala de torturas”, según el autor alemán Walter Benjamin. El despojo del territorio, del oro, la plata, la mita, la encomienda así como el trabajo esclavo de los miles de indígenas que habitaban el “nuevo mundo”, permitió una de las más aceleradas concentraciones de capital: una acumulación originaria por desposesión, que fue decisiva para el surgimiento del capitalismo moderno. No hay pues un documento de cultura que no sea al mismo tiempo un documento de barbarie.

Dice Marx en ese capítulo XXIV del tomo 1 de El Capital: “Los descubrimientos de los yacimientos de oro y plata en América, la cruzada de exterminio, la esclavización de las poblaciones indígenas, forzadas a trabajar en el interior de las minas, el comienzo de la conquista y del saqueo de las indias, la conversión del continente africano en cazadero de esclavos negros, son todos hechos que señalan los albores de la era de producción capitalista (…) Las riquezas apresadas fuera de Europa por el pillaje, la esclavización y la masacre refluían hacia la metrópolis donde se transformaban en capital”.

Este párrafo tiene las siguientes ideas fuerzas concentradas: no existe centro del capital sin periferia, el capitalismo es un sistema mundial, la nueva acumulación originaria fue imposible sin el despojo de América y existe una interconexión de formas -esclavismo y trabajo asalariado- imbricadas, para dar nacimiento al sistema mundial.

Marx anticipa la idea del “desarrollo del subdesarrollo” y el capítulo XXIV será central para el surgimiento de la teoría de la dependencia (Ruy Mauro Marini), la teoría del sistema mundo (Wallerstein), del pensamiento antillano marxista de la escuela capital esclavitud (Eric Williams) y del propio pensamiento decolonial (A. Quijano).

El capítulo XXIV es central, decisivo, para comprender la historia de América Latina y pone énfasis en el carácter destructivo y reaccionario de Europa en el “Nuevo Mundo”. Como apunta correctamente Eduardo Gruner: “Lo importante es que el párrafo –así como el resto del razonamiento de Marx en este capítulo– permite apreciar hasta qué punto decisivo la construcción de eso llamado centro se hizo sobre los cimientos de la periferización del resto del mundo, y muy particularmente la de América.”

(Fuente: La Izquierda Diario / Autor: Sergio Abraham Méndez Moissen)

Francisco Campos

Francisco Campos

Nació en Sevilla en 21 de julio de 1958. Trabaja como administrativo. Es autor del libro "La Constitución andaluza de Antequera: su importancia y actualidad" (Hojas Monfíes, 2017).

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