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En Venezuela luchamos todos

A pesar de que el océano Atlántico nos separa de Nuestramérica, nuestra lucha es la misma que la de los pueblos heroicos de aquél continente que no está lejos, sino en nuestros corazones, en nuestra praxis. La hermandad humana supera las distancias y se hace una misma acción porque al imperialismo también lo combatimos aquí mismo, en Euskal Herria.

Pero hay momentos en los que determinados pueblos concentran en sí los puntos álgidos, críticos, del choque entre la humanidad y el capital. Sin retroceder mucho, en la segunda mitad del siglo XVIII fueron las naciones originarias andinas las que conquistaron ese honor, y a pesar de su derrota y del descuartizamiento vivo de sus dirigentes en las plazas públicas, ahora no entenderíamos nuestro presente sin aquellas heroínas y héroes.

Luego fue Haití, a cuyo pueblo el imperialismo no le ha «perdonado» su impresionante osadía revolucionaria: hoy tampoco entendemos la primera independencia de Nuestramérica sin el decisivo apoyo haitiano al movimiento de liberación continental por la Patria Grande bolivariana: la ferocidad española contra la determinación humana.

La lista de atrocidades es larga porque larga es la lista insurrecta. Recordamos a la Cuba de finales del XIX, a la Iquique de 1907, a la Patagonia rebelde comienzos del siglo XX, a las invasiones yanquis aplaudidas por los seres serviles, a la revolución mexicana… Sin embargo había algo que inquietaba cada vez más al imperialismo y a las burguesías cipayas: cada derrota que infringía a Nuestramérica era respondida con dos luchas que recogían el testigo y seguían para delante.

Debido a esto y a más razones, los monstruos crearon la Organización de los Estados Americanos (OEA) en 1948, los días en los que la reacción asesinaba a Jorge Eliécer Gaitán. Ahora mismo, como antes pero con infinita más fiereza, la OEA dirige el ataque a Venezuela. Conviene que leamos estas palabras de Josep Fontana en Por el bien del imperio para saber de una ojeada qué era la OEA:

“En la Novena Conferencia Iberoamericana, celebrada en Bogotá en 1948, se creó la Organización de los Estados Americano (OEA) como organismo de coordinación política, gracias al cual, decía el poeta salvadoreño Roque Dalton, “el presidente de los EEUU es más presidente de mi país que el presidente de mi país”.

Mediante la OEA Donald Tramp quiere ser más presidente de Venezuela sin ser elegido que Maduro que ha sido elegido democráticamente. Pero mucho antes, la OEA aprobó una declaración en 1954 que abría las puertas a los golpes de estado. La OEA se lanzó con rabia contra la libertad: la experiencia cubana es aplastante desde el primer día de declararse Territorio Libre de América en 1959. Como Venezuela desde 1998, como anteriormente con Nicaragua, con Chile, con Cuba… el imperialismo necesita destrozar los intentos de construcción de la segunda independencia, la socialista.

Eva Golinger ha denunciado los cambalaches y maniobras de la OEA durante el recuento de votos del referéndum revocatorio de Chávez en 2004, y más adelante pone este título a uno de los capítulos más sugerentes de su libro El Código Chávez: «Estrategias debajo de la manga y amenazas persistentes».

Las fuerzas reaccionarias están sacando estrategias de la manga. La OEA dirige la actual estrategia que no es sino una más en la agresión permanente que sufre nuestra Venezuela, que sufrimos todas y todos aunque estemos a un océano de distancia. En contexto mundial abierto por la llega de Donald Trump al gobierno estadounidense, dentro de una situación mundial de estancamiento, crisis y caos controlable e incontrolable, hacen que la existencia de la Venezuela bolivariana, la vida de Venezuela, seauna de las cuestiones prioritarias para la humanidad.

Porque se trata de la vida de Venezuela: observemos qué sucede en Argentina, Brasil, Honduras… y nos haremos una idea aproximada de lo que sucederá en Venezuela. Por ahora, Ecuador ha logrado resistir un nuevo golpe, y los monstruos ansían devorar a Bolivia pedazo a pedazo, como sueñan en aniquilar Cuba. Pero el mundo es redondo y el imperialismo quieren meterlo en su caja de tesoros como si fuera una piedra de sangre y oro, un haber más en su tasa de beneficios. Por esto mismo, que Venezuela resista y avances es vital para la humanidad, por eso somos bolivarianas y bolivarianos.

(Fuente: La Haine / Autor: Iñaki Gil de San Vicente)

 

 

Francisco Campos

Francisco Campos

Nació en Sevilla en 21 de julio de 1958. Trabaja como administrativo. Es autor del libro "La Constitución andaluza de Antequera: su importancia y actualidad" (Hojas Monfíes, 2017).

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