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La ‘España’ de Ocho apellidos catalanes: una unidad de destino en la Universal

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La fabricación exprés de una presunta identidad nacional, motivada por la necesidad ideológica de consolidar un Estado en poco más de los restos peninsulares del miniaturizado imperio borbónico, se ha venido basando en menospreciar las diferentes culturas nacionales de los pueblos en él incluidos a la fuerza. A pesar del mito del “Estado más antiguo de Europa” con que nos martillean los variados aparatos difusores de la ideología de Estado1, ningún sustrato de cultura específica sirve de base a lo que no es sino una entidad política, no nacional… salvo pasar a llamarle “español” a la lengua de Castilla (hasta 1923 la Gramática de la RAE todavía se catalogaba como lo que es: “castellana”) y vampirizar, vaciándolos de contenido, elementos de la cultura andaluza para hacerlos pasar por constituyentes de lo genuinamente español2. En efecto, “según los usos y costumbres del nacionalismo español inconsciente, la guitarra es «españolísima», pero no lo son, desde luego, ni la tenora, ni el txistu, ni la gaita. ¿Qué es la «canción española», en el lenguaje del nacionalismo español? La copla andaluza”3.

Empero, como hemos indicado, un importante mecanismo de cohesión identitaria en el Estado consolidado en el siglo XIX ha sido el desprecio a las distintas culturas contenidas en su territorio, por ejemplo a través de los estereotipos negativos sobre gallegos pusilánimes, andaluces vagos o vascos brutos, condiciones particulares que solo se superarán si cada uno de esos pueblos abraza la identidad superior; verbigracia, la ‘española’4. En ese modus operandi, no obstante, la catalanofobia se ha llevado la palma, en ausencia de un poder aglutinante en torno a símbolos como la bandera borbónica, como vector ideológico de masas del españolismo5, por motivos histórico-sociológicos que sería largo de detallar aquí, pero que, en definitiva, se han convertido en componentes esenciales de lo que se conoce como nacionalismo trivial o banal6, el cual, a pesar de su denominación, resulta enormemente efectivo: a menudo, un chiste de (contra) catalanes puede ser más cohesionador que agitar una rojigualda.

En Ocho apellidos catalanes (OAC; 2015, Telecinco Cinema / Lazona Films / Weather Films, distribuida por Universal Pictures Spain) encontramos todos estos ingredientes. Ser de Galicia, Euskal Herria o Andalucía es sinónimo de aldeanismo. En 53:477, una de las personajes, Judith, que hasta dicho punto hemos creído que era catalana, se confiesa como gallega (en una alocución muy marcada lingüísticamente), de Cangas do Morrazo, revelando un fuerte complejo de inferioridad, cuando le confiesa a Rafa, el andaluz: “Bueno, yo hice marketing en Pontevedra, ¿eh? Pero luego, cuando vine a trabajar a Barcelona, me daba cosa decir que era de un pueblo gallego: aquí son más cosmopolitas”. Como ella está enamorada en secreto de Pau, artista catalán que va a casarse con la vasca Amaia, Rafa la consuela explicándole: “Que yo conozco a Amaia, que ella no va a vivir fuera de Argoitia (pueblo imaginario del País Vasco) ni harta de vino”. Amaia no quiere salir de Euskadi y su padre, Koldo, es tan igual de cerrado en su paletismo periférico que obliga a Rafa a llevarle ‘a caballito’ por la estación de tren de Atocha porque “¡un vasco como Dios manda no pisa Madrid!”; incluso, en su embrutecimiento euskaldún, le amenaza con amputarle el pie “sin anestesia ni hostias” como le haga pisar la capital del Estado (16:48). Del personaje andaluz, el estigma con el que más se le asocia es el de la ignorancia y el ‘hablar mal’. De hecho, por ejemplo, en 6:41, la secuela repite, no sabemos si adrede o por despiste, exactamente el mismo chiste que ya apareció en la película precedente, Ocho apellidos vascos (OAV): pronunciar “abertzale” como “aberchándal”. Las caracterizaciones estereotipadas tanto de las personas de Andalucía8 como de las de Euskal Herria9 simplemente siguen la tónica de la primera entrega.

En contraste con los rasgos que adornan a los citados pueblos, el estereotipo de lo catalán se caracteriza por un cierto cosmopolitismo, pero esnob y superficial, amén de, como es tradicional, por la obsesión por el dinero y la tacañería. A modo de muestra, Pau, que habla de sí mismo en tercera persona, se permite utilizar una Polaroid en vez de las actuales cámaras fotográficas digitales y solo regala una foto a una pareja de amigos para que los dos miembros de ella se la disputen, con tal de no tener que hacer (gastar) una foto más. “Os habrá contado Amaia la que estamos liando para la boda [entre ella y él]. ¡Ahí sí que se mueve mucho cash; incluso para mí! No voy a cometer la bajeza de comentaros de cuántos ceros es la cifra de la que estamos hablando…”. Pero al momento susurra, con aire de misterio: “¡Cinco ceros!” (minuto 25:22).

El diálogo entre Roser, madre de Pau, y la que se supone que se convertirá en su futura nuera, Amaia, en 49:45, responde al dibujo del nacionalismo catalán elitista, burgués, prepotente, pesetero, mezquino e insolidario (porque así es siempre, a ojos de la españolidad)10 que nos ofrecen los medios hegemónicos de comunicación propios del vigente nacionalismo de Estado. A la que parece que se convertirá en suegra de Amaia, suegra que ni siquiera se molesta en aprenderse el nombre de pila de la prometida de su hijo, le han hecho creer, como gesto compasivo antes de lo que estiman su cercano fallecimiento, que Cataluña ya es independiente. Pero Roser desconfía de la joven vasca, de la que, como dato sintomático, nunca recuerda su nombre exacto (unas veces la llama Hamaca, otras Imelda…):No sé qué tanto por ciento de tu amor por Pau es interés, pero si es lo que me huelo, cámbiate de banco, porque en este no te vamos a dar ni la cubertería. […] No, sí; ya sé lo que quieres: la nacionalidad. […] Claro; la nacionalidad catalana. Desde que Cataluña es independiente, todos los españoles, ¡hala!, cap aquí, a buscar una vida mejor. Pero te advierto…”.

En 50:50 tiene lugar un momento en la película de alto valor simbólico. Rafa, para no ser visto por Roser en la terraza, trata de escapar corriendo a colgarse del mástil de una gran estelada, bandera independentista catalana. En planos posteriores, se agarra directamente a la enseña cuatribarrada y estrellada, la cual se va desenganchando del mástil y cae con él: una metáfora visual de la ‘fatuidad’ de la inviable quimera separatista. La crítica habitual al independentismo catalán en los medios españolistas toma el lugar común de que quienes abogan por esa opción política adolecen de una absoluta ingenuidad, dado que poco menos que piensan que con la independencia se atarán los perros con longaniza. En 58:49 podemos comprobar, en boca de la madre de Pau, a quien han hecho creer que ya vive en la Cataluña independiente, la reproducción de este estereotipo. De paso, la independentista y superburguesa Roser sigue exhibiendo su prepotencia y desprecio por Amaia, a quien se refiere de un modo algo despectivo y xenófobo: “No sabéis las ganas que tenía de compartir con vosotros la independencia, que tanto hemos esperado. Ya me han dicho, sí, que las cosechas son más abundantes y que los ríos bajan más caudalosos, y que el Soronelles Futbol Club, nuestro equipo, ¡ya jugará con la Champions! Bueno, todo esto son exageraciones de mi nieto; pero da igual, porque lo importante, amigos, llegará mañana, cuando nuestro alcalde case al Pau, al hereu [heredero], con la… forastera”.

Las celebraciones en torno a la boda prosiguen (así como el nulo interés de Roser en aprenderse el nombre de pila de su futura nuera) en 1:02:05 con un parlamento del alcalde de Soronelles, quien, desde el balcón, anuncia a su audiencia un inminente aperitivo con boicot a “productos españoles”, aunque mitigado por el cliché del seny (asimilado, aquí, con lo pragmáticamente tramposo) para hacer una excepción con la carne y el vino. La saga Ocho apellidos, esta vez, vuelve a hacer una denuncia selectiva de comportamientos y actitudes xenófobas cargando las tintas contra las que vienen de los llamados nacionalismos periféricos, nunca del nacionalismo de Estado centralista (nacionalismo que se presentará siempre como invisible)11. Así se articula este doble rasero cuando Roser anuncia, ante el aplauso de la multitud: “Dejadme decirle a Imelda [Amaia] que no tendrá que pasar el mal trago de volver a España porque yo les voy a regalar mi masía y vivirán en una Catalunya lliure”. El alcalde de Soronelles añade, también en medio de ovaciones: “Luego nos vemos en la masía de la Roser, donde vamos a disfrutar de un piscolabis ¡con boicot a productos españoles! Bueno, jamón ibérico y rioja habrá, que tampoco nos vamos a volver locos con los boicots, ¿eh? […] ¡Visca Catalunya i visca la Roser!”

Sin embargo, ha habido en la realidad otro boicot, en sentido inverso, al que no se alude en la parodia cinematográfica. Como narra Marketingdirecto.com (13/I/2006)12, “Desde que el ex presidente de la Generalitat de Cataluña, Artur Mas, diese comienzo a su campaña independentista para declarar Cataluña como un Estado separado de España”, porque de acuerdo con la imagen dominante todo el proceso catalán es obra de un solo señor, al adoptar la regla de la propaganda de la simplificación y el enemigo único13, “arrancaba de forma paralela en el resto del país [España] una serie de movimientos (con mayor o menor aceptación) contra el consumo de productos catalanes. […] Ya en 2005 se iniciaron movimientos para frenar el proyecto del Estatuto catalán como el puesto en marcha por la web Liberalismo.org en el que ya se incluían las marcas catalanas o empresas afincadas en Cataluña contra las que se promovía (y promueve) el boicot. […] De acuerdo [con] datos ofrecidos por el último informe elaborado por Ipsos, titulado “La Percepción de la Imagen de Cataluña en el resto de España”, […] hasta un 14,3% señala que tiene previsto restringir el consumo y los viajes a Cataluña en los próximos meses”. De hecho, cuesta pensar que el guión de OAC haya incluido esta referencia al “boicot a productos españoles” sin nombrar al, por el contrario, muy real y difundido boicot a productos catalanes (a menudo, también a vascos) en el resto del Estado por mera inocencia. Como apunta Francesc Reguant (El Periódico de Catalunya, 17/XII/2015)14, al señalar al director madrileño de la película y al citado fragmento del discurso del imaginario alcalde de Soronelles, “este comentario ha sorprendido en Catalunya ya que desde Catalunya no se fomenta este boicot. Lógica y legítimamente se potencia el consumo local de proximidad, pero este es un concepto de autoestima, no de agresión como es el boicot. Por el contrario, el boicot a los productos catalanes, que normalmente va dirigido a productos alimentarios, no tan solo existe sino que ha sido alentado desde importantes medios de comunicación y sugerido por políticos del nacionalismo español. Por ello, quizá sin intención, Emilio Martínez-Lázaro parece querer justificar el boicot real a los productos catalanes creando la existencia del recíproco”. Y pone ejemplos de la verdadera situación: “Hace algunos años una prestigiosa revista del corazón ofrecía una cesta navideña que incluía vinos procedentes de una cooperativa catalana. Pues bien, las artes del Photoshop habían hecho desaparecer de la imagen el origen de las botellas. ¿Se trataba de una política comercial anticatalana de esta empresa? No, simplemente se quería no generar rechazo en un mercado español con alta sensibilidad anticatalana, dando por descontado –observación importante– que en Catalunya la reacción inversa no se produciría. En la misma dirección, los ejemplos de estrategias de las empresas catalanas para ocultar su origen y eludir el rechazo de la catalanofobia son numerosos”.

En 1:06:12, OAC refuerza la idea de que es básicamente Cataluña el territorio del Estado donde se desprecia a Andalucía considerándola país de gente vaga, esta vez desde una visión racista clásica del paradigma biológico decimonónico, apelando a los genes. Muy vinculada a la reiteración de dicho mito, reencontramos en este fragmento la obsesión catalana por el dinero. Pau le pide a Rafa que sean amigos, “digan lo que digan”. ¿Quiénes?, se pregunta el segundo. “La gente. Ya sabes cómo es la gente”. […] Yo no; yo no soy de andar calculando qué porcentaje de nuestros impuestos nos cuesta Andalucía. ¡Pues entre un uno y un dos con cinco por ciento será; yo qué se! A mí no me escucharán llamaros «vagos» sólo porque genéticamente tengáis un inclinación a trabajar menos. De ahí a llamar «vago» a alguien, ¡respect!”. Si se quiere parodiar comentarios andalófobos en torno al tópico de la vagancia andaluza desde otros territorios, no obstante, hubiera sido fácil encontrar ejemplos variados, como la alusión de la presidenta madrileña españolista Esperanza Aguirre a “utilizar el dinero de los contribuyentes para dar pitas, pitas”, en referencia a los subsidios al campo andaluz15. O la de su sucesora en todos esos atributos Cristina Cifuentes, ahora que recientemente ha declarado que “los madrileños están pagando 3.000 millones para que los andaluces tengan sanidad y educación”16. O los famosos SMS racistas sobre andaluces “borrachos”, “vagos” o “ladrones” publicados en Intereconomía (cadena con sede en Madrid, no se olvide) después de que el PP no obtuviera mayoría absoluta en las elecciones andaluzas de 2012: “andalucia, una sociedad sin valores”, “este es el resultado de treinta años de profunda incultura andaluza apenada”, “mientras tantos andaluces reciban dinero sin trabajar, no ganara el pp”, “en andalucia una gran mayoría no tiene dignidad le han vuelto a dar un cheque en blanco para que sigan robando”17, “A los andaluces les encanta la corrupción”, “el problema de Andalucía es la cantidad de gente viviendo del cuento”18, “no os enteráis en Andalucía la corrupción es normalidad”, “la realidad de Andalucía es que más de la mitad vive del fraude y del subsidio”19. Recordemos que fue el filósofo de la alta burguesía madrileña Ortega y Gasset quien dejó escrito que las/os andaluzas/ces tenemos “la pereza como ideal y estilo de vida” y que “el andaluz lleva unos cuatro mil años de holgazán”20. Tan madrileño como las dos anteriores… y como el director de la película. Lástima que el nacionalismo español sea el género no-marcado, por tanto supuestamente natural y pacífico, y que para esa misma ideología todos los demás nacionalismos sean automáticamente descarriados, excluyentes y xenófobos, como si no existieran versiones moderadas o democráticas de ellos21. Quizá sea ese el motivo por el que Koldo llame “moruno” a Rafa en 15:24, o que su barco lleve por nombre precisamente Sabino Hiru [Tres], más que probable reminiscencia velada del nombre de pila de Arana, el fundador del PNV, al efecto de persistir en el lugar común españolista del racismo sabiniano22: “He rodeado todo el Estado español en barco para venir a verte sin pisar Madrid. He roto el Sabino. Me han tenido que remolcar”, lamenta Koldo en 10:08.

Prosigamos. En 1:18:19, Rafa es interceptado por una pareja de Mossos d’Esquadra que lo ven intentando volver a entrar en la masía donde tienen lugar las celebraciones de la inminente boda de Pau y Amaia, después de que esta le haya hecho abandonar el lugar. Cuando le piden la documentación, Rafa se asusta y les ruega: “Si me sueltas, te dejo que me pegues un par de zurriagazos con la porra en el lomo, que es donde más duele, y te haces unos selfies con los moratones, ¿eh? ¿No? Que no tienes Instagram, ¿no?” Lo interesante de este diálogo proviene del comienzo de lo que en la película es la asociación entre brutalidad policial y el cuerpo de seguridad catalán. Una vinculación altamente selectiva, de acuerdo con la técnica propagandística de la selección y omisión de información23, dado que esta conexión entre Mossos y abusos (“¿Habéis dado alguna paliza ya o…?”, “¡Pero no me pegue, por favor!”, les ha dicho también Rafa en otro momento) no es puesta de manifiesto en ningún momento por OAC con otro cuerpo armado que también tiene su protagonismo en la cinta: la Guardia Civil.

Y no es que no se hayan producido numerosos casos de brutalidad policial por parte de los Mossos d’Esquadra: comisaría del Raval barcelonés, muerte del empresario del Eixample andaluz Juan Andrés Benítez, desalojo de inmigrantes en el barrio del Poblenou, pérdida de un ojo de Ester Quintana durante la huelga general del 14 de noviembre por el impacto de una pelota de goma, desalojo de la plaza Cataluña durante el movimiento 15-M, informe del Consejo de Europa por vulneración de derechos de detenidas/os por los Mossos, manifiesto de 200 jueces contra el indulto ministerial a cuatro mossos condenados por torturar un detenido en 2008 (20 Minutos, 23/X/2013)24… Ahora bien, lo que resulta significativo es que en OAC todo el humor satírico alrededor de los abusos policiales se centre en alusiones a los Mossos d’Esquadra, sobre todo cuando en la película aparecen personajes que son agentes de la Guardia Civil, cuerpo armado cuyo historial de actuaciones brutales, reflejadas en el cine o la literatura, son parte inherente al imaginario popular en el Estado español: la tortura y maltrato a los falsos culpables del llamado crimen de Cuenca o Caso Grimaldos (llevado a la gran pantalla por Pilar Miró en 1979, aunque estrenado dos años después debido a la censura del primer posfranquismo)25; el caso Almería, cuando fueron torturados y asesinados por la Guardia Civil en Roquetas de Mar tres jóvenes trabajadores residentes en Cantabria, erróneamente reconocidos como militantes de ETA, en 1981 (Eldiario.es Cantabria, 9/V/2016)26; las agresiones a manifestantes pidiendo agua para Carmona (Sevilla) y muerte por disparo de Miguel Roldán en 197427; la de Juan Miguel Mejías, emigrante andaluz asesinado en Barcelona a manos de un guardia civil ebrio; el asesinato del estudiante de Biología y militante izquierdista Javier Verdejo en 1976 mientras escribía en un muro una pintada con la leyenda “Pan, T…rabajo y Libertad”; el del delineante de 24 años Jesús María Zabala en Hondarribia (Guipúzcoa), mientras participaba en una manifestación pro amnistía el mismo año28… Modos que, lejos de corresponderse con un remoto pasado histórico o, como mucho, la llamada “transición democrática”, siguen vigentes en ese cuerpo armado estatal. El Comité para la Prevención de la Tortura (CPT) del Consejo de Europa envió al Gobierno español en 2013 (tan solo dos años antes del estreno de OAC) un informe de más de 100 páginas en el que reprendía a las autoridades españolas por no investigar las denuncias por malos tratos e instaba a encargar una investigación independiente sobre los métodos utilizados por la Guardia Civil cuando custodian e interrogan a personas arrestadas (El País, 29/IV/2013)29: golpes a los detenidos (se hallaron palos y bates de béisbol en salas de interrogatorio de más de una comisaría; EITB.eus, 30/IV/201330), prácticas de tortura como la bolsa e incluso la agresión sexual, malos tratos para conseguir declaraciones firmadas de cara a la vista oral e interrogatorios al margen de la normativa vigente fueron puestos de manifiesto en el informe. Luis Roldán, exdirector general de ese cuerpo armado entre 1986 y 1993, declaró en una entrevista a El País (17/IX/2013)31: “hay sentencias que confirman torturas. […] Ha habido golpes, presiones físicas que no dejan huella, pero que puedes pensar que se producen. Presiones psíquicas, también. ¿Alguien se cree que declaran lo que declaran sin coacciones?”. Intentar impedir el derecho a la defensa realizando quejas y protestas a las/os abogadas/defensoras/es (o sus asociaciones profesionales) de las personas detenidas cuando aquellas recomiendan a estas no declarar es una práctica habitual de miembros de la Guardia Civil, como ha sido denunciado por la Asociación Libre de Abogados de Madrid, y como recoge el Informe sobre la tortura en el Estado español en el año 2014, elaborado por la Coordinadora para la Prevención y Denuncia de la Tortura32. Es el cuerpo que experimenta un mayor aumento en el número tanto de situaciones como de personas agredidas respecto al año anterior33. En Andalucía un 78% de las personas agredidas denunciaron a agentes de la Guardia Civil como sus agresores, factor relacionado con la condición de “Frontera Sur” de Andalucía y al control fronterizo ejercido por dicho cuerpo como policía militarizada34. Según un informe realizado por el Departamento de Psicología Social de la Universidad del País Vasco, en ese territorio “la Guardia Civil fue la policía relacionada con un patrón más severo de tortura. Por un lado, fue el cuerpo policial con un porcentaje más alto de alegaciones de malos tratos / tortura […] y, por otro lado, el que habría empleado métodos de tortura más graves”35. El jefe de la Guardia Civil de Baleares, coronel Jaume Barceló, en una grabación reconocida como cierta por él mismo, asume y justifica agresiones a detenidos en estos términos: “Hostias y un golpe lo hemos dado ¡todos! Yo, así… El que ha trabajado un poco en esta Guardia Civil y no ha soltado una paparra [bofetón en lenguaje coloquial en Mallorca] es que ha trabajado poco. Porque eso lo hemos hecho todos” (ABC, 2/XI/2016)36. En un artículo sobre el mundo de la comunicación como este no podemos dejar de rememorar que en octubre de 2012 el Tribunal de Derechos Humanos Europeos condenó al Estado español por no haber investigado de manera efectiva la denuncia de torturas, por daños morales y a pagar los gastos judiciales en relación al cierre por orden judicial en 2003 del que era a la sazón el único diario en euskera, Euskaldunon Egunkaria. Siete años después de su clausura, la Audiencia Nacional absolvió a los 5 directivos del medio encausados por supuesta pertenencia a ETA, sin que se haya producido la más mínima reparación a los afectados. Uno de ellos fue Martxelo Otamendi, director del periódico desde 1993, quien, en febrero de 2003, nada más salir de prisión, dio una entrevista a Egunero (el diario provisional que sustituyó a Egunkaria) en la que narraba haber sufrido, durante los cinco días de incomunicación, vejaciones como “ejercicios físicos interminables, hasta reventar, hasta caerme y perder el aliento, flexiones, amenazas, insultos… y la bolsa, dos veces”. Cuando le preguntaron si habían sido diferentes grupos de guardias civiles los que le habían torturado, su relato fue: “Conmigo han estado dos grupos. Gente joven, de unos 30 años, con un odio profundo a los vascos, que tiene un conocimiento general de la cultura vasca, que tiene una concepción imperial centralizadora de España. Su juego favorito era preguntarme: «¿Cuales son los límites de España?». Y yo tenía que responder: «De Irun a Algeciras y de Finisterre a Cabo de Rosas». Y me hacían repetir una y otra vez”. En relación con que los guardias civiles comentaron la posibilidad de alargar la incomunicación y la detención, cuenta: “Pense que no aguantaría. Ahí mismo te presentan la posibilidad de suicidarte. Les pedí que me pegaran un tiro, y que acabaran pronto. […] Más de una vez. Le dije al forense que si no me hacía caso que me mataría contra una columna de acero que había allí. No quieres morir, pero es algo que te sale de dentro, es una forma de decir que has llegado al límite de los soportable, que no puedes más”37.

Dado este amplio y documentado historial de abusos policiales, que, según los informes y documentos citados, no se circunscribe a casos aislados o anecdóticos, llama la atención, como decimos, que OAC restrinja las alusiones humorísticas sobre abusos policiales al cuerpo autonómico catalán y deje intacta a la Guardia Civil en sus chistes en lo que a ese apartado respecta, máxime cuando la trama gira alrededor de una protagonista vasca y un personaje secundario del mismo origen, como es su padre. Pero claro, en la visión españolista común, los Mossos d’Esquadra es la policía política de los nacionalistas catalanes mientras la Guardia Civil constituye uno de los referentes simbólicos del poder estatal. No es de extrañar, pues, que la película haya gozado en su día del favor del diario ultraderechista La Razón (18/XI/2015), que en uno de sus titulares resumía, de manera certera, su reseña sobre la cinta como “La «farsa» de la independencia”: una “gran farsa de los estereotipos” en la que “el cuerpo regional [sic], los Mossos d’Esquadra, es fuente constante de sátira y suministra alguno de los chistes más ácidos de la película a cuenta de los episodios de violencia injustificada que se han vivido dentro del cuerpo”. Se añade, en tono más difuso, que “la «españolísima» Guardia Civil, que intentará evitar la independencia, tampoco sale indemne de este retrato”38; aunque, como ya hemos detallado, sobre este último cuerpo armado no recae ninguna de las referencias a abusos, torturas y brutalidad, las cuales sí aparecen en relación con los Mossos (sin que, obviamente, pretendamos minimizar aquí la extrema gravedad de los hechos a los que la película alude en su parodia). Simplemente llegan dos de sus efectivos a la plaza central de Soronelles, en 1:31:30, para detener la que creen secesión catalana encubierta, con esta orden: “¡No intenten nada extraño! Saquen sus pasaportes catalanes y déjenlos donde yo pueda verlos” (la ingenuidad y escasas luces de los agentes quedan denotados mediante la expresión oral en andaluz, una vez más). El error de los guardias civiles da lugar a un clímax españolista: “¿Pero qué pasaporte ni qué pasaporte, eh?”, contesta sonriente una funcionaria no catalana, al tiempo que se abre la camisa y deja ver una pequeña rojigualda pintada sobre el corazón, lo que provoca el desconcierto en el rostro del agente, mientras todo el mundo allí presente prorrumpe en carcajadas. En todo caso, una sátira mucho más amable, sin duda, que la destinada a mossos maltratadores y sádicos. Por cierto, también aquí operan los marcadores lingüísticos, al igual que sucedía con la ignorancia de los personajes andaluces: de dos mossos que detienen y custodian a Rafa, mientras el poli bueno no abandona el castellano en ningún momento, la única a la que se oye hablar catalán es la que ejerce de poli mala, de modales ásperos y sentimentalmente reprimida. “¿No ves que está enamorado?”, le preguntaba él, Arnau, a ella, Mar, señalando a Rafa, a quien acababan de interceptar en la secuencia que introducíamos más arriba. Y prosigue: “Hay que ver, ¿eh? Como se nota que tú hace años que no…”. Ella reacciona airada: “¿Que yo no qué?”. Arnau vacila: “Nada”. A lo que Mar le insta a que culmine su comentario, con cajas destempladas: “Suelta la puta historia”. Él concreta su reproche: “Que no te enamoras”. En otro momento posterior, con el protagonista sevillano en comisaría, el poli bueno, que es el único de las/os dos que interactúa con el reo, se justifica con este: “¡Pero que yo no te puedo sacar así como así, Rafa!”. Acto seguido, consulta a su compañera: “¡Mar!, ¿qué hacemos?”. El gesto de solidaridad compasiva del mosso castellanoparlante recibe como respuesta este agrio y expeditivo parlamento, enunciado íntegramente en catalán: “¡Calla de una puta vegada, cony! [¡Calla de una puta vez, coño!]”.

Al igual que sucedía en OAV, el papel de Andalucía es el de pegamento de España, rol que una y otra vez se le pretende adjudicar en el campo político y que esta producción cinematográfica reproduce en el plano simbólico; de ahí que todos los personajes andaluces sean profunda e hiperbólicamente españolistas. La historia del ligón que se redime dejando atrás su amplio currículum mujeriego al enamorarse de una chica sentimentalmente cerrada, aunque sea en una caricatura con pretensiones eminentemente comerciales como esta película, recrea el arquetipo del Don Juan zorrillesco que ‘conquista’ (en la terminología patriarcal al uso) a su amada, con feliz desenlace para ambas/os. Lo particular en este caso es que el andaluz ejerce de instrumento de sutura de la unidad de España: Amaia, la Doña Inés euskaldún, en contrapartida por haber sido ‘conquistada’ por el gracejo sureño, le hará ‘sentar la cabeza’, además de darle un hijo español en la escena final. Efectivamente, en 1:39:12 vemos cómo Koldo, que conduce la furgoneta donde su hija es asistida tanto por Rafa como por el personaje de Merche (la cacereña que ha ganado para el amor a Koldo), se niega a parar en cualquier hospital en el que puedan atender debidamente a una Amaia a punto de dar a luz. ¿El motivo? “¡Que no paro ni pa Dios! ¡Aitor no nace en Castilla; nace en Euskal Herria!”, advierte claramente. “¿Pues no estás viendo que el niño lo que quiere es ser español?”, inquiere un Rafa desesperado. “¡¿Antojos a mí?! Teníamos que ir a comprar morcillas a Burgos ¡precisamente hoy! ¿Es que en Beasain no hay buenas morcillas o qué?”, repone Koldo, insensible a los gritos de la parturienta Amaia, a la que le ruega encarecidamente: “Un niñito español no me des, que me arruinas la vida. ¡Anda, bihotza [corazón]! ”. Obligado a parar en mitad de la carretera por el inminente alumbramiento, Koldo encuentra la solución: arranca de su emplazamiento un gran poste de señalización que indica el fin de la provincia de Burgos cuyo cartel reza «Ongi etorri [Bienvenidas/os]. Euskal Herria» para resituarlo detrás del vehículo, tras lo que vemos su rostro recuperar fuelle y esbozar un principio de sonrisa cuando oye el primer llanto de su nieto. Mediante esta trampa ha pretendido cambiar la realidad como si la criatura no fuera española, pero ante el público queda patente la inanidad de la maniobra de un Koldo que muy poco antes, en 1:38:32, también se ha alejado del principio de realidad anunciando desde un balcón de la plaza de Soronelles, junto a Merche, el falso enunciado de “la primera boda de la Cataluña independiente” que no es tal.

Es claro, de acuerdo con el mensaje ideológico del filme, que las/os nacionalistas (por supuesto, sentirse español/a no se incluye en esta categoría), que no aman a España, son personas totalmente divorciadas de una realidad que, lo quieran o no, al final sale a relucir. Así sucedía con la rojigualda pintada en el pecho bajo la camisa de la funcionaria (la verdad sale a flote), pero también en otros dos momentos caracterizados igualmente por una fuerte carga simbólica. En 51:03 ha tenido que ser precisamente el protagonista andaluz quien, tratando de esconderse de Roser, arranca del mástil y hace caer (con él) una estelada blava (bandera catalana independentista, con el triángulo azul y la estrella blanca) de la que estaba colgado. En 1:38:10, dos de las/os funcionarias/os del Estado, que previamente han tenido que ocultarse durante la “farsa independentista de Soronelles, descuelgan desde sendas ventanas, con alivio y desprecio, la gigantesca estelada que pendía de uno de los edificios: cae el telón y el símbolo “separatista” llega al suelo justo para sellar el beso con el que Rafa y Amaia, a quienes la tela de la enseña cuatribarrada cubre en ese punto de clímax emotivo, se reencuentran definitivamente. La unidad de España (es decir, el final de la independencia ficticia de Cataluña) es, así, asociada en el inconsciente de la audiencia con algo tan positivamente connotado en nuestra cultura de masas como el amor romántico, que a la postre vence las mayores tribulaciones.

Estamos, por tanto, ante una producción audiovisual que sirve de refuerzo, en el terreno de lo cómico y lo amable, de una ideología, el españolismo, que vive un intenso repunte mediático y que, como apuntábamos al comienzo del presente análisis, exalta su “unidad de destino” basándose en la ridiculización de las diferentes entidades culturales contenidas en el espacio abarcado por su ámbito territorial. Se trata de que las personas de Andalucía, Galicia, Euskal Herria o Cataluña volvamos a practicar el sanísimo ejercicio de aprender a reírnos de nosotras mismas… Para que España también pueda seguir riéndose de nosotras. Faltaría más.

Manuel Rodríguez Illana

1 PONS, Marc (2016): Los Reyes Católicos y el falso mito de la ‘nación’ más antigua de Europa, http://www.elnacional.cat/es/cultura-ideas-artes/reyes-catolicos-mito-unidad-espanola_102408_102.html

2 MORENO NAVARRO, Isidoro (2013): Introducción a la identidad histórica, cultural y política de Andalucía. En MORENO NAVARRO, Isidoro y DELGADO CABEZA, Manuel: Andalucía: una cultura y una economía para la vida. Sevilla: Atrapasueños. Pp. 53-54.

3 ORTIZ ESTÉVEZ, Javier (2004): España mira a Euskadi. Diagnóstico: miopía, astigmatismo y vista cansada. En VV.AA., Miradas sobre Euskadi. Irún: Alberdania. P. 280.

4 GIL DE SAN VICENTE, Iñaki (2015): “Crítica abertzale del paradigma de la izquierda española. Límites teórico-políticos de las izquierdas nacionalistas españolas”. http://www.matxingunea.org/media/pdf/g_020621_critica_abertzale_del_paradigma_de_la_izquierda_espanola.pdf Pp. 2-3.

5 GONZÁLEZ PULIDO, Javier (2005): “La ‘Catalanofobia’, expresión ideológica de masas del españolismo”, https://nacionandaluza.files.wordpress.com/2015/12/lacatalanofobiaexpresiondelespac3b1olismo_j_g_pulido.pdf

6 PASTOR, Jaime (2014): Los nacionalismos, el Estado español y la izquierda. Madrid: Viento Sur. P. 28.

7 Las referencias de minutaje pueden ser aproximadas.

8 RODRÍGUEZ ILLANA, Manuel (2016a): “El españolismo sonriente: humoristas al servicio de la colonización (II)”, https://laotraandalucia.org/?opinion=el-espanolismo-sonriente-humoristas-al-servicio-de-la-colonizacion-ii

9 Mismo autor (2016b): “Divide et impera: el caballo de Troya españolista en Ocho apellidos vascos”, http://www.lahaine.org/est_espanol.php/divide-et-impera-el-caballo

10 TAIBO, Carlos (2014): Sobre el nacionalismo español. Madrid: Los Libros de la Catarata. P. 80 y ss.

11 Taibo, op. cit.: 17-19. Ortiz Estévez, op. cit.: 280-288.

13 DOMENACH, Jean-Marie (1986): La propaganda política. Buenos Aires: Eudeba. Pp. 52-56.

19http://www.elplural.com/2012/07/30/andalucia-planta-cara-a-intereconomia-por-sus-sms-ofensivos. En estos y en los anteriores SMS respetamos la ortografía original.

20 Cit. en RODRÍGUEZ-IGLESIAS, Ígor (2016): “La hybris del punto cero metalingüístico. Andalucía como no-Ser”, Actas de la VIII Hunta d’Ehkritoreh en Andalú / VIII Reunión de Escritores/as en Andaluz / 8th Meeting of Andalusian Writers. ZEA – Sociedad para el Estudio del ‘Andalú’. Fuhirola / Fuenhirola, 21-22 de marzo de 2016. http://www.zea-andalu.com/hunta-d-ehkritoreh-en-andalú/viii-hunta/. Pp. 24-27.

21 Taibo, op. cit.: 85-87.

22 Gil de San Vicente, ibíd.

23 MERRIL, John C.; LEE, John y FRIEDLANDER, Edward Jay (1992): Medios de comunicación social. Teoría y práctica en Estados Unidos y en el mundo. Madrid: Fundación Germán Sánchez Ruipérez.

27 ESLAVA, Francisco (2009): Un recuerdo para Miguel. La última víctima del fascismo en Carmona. http://opinioncarmona.blogspot.com.es/2009/08/un-recuerdo-para-miguel_01.html

32 VV.AA. (2015): Informe sobre la tortura en el Estado español en el año 2014. Coordinadora para la Prevención y Denuncia de la Tortura. P. 21. http://www.prevenciontortura.org/wp-content/uploads/2015/12/CPDT-Informe-2014.pdf

33 Ibíd. P. 40.

34 Ibíd. P. 42.

35 (2014): Incomunicación y tortura: Análisis estructurado en base al Protocolo de Estambul. Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea (UPV/EHU). P. 27-28. http://www.psicosocial.net/images/Tortura/Informe-Incomunicacion-tortura-Analisis-protocolo-Estambul-Cast.pdf

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Carlos Ríos

Vine al mundo en Granada en 1977. Soy licenciado en Geografía y trabajador en el sector de la enseñanza. Escribí "La identidad andaluza en el Flamenco" (Atrapasueños, 2009) y "La memoria desmontable, tres olvidados de la cultura andaluza" (El Bandolero, 2011) a dos manos. He hecho aportaciones a las obras colectivas "Desde Andalucía a América: 525 años de conquista y explotación de los pueblos" (Hojas Monfíes, 2017) y "Blas Infante: revolucionario andaluz" (Hojas Monfíes, 2019).

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