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El españolismo sonriente: humoristas al servicio de la colonización (VIII)

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La vigente presidenta de la Junta de Andalucía en el momento de escribir estas líneas, Susana Díaz, ha hecho gala de un acentuado españolismo, máxime como estrategia de comunicación a la hora de diferenciar su discurso frente a su rival en la guerra interna por el control del PSOE, el que fuera secretario general del partido y dimitido tras perder la votación de su Comité Federal, Pedro Sánchez1. Las intervenciones de Díaz en los últimos tiempos han estado plagadas de llamadas a “la unidad de España” y todas sus variantes retóricas como desautorización implícita a los contactos que Sánchez estaba llevando a cabo al objeto de ser investido presidente del Gobierno español; acuerdos que al parecer implicaban la colaboración con partidos soberanistas catalanes y vascos2. Las soflamas españolistas contra el derecho de autodeterminación de los pueblos han sido constantes e innumerables, tanto en actos de su partido como en los institucionales derivados de su condición de presidenta de la Junta; dimensión esta última en la que tenemos, por ejemplo, el discurso de fin de año de 2015 (“Creo que como presidenta recojo el sentir de la inmensa mayoría de los andaluces cuando digo que la unidad de España y la igualdad de los españoles vivan donde vivan son pilares irrenunciables de nuestra convivencia”)3 o el del día institucional de Andalucía (28 de febrero) de 2016, en el que afirmó que “la exigencia de la comunidad pasa por que se garantice la unidad de España y la igualdad de derechos y deberes de todos los españoles” y que “algunas comunidades españolas plantean retos urgentes a España, a veces en términos de desafío”, en alusión (poco) velada a Cataluña, mientras que “a Andalucía lo que le corresponde, por el contrario, es aportar cosas importantes a España”4 (no sabemos si se refiere seguir aportando mano de obra barata para la emigración a otros territorios del Estado o extracción de materias primas y función como vertedero de residuos para las corporaciones y multinacionales mineras y químicas). Lo cierto es que en una entrevista concedida a El Mundo (edición de Andalucía) el 30 de agosto de 1999, Susana Díaz, a la sazón delegada municipal de Juventud del Ayuntamiento de Sevilla, ya demostraba su querencia por el agravio comparativo con Cataluña como herramienta política. Cuando hablaba de su propuesta de crear una Oficina Europea de Información para jóvenes en Sevilla, ¿qué razones proporcionaba para defenderla? Entre otras, el curioso argumento de que “de cada cuatro catalanes que se acogen a un programa europeo solo va un andaluz”5.

En los sectores más reaccionarios o atrasados de nuestra sociedad, el anticatalanismo andaluz (“¡qué quieren éstos, si son los andaluces los que han levantado Cataluña!”) repite ciertas posturas del castellano, pero con elementos específicos. A pesar de que ambos países estuvieron en primera línea de todas las revueltas particularistas del siglo XIX, Andalucía, convertida en colonia intraestatal, se vio destinada a una emigración que va a recrear un anticatalanismo sui generis. Se odia al catalán porque por un lado suele ser el patrón, el capataz, el tendero; de otro, porque se es confusamente consciente de que el desarrollo catalán implica el subdesarrollo andaluz (dentro del capitalismo). Aquí aparecen combinados la resurrección de la ‘judeización’ del catalán (catalán igual a burgués) y la acción del españolismo (ideología oficial de la burguesía andaluza) que intenta utilizar a las/os andaluzas/ces como caballo de Troya antinacional en Cataluña. La opresión nacional de corte terrorista que sufre Cataluña bajo el franquismo (la época de la masiva emigración andaluza) significará la imposibilidad de una formulación clara y expresa por parte del pueblo catalán de su reivindicación nacional, quedando su comprensión, por tanto, ininteligible para los campesinos inmigrantes (algo lógico). Al tiempo, el Estado potenciará el chovinismo anticatalán bombardeando con las conocidas expresiones “hable la lengua del Imperio, hable en cristiano”. Así se superpondrán dos opresiones: la del Estado español sobre Cataluña, nación capitalista desarrollada hegemonizada por su burguesía, y la de la clase trabajadora andaluza explotada por ese mismo Estado y por la burguesía catalana. El contacto limitado con el pueblo catalán, merced a su marginación en guetos (Hospitalet, San Boi, Santa Coloma, etc.), presentará a la migración andaluza los gestos de afirmación nacional catalana no como maneras antifranquistas de expresión sino como muestras de racismo antiobrero-antiandaluz. Desgraciadamente, el proceso de ocupación de la hegemonía dentro del movimiento nacional catalán por la izquierda clasista no fructificará (debido a motivos históricos de los que ahora no nos podemos ocupar aquí), lo que traerá consigo para las/os andaluzas/ces, a través de sus sectores de vanguardia, un retroceso en la comprensión del problema catalán que nuevamente (a nivel de masas) se volverá cada vez más a identificar con la burguesía capitalista, deformando la cuestión de la opresión de Andalucía por los capitalismos españoles, escorando en exceso la responsabilidad y el odio hacia lo catalán, presentado como agente máximo de la explotación. El anticatalanismo –vergonzante manera de españolismo camuflada de andalucidad despuntada– se convertirá –para mal de Andalucía y de Cataluña– en la “conciencia nacional andaluza de los imbéciles”, parafraseando la frase del alemán Auguste Bebel sobre el antisemitismo como “socialismo de los imbéciles”6.

Aprovechando la fecha establecida por el régimen para celebrar oficialmente la autonomía, el 28 de febrero, Canal Sur, la televisión controlada por el PSOE andaluz7, contó en 2016 con el humorista Manu Sánchez, a través de la productora 16 Escalones, para la elaboración de un programa que llevó por título “Visca Andalucía” (primer capítulo de una serie que, adoptando el formato y estética del Salvados de Jordi Évole de La Sexta, aunque con resultados no equiparables, llevó por título Vuelta y vuelta)8 y que, lógicamente, prestó proyección a los ejes principales de la estrategia de comunicación de Díaz. El hilo conductor de inspiración neolerrouxista que sirvió de pretexto al guión fue el rescate de un fragmento textual, con cuya reproducción empieza el programa de Manu Sánchez, procedente de un opúsculo de Jordi Pujol editado en 1976, L’inmigració, problema i esperança de Catalunya, en el que el expresident de la Generalitat expresaba lo siguiente:

<< El hombre andaluz no es un hombre coherente. Es un hombre anárquico. Es un hombre destruido. Es, generalmente, un hombre poco hecho, un hombre que vive en un estado de ignorancia y de miseria cultural, mental y espiritual. Es un hombre desarraigado, incapaz de tener un sentido un poco amplio de comunidad. De entrada, constituye la muestra de menor valor social y espiritual de España. Ya lo he dicho antes. Es un hombre destruido y anárquico. Si por la fuerza del número llegase a dominar sin haber superado su propia perplejidad, destruiría Cataluña. >>

Aunque adujera que las esperables protestas por estas palabras fueran en parte fruto de sacarlas del contexto general de lo manifestado en el libro, lo cierto es que Pujol pediría posteriormente disculpas por ellas, tanto en varios artículos periodísticos como en declaraciones públicas9. A pesar de ello, “Visca Andalucía” vuelve a ellas con el propósito de denunciar la hipocresía de que tal caracterización racista provenga de un individuo investigado por corrupción y cuentas corrientes en paraísos fiscales.

La denuncia es útil porque sirve como arma contra el nacionalismo catalán, objetivo de los ataques del discurso de Díaz que, de acuerdo con las coordenadas dialécticas que hemos comentado, apunta indirectamente a Pedro Sánchez, quien presumiblemente estaba buscando apoyos entre los/as diputados/as soberanistas catalanes. Así, la tarea de dejar en mal lugar al nacionalismo y/o independentismo de Cataluña ante el público andaluz se complementa en el minuto 3:03 del programa con una alusión a una intervención de Artur Mas, del mismo partido que Pujol (Convergència Democràtica de Catalunya) y también expresidente de la Generalitat, en el Parlament, de hace cinco años. En una respuesta parlamentaria, Mas afirmó que los escolares catalanes “sacan las mismas notas de castellano que los niños y niñas de Salamanca, de Valladolid, de Burgos y de Soria; y no le hablo ya de Sevilla, de Málaga, de Coruña, etcétera etcétera, porque allá hablan el castellano, efectivamente, pero a veces a algunos no se les entiende”. No entraremos aquí a desvelar las implicaciones del enunciado en relación con la visión tan extendida de que lo que se habla en Castilla es lo mismo que lo que se habla en Andalucía; en todo caso, Mas declararía horas después: “No tengo inconveniente en pedir disculpas a las personas que se hayan podido sentir ofendidas”. A ello añadió que sus palabras habían sido sacadas de contexto o malinterpretadas10. En 7:47, Manu Sánchez prosigue su sátira contra el catalán malvado antiandaluz comentando que “dice un tal Puigcercós, que ya no anda por aquí (se ve que los ciudadanos ya no le compraron el discurso), que en Andalucía ya no paga impuestos ni Deu, ¡ni Deu!, que no pagaba ni Dios”, lo que ilustra con el correspondiente corte del vídeo en el que Joan Puigcercós, político independentista, expresidente de Esquerra Republicana de Catalunya y exconsejero de Gobernación de la Generalitat, se manifestaba en esos términos. La caracterización se complementa con una mención, en 5:18, a “una leyenda” según la cual antiguamente existían carteles en establecimientos catalanes que rezaban “Prohibida l’entrada a gossos i andalussos” (“a perros y andaluces”). En una impagable demostración del significado de la expresión tirar la piedra y esconder la mano, Manu Sánchez pregunta en 7:09 si “¿Empieza a nacer o lleva un tiempo habiendo en Andalucía un sentimiento anticatalán en el ambiente?”. Más adelante, en 16:36, le responderá a esta misma pregunta “Francisco Hidalgo, Posadas, Córdoba, 1950. Político y activista cultural Diputado del PSA en el Parlament, 1980”: “Yo tengo la sensación de que en Andalucía, de un tiempo a esta parte, hay cierto ambiente anticatalanista flotando en el ambiente”. Se recuerda en el programa unas declaraciones de Josep Antoni Duran i Lleida, con corte incluido, en el que este dice: “En otros lugares de España, con lo que nosotros aportamos al conjunto del Estado, reciben un PER para pasar toda la mañana en el bar de su pueblo” (traducción al castellano).

“Visca Andalucía” se vale del uso de la regla de la propaganda de la simplificación y enemigo único11, por su proyección de la imagen de la Cataluña andalófoba como fuente de los problemas de Andalucía. A ella se suman algunas otras técnicas propagandísticas periodísticas. Una de ellas es la de la selección y omisión de información12, puesto que da a entender que toda la andalofobia existente proviene del catalanismo, al obviar los abundantes ejemplos de andalofobia españolista de los que ya dábamos cuenta más arriba (José Ortega y Gasset o Miguel de Unamuno en el terreno de la filosofía; Cristina Cifuentes o Esperanza Aguirre en la política contemporánea; los presentadores y tertulianos del canal Intereconomía, en la vertiente mediática…). Pero también encontramos aquí el recurso al hablar a través de otras fuentes (ibíd.), muy relacionada con la anterior y que, como su nombre indica, consiste en escoger los testimonios que nos interesan para que verbalicen la idea que nos interesa transmitir, lo cual resulta mucho más eficaz que si la expresamos nosotras/os mismas/os. Vamos a comprobarlo en los próximos párrafos, pero una prueba obvia es la elección de las dos figuras del mundo de la política a las que Manu Sánchez entrevista: una de ellas, como era de esperar, pertenece al PSC (asociado con el PSOE y referente de este en Cataluña) y es el expresident Josep Montilla; la otra, Inés Arrimadas, diputada en el Parlamento catalán por el partido Ciudadanos, que es justamente la formación a la que en Andalucía debe su investidura Susana Díaz13.

Otro de los testimonios elegidos por Manu Sánchez es el de “Miguel Poveda. Cantante, Medalla de Andalucía 2012” en los Alcázares de Sevilla. El conductor del programa enseña al artista un vídeo de El Beni de Cádiz, quien recita la letra de un fandango en andaluz (“Tengo un kanario en mi arkoba / ke kanta kuando te nombro. / Mira zi te nombraré / ke ahta er kanario ehtá ronko, / zerrana, por tu kerè.”). Tras esto, defiende que al traducir el flamenco al catalán, lo que hace en términos paródicos con esa misma letra para intentar demostrarlo, “ni pega ni yega”; no sabemos si con ese argumento debe entenderse que las letras flamencas traducidas al ruso o al quechua deben sonar mejor. Como explica de nuevo González Pulido, “la lucha contra el anticatalanismo ha de ser permanente. La actitud ante él ha de ser agria, tanto como –por ejemplo– ante las manifestaciones del sexismo machista. Un chiste anticatalán nos debe poner tan en guardia como un chiste verde”14.

Lo cierto es que en 21:18 Miguel Poveda afirma, ante otra de las preguntas de Manu Sánchez: “Yo no soy independentista. No puedo serlo: mi padre era de Murcia y mi madre de Ciudad Real; yo soy catalán que vivo en Andalucía, o que alterno mi vida aquí con Cataluña también y estoy viajando y cantando por el mundo: ¿cómo voy a ser independentista? Estoy en el mundo. […] Soy más partidario de tirar muros que de tirarlos”. Encontramos aquí el clásico recurso a la metáfora del muro de un españolismo que a pesar de su pretendido cosmopolitismo y alergia a los nacionalismos se vale a menudo de esta gráfica imagen mientras simultáneamente es capaz de defender la existencia de las vallas de Ceuta y Melilla con Marruecos. Por ende, la intervención de Poveda justifica su rechazo al independentismo (es decir, su adscripción nacional española) con otra figura literaria, la pregunta retórica (“¿cómo voy a ser independentista”), tras el argumento de que su madre y su padre son de orígenes no catalanes. Por desgracia para los defensores de este razonamiento, sin embargo, esta condición no garantiza la españolidad, como demuestran miles de ejemplos; citemos solamente el de Anna Gabriel, otra diputada del Parlament, como Inés Arrimadas, pero de las CUP, a la que Manu Sánchez no quiso entrevistar y que le hubiese podido mostrar otra realidad distinta. “Su padre emigró desde Minas de Riotinto (Huelva) y llegó a Sallent para trabajar en la mina y su madre, nacida allí, proviene de una familia minera de Murcia y militó en el PSUC. […] Anna Gabriel y su hermano fueron los primeros independentistas de la familia”15. La diferencia es que mientras la madre de Anna Gabriel militó en el PSUC y su abuelo y bisabuelo eran de la CNT, el padre de la parlamentaria elegida por Manu Sánchez para entrevistar ocupaba una plaza en la policía científica franquista y el primo paterno de este era “jefe de la vivienda en Cádiz y gobernador civil y jefe del Movimiento nacional franquista en Cuenca y Albacete durante los años 70”16. Otro posible entrevistado que podría haber ofrecido puntos de vista alternativos a Manu Sánchez hubiera sido Lluís Llach, también diputado del Parlament por la coalición independentista Junts pel Sí y artista que, como Poveda, ha estado “viajando y cantando por el mundo” (por reutilizar la expresión del cantante flamenco) en lugares como Francia, Suiza, Alemania, Italia, Inglaterra, Escocia, Irlanda, Quebec, Brasil, México o Cuba17. Finalmente, el humorista de Dos Hermanas cierra su encuentro con Miguel Poveda preguntándole con qué acento se enfada. El cantante responde que en “catalán. Ahí sí me pongo fino”, con lo que hace uso de la sempiterna dicotomía diglósica entre castellanofino y andaluz-bruto.

Los chistes catalanófobos no han terminado con el vídeo de El Beni de Cádiz y su letra flamenca traducida al catalán. El propio Manu Sánchez inicia en 23:50 un monólogo utilizando como hilo conductor la historia de Andalucía y la de Cataluña. Subraya el carácter humorístico de este tramo marcando acusadamente el uso del andaluz, como es acostumbrado; todo ello, con fondo musical de sardanas. En esta intervención, el cómico recurre a los eternos tópicos del catalán pesetero, al que extiende los pecados financieros de Jordi Pujol. “¿Quién no ha escuchado o coreado en alguna ocasión un chiste en que un catalán prefiere verse despezado, en la situación más ridícula que imaginarse pueda, antes de abrir su bolsa en lo más mínimo? Como en otros casos […] la esperada carcajada común sólo puede surgir si el auditorio comparte y asume la esquemática tipología paradigmática de la que el chiste participa. La chanza es pues sólo la cúpula visible de un iceberg socio-ideológico que denota prejuicios profundos”18. Sánchez no se desmarca de esta casuística cuando en 27:26 ofrece esta explicación histórica:

Después de la poca cuenta que echaron los francos al saqueo de Barcelona, el conde que estaba al mando, Borrell II, dijo “¡Ea; aquí, Borrell y cuenta nueva!” y declaró a los condados de Barcelona [sic] independientes. Y si los catalanes declaran la independencia, es porque desgrava; si no, la hubieran hecho en negro. Señores: aquí, los condados catalanes jugaban a dos bandos, porque ganaban dinero con el comercio de esclavos y se quedaban allí muchas moneditas [gesto alusivo al dinero frotando los dedos pulgar, índice y corazón]. Ellos jugaban a llevarse bien con el Vaticano, jugaban a llevarse bien con los francos, jugaban a llevarse bien también con Al Andalus… Mientras la bolsa sona, la cosa es llevarse bien con, como dijo el Peña, “to lo ke aya ke yebar-ze”.

En 32:28, el siguiente elegido para mostrarnos las maldades del catalanismo es “Jorge de los Santos”; según los rótulos, “filósofo de Triana, afincado en Barcelona”, amén de “pensador y artista plástico”, para quien “tanto Cataluña como Andalucía, le pese a quien le pese, tenemos un centro común, que hemos venido a darle la categoría y la denominación de España, pero es un centro común, en el que se puede insistir mucho o se puede insistir poco, pero ahí está”. Para el españolismo, España es un axioma que “ahí está” y cuya entidad, por tanto, no hace falta demostrar, “le pese a quien le pese”, por contraste con un “nacionalismo” de carácter periférico o centrífugo, que siempre es el catalán (por oposición al “centro común” español). Este, en sus propias palabras, es “una ideología” que “se hace dominante” (el nacionalismo español no es una ideología, claro, ni tampoco es dominante, según él) subrepticiamente y ‘golpea’ (verbo “percutir”) de forma machacona a la gente. ‘España’ es algo natural, “le pese a quien le pese”, mientras el nacionalismo catalán es perverso (literalmente, en sus propias palabras). Veámoslo:

<< El hecho diferencial, por ejemplo, andaluz está mucho más marcado en ese sentido que el tan traído fet diferencial català, que, de hace tantísimo tiempo, se nos está… Lo que pasa es que son formas distintas de nacionalismo. […] El catalán ha sido siempre, digamos, un gran defensor de lo que han sido sus tradiciones: els castellers, la Moreneta, Montserrat… estos rituales asociativos. Este era el nacionalismo catalán. Hasta que empezó a insistir demasiado; o sea, hasta que empezó a percutirnos. Además, los medios, digamos, de propaganda con los que una ideología se hace dominante suelen ser muy eficaces: hay gente como los de mi generación que nos han tenido, o han intentado convencernos, pero hay generaciones que ya nacen convencidas; las siguientes generaciones ya nacen. No es que cuando cae la estructura de acogida le ofrece el Barça para que entiendan y puedan construir un mundo; es que ya nacen del Barça. Esta es, digamos, la perversión que se le puede reprochar ahora mismo al nacionalismo catalán. >>

En 49:03 Manu Sánchez se desplaza a la emisora Radio Teletaxi de Santa Coloma de Gramenet, donde tiene ocasión de dialogar con Justo Molinero, “Empresario y comunicador. Villanueva de Córdoba, 1949”, quien aporta esta perla chovinista: “Nosotros, los andaluces, estamos en una posición mucho más de prestigio que el catalán, porque el andaluz conoce su tierra y sabe cómo siente su gente, y sabe también cómo sienten los catalanes, y lo que sienten y cómo es. En cambio, el catalán aquí está a lo que le dicen de lo que es allí. Pero la idiosincrasia, la forma de ser del andaluz y tal, eso no se aprende aquí; se aprende allí”. Parece como si en Andalucía la visión que la gente, dotada de especiales superpoderes, pueda tener sobre Cataluña no estuviera mediatizada por los mensajes de los medios, incluido el programa que estamos analizando.

Tras una nueva crítica a Pujol en 55:28, imitando a Antonio Machín con una parodia de “Angelitos negros” trufada de alusiones a las comisiones del tres por ciento de la Generalitat o el dinero negro, en 58:16 nos encontramos un segundo fragmento de su charla con Inés Arrimadas. Poco antes de volver a enseñarle el famoso parrafito de Pujol sobre “el hombre andaluz”, y en un momento de condescendiente mansplaining, Sánchez retoma el leit motiv del agravio comparativo entre Andalucía y Cataluña para preguntarle: “Inés, ¿sabe la gente en Cataluña que la industria del automóvil catalán recibe más ayudas y subvenciones que el PER en Andalucía?” Esta es la respuesta de la “Líder de la oposición en el Parlament de Catalunya”:

<< Yo creo que no. Yo creo además que el tema del PER es un tema que se recurre mucho a él políticamente pero realmente si uno [sic] ve el montante no es tanto como la gente se imagina. La gente se cree que Andalucía vive del PER y objetivamente no es así. Yo creo que, insisto, hace falta mucha, mucha pedagogía y hace falta que desde la política no intentemos enfrentar a los territorios, que es que es absurdo. Es muy antiguo lo de pensar que lo que es bueno para Cataluña tiene que ser malo para Andalucía o que lo que es malo para Andalucía tiene que ser bueno para Cataluña; eso es antiquísimo. Con esa mentalidad, insisto, no existiría la Unión Europea. >>

La incógnita es si el loable propósito de Arrimadas de no utilizar políticamente el estereotipo de “el tema del PER” se aplica a la concepción que Albert Rivera, el propio líder de su partido, Ciudadanos, ha proyectado respecto de Andalucía. “Nosotros no vamos a repartir pescado. Nosotros vamos a enseñar a pescar”, afirmó en una ocasión, durante la campaña de las elecciones a la Junta en 2015. Inexplicablemente, Manu Sánchez no mostró el correspondiente vídeo de ese momento en su tablet a ninguno de sus interlocutores/as19.

En 1:00:10, reaparece otro momento de su encuentro con Francisco Hidalgo, quien ofrece este testimonio:

<< A los que fuimos maestros de escuela cuando todavía Franquito estaba vivo, pues nos obligaban a hablar el castellano más… y en las emisoras de radio les obligaban a los locutores a que pronunciaran un castellano que decían de Valladolid y resulta que es que los andaluces hablaban mejor el castellano que los de Valladolid o los de Madrid, por ejemplo, que Castilla en general, que no dicen la /d/ final y acaban en /z/. Al final es eso, el andaluz es muy culto aunque no nos lo queramos creer. Yo creo que hay, aparte, un cierto sentido de complejo de inferioridad, y no es eso; el andaluz es muy culto y sabe mucho. El castellano más rico que se habla en España lo tiene el andaluz. >>

La causa del “cierto” complejo de inferioridad que reconoce Hidalgo encuentra sus raíces, a su juicio, en la época franquista porque a las personas andaluzas se les obligaba en la escuela y en los medios a hablar castellano estándar. Lamentablemente, si el exdiputado del Parlament por el PSA sintonizara la programación de Canal Sur (inferimos que no lo hace a partir de sus palabras), se llevaría un tremendo disgusto al tener ocasión de comprobar que no hubiera sido necesario remontarse al franquismo, ya que a día de hoy prácticamente todo el personal encargado de presentar los informativos televisivos y radiofónicos de la cadena autonómica oculta su andaluz bajo la máscara artificial y artificiosa del castellano “de Valladolid”. También por desgracia, Manu Sánchez no ha recabado las vivencias de tantas/os profesionales de la docencia andaluzas/ces con destino en Cataluña que podrían haberle contado hasta qué punto estaba normalizado el castigo físico contra las/os niñas/os que eran descubiertas/os hablando en catalán en la escuela; una práctica que habitualmente era ejercida por los maestros “de Valladolid” y zonas adyacentes de Castilla. De forma igualmente desafortunada, la defensa de Andalucía verbalizada por Hidalgo se apunta al chovinismo, lingüístico en este caso, para cerrar su alocución con otro ranking de quién habla mejor sentenciando que “El castellano más rico que se habla en España lo tiene el andaluz”; debe quedar claro, ante todo, que el andaluz en realidad es castellano.

Jorge de los Santos vuelve a la carga en 1:01:27 para convencernos de que en Andalucía hay una suerte de nacionalismo que es mejor, e incluso mayor, que el de Cataluña o el País Vasco; porque no es político y, por tanto, es inofensivo porque no cuestiona la unidad del Estado, por supuesto:

<< Del nacionalismo andaluz yo siempre he pensado que si uno de estos territorios es más nacionalista que el otro, es el andaluz. El andaluz es más nacionalista que el catalán y que el vasco sin duda de ningún tipo; lo que pasa es que es de una manera distinta, una manera más sutil. Yo raro es el día que, por ejemplo, que no me encuentro con compañeros andaluces y tal y no someten a prueba mi andalucidad. Pero tú sabes lo que es aljofifar [fregar con aljofifa o fregona]? Sí, claro que sí. ¿Y alcauciles? Jo, macho, pero ¿tú sabes lo que son alcauciles [alcachofas]? Y tú, claro que sí. Quiero decirte: hay siempre una prueba, en este caso lingüística, de andalucidad. Pues vale, vente con nosotros. La exageración, digamos, en la cuestión afectiva; por ejemplo: te kiero una hartá, ¿no? O sea, los andaluces entendemos perfectamente lo que quiere decir te kiero una hartá; es decir: estoy a gusto contigo, no nos vamos a hacer daño… Es una forma de convivencia, una forma cordial. Pero claro, eso hay que entenderlo. O sea, alguien que viene de fuera, ese código, cree verdaderamente que lo quieres una hartá. >>

El sofisma ejercitado por el artista no es más que una trampa semántica de lo más simple. El término nacionalismo contiene según la RAE (institución con cuya ideología reaccionaria no comulgamos, pero cuyo de diccionario online nos valdremos a efectos prácticos) dos acepciones: primera, “sentimiento fervoroso de pertenencia a una nación y de identificación con su realidad y con su historia”; segunda, “ideología de un pueblo que, afirmando su naturaleza de nación, aspira a constituirse como Estado”20. En Andalucía, con una conciencia nacional débil a día de hoy, ni uno ni otro pueden ser mayoritarios entre su población; por tanto, es absurdo plantear que goza de más nacionalismo que Cataluña o País Vasco. Lo que Jorge de los Santos pone como ejemplos de nacionalismo no son más que meras muestras léxicas propias de nuestro país: un verbo, un sustantivo y una locución adverbial. No hemos entrado en el campo de la ideología o la política porque no hemos salido de lo propiamente lingüístico; que en Andalucía se usen determinados vocablos y/o expresiones ajenas al modelo ideal del castellano estándar no constituye ningún fenómeno esotérico o único que nos sitúe en un plano de superioridad. La diferencia es que si en Cataluña son conscientes de que “una miqueta” o “massa” son producciones lingüísticas de una forma de expresión distinta al castellano estándar, en Andalucía aún no sabemos que “una mihita” o “una hartá” también lo son, más allá de que se les asocie con lo coloquial, lo pintoresco o el chiste.

La parte final de “Visca Andalucía” es otro monólogo ilustrado con planos de calles catalanas, muchas de ellas tomadas de barrios de población de origen andaluz, que arranca del minuto 1:10:25. Para reafirmar su regionalismo andaluz españolista, aparece una imagen de un busto de Blas Infante, una rojigualda colgada en una ventana (justo en el momento en que se oye “ole las personas que somos de donde nos da la gana”) y el toldo de un “Bar Sevilla”, todo ello con el fondo sonoro de la voz en off de Manu Sánchez, quien, a pesar del mensaje que su programa ha proyectado en torno al catalán separatista, corrupto, pesetero, antipático y antiandaluz, no deja de alardear en reiterados momentos de haber realizado una labor social, en un incomparable acto, como decíamos más arriba, de tirar la piedra y esconder la mano para acusar a los demás de la propia acción:

<< Que los estereotipos están para romperlos, […] y será por seguir rompiendo tópicos, que el equipo que come calçots unido permanece unido, y aquella masía no solo fue perfecta, sino que los dioses catalanes aparecieron para arrastrar con el viento los tópicos caducos. […] Nos tocó romper estereotipos a nosotros, y en la furgoneta de vuelta a casa nos quedamos fritos todo el mundo. Que currar veinte horas diarias para luchar contra los estereotipos no veas la paliza que da. […] Cataluña y Andalucía, tierras con un mismo corazón que muchos intentaron enfrentar, pero que siguen caminando más unidas que nunca. >>

Huelga aclarar que la habilidosa cámara de 16 Escalones, atraída magnéticamente por las escasas banderas españolas que solo con trabajoso esfuerzo pueden encontrarse en los balcones de los edificios de Cataluña, ha esquivado toda estelada que se le haya podido asomar por su campo de visión, para evitar el riesgo de que la audiencia pueda siquiera concebir la posibilidad de que personas catalanas de ascendencia o antecedentes familiares andaluces puedan haber sido abducidas por la perversión del independentismo: un demonio mediático21 contra el que se encargará de luchar Susana Díaz, paladín de la sagrada unidad de la patria y azote de separatistas; en esta ocasión, con la ayuda de su fiel escudero Manu Sánchez.

Manuel Rodríguez Illana

6GONZÁLEZ PULIDO, Javier (2005): “La ‘Catalanofobia’, expresión ideológica de masas del españolismo”, https://nacionandaluza.files.wordpress.com/2015/12/lacatalanofobiaexpresiondelespac3b1olismo_j_g_pulido.pdf

11 DOMENACH, Jean-Marie (1986): La propaganda política. Buenos Aires: Eudeba.

12MERRIL, John C.; LEE, John y FRIEDLANDER, Edward Jay (1992): Medios de comunicación social. Teoría y práctica en Estados Unidos y en el mundo. Madrid: Fundación Germán Sánchez Ruipérez.

14 Op. cit.: 14.

18 González Pulido, op. cit.: 1.

21 (2004): Dioses y diablos mediáticos. Cómo manipula el Poder a través de los medios de comunicación. Barcelona: Urano.

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Carlos Ríos

Vine al mundo en Granada en 1977. Soy licenciado en Geografía y trabajador en el sector de la enseñanza. Escribí "La identidad andaluza en el Flamenco" (Atrapasueños, 2009) y "La memoria desmontable, tres olvidados de la cultura andaluza" (El Bandolero, 2011) a dos manos. He hecho aportaciones a las obras colectivas "Desde Andalucía a América: 525 años de conquista y explotación de los pueblos" (Hojas Monfíes, 2017) y "Blas Infante: revolucionario andaluz" (Hojas Monfíes, 2019).

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