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Catalunya: La violencia de la ultra-derecha. Una operación de estado

“Quien no comparte la batalla, compartirá la derrota. Ni siquiera la batalla evita, quien quiere evitarla”.

Bertolt Brecht

A mí, decidme ‘conspiranoico’. Pero en todo esto de la violencia de la ultra-derecha ha puesta en marcha una operación de estado para barrernos como pueblo organizado.

Aquí hay juego compartido, de niveles de implicación diferentes, de los partidos del 155, la policía (la Guardia Civil, la policía española y también los Mozos, con distintos roles), la judicatura y la cobertura de muchos medios. La ultra-derecha no campa impunemente porque sí. Es una pieza de un juego que busca detonar violentamente la sociedad catalana, generar miedo de la implicación política no obediente y conseguir que los partidarios del ‘no’, votantes de los partidos del 155, constituyan un bloque granítico. Quieren secarnos en nuestras fuentes: destruir el espíritu y la organización civil, popular, alegre y combativa que ha llenado calles y ha puesto el estado español en jaque.

La secuencia es bastante clara:

  1. Violencia masiva e indiscriminada el 1-O contra gente que no hacía nada, que ni se resistió a los golpes.
  2. Discurso hooligan del rey felicitando la violencia y animándola.
  3. Cierre en la prisión sin juicio, como escarnio, con gran violencia simbólica, tanto de dirigentes políticos pacíficos como de civiles del pacifismo más radical.
  4. Aplausos, acuerdos, sonrisas, golpecitos a las espaldas, abrazos de satisfacción profunda y complicidad de líderes políticos y de opinión del PSC/PSOE, de Cs y del PP, y algún despistado más.
  5. Proliferación de ataques de otra tensión y violencia ultra-españolista contra personas, símbolos y establecimientos pacíficos, civiles, públicos, normales.
  6. Archivo de todas las denuncias de estas agresiones: impunidad.
  7. Justificación y comprensión cómplice por parte del bloque del 155 y los estamentos centrales del estado español (ejército, policía, justicia, Telecinco/Cuatro, RTVE y Antena 3 / la Sexta).
  8. Sonrisas socarronas de ver como van consiguiendo –a copia de empujar y empujar– de instalar el clima y la imagen de conflicto y violencia en Cataluña.
  9. Los Mozos, con un supuesto gobierno efectivo y mando soberanista, ausentes. Barra libre para atacar civiles, gente pacífica, tiendas, puestos.

Cuesta mucho, eh?, que una sociedad normalice la violencia conducida por la esfera pública y con su apoyo contra civiles desarmados, vulnerables y pacíficos. Hace falta mucha gimnasia, mucha bilis, muchos programas de televisión, mucho cinismo y mucha mentira porque una sociedad (específico para ser honestos: unas aparentemente amplias capas silenciosas de la sociedad española, incluyendo una parte aparentemente importante de la catalana) conviva indiferente en la violencia indiscriminada y gratuita contra vecinos suyos. Al azar, porque piensan como piensan.

Por otro lado, quienes a pesar del clima hostil osan de continuar reivindicando derechos y libertades por la vía pacífica reciben miles de denuncias, condenas, controles de identificación por razones políticas, son filmados y fotografiados, hay cargas policiales gratuitas… Un hostigamiento que parece que quiera provocar, más que no ninguna otra cosa (garantizar el orden público?, hacer respetar el acatament obligatorio de la doctrina constitucional?). Un acoso todavía más exhaustivo y desproporcionado hacia los CDR, el eslabón que la estrategia policiaca identifica como la más débil, la más fácil de provocar.

A mí, con todos los respetos, todos estos hechos sumados me hacen pensar que hay una estrategia deliberada y pactada para hacer estallar la violencia, aunque sea para autodefenderse de los linchamientos impunes de la ultra-derecha, en la banda soberanista/republicana de algún sector (joven, activista, típico del blanco policial) para justificar aquello que hace meses, si no años, que dicen que acabará pasando: que con violencia sólo cabe la ley antiterrorista y la suspensión (todavía más, todavía) de derechos, organizaciones e ideas.

Pero hoy por hoy el problema que tenemos delante es de seguridad contra el terror neonazi y de tarats espontáneos, que se sienten acompañados, aplaudidos, reconocidos en su (sucia pero necesaria) función de sembrar el pánico con violencia gratuita cuanto más indiscriminada mejor, contra cualquier que se menee, para indicar que todos podemos ser agredidos en cualquier momento.

Hoy por hoy, delante tenemos el deber de protegernos y defender nuestros barrios y ciudades de la violencia parapolicíaca y extrajudicial del estado español por medio de ex-legionarios, neonazis, tarats y hooligans varios que han respondido a su llamamiento. Porque cómo siempre pasa, un golpe activado este mecanismo informal y hasta cierto punto incontrolado, primero irán contra los ‘llacistes’, después contra los ‘jóvenes con peines’, después contra los ‘negros y los moros’, por el camino agredirán mujeres y el trabajazo que tendremos a proteger nuestra gente, con la policía (los Mozos) esperando que nos defendemos para hacer foto,vídeo, denuncia, detenciones, titulares sobre terrorismo, reportaje de ‘Callejeros folloneros’ y demés parafernàlia habitual.

Tan sólo espero que en esta pesada, pesada, triste trinchera que tendremos que levantar, me encuentre quién me tengo que encontrar. Aparcando diferencias en la lucha por libertades básicas, espacios sin miedo y protección de la sociedad civil. Espero no encontrarme decepciones ni deserciones vergonzosas, y que Coscus, Rabells y más justificadors del estado español bajo apariencia de realismo práctico sepan cuál es el lugar de cada cual de nosotros cuando el estado profundo y la ultra-derecha pretenden de imponer el terror. Es para ellos la frase de Bertolt Brecht del final del texto, rescatada de un tiempo de donde muchas cosas tendremos que aprender plegados.

Y finalmente, y la cosa más importante para no perder esta batalla que nos cargan ignominiosamente sobre la espalda: la violencia y la ultra-derecha lo ejerce una inmensa minoría de la población, normalmente vinculada a las cloacas policiacas del estado español o directamente salida de allá. Quieren que en la rabia y la impotencia por tanta impunidad señalamos todos los y las vecinas contrarios a la independencia o contrarios al referéndum unilateral. Y no. Permanecerán en silencio, de acuerdo. Silencio que podemos considerar cómplice en situación de tanto desnivel entre estado parapolicíac y ciudadanía perseguida. Pero EN ABSOLUTO la mayoría de votantes del ‘no’ comparten, si la ven y la comprueban, esta operación de terror y cloacas. Hace falta, pues, seleccionar bien quién culpamos en nuestros discursos, comentarios y reflexiones. Hace falta, pues, ser muy selectivo, muy cuidadoso. Hay que documentar y explicar qué pasa, incluso a quien aparentemente no tiene ni gota de ganas de escuchar razones. Hace falta que el estado español pierda esta batalla perdiendo la adhesión que cree que tiene entre estos sectores de la población de Cataluña. Y del resto de su territorio siempre que sea posible.

Nosotros nos tendremos que cuidar y nos tendremos que defender, sólo faltaría!, de la ultra-derecha y de la provocación mediática y policial, que juntas juegan diferentes roles complementarios. Pero con la cabeza clara que la batalla que entregaremos es una batalla de mayorías sociales y democráticas contra un régimen que se sostiene en la violencia, el control mediático y la persecución política.

(Fuente Vilaweb / Autor: Quim Arrufat)

Francisco Campos

Francisco Campos

Nació en Sevilla en 21 de julio de 1958. Trabaja como administrativo. Es autor del libro "La Constitución andaluza de Antequera: su importancia y actualidad" (Hojas Monfíes, 2017).

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