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El españolismo sonriente: humoristas al servicio de la colonización (II)

cipayos

Si en el artículo anterior examinábamos una muestra de la asociación de lo andaluz con la marginalidad social (los personajes de la Chusa y Fermín en La que se avecina, interpretado el primero por Paz Padilla), pasaremos a analizar las últimas actualizaciones de la clásica vinculación, por parte del españolismo, de nuestro país con atributos como la ignorancia y el hablar mal. Para ello acudiremos a la dilogía cinematográfica compuesta por los taquilleros títulos Ocho apellidos vascos (OAV; 2014, Lazonafilms / Kowalski Films / Telecinco Cinema) y Ocho apellidos catalanes (OAC; 2015, Telecinco Cinema / Lazona Films / Weather Films), protagonizados ambos por otro humorista andaluz, el malagueño Dani Rovira. Veamos la primera de estas producciones.

Dada la inexistencia de “España” como supuesta cultura o nación (por poner un ejemplo sencillo y obvio, la música del folklore gallego comparte más con la escocesa que con la andaluza, y esta, más con la magrebí que con aquella), más allá de su entidad como Estado, la historia intelectual de este se encuentra jalonada por el constante desprecio a las diferentes identidades de las naciones oprimidas, para ocultar su histórico chauvinismo y progresiva transformación en racismo, al tiempo que intentar reducir la creciente conciencia nacional de dichos pueblos. De ahí las habituales construcciones ideológicas en torno a los estereotipos de gallegos pusilánimes, catalanes peseteros, andaluces vagos y vascos brutos, racistas y violentos, quienes solo abandonarán su inferioridad en la medida en que asuman la identidad común (“España”) superior a la propia. Solo así, respectivamente, “los gallegos serán también maleables y pacientes; los catalanes, buenos negociantes y realistas con sentido común; los andaluces, alegres y parlanchines y los vascos, nobles y trabajadores”1.

No vamos a ocuparnos aquí del desarrollo de los mencionados clichés negativos sobre Euskal Herria en el guión de OAV, aunque estén bien presentes, sino de la participación del humorista Dani Rovira (junto con otros conocidos intérpretes andaluces) en la perpetuación de los referidos a Andalucía. El pretexto semántico para la elaboración humorística es, en relación con los personajes de nuestro país, el chiste constante acerca de la ignorancia y una escasa capacidad expresiva oral (respectivamente, los tópicos andaluces de la incultura y el hablar mal).

En el diálogo que comienza en 8:342 entre los trabajadores de un bar sevillano (OAV refuerza la adscripción de Andalucía a la hostelería/turismo, subsector económico reservado para el país de acuerdo con la división internacional del trabajo), Joaquín y Curro (respectivamente, Alberto López y Alfonso Sánchez, los protagonistas de El mundo es nuestro) hablan de “kikurriña” por ‘ikurriña’, “piso piloto” por ‘piso franco’ y “escayola” por ‘ikastola’, amén de presentar de manera hiperbólica al pueblo andaluz como altamente sugestionable y propenso a introyectar (y luego proyectar) acríticamente todos los estereotipos difundidos por los medios en relación con otros pueblos; algunos de los cuales, por otra parte, la propia película contribuye a difundir amparándose en el paraguas de la parodia, la comedia y el humor: “¿Kómo te traeh a eza tía a kaza, ke puede zè de la ETA, de un komando?”3 (solo por ser vasca), “¡No le deh boteyah! Porke ehta hente kon ehto azen kótteleh-molotó en zero koma doh” (se refiere a un botellín de lo que parece ser un batido de cacao), “¡Kuidao, Kurrito, no baya a abè un artefatto ehplozibo aí dentro, iho!” (en el bolso de Amaia, la protagonista), “Zi lah bahkah no ze makiyan”, “¿Mih [Miss] Euhkadi? Pero zi d’ ezo ayí no ai. ¡No ai!”, “Loh bahkoh no pueden bèn-noh a loh andaluzeh ni en pintura”.

Aparte de incultos y malhablados, los andaluces de OAV son todos, por ende, fuertemente españolistas, como denota la artificialmente hiperbólica profusión de banderas de España en el citado establecimiento (junto con otros detalles, como una estampa de la Legión), rasgo que otorgará al protagonista sevillano, Rafa (el que encarna Dani Rovira), la misión de sutura simbólica de la unidad del Estado por medio del amor romántico, a través de su futura unión sentimental con la separatista Amaia, la protagonista femenina, cuya hostilidad él irá redimiendo, junto con la ‘cerrazón nacionalista’ de esta. La mentira, la corrupción y la poca confiabilidad también adornan a nuestro pueblo, según el guión de OAV (también de su secuela OAC, como veremos). En 1:10:29, Rafa se confiesa con el cura de la iglesia de Argoitia (convirtiendo, por cierto, en motivo humorístico el abuso patriarcal), al que cuenta cómo engaña a Amaia para llevar a cabo contacto físico no consentido, a la vez que admite que ha realizado un trabajo a un amigo sin IVA, con cuya novia mantiene una relación sexual a espaldas de él (el esquema argumental de un andaluz que manipula informativamente a dos bandas tanto a su mejor amigo como a la novia de este, con la que acaba de mantener contacto carnal, al objeto de repetir posteriores encuentros en el futuro, aparece también en la serie de Antena 3/Atresmedia Buscando el Norte)4: “Ayè le dihe ke le ehtaba tokando la zintura [a Amaia.]. ¡Mentira! Toké kulo. ¡Toké to ‘r kulo ke pude i máh! […] ¡Ah! Ke la zemana pazá le kambié loh rodapiéh der paziyo a un kolega i en la fattura no le kobré el IVA. Yo zé k’ ezo no ehtá bien, padre, pero eh ke no ze lo podía kobrà, porke er día anteriò me abía-tirao a zu nobia…”.

A continuación glosamos algunos ejemplos más de situaciones y enunciados en los que el chiste se basa en el estereotipo del andaluz que no sabe hablar o lo hace mal. En 20:38, Rafa, en un calabozo de la Ertzaintza, pronuncia así la locución que en euskera significa ‘lucha callejera’: “¡Ke yo no pertehehko a la karrera borroka eza!”. En 32:46, Amaia se tendrá que encargar de corregirle por otra palabra que no es capaz de articular con éxito. “Ehkuxa-me, ¿parehko aberchándal?”, pregunta él. “Abertzale”, le enmienda ella. Tras una conversación en un restaurante (localizada a partir de 34:04) entre Koldo, padre de Amaia, y Rafa, ella, que los había dejado solos, vuelve a escena y el andaluz, una vez más, demuestra poca destreza con el euskera. Al preguntarles la protagonista “¿Qué tal?”, él le contesta “Pues muy bien”, pero en vez de su equivalente “Oso ondo”, prosigue vocalizando “Osen do”.

Su impericia con la versión en euskera del ‘muy bien’ se produce en otras dos ocasiones. La primera transcurre en 37:09, en la que, además, acto seguido, se inventa una palabra en esa lengua añadiéndole la “a” a una palabra castellana (por otra parte, dicha “a”, que en euskera es el artículo, la está agregando a un adjetivo, en lugar de a un sustantivo; de forma no pertinente, por tanto): “Ezkerrik asko, Koldo, ¿eh? Osen do. ¡Perfektoa! Agur”. La tercera pronunciación fallida del ‘muy bien’ vasco se produce en 1:01:02, en el dormitorio de Amaia, cuando Koldo, el padre de esta, se asoma a la puerta para preguntarles qué tal se encuentran, a lo que emite un enunciado muy parecido al anterior: “Muy bien, osen do. Ezkerrik asko, Koldo, por preguntar. ¿Tú qué tal? Agur”.

Para que quede claro que los errores léxico-fónicos de Rafa no son atributo individual, sino propio de las personas andaluzas en su conjunto, el guión vuelve a poner algunos de ellos en boca de sus amigos, como es el caso de Joaquín en 1:29:09, que en lugar de incluir en su parlamento la palabra adecuada a la idea que intenta articular, es decir, “literal”, elige otra de sonido aproximado (confundido por la raíz común entre ambas): “Rafa, ke t’ an-labao la kabeza. Pero no lo digo en el zentido literario, lo digo en el… bueno, en el literario también porque t’ an-kitao la gomina i to ezo, ¿no?”

Ahora bien, en 11:40 se produce una situación que consideramos el epítome de tal retrato sobre la presunta poca aptitud de la persona andaluza para el empleo del lenguaje. Se trata de una escena en la que Rafa va en un autobús camino de Euskadi. Abre un libro en cuya portada aparece el título Kaixo [Hola]! El euskera sin miedo, que mira con recelo y ansiedad para esbozar después una mueca de estupor. Después, se introduce un cambio de plano: se ha hecho de noche y aún sostiene el libro abierto, en una de sus manos, pero tiene los ojos cerrados porque está echando cabezadas. Finalmente, el libro cae de su mano y él reclina su cabeza definitivamente para terminar dormido sobre el respaldo de su asiento. Así pues, al andaluz, cuando tiene un libro delante, le sobreviene lo inevitable: se duerme (su destreza lingüística no da para más) y además, realizar un esfuerzo intelectual a medio plazo le cansa, dada su connatural tendencia a la pereza. Recordemos, respecto a este último punto, el inefable análisis antropológico sobre Andalucía que realizaba el filósofo de la alta burguesía madrileña Ortega y Gasset cuando escribía que las/os andaluzas/ces tenemos “la pereza como ideal y estilo de vida”, concretamente, “vida vegetal”, y que “el andaluz lleva unos cuatro mil años de holgazán” pues “la famosa holgazanería andaluza es precisamente la fórmula de su cultura”, de acuerdo con la cual “hace de la evitación del esfuerzo principio de su existencia”5.

Comprobamos, pues, que el retrato de la persona andaluza como ignorante y que habla mal se basa en situaciones y diálogos donde emplea mal los términos y confunde sus pronunciaciones. Esta es la receta humorística que tanto éxito de taquilla ha tenido en todo el Estado, incluida Andalucía, cuya población asume mayoritariamente dicho estereotipo.

Manuel Rodríguez Illana.

1 GIL DE SAN VICENTE, Iñaki (2015): “Crítica abertzale del paradigma de la izquierda española. Límites teórico-políticos de las izquierdas nacionalistas españolas”. http://www.matxingunea.org/media/pdf/g_020621_critica_abertzale_del_paradigma_de_la_izquierda_espanola.pdf Pp. 2-3.

2 Este minutaje, así como los indicados a lo largo del presente artículo, puede ser aproximado.

3 Al objeto de reflejar que en la película son los parlamentos de personajes en andaluz, no en castellano, los ligados a las bromas sobre confusiones lingüísticas, lo reproducimos gráficamente con el sistema de PORRAH BLANKO, Huan (2009): Normah ortográfikah pa la trahkrizión del andalú (NOTA-Porrah). Zoziedá pal Ehtudio ‘el Andalú. http://www.zea-andalu.com/empieze/propuehtah-ortográfikah/

4 Reemitida, por ejemplo, a las 00:30 horas del domingo 6 de marzo de 2016 en Neox.

5 Cit. en RODRÍGUEZ-IGLESIAS, Ígor (2016): “La hybris del punto cero metalingüístico. Andalucía como no-Ser”, Actas de la VIII Hunta d’Ehkritoreh en Andalú / VIII Reunión de Escritores/as en Andaluz / 8th Meeting of Andalusian Writers. ZEA – Sociedad para el Estudio del ‘Andalú’. Fuhirola / Fuenhirola, 21-22 de marzo de 2016. http://www.zea-andalu.com/hunta-d-ehkritoreh-en-andalú/viii-hunta/. Pp. 24-27.

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Carlos Ríos

Vine al mundo en Granada en 1977. Soy licenciado en Geografía y trabajador en el sector de la enseñanza. Escribí "La identidad andaluza en el Flamenco" (Atrapasueños, 2009) y "La memoria desmontable, tres olvidados de la cultura andaluza" (El Bandolero, 2011) a dos manos. He hecho aportaciones a las obras colectivas "Desde Andalucía a América: 525 años de conquista y explotación de los pueblos" (Hojas Monfíes, 2017) y "Blas Infante: revolucionario andaluz" (Hojas Monfíes, 2019).

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