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Gucarar nebo andro / Abriendo nuevos caminos

El 8 de abril es el Día Internacional del Pueblo Gitano. Se supone que es un día en el que se celebra que una vez, se reunieron unos cuantos representantes gitanos a nivel mundial pertenecientes a asociaciones gitanas y sin consultar al pueblo gitano, decidieron que teníamos que tener una bandera y un himno. Todo esto se produjo bajo el amparo de los gobiernos de una Europa en donde los dictadores estaban cayendo y se pretendía domesticar al fin al pueblo gitano ya que los intentos por exterminarnos habían sido fallidos durante siglos.

Este encuentro mundial de líderes gitanos celebrado el 8 de abril de 1971, estuvo promovido por los hilos visibles de la iglesia, ya que ésta ha jugado un papel muy relevante en todos los intentos de exterminar al pueblo gitano.

Hay gitanos y gitanas que se sienten representados por la bandera, pero hay muchos que, o bien no se sienten representados por ella o ni siquiera sabían de una bandera. Es verdad que gracias a las asociaciones gitanas la gran mayoría del pueblo gitano sabemos que tenemos una bandera.

Si nos vamos al origen del pueblo gitano, sin oficialidad alguna, ya que nuestros antepasados escogieron no dejar pruebas escritas, encontramos que no hay documentos que digan que el pueblo gitano se levantó en armas para luchar por un trozo de tierra a la que llamar nación y ponerle una bandera; siempre fuimos caminantes de la vida, huéspedes de la tierra que por cultura inculcada de padres a hijos, transmitieron que éramos un pueblo libre de avaricia y que tomábamos lo que la tierra o el mar nos daba.

Como gitano no me representa ninguna bandera, pero ahí está nuestra bandera, la que no hemos elegido y que nos impusieron; ya que la tenemos y se celebra a nivel internacional, lo mínimo que debemos hacer es que el 8 de abril sirva para reivindicar la cultura y nuestra idiosincrasia, la que nos han ido robando para atribuirnos costumbres y comportamientos que no nos pertenecen. Nunca a nivel personal he participado en un acto para conmemorar el 8 de abril en Motril porque los gitanos o gitanas que lo promovían lo hacían por intereses personales o políticos y que cuando estaban con los que no son gitanos negaban ser gitanos. Ellos pertenecen a asociaciones gitanas manipuladas porque únicamente quieren ser enchufados cantando o bailando para algunos políticos.

Este año me interesé por la celebración de este día en Motril y le propuse al responsable del área de cultura un proyecto diferente. Fascinado, él me brindó su apoyo y me encargó escribir el manifiesto.

Al poco tiempo me comunicaron que este día iba a gestionarse desde asuntos sociales, un área que se dedica a la caridad. Yo no daba crédito y me presenté en el ayuntamiento, me reuní con concejales y les dije que iban a promover más los estereotipos negativos sobre los gitanos entre la sociedad no gitana. Les propuse leer una palabras y me ofrecieron leer parte de un manifiesto que ya había sido escrito; me negué a leerlo por una razón, ¿se imaginan que en el Día de la Guardia Civil, el manifiesto lo escribiera un gitano que ni siquiera fuera guardia civil? El manifiesto que se leyó en mi ciudad y en otras muchas de Andalucía y Europa no fue escrito por un gitano, sino por un escritor al que se le encargó un trabajo por parte de una fundación gitana.

El diablo me libre de ser racista y que mi negativa a leer dicho manifiesto no fue porque lo hubiera escrito una persona no gitana. Las asociaciones han convertido el 8 de abril en un circo, en vez de mostrar al mundo nuestra riqueza cultural y nuestras aportaciones a la sociedad actual, dentro de un marco de diversidad y mestizaje participativo, o sea, con la participación en dicho día de las personas que no son gitanas.

Por un 8 de abril que se celebre desde la cultura, la diversidad, el mestizaje y que promueva la igualdad entre las personas. Ese es el espíritu que nuestros antepasados transmitieron generación tras generación y que parece que hemos perdido.

Salud y libertad.

Por Francis Torcuato.

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Carlos Ríos

Vine al mundo en Granada en 1977. Soy licenciado en Geografía y trabajador en el sector de la enseñanza. Escribí "La identidad andaluza en el Flamenco" (Atrapasueños, 2009) y "La memoria desmontable, tres olvidados de la cultura andaluza" (El Bandolero, 2011) a dos manos. He hecho aportaciones a las obras colectivas "Desde Andalucía a América: 525 años de conquista y explotación de los pueblos" (Hojas Monfíes, 2017) y "Blas Infante: revolucionario andaluz" (Hojas Monfíes, 2019).

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